¿Qué es la bioética?Escuchar artículo - Artikulua entzun

Antonio CASADO DA ROCHA, Dpt. Filosofía Valores y Antropología Social-UPV/EHU
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Durante las tres últimas décadas del siglo XX la opinión pública comenzó a prestar una atención especial a nuevos problemas éticos en el ámbito sanitario (medicina, psicología, enfermería, farmacia) y de las ciencias de la vida (biología en general y especialmente, la genética). El fenómeno fue resultado del propio desarrollo científico y tecnológico de esas disciplinas, pero también de una creciente preocupación del público no especializado ante el poder acumulado por científicos y gestores. Esta “rebelión de los legos” provocó el nacimiento en EEUU de una nueva disciplina: la bioética.

La palabra bioethics fue utilizada por primera vez en una publicación de V. R. Potter (1970), un bioquímico dedicado a la investigación oncológica, para describir una interdisciplinar “ciencia de la supervivencia” destinada a asegurar la preservación de la biosfera. En 1971 Potter publicó Bioethics: Bridge to the Future, donde denunciaba la brecha entre las “dos culturas”, las ciencias y las letras, como principal peligro para el futuro de la humanidad. Para conjurar ese riesgo proponía construir un “puente hacia el futuro” creando la disciplina de la bioética como vínculo entre esas dos culturas. Más adelante, en Global Bioethics (1988), definió la bioética como una combinación de la biología con los conocimientos humanísticos para forjar una ciencia que implante la necesaria serie de prioridades médicas y ambientales para una supervivencia aceptable.

Esta “bioética global” de Potter no fue la que se instaló en el panorama académico, sino la bioética entendida como ética médica, y aún hoy suelen ser los problemas éticos en la práctica de la medicina los primeros que se mencionan al hablar de esta disciplina. La ética médica no es un invento reciente, ya que existe por lo menos desde que los médicos tienen problemas morales y piensan sobre ellos, pero la bioética la supera en al menos dos sentidos (Kuhse y Singer, 3):

1. Su ámbito no se limita a las cuestiones éticas de la relación médica (doctor-paciente, doctor-enfermero, etc.), sino que se amplía a cuestiones filosóficas sobre la naturaleza de la ética, el valor de la vida, la definición de la persona, o la relación entre los humanos y otras formas de vida (aquí la bioética se funde con lo que se suele llamar “ética ambiental”, volviendo así a la definición original de Potter).

2. La bioética abarca también la creación de políticas públicas y el control de la actividad científica, pero sus objetivos no se limitan al desarrollo y aplicación de un código deontológico o conjunto de preceptos obligatorios para los profesionales, sino que además intenta comprender mejor lo que está en juego.

El estudio de la bioética es descriptivo, se dedica a examinar los problemas que hay, pero también normativo: aspira a establecer recomendaciones acerca de lo que debe haber o hacerse. Esta aspiración intenta complementar a los códigos deontológicos de las profesiones sanitarias, que hoy resultan insuficientes a la luz de la multiplicación de problemas éticos por diversas razones (Gracia 1999, 20-27):

1. La cultura norteamericana es una de las primeras que ha tenido que enfrentarse al problema del pluralismo. La bioética nació como un intento de resolver los conflictos éticos surgidos en el ámbito de las ciencias de la vida cuando los hechos son enjuiciados por personas cuyos credos morales son, o pueden ser, radicalmente distintos. De ahí que a menudo la bioética se presente como una ética civil, secular y pluralista, autónoma y racional.

2. Las nuevas condiciones médicas, sanitarias y sociales crean un nuevo escenario técnico, bien diferente al tradicional, y los problemas morales que se plantean a los profesionales sanitarios exigen de ellos una adecuada formación ética. Las posibilidades de la ingeniería genética o las técnicas de reproducción asistida plantean una vez más, y de manera urgente, si todo lo técnicamente correcto es éticamente bueno.

3. Además de las profundas transformaciones tecnológicas en la práctica médica y el modo como los poderes públicos han diseñado y gestionado la política sanitaria, tal vez el factor más decisivo sea la revolución sanitaria que supone la necesidad del consentimiento informado del paciente. Es decir, el cambio del modelo paternalista de relación médico-paciente al modelo de la autonomía del paciente, en el que éste tiene la última palabra sobre el tratamiento que ha de administrársele, y no el experto, es decir, el médico.

Podemos definir, entonces, la bioética como la disciplina que estudia los aspectos éticos de la medicina y la biología en general, así como las relaciones del ser humano con los demás seres vivos. Este es un campo de trabajo muy amplio, así que por razones históricas y conceptuales resulta práctico dividirlo en, por lo menos, las siguientes subdisciplinas:

1. Ética de la investigación científica

2. Ética asistencial

3. Ética ambiental

Dejando para la ética ambiental la relación de los humanos (incluyendo a las generaciones futuras) con el ecosistema, podemos definir la ética asistencial como la parte de la bioética centrada en las relaciones de cuidado y asistencia: una aplicación y ampliación de la ética clínica al espacio sociosanitario, que abarca los problemas morales que se plantean en la práctica profesional de los profesionales de la salud y el trabajo social. En los últimos años se han creado en el País Vasco varios Comités de Ética Asistencial (CEA), grupos interdisciplinares que tienen como finalidad ayudar desde la bioética a reflexionar y tomar decisiones a la propia organización institucional, a los profesionales y a los usuarios sobre los posibles conflictos éticos que se puedan producir en la relación asistencial, una relación que se da no sólo en el sistema sanitario, sino también en los servicios sociales y el sistema educativo, incluyendo instituciones dedicadas a cuidar de los ancianos, los discapacitados, los jóvenes con problemas de inserción, etc. Por lo general, son comisiones consultivas, creadas para analizar y asesorar, y cuyo objetivo es mejorar la calidad de dicha asistencia.

La ética de la investigación comparte con la ética asistencial su origen moderno a partir del Código de Núremberg (1947), que postula que un consentimiento informado genuino es condición necesaria -aunque no suficiente- para cualquier investigación con sujetos humanos éticamente aceptable. De momento, baste decir que el Código de Núremberg no habla de documentos. El consentimiento informado no es un documento, sino un proceso, aunque esto tan simple siga siendo olvidado por los investigadores y los clínicos. Los problemas del consentimiento informado hoy siguen siendo objeto de discusión en la ética de la investigación científica, una disciplina que tiene su correlato institucional en los Comités de Ética en Investigación Clínica (CEIC).

Referencias

CEIC de Euskadi

GRACIA, D. (1999) “Planteamiento general de la bioética”. En: A. Couceiro (ed.), Bioética para clínicos, Madrid, Triacastela; pp. 19-35.

KUHSE, H. y SINGER, P., eds. (1998) A Companion to Bioethics. Oxford, Blackwell, 2001.

POTTER, V. R. (1970) “Bioethics, science of survival”. Biology and medicine, 14: 127-53.

POTTER, V. R. (1971) Bioethics: Bridge to the Future. Englewood Cliffs, N.J., Prentice-Hall.

POTTER, V. R. (1988) Global Bioethics: Building on the Leopold Legacy. East Lansing, Michigan State University Press.

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