Zuriñe
Velez de Mendizabal
Fotografías/traducción: Zuriñe Velez de Mendizabal
Jatorrizko bertsioa euskaraz
Cada año, las calles de Ezpeleta (Lapurdi) se llenan de gente el último martes y miércoles de enero. Este año la cita ha sido el 27 y el 28 del primer mes. Anualmente, cientos de personas se reúnen por un mismo motivo: la feria de ganado.
El visitante puede encontrar diferentes clases de animales en esos dos días: pottokas, ovejas y carneros, caballos, vacas… La gente que se aproxima al pueblo suele hacerlo para comprar los animales que se han puesto a la venta. Los agricultores y los curiosos van hasta el pueblecito de Lapurdi a pasar el día desde sitios muy diferentes: Norte y Sur de Euskal Herria, de regiones circundantes e, incluso, de otras más lejanas de los estados español y francés… Además de la oportunidad de adquirir ganado, este año había cantidad de oferta de maquinaria y herramientas para el caserío: cortadoras de hierba, aperos de labranza, tractores etc.
En la feria que dura dos jornadas, el ganado es clasificado en diferentes días. El martes las calles de Ezpeleta se llenaron de pottokas, tanto salvajes como domesticadas. El animal, símbolo de este rincón de Euskal Herria tiene algunos rasgos peculiares.
RASGOS DE LA POTTOKA
El pequeño familiar del caballo es conocido, mayormente, por su altura. Vive desde hace tiempo en los montes de nuestro pueblo. Las pottokas fueron utilizadas, por ejemplo, para el contrabando. Su pequeña estatura y su color oscuro, les era útil a los contrabandistas para no destacar, y así no se les viera en la oscuridad.
La mayoría de las pottokas viven libre en los montes de Euskal Herria, y eso caracteriza a la raza. Desde 1970 la pottoka es conocida internacionalmente, y para clasificarla, han creado un libro o “stud book”. En él, se diferencian dos tipos de pottoka. Por un lado están las del tipo A. Según los expertos, estas son las puras, las verdaderas. En las correspondientes al tipo del B, en cambio, la madre es pottoka, pero se mezcla con el padre de raza árabe o “wells”.
Los caballos A son especiales. Tienen orejas pequeñas, sobre la cabeza, orientados hacia delante; unos ojos muy vivos; el cuello corto y les crece el pelo hacia la espalda… La mayoría vive en los montes, y pueden llegar a medir 1,32 metros. Los clasificados en B suelen ser más grandes.
Jean Bordaxar, experto en pottokas, nos ha comentado que en los montes de Euskal Herria hay cerca de dos mil ejemplares del tipo A, “y tienen que estar, por lo menos, de 6 a 7 meses en el monte”. En cambio, el número de pottokas del tipo B en el Norte de Euskal Herria es mucho menor, cerca de unos 200, según Bordaxar. Jean nos ha dicho que buscan el reconocimiento de las pottokas tal y como se merecen, y están pensando en utilizar microchips para un mayor control. Según él, la pottoka se puede convertir en un símbolo de Euskal Herria fuera de este territorio. Pero ha confesado que hoy en día no se puede vivir sólo de las pottokas. Una muestra: una pottoka de seis meses se podía comprar por ¡50 euros! más otros 40 euros, por los papeles de garantía y libre circulación.
SEGUNDO DÍA DE FERIA
El segundo día todavía quedaba algún ejemplar de pottoka por vender en Ezpeleta. Pero aquel frío día de invierno predominaban las ovejas, vacas y caballos. Eran muchos los agricultores que fueron a ver y a comprar el ganado. Pero todos los reunidos allí comentaban lo mismo: la poca cantidad de animales que había en la feria de este año, y las pocas operaciones registradas.
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