Campión, el primer escritor navarro en lengua vascaEscuchar artículo - Artikulua entzun

Joxemiel Bidador
Itzulpena: Koro Garmendia
Jatorrizko bertsioa euskaraz

  Gramatica de Arturo Campión
Gramatica de Arturo Campión.
L a aportación de Campión a las letras vascas de Navarra es de un valor incalculable. El conjunto del trabajo que realizara entre finales del siglo XIX y principios del XX inauguró una nueva época que se ha venido en llamar Renacimiento -y que, en un momento dado, se abre paso en toda literatura popular-, en cierta medida de igual manera que lo hicieran Axular en Lapurdi, en el siglo XVII, Larramendi en Gipuzkoa, en el siglo XVIII, o Mogel y Astarloa en Bizkaia en el XIX. El polígrafo Campión, a diferencia del príncipe Bonaparte que por aquel entonces andaba por Navarra, era un hombre tremendamente integrado en la sociedad, propietario de varios establecimientos y un asiduo colaborador en la prensa local, donde se atrevía a criticar la política municipal. Era, en fin, un hombre muy arraigado en el ámbito cultural navarro. Su condición de patriarca era absolutamente incuestionable.

En lo que a la literatura vasca producida en Navarra se refiere, Campión fue el precursor, oráculo y maestro de una nueva época. Aprendió el euskera en su juventud y de este modo se convirtió en un modelo a seguir para los euskaldunberris. Dentro del campo de la investigación lingüística, por su parte, escribió obras de gran profundidad, impulsó activamente en la creación de varias asociaciones que defendían y fomentaban el uso del euskera, y participó en debates en los que se discutía a propósito del euskera o del modelo literario a seguir. Por si todo ello fuera poco, nos ha dejado un magnífico legado literario.

La primera obra literaria que Campión editó en euskera fue la balada épica Orreaga, en diciembre de 1877. Este trabajo constituye una nueva versión personal de Altabizkarko kantua, elaborado medio siglo atrás por Eugène Garay Monglave, periodista de Bayona que fuera secretario del Institut Historique francés. En el año 1834, Garay Monglave escribió un extenso artículo en el que incluía la vieja melodía vasca que desde la batalla de Orreaga hasta aquel entonces se había ido transmitiendo oralmente de padres a hijos. En aquel mismo artículo aseveraba que en la casa del conde Garat tuvo la oportunidad de ver la canción escrita en papel. La realidad, sin embargo, era muy distinta. Monglave, invitado a participar en una reunión de euskaldunes en París, escribió la canción de Orreaga en francés, para de tal forma poder cantarla ante los presentes, y fue el tertuliano de Ezpeleta Luis Duhalde quien se hizo cargo de traducir el citado texto al euskera. La primera persona en delatar públicamente la artimaña fue el pastor protestante Wentworth Webster -que por entonces se hallaba en la localidad de Sara-, en un artículo publicado en 1883 en el Boletín de la Real Academia de la Historia de Madrid. En cualquier caso, no es la de Monglave la única estafa que podemos encontrar en las letras vascas; de hecho, podríamos citar otros múltiples casos, como por ejemplo Anibalen kantua, de Xaho, Alosko kantua, de Arakistain, Heren-suge eta Beltzuntzeren kantua, de Hiribarren, Abarkaren kantua de Michel, o Beotibarko kantua de Otaegi, obras todas ellas que recibieron la influencia del escocés Macpherson, a la sombra del bardo Ossian de su obra Fingal. El Orreaga de Campión fue publicado antes de que Webster denunciara el fraude de Altabizkarko kantua, y posteriormente fue reeditado en varias ocasiones, tanto por su valor lingüístico como contenido ideológico.

El texto de Campión y su correspondiente traducción al castellano fueron publicados en el primer número de la revista Euskara, en el año 1878. Más adelante, Mariano Mendigatxa, agricultor de Bidankoze, lo tradujo al roncalés, y también esta versión se vería editada en la mencionada revista, aunque con algunas lagunas que el príncipe Bonaparte subsanaría en ulteriores ediciones. Estas circunstancias llevaron a Campión a realizar un exhaustivo examen dialectológico del texto de Orreaga. Así, junto al texto originariamente redactado en dialecto guipuzcoano, se propuso recopilar las versiones existentes en los distintos dialectos literarios vascos: la realizada por Duvoisin en laburtano, por Intxauspe en suletino, y por Iza en vizcaíno. A continuación, recogió las versiones correspondientes a los dieciocho hablas de Alta Navarra, que venían a ser los de Olazti, Dorrau, Arbizu, Betelu, Osinaga, Auza, Saldias, Eratsun, Legasa, Bera, Urdazubi, Arizkun, Luzaide, Biskarreta-Gerendiain, Orotz-Betelu, Aria, Otsagi y Bidankoze. Eran tres las razones que Campión aducía para emprender esta tarea: por una parte, su propia condición de navarro; por otra parte, el hecho de que el dialecto de Alta Navarra careciera de literatura propia, lo que le llevaba a ser el dialecto menos conocido; y, por último, su deseo de recoger el testimonio del euskera que se practicaba en la Navarra peninsular, para que, si en algún momento dado algún investigador quisiera llevar a cabo un análisis histórico sobre aquel euskera, pudiera contar con -al menos- un documento, por muy modesto que fuera. Campión sabía perfectamente que las variedades lingüísticas de Navarra eran muy distintas entre sí, y que no era solo uno el dialecto que se empleaba en la Alta Navarra. Finalmente, en 1880 publicó en Pamplona un libro que recogía las 22 versiones al euskera y la traducción al castellano de Orreaga, acompañado de una introducción en la que incluía notas gramaticales y lexicales.

Con todo, la aportación más significativa de Campión es su Gramática de los cuatro dialectos literarios de la lengua euskara de 1884, publicada en Tolosa por el lodosarra Eusebio López. Ya para entonces Campión había editado algún que otro trabajo en torno al euskera. Convencido de que las gramáticas de Larramendi y Lardizabal habían quedado obsoletas, en el segundo número de la revista Euskara, en 1879, saldría a la luz el primer capítulo del ensayo “Gramática vasca”, mientras que el octavo y último aparecería en el número del año 1882, que constaba de un total de 60 páginas. En esta misma revista publicó en 1881 su “Geografía lingüística del euskara”, y, dos años más tarde, en la imprenta de los Baroja en San Sebastián, el Ensayo acerca de las leyes fonéticas de la lengua euskara. No obstante, bien se diría que toda esta serie de trabajos parecen nimiedades a la sombra de su imponente obra gramatical de 800 páginas, distribuida entre los suscriptores por capítulos. El último fascículo terminó de imprimirse el día de San Juan de 1886.

Campión preparó dos prólogos para su libro. En el primero disertaba sobre el valor del euskera y sobre la importancia de los estudios lingüísticos para la investigación histórica, y facilitaba amplia información sobre los autores autóctonos y vascófilos foráneos. En el segundo prólogo presentaba una clasificación de las lenguas, realizaba una minuciosa descripción de la territorialidad del euskera y de los dialectos vascos, y terminaba haciendo apología del euskera. En lo que al contenido del libro se refiere, los diez primeros capítulos que formaban la primera parte estaban dedicados a la sufijación: la fonética, la fonología, el artículo, el nombre, el pronombre, la declinación, el adverbio, la conjunción y la interjección. En la segunda parte, en diecisiete capítulos, analizaba el verbo de los cuatro dialectos literarios, y finalmente, en tres anexos, recogía además de la bibliografía, la crestomatía formada por los textos de Lardizabal, Axular, Intxauspe y Mogel y las tablas de los verbos.

Al igual que con tantas otras obras sucede, la gramática de Campión es uno de esos libros que tan frecuentemente se citan sin apenas conocerlos. Jon Juaristi, tan mezquino con respecto a los escritores y a la literatura vasca, calificaba en su clásico El linaje de Aitor que el libro de Campión era una "obra cimera de la vascología decimonónica". Unos años antes, en 1984, Euskaltzaindia/Real Academia de la Lengua Vasca quiso celebrar en Pamplona, del 25 al 29 de septiembre, el centenario de la Gramática de los cuatro dialectos literarios de la lengua euskara, organizando unas jornadas dedicadas a su estudio. Tras el discurso de apertura pronunciado por el entonces presidente del Gobierno de Navarra, el señor Urralburu, se presentaron otras comunicaciones más interesantes, como por ejemplo la de Granja Pascual, que disertó sobre “La Gramática de Campión y Luis Luciano Bonaparte”, o la de Mitxelena, que habló sobre “La Gramática de Campión”. Con todo, el libro de Campión no se ha editado más que en dos ocasiones (por vez primera en 1884 y posteriormente en 1977, cuando el equipo de La Gran Enciclopedia Vasca presentó un facsímil), por lo que el libro sigue siendo, hoy por hoy, bastante difícil de consultar.

Pero, además de estos trabajos filológicos, Campión escribió otra serie de obras con las mismas pretensiones literarias que en el texto de Orreaga. En los Juegos Florales celebrados en Elizondo en 1879, presentó, bajo el sobrenombre de Iputza, un trabajo titulado Agintza, que le hizo merecedor, junto con un autor navarro que respondía a las iniciales de L.L.I., de una mención honorífica. Estos Juegos Florales fueron los primeros que tenían lugar en el País Vasco peninsular. En el certamen literario, el primer premio le fue concedido al poeta vizcaíno Arrese Beitia, cuyo texto presentaba grandes similitudes con el de Orreaga. También Agintza es un texto breve, dividido en nueve puntos, frente a los ocho del otro. Estas son las palabras con que se da comienzo a Orreaga: "Gaberdia da. Karlomano Errege Auritz-berrin dago bere ekerzito guziarekin...", mientras que Agintza lo hace de la siguiente manera, "Gaba da. Aitor ingurutua dago bere illobatxo maitetaz...". Por otra parte, el personaje de Aitor tiene una destacada relevancia en Agintza; las noticias sobre Xaho le llegaron a Campión por medio de Navarro Villoslada. Pelayo, duque de Cantabria, en su huída al País Vasco tras su derrota contra los árabes en Guadalete, fue acogido en su casa por Aitor, y, en reconocimiento por su afectuoso gesto, Pelayo le prometió que sus súbditos respetarían y amarían por siempre a los vascos. Nada más despedir al duque, Aitor alertó a sus nietos: "Las promesas de los foráneos son siempre falsas ".

Campión envió su obra Denbora antxiñakoen ondo-esanak al certamen literario convocado en San Sebastián en 1881 con motivo de los Juegos Florales, y fue premiado con un escritorio donado por la Diputación Foral. A pesar de que también este texto comenzaba con un "Gaba zan" poco original, era un trabajo más extenso, e indudablemente más interesante desde el punto de vista literario. Escrito en primera persona por un narrador inconsolable, el autor remonta, guiado por un ángel de tiempos remotos, hasta la época de sus antepasados, y finaliza su viaje cuando los mensajeros del emperador Octaviano aconsejan a los cántabros rendirse ante las fuerzas romanas. El pueblo cántabro, antecesor del pueblo vasco, no acepta la sumisión, a pesar de hallarse dividido, y, ante esta circunstancia, Utxin-Tamaio no puede más que llorar. Mas finalmente la guerra termina por pacificar a Lekobide y Zara, y los vascos, unidos, se enfrentan a los romanos y salen victoriosos. Campión pone fin a su texto con la canción Aitorren alaba.

En los Juegos Florales donostiarras de 1883, Campión presentó su trabajo Okendoren eriotza, y fue galardonado con una corona de plata. También esta obra, como las dos anteriores, fue publicada en el primer número de la revista Euskariana, en 1896. A lo largo de las tres partes de las que consta, se nos narran los acontecimientos que tuvieron lugar cuando el barco La Capitana de Antonio Okendo arribó a San Sebastián tras haber luchado contra los holandeses. Pese a encontrarse gravemente herido, al día siguiente a su llegada, y obedeciendo una orden real, Okendo parte hacia La Coruña, a los brazos de una muerte segura, y expira en cuanto se adentra en la ciudad gallega, el día de Corpus Christi, acompañado por el historiador jesuita Gabriel Henao.

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