La permeabilidad de los PirineosEscuchar artículo - Artikulua entzun

Rafael GIMÉNEZ CAPDEVILA, Secretario de la Comisión de Infraestructuras y Comunicaciones, Comunidad de Trabajo de los Pirineos
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La permeabilidad de los Pirineos en lo referente a infraestructuras de transporte es un objetivo expresado en 1982 cuando se constituyó la Comunidad de Trabajo de los Pirineos (CTP) y que aún se está lejos de obtener. El macizo pirenaico continúa siendo casi hermético a la circulación de personas y mercancías. Entre los pasos litorales de Irún/Hendaia y la Jonquera/Le Perthus, es decir en más de 400 km de frontera, no existen otros pasos eficaces para la población de las regiones vecinas.

Por otra parte, y muy particularmente desde la incorporación de España y Portugal a la Comunidad Económica Europea en 1986, el tráfico entre la península Ibérica y el resto de Europa no ha cesado de crecer, amenazando de pronta saturación las infraestructuras existentes en ambos extremos de los Pirineos.

¿Por qué deben ser más permeables los Pirineos? En primer lugar para contribuir a debilitar la frontera política y a unir, más que a separar, las regiones limítrofes, creando oportunidades de cooperación en lugar de darse la espalda. En segundo lugar, porque el tráfico por vía terrestre con origen o destino en los países ibéricos está obligado a franquear los Pirineos, por lo que su actividad económica depende cada vez más de la eficacia de este tráfico.

Problemas

El fuerte aumento de los intercambios de mercancías a través de los Pirineos conocido en las dos últimas décadas equivale a un doblamiento de su volumen cada 6 años. En 2003 franquearon la frontera 101 millones de toneladas por carretera, que representaron una media diaria de 19300 camiones para el conjunto de los pasos y en ambos sentidos (en 1985 eran unos 4 000). Aunque este tráfico utiliza esencialmente y a partes casi iguales los itinerarios de los extremos de los Pirineos, los pasos montañosos han dejado de servir exclusivamente a los flujos turísticos y locales para acoger a un número creciente y cada vez más significativo de camiones en tránsito. Este hecho preocupa a las autoridades locales, que lo perciben como una amenaza para su calidad de vida y sus actividades turísticas.

Mientras las autopistas y carreteras siguen absorbiendo los crecientes flujos, tanto de mercancías como de viajeros, las líneas ferroviarias existentes a penas mantienen su volumen de tráfico, y los 4,3 millones de toneladas que las utilizaron en 2003 sólo representan el 4% de los intercambios por vía terrestre, mientras que en 1985 aún participaban con un 14,3%. Esta pérdida de mercado se enmarca en la baja competitividad del ferrocarril ante el transporte por carretera, agravada en este caso por la ruptura de carga adicional a que obliga el diferente ancho de vía de la red ferroviaria ibérica convencional con respecto al de la mayoría de países de la Unión Europea, lo que encarece y hace más lento el transporte ferroviario.

Los crecientes flujos transpirenaicos circulan por unas redes viarias y ferroviarias que no han cambiado sustancialmente en los últimos 30 años, desde que se unieron las autopistas por ambos extremos de la cordillera. Si bien se han construido diversos túneles en los principales itinerarios viarios montañosos, la funcionalidad de éstos dista mucho de permitir tráficos pesados masivos de manera fluida y segura, por lo que difícilmente pueden constituir una alternativa a los corredores litorales.

Propuestas

Hasta hace muy pocos años, los problemas planteados por la comunicación transpirenaica no eran objeto de atención por parte de las autoridades estatales y comunitarias, puesto que la dotación infraestructural existente permitía canalizar los grandes tráficos con niveles de congestión poco preocupantes. Y para las relaciones interregionales, las mejoras puntuales introducidas en los principales pasos viarios de montaña, permiten que los automóviles circulen con mayor seguridad y velocidad.

Sin embargo, este modelo ha presentado ya síntomas de agotamiento, tanto por su limitada capacidad por seguir absorbiendo los aún crecientes tráficos, como por su cada vez más patente insostenibilidad. Los requerimientos de la sociedad actual en materia de seguridad vial, consumo energético, contaminación atmosférica (cumplimiento del protocolo de Kyoto entre otros objetivos), ruido y calidad paisajística obligan a replantear los sistemas de transporte, mejorándolos y utilizando los modos más apropiados en cada caso.

Así, desde el Libro Blanco de la Comisión Europea sobre transportes, publicado en 2001, las comunicaciones transpirenaicas entran en la agenda europea con el deseo de permeabilización de los Pirineos. Pero este objetivo no se deberá lograr sólo completando la red viaria, sino también incrementando la presencia del ferrocarril, mediante la adopción del ancho de vía estándar en la península Ibérica y la creación de un nuevo corredor transpirenaico, así como la puesta en servicio de líneas marítimas que capten parte de los flujos de mercancías que ahora utilizan la carretera. En definitiva, lograr un reequilibrio entre los modos de transporte que rompa con el casi monopolio actual de la carretera, el menos sostenible de todos.

Cooperación transfronteriza

El papel de la Comunidad de Trabajo de los Pirineos en estas cuestiones ha sido crucial para aportar conciencia de la trascendencia del problema y ayudar a los Estados español y francés y a las instituciones comunitarias a diseñar las políticas adecuadas para su resolución.

Tanto las Redes transeuropeas y sus programas prioritarios como los documentos de planificación de las infraestructuras de transporte aprobados por los Estados, Comunidades autónomas y Regiones, contemplan la progresiva mejora de las infraestructuras transpirenaicas, viarias y ferroviarias, sin contradecir los respectivos Esquemas adoptados por la CTP en 1988 y actualizados en 2000.

En octubre de 2005 se reunieron en Barcelona los máximos representantes de los Estados español y francés con los de las Comunidades autónomas y Regiones fronterizas y acordaron un plan de trabajo conjunto para el desarrollo de las infraestructuras transfronterizas de transporte. Se trata de un primer paso trascendente, aunque el ritmo de aplicación sea aparentemente lento. Pero borrar, o por lo menos mitigar, la frontera pirenaica no es una cuestión de días y meses, sino de años y décadas, de manera que lo importante es haber empezado.

Bibliografía

Comunidad de Trabajo de los Pirineos (2001): Infraestructuras y transporte: un reto para los Pirineos.

Ministère de l’Équipement (2002): Atlas transpirenaico de transportes.

Ministerio de Fomento; Ministère de l’Équipement (2003): Observatorio hispano francés del tráfico en los Pirineos.

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