José Ángel LECANDA
Itzulpena euskaraz
Para
una mentalidad político-institucional actual, nacida a la sombra del
triunfo del liberalismo burgués instaurado con la Revolución
Francesa y embebida de sus valores, resulta difícil entender la no
correlación de conceptos como territorialidad y jurisdicción,
o la coexistencia de estatutos jurídicos privilegiados derivados de
la pertenencia a uno u otro estamento social. Frases como “todos
somos iguales ante la ley”, o conceptos como ciudadanía,
nación, estado, soberanía, democracia... son entendidos
por todos nosotros, inevitablemente, bajo esa perspectiva.
Sin embargo, los conceptos contemporáneos resultan un lastre para entender otros periodos y hechos del pasado. Si a ello unimos que la historia es precisamente evolución, cambio y transformación, la inmediata traslación de nuestras realidades a otros momentos pretéritos suele provocar imágenes distorsionadas.
Para la mayor parte de nosotros, el Territorio Histórico de Bizkaia es, territorialmente, como siempre fue. Damos por supuesto, además, que en todo él estuvo vigente un Fuero propio (con significado de corpus legal, de ley, no de privilegio) inmemorial, revisado y redactado en el siglo XVI (el primero escrito es de 1452) y vigente hasta 1876, fecha en que quedó abolido definitivamente el sistema foral.
Pero no es exactamente así... ni en la conformación territorial del actual Territorio Histórico (con ejemplos tanto de integración –Balmaseda u Orozko- como de separación -Llodio-), ni en cuanto a la uniformidad legal dentro del mismo (por ejemplo, fuero bizkaino para la Tierra Llana y fuero castellano para las villas), ni tampoco en cuanto a la coincidencia territorio/jurisdicción. Hablamos del pasado, del medioevo, del régimen señorial, y entonces las cosas no eran tan claras y nítidas.
Esta ruta presenta un conjunto de enclaves que no formando, ni antes ni ahora, parte territorial del Señorío de Bizkaia, vivieron bajo el Fuero de Bizkaia, llegando a participar, en algunos casos, tanto en las Juntas de Abellaneda como en las de Gernika. Tal vez el caso más explícito sea el de Castro-Urdiales, que aún remeda tal situación en su escudo, como éste permanece en aquella casa. Esos enclaves extraterritoriales aforados se localizan en las actuales provincias de Burgos y Cantabria.
En esta última comunidad autónoma, fueron tres los lugares que en diversos momentos estuvieron aforados y vinculados institucionalmente al Señorío: Castro-Urdiales, Limpias y Colindres.
Colindres y Limpias estuvieron vinculadas a Bizkaia en la Edad Moderna entre el siglo XVI y 1833; aunque para muchos este vínculo fue solo debido al deseo de disfrutar de sus privilegios y sin participar en sus Juntas, el caso de Castro-Urdiales, mejor conocido y documentado, muestra una relación más estrecha entre ambas.
Castro-Urdiales, villa medieval creada por el rey Alfonso VIII de Castilla en 1163, formó parte, desde su fundación, de la denominada Hermandad de las Marismas, asociación político-mercantil constituida en la villa en 1296 y de la que fue capital. En ella estaban también Santander, Laredo, Vitoria, Bermeo, Guetaria, San Sebastián y Fuenterrabía, todas ellas villas realengas dotadas de fuero propio.
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Escudo de Castro-Urdiales, en el que se puede ver, en el centro, el Árbol de Gernika, clara alusión a su vinculación histórica con el Señorío. |
Si bien por eso desde el siglo XV formará parte de una nueva unidad administrativa: el Corregimiento de las Cuatro Villas (con San Vicente de la Barquera, Santander y Laredo), no dejará de acudir a Gernika a los juramento forales de Enrique IV (1463) y de Fernando el Católico (1476), y posteriormente no fueron pocos los intentos de reintegración: 1562, 1576, 1665, 1667, 1678... aunque no será hasta el siglo XVIII cuando Castro-Urdiales vuelva a vincularse al Señorío.
Se argumenta que el desgaste económico y demográfico que supuso para Castro la política de los Austria llevó a la villa a la extenuación, y que buscando un respiro pretendió reincorporarse a fin de gozar de exenciones y beneficios. Así, en1738, Castro-Urdiales se reintegró en el Señorío, a pesar de la resistencia de algunos lugares del mismo, que lograrán, en 1741, que se revocara la decisión, dando lugar a una serie de pleitos y a una larga alternancia de integración-separación de la que quedan buenas pruebas documentales en el Archivo de la Real Chancillería de Valladolid.
Definitivamente en 1763, Carlos III restituyó Castro-Urdiales al Corregimiento de las Cuatro Villas, aunque la última sesión del ayuntamiento castreño en el que se trató de la incorporación al Señorío se produjo el 30 de octubre de 1774.
Caprichos señoriales, privilegios reales, circunstancias políticas, actuaciones interesadas... historia.
Esas mismas causas, fundamentalmente señoriales, deben buscarse para los enclaves burgaleses aforados distribuidos por el de esa provincia. Claro testigo de aquel tiempo es el significativo nombre de un municipio actual: Aforados de Moneo.
Aforados de Moneo, entre Medina de Pomar y Trespaderne, contaba con cuatro núcleos de población sin solución de continuidad entre ellos: Bustillo y Moneo como núcleo central, Villarán y Bascuñuelos, espacialmente insertos en otras unidades administrativas. Éstos, al igual que algunos otros de esta misma comarca, como Nofuentes, capital de la Merindad de Cuesta Urria, estuvieron aforados.
La primera vez que aparecen en las actas de la Junta de Abellaneda es en 1556, aunque en el siglo XVI no solían acudir a la Junta, por lo que la propia institución les solicitó en varias ocasiones su asistencia, ya que junto al resto de las repúblicas de Las Encartaciones debían contribuir financiera y militarmente. En 1591 estos enclaves se reintegraban oficialmente al Señorío de Bizkaia, y en el siglo XVII quedaban definitivamente adheridos a la Junta de Abellaneda.
Su estatuto jurídico venía de antiguo. Ya en el Becerro de las Behetrías, de mediados del siglo XIV, aparecen como aforados Bascuñuelos, Villarán, Villalacre y Villaventín. Y esta situación foral, es decir, diferenciada fiscal, militar y administrativamente de la Merindad de Castilla Vieja por su nexo a Las Encartaciones, tuvo que ser defendida insistentemente. En 1338 y 1386 Villarán y Bascuñuelos pleitearan contra la villa de Frías, como durante todo el siglo XVI lo harán ante la Merindad de Castilla la Vieja por los intentos de ésta de envolverlos bajo su jurisdicción. También Villarán protestará ante el Condestable de Castilla a comienzos del siglo XVI porque éste no respetaba sus privilegios fiscales derivados de su pertenecía al Señorío de Bizkaia.
La razón de su situación está en la presencia, antigua y extensa, de los Señores de Bizkaia en la zona. Ya Don Diego López de Haro, en 1287, exoneraba del pago de ciertos tributos a los súbditos de Nofuentes, y en 1366 el Señor de Bizkaia Don Juan Nuñez de Lara confirmará esa exención.
En 1618 el propio Felipe II librará carta real reconociendo los privilegios de los Aforados y su vinculación a Bizkaia, y en 1696 y 1710, ante las injerencias de la Merindad de Castilla Vieja, vuelve a reivindicarse el aforamiento bizkaino y la adscripción a la Junta de Abellaneda.
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Puente de Frías, Valle de Tobalina, jurisdicción castellana en la que se localiza alguno de los enclaves aforados burgaleses. |
También en el Valle de Tobalina existieron lugares aforados, como Bascuñuelos, que como hemos indicado perteneció a Aforados de Moneo (hasta 1905). Solo el topónimo parece justificar tal situación, pero su aforamiento debe ponerse en relación con su pertenencia señorial al Infante Don Juan, Señor de Bizkaia en 1371. Lo cierto es que todavía en el siglo XVIII contribuía con las Encartaciones, a pesar de la presión de la Merindad y de los Fernández de Velasco, dueños y señores de la región.
El Valle de Losa es otra de las comarcas septentrionales de Burgos donde hubo enclaves aforados, llevando una de sus seis juntas el nombre de Aforados de Losa; estaba compuesta por los pueblos de Villalacre, Villaventín, Momediano y Paresotas. Su aforamiento viene también de ser propiedad señorial de los Señores de Bizkaia, grandes propietarios en Castilla. No se unirán a la Merindad hasta el siglo XVII.
Las noticias documentales de su estatuto vienen del siglo XVI (1554) y se corresponden con actas de la Junta de Abellaneda. La desaparición de ésta se produjo con el advenimiento de la nueva división territorial de 1833/1835; la abolición de los señoríos a partir de la Constitución de 1812 y la necesidad de instaurar un sistema administrativo homogéneo y funcional, hizo pasar a sus localidades a otros ayuntamientos. Además, recientemente se ha procedido a una nueva reorganización.
El Valle de Valderejo, apéndice del de Valdegobía rodeado de tierras burgalesas, y las burebanas poblaciones de Fuentebureba y Berzosa, en ambos casos con menor intensidad y duración, también estuvieron bajo la jurisdicción del fuero bizkaino, al que llegaron por otorgamiento de su señor solariego. Valderejo entró en el Señorío en 1278 y lo abandonó, para pasar a la Hermandad de Alava, en el siglo XV; Berzosa fue comprada por el Señor de Bizkaia en el XIV y Fuentebureba se obtuvo por donación en el mismo siglo, pero en 1486 los Reyes Católicos agregaron las dos a la Corona.
Aún podríamos extendernos en episodios más anecdóticos, como el del Valle de Mena, que llegó, en 1822, a solicitar su anexión a Bizkaia, petición que reiteraron en 1844.
En fin, tal vez Bizkaia nunca haya sido territorialmente más extensa que ahora, pero si parte de su idiosincrasia se deriva del hecho fundamental de haberse regido secular y casi inmemorialmente por un derecho consuetudinario convertido en foral y plasmado en instituciones como sus juntas, sí podemos afirmar que hubo un tiempo en que Bizkaia fue más grande, al menos jurisdiccionalmente. La ruta que presentamos nos ayudará a conocerla.
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