El Capital Creativo en la Ciudad VascaEscuchar artículo - Artikulua entzun

Igor CALZADA MUJIKA, Sociólogo e Investigador Senior en MIK (Centro de Investigación de MCC)
Traducción: Koro GARMENDIA IARTZA
Jatorrizko bertsioa euskaraz

En la actualidad, todos los análisis que tratan de pronosticar el futuro económico y social de nuestro país comparten el deseo de recurrir al sendero de la “innovación”. Y es que no parece existir otra alternativa para un país como el nuestro, que en el pasado ha demostrado en reiteradas ocasiones su capacidad para afrontar los cambios, proporcionando las respuestas adecuadas en la era de la remodelación industrial y consolidando grupos de empresas punteras, referentes a nivel internacional, como por ejemplo las cooperativas.

Hoy en día, sin embargo, todo nos lleva a la obligada creencia de que debemos reinventarnos. Y la realidad es bien distinta, puesto que la sociedad y economía vascas están sumidas en un proceso de transición, pasando de la época industrial a la postindustrial. En pocas palabras, el reto principal consistiría en dirigirnos hacia una sociedad y economía creativas, y dar los primeros pasos en ese sentido. Todo ello, dentro de un marco europeo, sin dejar de fijarnos en los países desarrollados del Norte (Finlandia, Suecia e Islandia, a los que también añadiría Irlanda), por tratarse de los modelos paradigmáticos o realidades referenciales más puras que reúnen los tres ejes vertebradores básicos de esta época creativa: el desarrollo económico sostenible, la cohesión social y la democratización de la cultura.

Foto: Garikoitz Estornés
Foto: Garikoitz Estornés.

Dicho de otro modo, nuestro verdadero reto (y quizá no tan lejano) consiste en estructurar la “Ciudad Vasca” o “Red Vasca Creativa Urbana del siglo XXI”.

¿Cuál es, empero, la otra cara de la realidad? La fatídica palabra opuesta al término “innovación”: la tan frecuentemente empleada “deslocalización”. Así, el proceso por el que la actividad productiva se traslada a entornos más económicos, junto con el impacto directo que tiene en el empleo local, provoca desconfianza, temor e inseguridad. Todas las previsiones de la economía vasca anuncian una progresiva disminución del peso relativo de la producción industrial, que beneficiará las actividades del sector de servicios. En este sentido, parece ser que la solución más acertada se basa en la apuesta por promover nuevas actividades económicas. Medidas como el aumento del gasto I+D, la promoción de los sectores tecnológico-científicos (biotecnologías, audiovisuales…), las inversiones en infraestructuras para la innovación (parques empresariales, centros de innovación…), la reducción del desempleo -pese a que la precariedad siga siendo una asignatura pendiente-, etc., nos conducen hacia una sociedad y economía creativas.

De todos modos, pese a que en Euskadi todas estas medidas resultan necesarias, por hallarse en los albores de la economía creativa, no son suficientes para garantizar los futuros pasos de desarrollo. Las capacidades de Innovación y Creación no sólo se sostienen sobre infraestructuras e intangibles. La Innovación requiere sembrar una Cultura Innovadora en todos los ámbitos de la sociedad; es decir, cultivar y consolidar el Capital Creativo existente en nuestra sociedad.

Así, la creatividad y la innovación resultan ser las fuerzas transformadoras más importantes de las sociedades y economías avanzadas de la Unión Europea. En este mundo estructurado sobre las coordenadas de la globalización, nuestro futuro depende de la capacidad de creación, por lo que las sociedades están obligadas a consolidar su Capital Creativo, que podría ser definido de la siguiente manera: el conjunto de activos combinados estimulantes y posibilitadores necesarios para que los operadores existentes en una sociedad (personas, grupos, instituciones, empresas, universidades y regiones) se vuelvan innovadores y creativos.

Frente a las inminentes amenazas que la deslocalización encarna para el tejido económico-social de nuestro país, la propuesta concreta sería la de estudiar las nuevas oportunidades que se sustenten en el Capital Creativo (a modo de nuevos sectores emergentes, nuevos negocios y nuevas ocupaciones), para lograr así un verdadero eje del desarrollo sostenible en lo económico, social y cultural, que tenga como objetivo hacer de la Innovación una forma de saber hacer/ser/disponer/gobernar.

La creatividad, al igual que la actividad humana, la podemos encontrar en todos los ámbitos. Como bien sostiene José Antonio Marina, la creatividad tecnológica, científica, económica, artística y cultural, aun cuando se presente con distintas envolturas, tiene siempre la misma raíz. Una sociedad que sepa valorar las nuevas y múltiples combinaciones de (a) creatividad económica, (b) científico-tecnológica y (c) artístico-cultural, obtendrá directamente los beneficios de su Capital Creativo, y no cesará de cultivarlo. Con tal fin, habilitará un hábitat adecuado para que puedan emerger los operadores activos Activistas, Innovadores y Creativos. En este contexto, la tarea principal de las instituciones, empresas y universidades debe ser proactiva, y debe contribuir a la atracción, mantenimiento, movilización, activación y promoción de los operadores activos de la Innovación. Sólo así seremos capaces, como país, de cultivar y consolidar un Capital Creativo propio. El objetivo consiste en favorecer la adopción de medidas y políticas integrales concretas, con el fin de que la Cultura Innovadora se vaya extendiendo a todos los ámbitos de la sociedad (Juventud, Educación, Promoción de la Economía, Empleo, Cultura, Turismo, Hacienda…).

Este verano, concretamente los días 6, 7 y 8 de julio, el Palacio Miramar de Donostia-San Sebastián constituyó un inmejorable escenario para realizar una profunda reflexión en torno a todos estos temas, dentro del marco de los Cursos de Verano de la UPV/EHU, en el apartado dedicado al Capital Creativo, y en el que participaron diversos expertos internacionales y nacionales: Geoff Mulgan (Asesor de Tony Blair en Innovación), Agust Einarsson (Islandia), Simon Evans (Reino Unido), Andoni Aduriz (Mugaritz), Joxean Muñoz (Tabacalera), Imanol Agote (Diputación Foral), Juan Diego (EiTB), Iñaki Etxaniz (Angulas Aguinaga),…

Puede que, aprovechando que tenemos todos los vientos a nuestro favor, el auténtico momento sea éste. El momento para localizar nuestro país en nuevo contexto y en los albores de una nueva fase. Obviamente, también me estoy refiriendo al importante activo que supone la esperanzadora coyuntura de pacificación y normalización. Para que permita que nuestra energía -durante largo tiempo malgastada- sea canalizada como es debido, para ir construyendo un país que aproveche toda su potencialidad creativa de un modo positivo. Para que Euskadi vaya abriendo paso a la “Ciudad Vasca” (término empleado por Bernardo Atxaga hace no mucho), que propongo interpretarla como “Red Vasca Creativa Urbana del siglo XXI”. A fin de cuentas, como un gran país/ciudad conectada, capaz de resurgir continuamente, que compagine una identidad vanguardista, moderna, urbana, abierta y plural, y por el otro lado tradicional, propia, verdadera, distinta y auténtica.

En resumen, una “Ciudad Vasca” abierta y conectada con el mundo, consciente y coherente con su propia identidad milenaria.

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