Las
inundaciones son frecuentes en el Delta del Paraná. Allí
donde ese curso de agua empieza a convertirse en el Río de
la Plata abundan las islas rodeadas de canales y riachuelos. Algunas
son estables, con construcciones elevadas sobre el nivel de las
aguas y resistentes a las subidas que se producen con las sudestadas.
Sin embargo, otras son más inseguras, igual que las viviendas
que se construyen en ellas.
De esta última clase debe haber sido la casa que tenía
Pedro Echeverría en el Tigre. Ese hombre había sido
administrador de La Baskonia, la principal revista de la comunidad
vasca en la Argentina, que se editó desde 1893.
Luego de la muerte de José Uriarte -último dueño
de la empresa editora- en 1932 Echeverría quedó a
cargo de la publicación, que continuó hasta 1943.
Con posterioridad a esa fecha y después de jubilarse, ese
vasco de Tolosa se fue a vivir a Tigre y con él se llevó
el archivo de La Baskonia: correspondencia, fotografías,
etc (sólo donó una parte del material -de carácter
bibliográfico- al Centro Navarro de Buenos Aires). Lo conservaba
en un baúl antiguo y sólido. Pero vino el agua. Y
con el agua se fue el baúl. Y con el baúl, el archivo
completo.
Ese pequeño patrimonio tuvo una oportunidad de ser salvado
cuando en una ocasión se discutió en el Instituto
Americano de Estudios Vascos la posibilidad de comprarlo; pero ganó
la moción por la negativa. Quizá, el destino hubiera
sido otro. En síntesis, de esa historia sólo quedó
un meticuloso diario de la vida en la isla, que Echeverria llevaba
con detalle; y que hace años conservaba Julio Goyen Aguado.
Destino trágico
La mala fortuna del que sería uno de los archivos más
importantes para la memoria histórica de los vascos en este
país no rompe con un esquema habitual en Argentina: la perdida
del patrimonio por negligencia, por picardía o por azar.
No hace falta indagar demasiado para descubrir que los casos se
repiten continuamente; y la colectividad vasca no es ajena a la
norma.
Los papeles, pertenencias y condecoraciones personales del P. Iñaki
de Azpiazu -por nombrar como ejemplo sólo a uno de los personajes
más destacados de la diáspora- parecen haberse esfumado.
Y con ellos, seguramente, una parte fundamental de su actuación
pública. Al morir el Aita Iñaki -como lo llamaban-
en 1988, todas sus pertenencias quedaron en una casa que alquilaba
en Donostia a una señora de nombre Antonia, que falleció
casi inmediatamente después que él. Los sobrinos del
sacerdote no quisieron ocuparse del tema. Y ese fue el final abierta
de otra historia ¿trágica? para los archivos vascos.
En Argentina las personas que estuvieron cerca del Padre Azpiazu
no saben qué ocurrió. Sólo se conservan sus
libros sobre temas vascos, que fueron donados recientemente por
el Secretariado de Ayuda Cristiana a las Cárceles (una institución
que él creó) a la Fundación Juan de Garay.
Es esperable que se descubra que alguien en Euskadi tuvo oportunidad
de rescatar de la pérdida esos bienes.
A fuerza de enumerar calamidades se puede mencionar que la Federación
de Entidades Vascas de la Argentina (FEVA) no conserva un archivo
histórico. Sólo hay existencias clasificadas desde
aproximadamente 1990 en adelante. Lo poco que existe de las décadas
anteriores está en cajas sin catalogar. Se conservan los
libros de actas (incompletos). No hay material fotográfico,
ni sonoro, ni fílmico (salvo algunas Semanas Vascas) después
de 47 años de vida.
Es el mismo caso del Centro
Vasco Laurak Bat de Buenos Aires, el más antiguo del
mundo. Su archivo institucional sólo consta de los libros
de actas de la Comisión Directiva (la serie está incompleta)
y las Memorias y Balances anuales. No hay fotografías de
la actuación privada y pública desde 1877. Sólo
existen unas pocas imágenes publicadas en un libro con la
historia del centro que se editó en 1992; pero nadie sabe
dónde están los originales de esas tomas. Tampoco
hay material visual o sonoro de ninguna clase.
Estas inexistencias parecen sugestivas. Algunos insinúan
que lo que no se encuentra en Buenos Aires quizá pueda encontrarse
en algún lugar de Euskadi.
| |
Tapa del primer número del Boletín
del Instituto Americano de Estudios Vascos. |
El Centro tuvo un boletín, hubo un periódico llamado
Laurak Bat (editado entre 1878 y 1891) y una revista con el mismo
nombre. Pero en la Biblioteca del centro sólo se conserva
la colección completa del periódico. Del resto sólo
hay números sueltos.
En Rosario tiene su sede otro de los centros históricos,
el centro Zazpirak Bat. La situación es parecida. No posee
material sonoro ni visual; posee fotografías de diversos
períodos, pero desorganizadas. El archivo sólo consta
de actas y cartas enviadas y recibidas.
En el caso del Centro Vasco Francés la situación
es como en la generalidad de los casos: no hay archivo fotográfico
ni sonoro; y no hay prácticamente documentación. Se
conservan las actas en el centro y su presidente, Michel Iriart,
custodia en su casa las solicitudes de ingreso tramitadas durante
los 107 años de vida institucional (una reliquia).
Para no dejar de cumplir con la norma, el Centro
Navarro de Buenos Aires tiene un archivo mínimo a medio
catalogar, pues una parte de lo papeles se tiraron hace años.
Tampoco hay fotografías ni materiales de otra clase. Lo que
se conserva son las actas.
Una perla blanca. El centro vasco de Bahía Blanca, otra
de las instituciones más antiguas, presenta una situación
atípica: está llevando adelante un proceso de clasificación
y escaneo de su archivo. El proyecto está a cargo de la bibliotecaria
de la institución con la asistencia de personal del Museo
Histórico de Bahía Blanca; e implica la catalogación
de las existencias en cuanto a materiales gráficos, fotografía
y video.
Publicaciones periódicas
Las principales etapas de la historia de la colectividad quedaron
registrada en las publicaciones periódicas. La mayor parte
de las fotografías sobre la vida institucional del Laurak
Bat, por ejemplo, ilustraron La Baskonia o Euzko Deya, pero se perdieron
para siempre los originales.
Los diarios y revistas tomaron el pulso de la vida colectiva. Sin
embargo, acceder a ese material no es fácil. Casi no hay
colecciones completas de cada una de las publicaciones editadas
en el país. Quizá sólo se hallen en bibliotecas
privadas, muy resguardadas. En los centros vascos prácticamente
no existen.
La Biblioteca Nacional -la principal de Argentina- no posee todos
los números de La Baskonia (aunque debería conservar
las colecciones completas de todas las publicaciones que circularon
en el país). La del Laurak Bat de Buenos Aires, ciudad donde
se realizaba la revista, sólo posee ejemplares hasta 1937.
La revista Irrintzi, que se publicaba en Bahía Blanca, tampoco
se encuentra completa en la biblioteca del centro vasco de esa ciudad,
que no posee ninguna otra colección de las históricas
publicaciones. En esa institución actualmente están
intentando completar la serie de Irrintzi mediante la búsqueda
de los ejemplares faltantes entre los miembros de la colectividad.
Una señal positiva.
En el centro de Rosario, donde se hacía Zazpirak Bat, sólo
hay números sueltos de esa colección. En cambio sí
poseen todos los ejemplares de Euzko Deya.
|
Tarjeta del Restaurant El Basco de Buenos
Aires - Archivo de la Fundación Vasco Argentina Juan
de Garay. |
Una excepción es la colección del periódico
Tierra Vasca, editada entre 1956 y 1975: el Laurak Bat la tiene
microfilmada.
En Euskadi el panorama no es muy diferente en cuanto a existencias.
La Fundación
Sancho El Sabio, por ejemplo, posee existencias parciales de
varias revistas y diarios. Aunque el estado de conservación
y cuidado de los ejemplares es óptimo, esa circunstancia
no alcanza para realizar estudios completos de esas obras ni para
seguir la evolución de la vida institucional vasca en la
Argentina.
Riquezas no explotadas
La Fundación
Vasco Argentina Juan de Garay, una de las instituciones más
modernas (fue creada en 1983), posee un archivo muy rico establecido
a partir de la investigación realizada en los últimos
años para la elaboración del libro "Los Vascos
en la Argentina". Ese fondo posee información genealógica,
junto a documentos, fotos, anecdotarios, etc. de todas las familias
historiadas en el libro (alrededor de 2000). Es un valioso patrimonio,
pero lamentablemente no está debidamente clasificado ni dispuesto
de modo que se facilite la consulta pública o se prevea su
crecimiento futuro.
La información contenida en el libro mencionado es, también,
un enorme archivo de datos genealógicos en crecimiento (actualmente
se está preparando la tercera edición, ampliada y
corregida) que tiene un límite claro: la imposibilidad de
ampliar la obra en el futuro cercano por razones de espacio. El
volumen crece en todas direcciones, con nuevos aportes de información
histórica de cada familia (existen alrededor de 8000 familias
no historiadas aún y seguramente habrá otras que ni
siquiera se han nombrado) y con las nuevas generaciones. Por lo
tanto, el futuro de esa obra implica su conversión en una
enorme base de datos genealógica digital. La fundación
ha elaborado junto a Eusko Ikaskuntza - Sociedad de Estudios Vascos
un proyecto pionero para asegurar el crecimiento futuro de este
proyecto: el desarrollo de una base de datos genealógica
(que sería una enorme red de relaciones de personas) asociada
a una aplicación para carga, corrección, consulta
y publicación de información, dispuesta en Internet.
Lamentablemente, todavía no se han encontrado vías
de financiamiento para este proyecto que, según los datos
conocidos, sería único en el mundo.
María Elena Etcheverry, viuda de Andrés de Irujo,
conserva varios de los archivos no explotados. Entre ellos, el del
Instituto Americano de Estudios Vascos, que consta de las actas
de la institución y la colección completa del Boletín
que editaba (que es lo verdaderamente valioso). Esa serie no está
digitalizada en Argentina, pero la Fundación Sancho El Sabio
está disponiendo en Internet el vaciado analítico
que realizó sobre todos los números.
Las bibliotecas de los principales centros vascos y de la Fundación
Juan de Garay contienen una colección muy valiosa de obras,
pero los catálogos no están disponibles en Internet,
ni todas se administran según las normas más modernas.
La fundación mencionada está preparando actualmente
la informatización y disposición on line de su biblioteca
de alrededor de 3.000 volúmenes.
Un pedido de auxilio
Etcheverry está a cargo, también, de la Editorial
Vasca Ekin y como tal conserva el archivo de esa institución,
inseparable de los papeles personales de su marido.
Ese fondo documental, muy importante para la historia vasca del
siglo XX, es un caso particular que pide auxilio urgente: debido
a una mudanza que se tuvo que hacer de urgencia desde unos depósitos
prestados, Ekin tuvo que trasladar su stock editorial y su archivo
a los subsuelos inundables del edificio del Centro Vasco Laurak
Bat, donde tiene su sede. Actualmente el archivo de la editorial
son carpetas en estado de deterioro ubicadas sin orden entremedio
de las cajas de libros; y al lado de cañerías de agua
en un ambiente sumamente húmedo y que periódicamente
se inunda. Ekin no cuenta con los recursos suficientes para resolver
esta situación de deterioro.
Lo cierto es que una parte de esos papeles fueron microfilmados
por investigadores de la Universidad del País Vasco. Los
responsables de ese proyecto accedieron a la totalidad de la documentación
(sin clasificar) y copiaron lo que creyeron apropiado. Sin embargo
todavía no informaron con detalle a Elena Etcheverry qué
información recabaron y, por lo tanto, tampoco tienen autorización
para hacerla pública.
Archivos estatales
En los archivos públicos de Argentina, tanto los nacionales,
como provinciales y municipales, existe un riqueza documental y
fotográfica no explotada.
El enorme número de inmigrantes, la multiplicidad de instituciones
creadas por vascos, la destacada actuación pública
de numerosos miembros de esta colectividad -entre otros elementos-
dan la pauta de que debe existir un patrimonio muy valioso que espera
ser descubierto.
Un ejemplo de existencias ocultas es la fotografía que acompaña
esta nota, conservada digitalmente con gran calidad en el Archivo
Histórico de Olavarría, una ciudad mediana de la provincia
de Buenos Aires.
|
Fotografía del Centro Pelotaris
de Olavarría - ¿1906? - Colección Cirigliano,
Archivo Histórico de Olavarría, Argentina. |
Esta foto es parte de un grupo de alrededor de 400 copias realizadas
en esa institución, que corresponden a una porción
de un corpus mucho mayor de imágenes tomadas a comienzos
de siglo por varios fotógrafos (entre ellos, algunos vascos)
y que conformaban la Colección Cirigliano. Ese conjunto de
placas fotográficas en vidrio fue comprado por el gobierno
italiano. ¿Habría entre esas placas más fotografías
vinculadas a la colectividad vasca que se han perdido hasta que
alguna gestión con las autoridades de ese país logre
recuperarlas?
La riqueza documental que debería existir sobre los vascos
en Argentina no está reflejada en los pocos archivos existentes.
Esto es así tanto en cuanto a inmigración, a historia
de las instituciones, publicaciones o cualquier otro aspecto que
se tenga en cuenta. Además, lo poco que queda no está
clasificado o está en riesgo de desaparición.
Ciertamente, la situación no es muy favorable. Resulta necesario
crear mecanismos tendientes a documentar las existencias en todo
el ámbito institucional, público y privado, de modo
de proteger el patrimonio que aún se puede conservar. Lo
perdido, perdido está. Pero es importante que no haya una
nueva sudestada que se lleve lo que queda, como el baúl de
La Baskonia.
Gonzalo Auza, Gonzalo
J. Auza, gonzalo@juandegaray.org.ar
http://www.juandegaray.org.ar/fvajg/docs/Gonzalo_J_Auza
Fotografías: Gonzalo Auza |