Emeterio Arrese (1869 - 1954)Escuchar artículo - Artikulua entzun

Joxemari ITURRALDE
Traducción: Koro GARMENDIA IARTZA
Jatorrizko bertsioa euskaraz

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  Emeterio Arrese.
Emeterio Arrese.
n par de años antes de morir, Emeterio Arrese, alentado por sus amigos, preparó una especie de antología de su obra, que se publicó bajo el título “Olerki Berrizte”. Este libro, del que se podría decir que recoger la “summa poetica” del autor, consta de un total de cuarenta y un poemas, siendo el primero de ellos el conocido “Ama!”, tan elogiado por crítica y público. Arrese escribió esta oda en 1903, a los 34 años, en la ciudad de La Habana, donde se encontraba cuando le comunicaron la noticia de la muerte de su querida madre en Tolosa. Es un poema tremendamente emotivo, que además permite observar cómo fueron evolucionando su vida y su manera de pensar. En la primera versión de este poema (“Nere bidean”, 1913), Arrese no hizo ninguna alusión a Dios, pero sí en la última: “Ama da leirik onenak beti / ernarazten dizkiguna, / Jainko´ren urren ama guk ordu / zalletan aipa deguna...”. Para Emeterio Arrese, que falleció soltero a los 85 años, su madre siempre fue una figura central. Estudió en la escuela de los Escolapios de Tolosa, donde vivió espantosas experiencias que le llevarían a adoptar una postura anticlerical... hasta que cambió de parecer. Y es que, como es bien sabido, el sacerdote y escritor Salbatore Mitxelena condujo a Arrese por los derroteros de la Iglesia.

La poesía de Arrese es de corte tradicional, englobable en la corriente denominada post-romanticismo. Su forma de escribir está aproxima a los modos del bertsolarismo y recurre a la habitual temática de este tipo de poesía: devoción por la naturaleza, paso del tiempo, estabilidad o equilibrio de las cosas y de la vida, amor por la patria chica acrecentado por la obligada lejanía, etc.

Lizardi y Orixe Zaldibarren.  
Lizardi y Orixe Zaldibarren.
Se puede sostener que Emeterio Arrese pasó el testigo de la poesía post-romántica a Lizardi, y que éste, al menos en determinados periodos, llegó incluso a sobrepasar el umbral de esta corriente. Es bien sabido que Arrese y Lizardi no sólo eran buenos amigos, sino que además sentían un gran respeto y admiración mutuos. Emeterio Arrese profesó en sus últimos años de vida un especial afecto por la obra de Lizardi, como si reconociese finalmente que la poesía de éste había dado un salto cualitativo hacia un nuevo camino.

Lo que a mí verdaderamente me atrae es la actitud que Emeterio Arrese tenía ante la vida, ese punto especial de ironía y, por encima de todo, su característico sentido del humor. Puestos a escoger un ejemplo, me permito aconsejar que se lean los tres últimos poemas del libro “Olerki berrizte”, en el mismo orden en el que se nos presentan: “Gainbera” (“Larogei urte gaur bete ditut, / zartzez alderoka nabil, / nai ta nai arren iñolaz ere / pausorik zuzendu ezin...”), donde nos describe cómo, siendo ya un hombre entrado en años, va perdiendo sus facultades físicas. Pero enseguida vienen un par de composiciones jocosas cerrando el libro, “Patxi Begibakarra eta Joxe Konkor” y “Kattalin”, con las que se diría que trata de olvidar las penas exteriorizadas en el poema anterior. Éste es el Emeterio Arrese que más me gusta.

En Tolosa he solido charlar bastante con personas que llegaron a conocerlo, y, antes de concluir este artículo, quisiera contar un par de detalles que he podido averiguar. El escritor Antonio Maria Labaien, por ejemplo, me describía a Emeterio Arrese como un hombre de gran sentido del humor, nada católico -al menos en su juventud- y asiduo a las sidrerías, donde mostraba sus dotes para el bertsolarismo. Una persona que en aquellos tiempos viajó con frecuencia al continente americano por negocios relacionados con la construcción y con el deporte de la pelota (según el padre Villasante, cruzó el Atlántico 44 veces; el padre Onaindia mantiene que 48. Yo creo que fueron bastante menos).

  Salbatore Mitxelena.
Salbatore Mitxelena.
Arrese, hijo de una acaudalada familia, despilfarró en América todo su dinero. Se fue a San Luis de Missouri fascinado por la posibilidad de construir frontones, y volvió – como solía repetir con frecuencia - de “San Luis de Miseria”, sin un solo céntimo. Emeterio Arrese era una buena persona, optimista, que se desenvolvía igual de bien en euskera que en castellano. Le gustaba ir bien vestido. Se confesaba acérrimo enemigo de la Iglesia y del clero, hasta que un buen amigo suyo de Tolosa (Periko Elosegi) le hizo cambiar de opinión. Sucedió que un buen día se encontraron cuando Elosegi se disponía a ir a oír los sermones de Semana Santa en la iglesia de San Francisco. Arrese decidió acompañarle. Y parece ser que fue precisamente en ese momento, al salir de la función, cuando comenzó a cambiar su actitud. Luego se confesó, etc. Al final, requería los servicios espirituales del sacerdote y poeta Salbatore Mitxelena, que acudía en tren hasta Tolosa para atenderle.

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2004/12/10-17