Jose
Ramon Zabala
Traducción: Koro Garmendia
Jatorrizko bertsioa euskaraz
Angela Figuera. |
De Bilbao a Madrid
Como indicaba, Angela nació en Bilbao, concretamente en la calle Espartero, en el año 1902, en el seno de una acaudalada familia. Era la mayor de nueve hermanos, circunstancia ésta que marcaría su carácter desde su niñez y que la llevó a ensalzar, ya en sus primeros poemas, la relevancia de la maternidad, hasta el punto de llegar a ser uno de los rasgos característicos de su obra. Tras finalizar los estudios primarios, Angela prosigue su formación en un instituto, algo totalmente insólito para su época; para que se hagan una idea, basta con decir que perteneció a la primera promoción de las mujeres que realizaron el bachiller en la península. Ya por aquel entonces resultaba evidente la inclinación de Angela por la literatura y las letras, así como el valor que tenía para hacer frente a los inconvenientes: en el año 1924 expuso en casa su deseo de estudiar Filosofía y Letras, idea que no agradó en absoluto a su padre, por lo que Angela paralizó sus estudios durante dos años, hasta que, finalmente, consiguió salirse con la suya. Lamentablemente, su padre fallecería al poco tiempo de reiniciar sus estudios y la familia se encontró en una precaria situación económica.
Ante la insolvencia familiar para poder sufragar los estudios, Angela recurrió a la familia de su primo Julio Figuera, a Madrid. Durante la estancia en la capital, la relación que tenía con Julio fue estrechándose, y para cuando terminó la carrera estaban ya prometidos. De regreso a Bilbao, a los veintiocho años, y dado que las dificultades económicas de la familia persistían, tomó la decisión de irse a vivir a Madrid. En un principio las cosas no resultaron fáciles, pero, poco a poco, fue probando distintos trabajos. En 1932 aprobó unas oposiciones y fue destinada a Huelva, pero antes de partir hacia su nueva oficina contrajo matrimonio con Julio. Los años que pasaron en Huelva fueron muy dichosos, exceptuando un trágico suceso que la marcaría profundamente: en 1935 dio a luz a un bebé que nació sin vida.
Angela Figuera y su marido. |
El golpe de Estado de 1936 cambió drásticamente la vida de los Figuera, que se hallaban en Madrid. Julio decidió alistarse en el bando de los republicanos, y tuvieron que pasar una época que la escritora definió como “años durísimos y amargos”. Sin embargo, no todo fue tan negativo, ya que en diciembre de aquel mismo año nacía su hijo Juan Ramón, un feliz acontecimiento con el que Angela vería colmado uno de sus más fervientes deseos. A lo largo de los próximos años tuvieron que vivir separados: ella en Madrid, y Julio destinado a diversos puntos de la geografía peninsular. La ocasión de reunirse se les presentó en el año 1938, en el pueblo de Molina de Segura, en Murcia. Los últimos meses de la guerra, no obstante, fueron especialmente delicados, debido al encarcelamiento de Julio, acusado de simpatizar con los comunistas. Paradójicamente, sin embargo, la victoria de los franquistas le devolvió la libertad.
Al término de la guerra civil española, la familia Figuera se encontraba en una situación realmente preocupante: sin titulaciones ni trabajo, en el bando de los perdedores, despojada de su patrimonio familiar, con Julio enfermo de paludismo y atemorizado ante la posibilidad de su encarcelación. En semejantes circunstancias, la mejor de las alternativas consistía en regresar a Madrid y empezar desde cero. Estos años dejarían una profunda huella en la poesía de Angela.
Poesía de barro
En los duros años del franquismo de la posguerra, en la década de los cincuenta, los Figuera consiguen salir adelante, en un clima de calma tras la tormenta. Es precisamente en este contexto donde Angela empieza a escribir. No se trataba de una actividad del todo nueva, porque ya en su juventud se deleitaba componiendo versos. En esta ocasión, sin embargo, había una gran diferencia, porque esta vez su obra se vería publicada. Su primer libro lleva por título Mujer de barro (1948), y el segundo Soria pura (1949), y ambas obras forman parte de lo que Angela definía como “etapa subjetiva”. Se trata de una poesía repleta de elementos populares que gira en torno a temas como el erotismo, la maternidad, y el simbolismo del paisaje, pero, junto a esta imagen aparentemente idílica se aprecia, al mismo tiempo, otra realidad, mucho más cruda, como, por ejemplo, la reivindicación de la figura de Antonio Machado, la nostalgia de la costa vasca o el contraste de la acechadora realidad de las enormes ciudades.
Cumpleaños de Pío Baroja (hacia el año 1952). |
En su tercer libro, titulado Vencida por el ángel y publicado en el año 1950, se observa una clara ruptura respecto a las obras anteriores. Abre la puerta a la realidad que le rodea e inaugura una nueva etapa en su poesía, dedicada al compromiso, que ella define como "etapa preocupada". En este proceso Angela recibe una notoria influencia de dos de sus grandes amigos: Blas de Otero y Gabriel Celaya. En el periodo vacacional de aquel mismo año, la poeta retorna a Bilbao, donde reside su hermano, el pintor Rafael Figuera, un hombre que desarrollaba un sinfín de actividades culturales en las inmediaciones de Bizkaia. Gracias a él, Angela tuvo la ocasión de conocer a muchos escritores y artistas de renombre, como por ejemplo Angel Ortiz Alfau, Mario Angel Marrodan, Jorge Oteiza, Gregorio San Juan, Rafael Zarco, Federiko Krutwig y Rafael Morales. Unos años más tarde conoció, de nuevo a través de su hermano, a Gabriel Aresti. En 1950 Angela publicó un importante poema, “Exhortación impertinente a mis hermanas poetisas”, una auténtica declaración feminista, si bien la escritora jamás se identificó con esa definición: “Eva quiso morder en la fruta. Mordedla./Y cantad el destino de su largo linaje/dolorido y glorioso”.
Sus siguientes obras se irían abriendo cada vez más ante las desazones de la realidad. En las primeras adoptaba una postura existencialista desde la que abordaba problemas metafísicos y religiosos, como bien puede apreciarse en El grito inútil (1952), Los días duros (1953) y Víspera de la vida (1953). En estos poemas, Angela reivindica otro mundo y hace un llamamiento para luchar por él: “No podemos siquiera esperar a mañana./ Hay que buscar, hermanos, que buscar enseguida”. Pero encontramos, además, la que será una de las principales características de su poesía, y que la lleva a alejarse de los planteamientos de Celaya y Otero: Angela sabe que el mundo no se puede cambiar valiéndose sólo de la poesía. Frente a la simplicidad de los dos citados autores, ella considera mucho más práctico para su lucha reivindicativa el trabajo en directo contacto con las personas: “Mejor fuera callarse. Licenciar la metáfora./ Y ver si a duras penas o a duras alegrías / abrimos un camino al cabo de la calle”. Un grito baldío, pues, el de la poesía.
Mujer de barro. |
Será en la segunda mitad de los años 50 cuando Angela se sitúe en el punto de mira, al adoptar, a raíz de sus discrepancias, una postura más radical. En 1956 se fue a París, con la intención de realizar una carrera, y, aprovechando la estancia, se entrevistó con Pablo Neruda, a quien informó sobre la nueva situación que se vivía en la península. El poeta chileno, alentado por las palabras de Angela, decidió entonces escribir una carta a los poetas españoles que luego se divulgaría por todo el Estado. Ese mismo año, Angela prepara un nuevo libro, Belleza cruel, que la censura le impide publicar en su totalidad. Su libro más conocido y polémico, Belleza cruel, se editó en Méjico, en el año 1958, acompañado de un magnífico prólogo del escritor León Felipe. Esta obra, además, fue galardonada por la Unión de Intelectuales Españoles, un grupo de españoles exiliados, y dado que fue publicada sin la autorización del régimen franquista, tuvo que ser difundida clandestinamente.
Pero el protagonismo adquirido gracias a Belleza cruel fue más bien efímero. Julio Figuera consiguió un trabajo en Asturias, y toda la familia se trasladó con él. Lejos de Madrid, sin embargo, la escritora empieza a desvincularse de los círculos literarios y artísticos, aunque en 1962 publicará otro libro más, Toco la tierra. De todos modos, su cansancio resulta ya evidente. La escritora empieza a caer en el olvido, y sus referencias a escasear. Su siguiente obra, Cuentos tontos para niños listos, dirigida a un público infantil y editada gracias a la intervención de su marido, no verá la luz hasta 1979. Tras una larga enfermedad, Angela fallece el 2 de abril de 1984. Los medios de comunicación prácticamente no hicieron la más mínima alusión a su muerte. Su última obra, dirigida también a los niños y titulada Canciones para todo el año, fue publicada a título póstumo.
La osadía de decir que no
A la hora de realizar una valoración general sobre la obra de Angela Figuera, resulta evidente que su legado no es muy abundante, ya que lo componen un total de diez libros y varios trabajos de traducción. Pero el valor de su poesía no radica en la cantidad, sino en la profundidad. Seguramente, la principal característica de la poesía de Angela es su tremenda sinceridad. Además, es importante localizar su obra en los duros años del franquismo, en un momento histórico en el que la figura de la autora bilbaína se convierte en un auténtico referente: una mujer en un mundo de hombres, madre y abuela que reivindica un papel más activo para la mujeres, una vasca en Madrid... A su alrededor se conectan figuras y grupos de disidentes del franquismo, exiliados externos e internos. Todo ello, sin olvidar que nos encontramos ante una gran escritora. Sin lugar a dudas, necesitamos la poesía y el recuerdo de Angela Figuera.
Bibliografía sobre la escritora:
*FIGUERA, Angela: Obras completas, Hiperión, 2ª edición, Madrid, 2000.
Bibliografía básica sobre la escritora:
*BENGOA, María: La poeta Angela Figuera (1902-1984), Bizkaiko gaiak, número 336-337, BBK, Bilbao, 2003.
*EVANS, Jo: Moving Reflections: Gender, Faith and Aesthetics in the Work of Angela Figuera Aymerich, Tamesis Books, London, 1996.
*ZABALA, José Ramón: Angela Figuera (1902-1984): una poesía en la encrucijada, Mundaiz, Universidad de Deusto, San Sebastián, 1994.
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