Trastorno de déficit de atención - HiperactividadEscuchar artículo - Artikulua entzun

Xabi TXAKARTEGI, Pediatra de atención primaria. Ambulatorio de Gernika
Traducción: Koro GARMENDIA IARTZA
Jatorrizko bertsioa euskaraz

Introducción

Los Pediatras que trabajamos en Atención Primaria vemos con toda claridad que, en los próximos años, las enfermedades vinculadas al comportamiento o psicología infantil tendrán tanta importancia como las físicas u orgánicas. Así lo corroboran las conclusiones de la investigación Delphi sobre el futuro de la Salud Infantil y de la Pediatría, realizada en el año 2000, y en la que participaron pediatras procedentes de todo el Estado: los problemas mentales de los niños y adolescentes aumentarán en el período 2001-2013. Precisamente debiera ser ésta línea de investigación que prevaleciera sobre los estudios en torno a la genética, los tumores y las nuevas infecciones.

Foto: Anita Patterson
Foto: Anita Patterson (abpphotos@yahoo.com)

Cuando nos referimos a problemas de Salud Mental, aludimos no sólo a las enfermedades psiquiátricas habituales, sino también a las alteraciones del comportamiento (es decir, a comportamientos no normales que los niños normales pueden presentar en la escuela, en la familia o en la sociedad), a problemas de aprendizaje y fracaso escolar, a distorsiones en la propia familia, etc.

Durante los últimos años, los medios de comunicación hablan sobre un trastorno infantil y juvenil especialmente agudo, denominado Trastorno de Déficit de Atención-Hiperactividad o TDA-H. Se trata de una circunstancia que provoca diversas reacciones en la sociedad, en la familia y en la escuela: mientras que a algunos les resulta esclarecedora y útil para entender y solucionar los problemas de sus hijos o alumnos, otros la tachan de charlatanería de médicos, medios de comunicación, americanos o profesores, como si de otra moda o efímera consecuencia de una sociedad enferma se tratara, de la que dentro de unos años ni tan siquiera merecerá la pena hablar.

¿Qué es el Trastorno de Déficit de Atención-Hiperactividad?

El TDA-H se basa en tres elementos: en la Falta de Atención, en la Hiperactividad y en la Impulsividad, aunque puede también presentarse sólo como Falta de Atención o como Hiperactividad-Impulsividad.

Foto: jpkwitter@hotmail.com
Foto: jpkwitter@hotmail.com

Parece ser que el origen del trastorno se encuentra en un problema de transmisión de las neuronas de determinadas zonas del cerebro; en este sentido, se puede decir que el TDA-H es un trastorno funcional generado por un defecto orgánico, de modo que ni el ámbito familiar, ni el carácter o conducta de los padres tienen mucho que ver con el origen del problema, que viene a ser congénito. Por otra parte, pese a que los análisis de los enzimas, de las imágenes y los electrofisiológicos pueden presentar anomalías, por el momento no tienen carácter funcional y es necesario realizar un diagnóstico clínico.

¿A cuánta gente afecta este problema?

Este problema afecta al 4-6% de la población pediátrica, siendo así el trastorno psiquiátrico más frecuente. El TDA-H puede perdurar toda la vida, pese a que muchas veces, con la edad, sus síntomas se ocultan o superan, especialmente los vinculados a la hiperactividad, ya que los relativos a la falta de atención se mantienen en un 60% durante la madurez. Se supone que los síntomas originales y los derivados siguen originando problemas a un 40% de los adultos. Por otro lado, el TDA-H afecta más a los niños que a las niñas, aunque lo más probable es que el nivel de actividad de las niñas sea, de por sí, inferior al de los niños, y que las niñas hiperactivas queden camufladas en las actuales aulas mixtas.

¿Cuál es el historial natural de estos niños?

La evolución que a continuación se describe no es aplicable a todos los niños problemáticos, pero se suele producir y, de hecho, muy asiduamente.

Foto: Anita Patterson
Foto: Anita Patterson (abpphotos@yahoo.com).

Los niños afectados por el TDA-H muestran un comportamiento muy activo desde su nacimiento o a partir de una pronta edad, sobre todo cuando reúnen los elementos de Hiperactividad-Impulsividad. Suelen ser niños muy simpáticos, imparables en muchos casos, que cambian constantemente de lugar o de tema, y que sufren más accidentes que los demás niños. En Preescolar, se mueven frecuentemente de su sitio, hablan sin parar y actúan como pequeños líderes; también es posible que presenten algún problema de aprendizaje. Suelen tener dificultades para aprender en la escuela, y no sólo empiezan a ser conscientes de su imposibilidad o dificultad para prestar atención, sino que se dan cuenta de que no pueden remediarlo; hacen un gran esfuerzo por estar atentos, pero con escasos resultados; el período de liderazgo va pasando; su comportamiento puede afectar a las relaciones de los padres o familiares...; todo ello puede influir en la percepción personal, disminuir la autoestima y conducir hacia la ansiedad o la depresión. Llegados a la adolescencia, el nivel de actividad se reduce, pero, por lo general, siguen prestando poca atención y padeciendo los problemas ya citados (aumentan los problemas familiares, con los amigos, los problemas psíquicos, etc.); son más propensos que los jóvenes de su edad a caer en la drogadicción, sufren más accidentes de moto y, en general, muestran más comportamientos antisociales.

La importancia del TDA-H

Los tres "livianos" síntomas básicos o, aparentemente, carentes de importancia, pueden generar profundos trastornos crónicos en el comportamiento. La relevancia de esta enfermedad se basa en las siguientes premisas:

Foto: Kenn Kiser
Foto: Kenn Kiser (kennkiser@yahoo.com).

1-
Afecta a niños normales.
2-
El propio trastorno se encuentra dentro de los límites normales.
3-
Puede tener graves consecuencias en la adolescencia y en la madurez.
4-
Es controlable y existe un tratamiento para combatirla.

¿Quién, cómo y cuándo se diagnostica el TDA-H?

El diagnóstico se realiza mediante historial clínico, a través de unos test convalidados. El historial clínico se basa en una entrevista con los padres y en la cumplimentación del cuestionario DSM-IV. Es importante hablar también con el niño, para saber cómo percibe su situación y conocer su carácter, así como realizar una exploración física, si bien generalmente no se presenta ninguna anomalía. Hay que descartar la sordera y demás defectos de los sentidos. Por otra parte, tal como antes mencionábamos, no existen ni estudios especializados, ni análisis, ni imágenes (TAC, Resonancia, etc.) a este respecto.

Para diagnosticar el TDA-H, por otra parte, se deben cumplir las siguientes condiciones: la sintomatología debe haberse iniciado antes de haber cumplido los 6 años de edad, debe tener una duración superior a los 6 meses, mostrarse a lo largo de todo el día y durante todos los días, y al menos en dos actividades (no sólo en el colegio, en las comidas o en casa, sino en al menos en dos o en todas).

Foto: Anita Patterson
Foto: Anita Patterson (abpphotos@yahoo.com).

Para confirmar (o no) el diagnóstico, se recurre al cuestionario (Conners o similares) rellenado por el profesor. En cualquier caso, hay que señalar que el test no constituye un elemento básico para realizar el diagnóstico, sino que se trata de un complemento que ayuda a determinarlo.

¿Cuándo se puede realizar el diagnóstico? Dado que el TDA-H es un trastorno congénito, se puede efectuar en cualquier momento, y cuanto antes, mejor. Durante los primeros años resulta difícil concretar el diagnóstico, ya que el TDA-H puede actuar como un desvío normal del desarrollo del niño, pero desde que cumple los 5 ó 6 años de edad, los síntomas empiezan a ser visibles. La persona más adecuada para hacer sonar la alarma es el profesor, por ser quien mejor observa los desvíos en el comportamiento del niño y, sobre todo, porque puede comparar su comportamiento con el del resto de los alumnos. Los padres pueden percibir el problema y consultarlo, bien por su propia cuenta o acompañados del profesor. El pediatra pocas veces enciende la alarma, dado que los niños afectados por el TDA-H suelen presentar un comportamiento normal ante las nuevas situaciones (en la consulta, por ejemplo).

¿Cómo se realiza el seguimiento de estos niños? ¿Existe algún tratamiento?

¿Y qué se puede hacer con un niño tras haberle sido diagnosticado este trastorno? Hay dos tratamientos que le ayudarán a superar este problema, y que, dada su compatibilidad, se deben seguir simultáneamente. Por una parte está el tratamiento psicoterapéutico, que le permitirá modificar su mente y su actitud en la escuela y en la familia, y por otra el tratamiento farmacológico, que consiste en tomar un medicamento que mantiene el intelecto. A este respecto, varias investigaciones han demostrado que la ayuda más apropiada para mejorar el pronóstico es el fármaco; es decir, que si se opta por aplicar exclusivamente uno de los tratamientos, el farmacológico resulta más efectivo que el psicoterapéutico. No obstante, los resultados más satisfactorios se obtienen a partir de la combinación de ambos tratamientos. Una correcta administración conduce a una significativa mejoría en el 80% de los casos, bastante más que en cualquier otro trastorno neuripsiquiátrico.

Foto: Anita Patterson
Foto: Anita Patterson (abpphotos@yahoo.com).

Todas estas descripciones recalcan la importancia de un seguimiento multidisciplinar. El tratamiento lo deben recibir la familia en primer lugar, y el niño o joven a continuación. Por otra parte, las personas más apropiadas para realizar un seguimiento del comportamiento y de los estudios del niño son los profesores y el personal de asistencia escolar. Los responsables del tratamiento farmacológico, encargados de adaptar las dosis, y que percibirán los efectos secundarios (muy infrecuentes), serán el pediatra y el médico de familia. El papel de los psiquiatras es fundamental en el tratamiento de los problemas psiquiátricos (impulsividad, depresión, etc.), o incluso para ayudar a los padres cuando el comportamiento del niño provoca conflictos familiares, depresión, ansiedad, distanciamiento social, etc. En determinados casos, incluso puede que se requiera la participación de personal de asistencia social.

Cualquier estamento es válido para coordinar este seguimiento, si bien parece ser que los más idóneos son el personal de asistencia escolar y el pediatra. De todos modos, teniendo en cuenta los límites de cada estamento y la importancia de todos los demás, no tendría por qué surgir ningún problema.

Foto: Malinda Welte
Foto: Malinda Welte (mwelte2@hotmail.com).

En cualquier caso, lo cierto es que todavía nos encontramos muy lejos de esta situación, debido a que el personal sanitario y escolar todavía no se ha percatado de la importancia del TDA-H. Ya es hora de que los diversos ámbitos empiecen a colaborar mutuamente, tanto en este problema (por ser el más frecuente y el más agradecido), como en otros muchos.

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