Kepa SOJO, Cineasta (director de El síndrome de Svensson) y profesor de la UPV- EHU
Traducción: Koro GARMENDIA IARTZA
Jatorrizko bertsioa euskaraz
Dicen algunos que el cine vasco no existe. Se trata de una dialéctica que, a partir del término de la dictadura española en la década de los 70 del siglo XX, ha surgido por varios frentes. Atendiendo a la perspectiva geográfica, las películas se realizan en un país determinado.
En Euskal Herria tenemos directores, productores, técnicos e intérpretes, pero nos falta lo más importante de la cinematografía: la industria. Políticamente, podemos decir que Euskal Herria se encuentra supeditada a España y Francia. No es un Estado, sino una suma de territorios pertenecientes a distintos departamentos administrativos. El cine español, por su parte, atraviesa momentos preocupantes. Su industria cinematográfica es pequeña en comparación con la de otros Estados europeos, y el monopolio de las compañías estadounidenses le impide progresar.
Grabación de la película El síndrome de Svensson. |
En Francia, por lo menos, tienen una industria que distribuye sus películas en el extranjero de una manera muy satisfactoria. Anualmente llegan a las pantallas españolas unas quince películas rodadas en el país de Balzac, mientras que, en el sentido contrario, los franceses y demás países europeos no reciben más que tres o cuatro películas españolas. Las de Almodóvar y Amenábar, no más. Ante este panorama tan desolador, ¿qué podemos decir sobre la producción del cine vasco? En primer lugar, habría que determinar qué es el cine vasco. Las respuestas pueden ser varias: el cine producido en Euskal Herria, o las películas dirigidas por vascos. En tal caso, ¿podemos considerar cine vasco la película Perdita Durango de Alex de la Iglesia? El cineasta es natural de Galdakao, pero el film está rodado en los Estados Unidos, y con capital procedente de diversos países. No vemos que la identidad cultural vasca tenga ningún lugar en esa obra. Por tanto, ¿puede considerarse vasca una película producida en Euskal Herria, cuando su director es foráneo? ¿Qué pasa con la cultura e identidad vasca? ¿Y con las películas filmadas en euskara? Son muchas las preguntas, y pocas las respuestas. Cierto que en la década de los 80 del siglo anterior el Gobierno Vasco impulsó el cine realizado en Euskal Herria, prevaleciendo de este modo, en un resurgir del nacionalismo vasco, una cierta tendencia a filmar películas de temática vasca. Emergió una magnífica generación de directores vascos de la talla de Uribe, Armendáriz, Urbizu y Olea, por citar unos pocos. Pero, al llegar a la década de los 90, estos cineastas hicieron las maletas y se fueron a Madrid, con el fin de continuar con su carrera cinematográfica desde la capital española tomando distintos derroteros.
En aquella misma época, otros jóvenes directores tomarían su relevo. Se trataba de Médem, Bajo Ulloa y De la Iglesia. Pero su cine es tan personal, que nada tiene que ver, salvo en contadas excepciones, con la cultura e identidad vasca. En cualquier caso, las ayudas concedidas por el Gobierno Vasco para impulsar a la cantera tuvieron sin duda su importancia. A través del programa Kimuak, el Gobierno promocionó los cortometrajes vascos a través de todo el mundo. No obstante, pese a tratarse de una bonita iniciativa, prácticamente todos los años surgen polémicas en torno al diseño de la programación, ya que varios notables cortometrajes realizados en Euskal Herria se quedan fuera de ella, mientras que cortometrajes realizados en España por directores extranjeros que cuentan con el sello de una productora vasca pasa a formar parte de ella. Algunas de las películas del programa Kimuak no han sido seleccionadas para los festivales de cine, mientras que otras que no han sido incluidas se han alzado con numerosos premios. Eso es lo que me pasó con tres cortometrajes.
Nacho Vigalondo, Pepe Sancho y Marchelo Rubio. |
Tras haber sido galardonado con treinta y cuatro premios, no fui aceptado en el programa Kimuak. ¡Cosas de la vida! Pero soy vasco y estoy satisfecho de ello. En la Universidad del País Vasco doy clases de Historia del cine en euskara. Después de haber recibido los premios, fui con un guión de productora en productora, con el propósito de realizar mi primera película con una empresa vasca. Imposible. Me marché con algunos guiones de El síndrome de Svensson, título de mi primera película, a Madrid y Valencia, y finalmente di con dos productores españoles dispuestos a sufragar el proyecto cinematográfico. De regreso a Euskal Herria, recibí el apoyo de una productora de Vitoria-Gasteiz. Solicitamos una subvención al Gobierno Vasco, y nos la concedió a la segunda. ¡Ya era hora! Habida cuenta de las dificultades que se me presentaron desde el año 2000, finalmente rodé mi película entre junio y julio de 2005. ¿Puede mi película clasificarse dentro del cine vasco, a pesar de haber trabajado con productores de Madrid y Valencia, de haber rodado en Cuenca y Valencia, y pese a que algunos técnicos e intérpretes no sean vascos? Yo creo que sí, porque tanto yo como mi productora de Vitoria-Gasteiz, pagamos aquí los impuestos. Pero la película es también valenciana y madrileña, por lo que surgen dudas en torno a las etiquetas de la localización geográfica. De todos modos, no me quejo; estoy contento, porque finalmente mi sueño se ha visto cumplido.
Todos los sectores relacionados con el cine vasco, con el Gobierno Vasco a la cabeza, tienen que hacer lo posible para evitar que los directores vascos se vayan fuera. Y si resulta que ya se han ido, como fue mi caso, tendrían que ofrecerles subvenciones para hacerlos regresar. De todos modos, no me preocupa el futuro de nuestro cine, ya que tenemos una excelente cantera en el mundo de los largometrajes. En estos momentos, los directores de cortometrajes acaban de dar el salto a los largometrajes. Como yo mismo. Tenemos dos casos distintos que destacar. El cineasta vizcaíno Koldo Serra está rodando El bosque de las sombras (The backwoods) en tierras de Gipuzkoa y Navarra. Se trata de una extraordinaria producción internacional. Ha sido financiado con capital de Gran Bretaña y de Francia -también de Euskal Herria-, y cuenta en su reparto con renombrados actores, tales como Gary Oldman, Virginie Ledoyen, Aitana Sanchez-Gijón... Se trata de una magnífica ocasión para Serra, ya que su película será distribuida por todo el mundo. Muy distinto es el caso de Telmo Esnal y Asier Altuna. Han filmado una película auténticamente vasca, Aupa Etxebeste!, donde todos los productores, técnicos, intérpretes y participantes son vascos. Además, está rodada en euskara. Su distribución resultará más difícil en comparación con la película de Serra, pero confiamos en que recibirán una positiva respuesta por parte del público en el Festival de Cine de San Sebastián. Lo merecen. Hoy en día, se puede realizar una película vasca de diversas maneras: mediante una coproducción internacional (Serra), a través de productoras de varias ciudades del Estado (mi caso), o con producción exclusivamente vasca (Esnal y Altuna). Pero no somos los únicos; hay muchos directores vascos de cortometrajes esperando la oportunidad de filmar un largometraje: Ane Muñoz Mitxelena, José Mari Goenaga, Borja Cobeaga, Oskar Santos, Emilio Pérez, Igor Legarreta, Aitzol Aramaio, Koldo Almandoz, Luiso Berdejo, Borja Crespo, Tinieblas González, David Ilundain, Iñaki Elizalde o Felix Viscarret, que ya está rodando, entre otros.
El cineasta Kepa Sojo. |
Sin olvidar el empuje que diera Nacho Vigalondo al cine vasco, al ser nominado a los Oscar por su cortometraje 7:35 de la mañana -Vigalondo es cántabro, pero la película fue subvencionada por el Gobierno Vasco, y la productora era de Bilbao-. Su aportación al cine vasco ha sido realmente extraordinaria. Yo, por mi parte, he contado con Nacho Vigalondo en el reparto de mi película, junto con actores vascos como Martxelo Rubio, Andoni Agirregomezkorta, Txema Blasco, Ivan Villanueva y Gorka Aginagalde.
Para terminar, podemos decir que, gracias a su extraordinaria cantera, y a la aportación de los directores consagrados, el cine vasco tiene futuro. El reto está en el aire. La pelota se encuentra en el tejado del Gobierno Vasco y de otras cuantas instituciones. He filmado El síndrome de Svensson fuera de Euskal Herria, pero quisiera realizar aquí mi próxima película. Si Svensson resulta un éxito comercial, lo consideraré un éxito del cine vasco. Sería mi pequeña aportación al séptimo arte de nuestro querido país.
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