Felícitas A. LORENZO, Directora del Museo Euskal Herria
Traducción: EUSKAL HERRIA MUSEOA
Jatorrizko bertsioa euskaraz
En 1991, cuando el Museo Euskal Herria se inaugura, lo hace con una exposición clásica, compuesta por obras y objetos procedentes de fondos de la Diputación, donaciones, depósitos y nuevas adquisiciones. Se logra entonces reunir un importante número de obras de artistas vascos de finales del XIX y principios del XX; documentación, cartografía histórica y obra gráfica en las que se ve reflejada la idiosincrasia, los paisajes y las gentes del País Vasco.
Boceto de vidriera de José Arrue. |
Si el equipamiento se inauguraba en 1991, para 1998 ya presentaba signos de ir cayendo poco a poco en la obsolescencia: la exposición permanente era ordenada y limpia, pero monótona, con una museografía o forma de exponer, repetitiva sala tras sala, y obras siempre bidimensionales. La historia de una comunidad cultural era difícilmente explicable por la falta de objetos evocadores y a todo ello se unía la carencia de paneles explicativos de sala, así como cartelas no contextualizadoras. En definitiva, era muy críptica para el público en todos sus segmentos: turista cultural, escolar y en general con el visitante vasco y foráneo. Estaba de espaldas a sus usuarios.
Los Museos del nuevo milenio requieren la revisión del concepto de “servicio público”, que a pesar de haberse ganado automáticamente el prestigio de ser bueno y honorable, muchas veces no están prestando este servicio en absoluto. Es más, lo que realmente significa servicio publico en la actualidad es el servicio a los visitantes, un altísimo porcentaje de los cuales son turistas, que a su vez demandan mas servicios, más diversión y menos instrucción formal. Y la cultura ya no es tanto un contenido de la educación como un método para educar y, por supuesto, un instrumento capaz de generar en los usuarios experiencias ricas, profundas y personalizadas cada vez que entran a un museo o disfrutan de una exposición.
En el Museo Euskal Herria ésta era la realidad y sin embargo, desde el principio se vió que los turistas no podían ser la única forma de vida del museo. Necesitábamos al público local y éste necesitaba del Museo Euskal Herria como parte del entramado social y para elevar el nivel cultural y económico de la población.
Sala Bizkaia, planta primera, antes de la remodelación. |
En consonancia con todo esto, decidimos que había que analizar a nuestro público: Quiénes eran y qué querían ver eran preguntas de fundamental importancia a la hora de redefinir el equipamiento y su difusión. De este modo entre 1999 y 2003 se realizaron tres estudios de público que aportaron datos que reflejaban lo que los visitantes (asiduos, esporádicos y potenciales) esperaban del museo y ayudaron a realizar un plan estratégico de transformación del Museo Euskal Herria.
El análisis del público reveló que es básicamente un turista individual, culto, con un nivel económico medio-alto, y con ganas de conocer no sólo la cultura tradicional sino también la diáspora, la gastronomía y el arte contemporáneo vascos. Pedían también más servicios: tienda, visitas guiadas... además de interactivos. Su procedencia era y es variopinta: aproximadamente 45% vascos, 30 % del resto de la península y 25% extranjeros.
Aduana de Jesús Mª Lazkano. |
Sólo un 18 % de ellos eran público cautivo, es decir venían en grupo. El mundo educativo, por su parte, estaba ejerciendo una fuerte demanda sobre el museo y las actividades que éste realizaba de cara a que pudieran ser extensivas a los más pequeños que suponían un 10% del total, sin que se les ofreciera un servicio ajustado. Sabíamos ya, por tanto, que éste era uno de nuestros desafíos y que, en este sentido, no habíamos llegado a nuestro techo de público.
Esta información que nos dieron nuestros usuarios fue fundamental a la hora de enunciar los nuevos objetivos:
La meta a la hora de realizar una transformación museográfica como la que se ha llevado a cabo en el Museo Euskal Herria, ha sido conectar con sus visitantes, la de dar a conocer las posibilidades que el equipamiento ofrece. La misión ha de ser didáctica, debe mostrar sus fondos, ayudar a ampliar el conocimiento del público, pero sin que este se sienta incompetente y lo mejor para conseguirlo es la implicación de los propios visitantes.
Sala Bizkaia después de la remodelación. |
Involucrar al público mediante la ínteractuación es actualmente la estrategia del Museo Euskal Herria, para lo cual se han tomado varias vías:
Tras el proceso de renovación y ampliación que ha durado 3 años, desde el pasado 18 de mayo de 2006, el museo se reinauguró con mas de 800 obras redistribuidas en el edificio del palacio, ampliando los metros de exposición y siguiendo un nuevo discurso expositivo.
Casa de caballerizas restaurada como aula didáctica. |
La antigua casa de caballerizas se ha restaurado y convertido en oficinas y aula didáctica, mientras que los jardines o Parque de los Pueblos de Europa han pasado de un recurso a un producto, al incluirlo dentro de los talleres didácticos.
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