Dani REMENTERIA ARRUZA, Antropólogo
Traducción: Dani REMENTERIA ARRUZA
Jatorrizko bertsioa euskaraz
Mas allá de ser un mero elemento arquitectónico la teja nos aparece en el folklore y la etnografía vasca como un elemento cargado de simbolismo, principalmente representando “la casa” (entendida esta como un operador social más que como una construcción). En la actualidad se ha convertido incluso en un elemento museizable en ese sentido.
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La teja, elemento museizable. Fot. D. Rementeria. |
Como símbolo de la casa, representaba también la propiedad privada, frente a la propiedad comunal. Una de las marcas que recordaba este estatus de comunalidad en los tejados de las bordas de pastores era que no podían ser de teja, pues la teja era símbolo de propiedad privada. El siguiente testimonio de Barandiarán es aclarador respecto a esta simbología de la propiedad:
Cubierta de teja es la techumbre mas generalizada hoy en el país vasco. Pero en las majadas y seles situados en terrenos comunales, los pastores no podían cubrir con teja sus chozas –todavía no las podían cubrir en Entzía y en Aizkorri por los años 1918 y 1927, en que visité aquellas sierras–, porque la teja significa propiedad privada. Esta razón me han dado siempre los pastores a quienes he preguntado por qué no ponen tejado a sus chozas. La teja es signo de propiedad inmueble1.
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Tablillas de madera de haya en el tejado de una borda de Zuberoa. Fot. I. Linazasoro. |
En los trabajos de J. Caro Baroja encontramos también referencias curiosas respecto a la teja, concretamente refiriéndose a la “misa de parida”2. La mujer tras dar a luz pasaba un periodo de impureza en el que no podía salir de casa. Este era un período de purificación:
Entre los ritos relacionados con el nacimiento, uno de los mas significativos es el que estaban obligados las mujeres al ir “a misa de parida” en Vera y en otros pueblos cercanos, hasta comienzos de siglo (XX). Iban a la iglesia con una teja puesta en la cabeza para dar a entender que hasta el momento de la purificación en el templo no habían transpuesto el umbral de la casa. Si antes de la misa tenían que salir a los alrededores de aquella por algún motivo, siempre se ponían la teja. La casa protegía3.
Antaño también fue costumbre en algunas localidades facilitar el tránsito del alma de un difunto hacia el cielo levantándole una teja del tejado o abriéndole una ventana de la habitación. En estos casos se retiraba concretamente la teja sobre la habitación del fallecido/a, y en ocasiones las tejas retiradas se colocaban en forma de cruz4. La teja aparece en estos ejemplos como un cerramiento simbólico efectivo5 bajo el cual uno estaba a resguardo y protegido, pero también encerrado.
Algunos testimonios etnográficos vinculan la teja a asuntos de herencias. El Fuero Vizcaíno permite al causante elegir libremente su sucesor, aunque si tiene herederos forzosos o legítimos, ha de elegir entre ellos, pudiendo apartar a los demás "con algo de tierra poco o mucho". El apartamiento es, como en Nafarroa, puramente simbólico y se plasma en la fórmula de "aparto con un palmo de tierra, una teja y un real de vellón".
La teja tenía su presencia también en la delimitación de las parcelas y en la de los seles de montaña. En lo referente a los seles, se colocaban cinco mojones (piedras prismáticas hincadas en el suelo). Una en el centro, a la que se grababa una cruz en la parte superior. En la dirección de los cuatro extremos de este mojón central se colocaban otros tantos mojones que delimitaban el sel, y a los cinco mojones de este sel, se le colocaban sus testigos de teja a los dos lados. La teja era por tanto testigo del mojón y si por cualquier artimaña este se movía de su sitio, la teja (o tejas) permanecían allí para atestiguar sobre el verdadero emplazamiento. La misma práctica tenía lugar en la delimitación de terrenos pertenecientes a casas:
La delimitación de los terrenos que pertenecen a una casa, más allá de las tierras de labrantías, se efectúa mediante mojones o piedras hincadas en el suelo, debajo de las cuales se depositan cascos de teja. Cuando existen dudas sobre la autenticidad de un mojón, la presencia o la ausencia de la teja resuelve la cuestión. Donde está la teja, allá ejerce su protección la casa, que a su vez se halla protegida por la techumbre de tejas. La teja es pues signo de propiedad y símbolo de la casa y de sus derechos6.
Hasta donde llegaba la teja, hasta allí llegaba la casa y por lo tanto la propiedad privada.
En este mismo sentido recita este enunciado performativo el alcalde de Bermeo en el momento de lanzar la teja frente a la isla de Izaro: “Horraino heltzen dira Bermeoko itoginak”, (hasta aquí llegan las goteras de Bermeo), enunciado ritual que tiene lugar el día de la fiesta de la Madalena de Bermeo7. En esta fiesta de limitado la visita a la isla debe ser anual, y tal y como ocurre con las txabolas comunales de montaña y el limitado de terrenos, se trata de verificar el amojonamiento para lo cual como hemos visto la teja era usada de testigo.
Esta fiesta bermeana es uno de los pocos ejemplos vigente de este tipo de prácticas en las que la teja tiene un papel fundamental, pero en la etnografía vasca podemos encontrar algunos ejemplos más. Una práctica similar tenía lugar en Bilbao. Una vez que la que fuera anteiglesia de Deusto se anexionara a la villa de Bilbao, las autoridades bilbaínas iban todos los años en romería a las fiestas de Deusto:
La principal visita de las realizadas a Deusto tenía lugar en San Bartolomé de Berriz el dia de su festividad (24 de agosto). A la inspección de carnicerías, pesos, mesones y tabernas, se añadía el acto de arrojar una piedra a la Ría –frente a la torre de Lutxana– en señal de dominio. Finalmente, la corporación de Bilbao presidía la romería celebrada junto a la ermita8.
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“Horraino heltzen dira Bermioko itoginak. ” |
Todos estos ejemplos etnográficos ilustran el significado simbólico que este elemento arquitectónico ha tenido, asociado a la casa (etxea), y como extensión de esta a la propiedad privada.
Bibliografía
BARANDIARAN, JoxeMiel (1973-4) Obras Completas. La Gran Enciclopedia Vasca: Bilbo.
CARO BAROJA, Julio (1976) Baile, familia y trabajo. Ed. Txertoa. Donostia.
ECHEGARAY, Bonifacio de (1932) La vecindad. Relaciones que engendra en el País Vasco. En Riev XXIII, 5-26. San Sebastián.
GARCÍA-ORELLÁN, Rosa (2001) La simbolización consensuada en y para el auzoa. En Euskonews & Media.
HOMOBONO, J. Ignacio (1982) Espacio y fiesta en el País Vasco, Lurralde 5:91-119.
LOPEZ DE GEREÑO, S. Fiestas de Vizcaya, op. cit. 23-24 orr.
ZABALA ETA OTZAMIZ-TREMOYA (1931) Historia de Bermeo, t. II. Bilbao. 452-453 orr.
ZULAIKA, Joseba (1987) Tratado estético-ritual vasco. La primitiva Casa Baroja: Donostia.
1Tomo III 277-278. También Tomo V p.394. También en B. Echegaray (1932: 9).
2También en Barandiarán, Obras Completas, Tomo V: 92.
3Baile, familia y trabajo; 1976:131. Ed. Txertoa.
4Ver, R. García-Orellán (2001) La simbolización consensuada en y para el auzoa. En Euskonews & Media.
5Sobre los cerramientos simbólicos en la cultura vasca ver J. Zulaika, 1987.
6Barandiarán J.M. “Obras completas” t. III. 486.orr. Bilbao 1973. Ed. La Gran Enciclopedia Vasca.
7Para profundizar sobre la fiesta en la actualidad ver S. López de Guereño. También encontramos una aproximación histórica a las características de la fiesta en, Zabala eta Otzamiz-Tremoya (1931).
8En I. Homobono, (1982: 103).Guiard, T. “Historia de la Villa de Bilbao (1300-1836)”. Bilbao. t. I. 257.
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