Rafael
Blanco Arbe
Jatorrizko bertsioa euskaraz
Al dar comienzo a este artículo sobre el esperanto, en primer lugar debo advertir que voy a circunscribirme al País Vasco peninsular, por haberme resultado imposible obtener datos sobre la realidad de la otra vertiente de los Pirineos.
Este artificial lenguaje internacional llamado esperanto fue ideado y creado en Varsovia, en el año 1887, por el médico Lazaro Ludoviko Zammenhof, y no tardó en extenderse entre los distintos círculos sociales, ideológicos y religiosos de toda Europa, principalmente en Polonia, Rusia, Alemania y Suecia.
Así las cosas, no es de extrañar que en el año 1905 se fundara en Sestao, en un ámbito eminentemente obrero, la sociedad esperantista “Fido, scienco kaj tradicio”, presidida por Florencio Eskibela.
Tras esta pionera entidad se crearon sucesivamente otras asociaciones más; en 1906 en Bilbao, Portugalete y San Sebastián, y cuatro años más tarde, en 1910, en Pamplona (Grupo Esperantista de Pamplona), en la calle San Nicolás. A señalar que en el año 1909 empezó a editarse, en Bilbao, la revista “Nova Sento”.
Grupo Esperantista de Pamplona, 1912. |
Durante sus primeros años de expansión, el esperanto fue aumentando el número de adeptos vascos de una manera espectacular. Según lo indicado en el anuario de los Esperantistas de España de 1911, aquel año había en Bilbao cerca de 300 esperantistas, y aproximadamente un centenar en San Sebastián. Claro que los esperantistas no sólo se concentraban en las grandes urbes, sino también en ciudades menos pobladas (Algorta, Tafalla, Santurtzi, Tolosa, etc.) y en pequeñas villas (Leza, Beizama, Arrona o Caseda, entre otros). Entre los esperantistas, además, había personas de renombre, como por ejemplo José Félix Lequerica e Isaak López-Mendizabal.
Los años del intervalo entre las dos guerras mundiales fueron muy fructíferas para el movimiento esperantista, tanto mundial como vasco, tanto es así que en 1924 tuvieron lugar en Bilbao el 2º Congreso Ibérico del Esperanto y el 4º de España. En 1935, por su parte, Teodoro Elizondo tradujo al euskera el manual "Esperanto-Slosilo", donde además del diccionario de rigor se recogen las dieciséis normas básicas del esperanto y consejos para su correcta pronunciación.
La guerra civil española y la segunda Guerra Mundial decretaron la prohibición y la persecución del esperanto y de los esperantistas. Al igual que lo hicieran Hitler y Stalin, Franco impuso durante varios años una severa interdicción. El esperantista bilbaíno Eduardo Larruy recuerda perfectamente de aquellos años, e incluso una ocasión en que los franquistas tiraron a la basura la estrella de cinco puntas que presidía la sede esperantista -también cómo la recuperaron-. Fue una dura época para la supervivencia del esperanto, y también para otros múltiples ámbitos.
En la década de los 50, aprovechando las pequeñas ranuras que el franquismo dejaba abiertas, el esperantismo, paulatinamente, empezó a recobrar sus fuerzas: en la sede de Barrenkale de Bilbao volvieron a retomar las clases, y en Vitoria/Gasteiz se fundó la Federación Esperantista de Álava, donde, en palabras del señor Daubagna, en determinadas ocasiones se presentaba a clase algún que otro inspector de policía, y no con la intención de aprender gramática, precisamente.
El esperanto tuvo su apogeo en Gipuzkoa en la década de los 60, cuando Eibar y Ordizia organizaban cursos de aprendizaje y su conocimiento se extendía entre los círculos laborales. De hecho, en el año 1964 Ordizia fue escenario de un congreso sobre el esperanto, en el que se dieron cita esperantistas procedentes de diversos territorios.
En Bilbao, por su parte, el lenguaje internacional prosperaba a pasos gigantes. Juan de Juanes publicó el manual Método Bilbao, un libro didáctico que fue varias veces reeditado y que se convirtió en el predilecto de muchos estudiantes. En esta misma época, además, Gabriel Aresti dedicó a un allegado suyo el poema “Fido kaj Espero”, titulado en esperanto pero redactado en euskera. Que nosotros sepamos, Aresti, aunque políglota, no sabía esperanto, pero, en cualquier caso, conocía a muchos esperantistas.
En la década de los 70 sucedió una cosa muy curiosa, cuando el italiano Renato Corsetti, actual director de la asociación Universala Esperanto Asocio, decidió traducir la letra de varias canciones vascas al esperanto. Lo hizo valiéndose del castellano, porque él no sabía euskera. Pues bien, resulta que la cantante Marcela grabó un disco en el que incluía, junto con otros cantos de Cataluña y Galicia, las canciones vascas en cuestión. Así, gracias a esta producción, canciones como el "Txoria-txori" de Laboa y Artze son hoy muy conocidas entre los esperantistas: “Se giaj flugiloj mi tondus for, gi flugi ne povus plu...”.
En el año 1987, un grupo de jóvenes vitorianos que a mediados de los años 80 se propuso aprender este lenguaje internacional, fundó la asociación "Alava Esperanto Asocio" con sede en la calle Zapatería, donde organizaban múltiples actividades (conferencias, una pequeña biblioteca, cursos, preparación de viajes, etc.). Aquel mismo año, además, comenzaron a editar el periódico "Kvodlibeto". Por otra parte, en 1990, los esperantistas de Pamplona fundaron la Asociación Esperantista de Navarra.
Tanto los finales de la década de los 80 como los principios de los 90 fueron muy importantes en lo que a las publicaciones periódicas se refiere. En el año 1989 se fundó la asociación "Eusko Esperanto Asocio", y, con ella, la revista "Kuspe", que si bien en un primer momento se editaba en esperanto y en euskera, con el tiempo pasó a publicarse sólo en esperanto. Con el objeto de informar sobre distintos aspectos del esperanto, por otra parte, durante varios años se publicó en castellano y en euskera la edición "Internacia Lingvo", y, bajo la finalidad de presentar la cultura vasca a los esperantistas, "Euska Kverko", escrita íntegramente en esperanto y distribuida, principalmente, en los países de Europa.
Tampoco en lo que respecta a los libros el desarrollo ha sido nada desdeñable. En el año 1990, el escritor Aitor Arana publicó "Esperantoa Ikasgai", la primera obra didáctica sobre el lenguaje internacional dirigida a los euskaldunes, tras el manual Esperanto-Slosilo. Pero no fue ésa la única aportación del autor legazpiarra, ya que tomó la decisión de traducir en ambos sentidos. Así es como se vio traducida al esperanto la obra “Behi euskaldun baten memoriak” de Bernardo Atxaga (“Memorajoj de euska bovino”), y se editó un clásico de la literatura esperantista, como es “Vivo de Bervala sentaugulo”, del francés Louis de Beaucaire, en euskera (“Bervalen gertatuak”).
En el año 1999, el grupo "Alava Esperanto Asocio" publicó una sencilla pero hermosa obra colectiva de Istvan Ertl, Inaxio Lopez de Arana, J. M. Sarasua y J. M. Fernandez, que formaba parte de la colección “Omage al Ignacio Aldecoa”. En ella se recogen dos cuentos del citado escritor vitoriano traducidos tanto al esperanto como al euskera. Por otra parte, en el año 2001, la editorial brasileña Fonto publicó la obra “Haur besoetakoa” ("La Baptofilino") de Jon Mirande, traducida por Jose Mari Sarasua.
Al día de hoy, en varias ciudades del País Vasco, se imparten clases de esperanto, como por ejemplo en Vitoria/Gasteiz, Bilbao, Alsasua o Pamplona. A destacar, por otra parte, que en el año 2001 la Universidad del País Vasco organizó en Bilbao un curso oficial sobre esta lengua.
Del mismo modo, no podemos dejar sin mencionar las jornadas y encuentros que a lo largo de estos últimos años se han venido organizando en nuestro entorno; por ejemplo, los Congresos de Esperanto de España celebrados en 1989 en Bilbao y en Vitoria/Gasteiz, los encuentros juveniles de esperantistas españoles de HEJS Renkontigo de 1989, y el Seminario de esperantistas juveniles de Europa, TEJO-KER, de 1999, que versó sobre los Derechos Humanos.
Pero la narración del desarrollo del esperanto no acaba aquí. De hecho, en el mes de agosto Bilbao acogerá el Congreso Europeo del Esperanto, para el cual ya se han inscrito cerca de 150 esperantistas. Y, aunque no somos capaces de adivinar qué nos depara el futuro, lo que sí podemos asegurar es que cada vez falta menos para nuestra próxima cita, y que constituirá una magnífica ocasión para disfrutar de la cultura esperantista.
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