José Luis AZKARATE, arquitecto urbanista de LKS INGENIERÍA
Itzulpena euskaraz
Ya desde los primeros procesos de industrialización surgidos en nuestro entorno, la administración se implicó en la promoción y facilitación de suelo industrial a las iniciativas empresariales surgidas en nuestra geografía. En muchos casos, los mejores suelos y vegas de nuestros municipios se destinaron a tal fin.
Esta implicación desde iniciativas públicas en la promoción del suelo industrial, se amplió tras la promulgación de la primera ley del suelo en los años cincuenta del pasado siglo, y se generalizó con la restauración de la democracia.
Al analizar la situación actual, con una oferta asequible de suelo bien urbanizado, para cuentas iniciativas empresariales lo demanden, hay que destacar la eficaz labor de nuestras administraciones, en todas sus esferas, y de sus sociedades públicas como SPRILUR, Álava Agencia de Desarrollo o NASUINSA.
Antigua fábrica de contadores, Sita en el alto de Miracruz. Donostia. (Foto: www.euskadi.net) |
Estas sociedades públicas se han convertido en herramientas imprescindibles para la materialización de estas políticas, posibilitan soluciones incluso a la medida de nuestras iniciativas más estratégicas. Además de un merecido prestigio, con la suma de suelos gestionados acumulan un importante saber hacer en la promoción de estos polígonos y parques empresariales.
Pero en los procesos de transformación urbana y en las consiguientes revisiones de planeamiento urbanístico, se está dando de forma generalizada el cambio de uso y recalificación (para usos casi siempre residenciales), de los antiguos suelos industriales, y en paralelo, se están colonizando nuevos suelos de topografía cada vez más difícil y cara de urbanizar, para asentar la actividad económica básica de este País, hoy por hoy.
Estos procesos se enmarcan también en los de extensión desaforada de nuestras ciudades, sin crecimientos proporcionales de su población. Procesos en los que en muchos casos el suelo antropizado se ha multiplicado por dos en los últimos veinte años, sin apenas crecimiento de la población.
Debemos ser conscientes de la importancia estratégica del conjunto de nuestros suelos industriales, valorarlos y protegerlos adecuadamente. Por ello, debemos frenar y racionalizar esos procesos de recalificación sistemática, porque en muchos casos, más que con la lógica del desarrollo urbano, tienen que ver con fenómenos de mera especulación inmobiliaria.
Muy posiblemente, en los próximos años globalizados, vamos a asistir a cambios importantes en nuestro sector industrial. Ello tendrá un reflejo en la demanda de suelo industrial y en la tipología de nuevas infraestructuras necesarias y de infraestructuras a reconvertir. Si los ciclos en la vida de un polígono industrial han sido siempre más cortos que en otras partes de la ciudad (una generación), es posible que en el futuro se acorten más aún.
La propia concepción de los modelos urbanos de las ciudades va a cambiar. Se va a propiciar cada vez más la mezcla de usos compatibles. Se va a tratar de que en un mismo espacio urbano pueda convivir la vivienda con la actividad terciaria, e incluso con pequeños talleres de actividad industrial. Los nuevos modelos de ciudades serán más densos y complejos, de forma que minimicen las necesidades de movilidad de la población.
Las potencialidades de nuestros suelos industriales actuales para esa nueva ciudad, son muy amplias. Y de ahí derivan nuevos retos para nuestras administraciones, y también para las sociedades como SPRILUR.
Debemos ser capaces de analizar con atención los problemas que actualmente existen en estos polígonos, en los que si han transcurrido más de veinticinco años, las infraestructuras y los pavimentos presentan deterioros importantes, el tráfico y el estacionamiento están desbordados, las comunidades están desorganizadas, y muchas veces en conflicto con los ayuntamientos, que tampoco son capaces por lo general de abordar la necesaria renovación.
Desde la nueva visión de un territorio más sostenible, que racionalice el consumo de recursos como el suelo, nuestras administraciones y sus sociedades de gestión, se deben implicar a fondo en el mantenimiento, conservación, y renovación de nuestros viejos polígonos industriales, esos en los que se genera esa parte tan importante de bienes y servicios.
Con el bagaje del prestigio por el buen hacer en la promoción de los nuevos suelos industriales, es necesario prestar nuevos servicios desde el sector público en los suelos ya obsoletos, en los que mucho más importante que la mera subvención para la renovación de estos polígonos, será la labor de asesoramiento técnico, el arbitraje en los conflictos, y el fomento de la organización de las comunidades de vecinos industriales. Merece la pena el reto.
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