Pedagogia social en una casa muy peculiarEscuchar artículo - Artikulua entzun

Maider SILLERO ALFARO
Jatorrizko bertsioa euskaraz

B
  Bakartxo Etxeberria
Bakartxo Etxeberria.
akartxo Etxeberria es psicóloga y terapeuta familiar. En este momento trabaja en Loiolaetxea, pero la trayectoria profesional de esta mujer en el ámbito de la pedagogía y de la psicología social es larga. Tras haber trabajar durante 20 años en Proyecto Hombre pasó a ejercer en una empresa privada con desprotegidos. Hace poco que está en Loiolaetxea, a pesar de que la relación comenzó hace cosa de 6 años

Bakartxo coincidió en Proyecto Hombre con un chico que tras salir de la cárcel había pasado por Loiolaetxea. Comenzó la relación con los profesionales de la casa porque comenzaron a trabajar juntos: “llevábamos conjuntamente los objetivos y el proceso del chico para que no hubiera contradicciones, y fue una experiencia muy positiva”. De ahí a dos años le pidieron que realizara la supervisión del equipo de Liolaetxea y cada dos meses se reunían para trabajar en un proceso. La relación vino de ahí.

Dejó Proyecto Hombre y pasó a realizar un trabajo con desprotegidos. Enfermó de hepatitis y tuvo que estar de baja. Bakartxo piensa que aquello fue una “suerte” porque le valió para plantearse si realmente quería seguir en su trabajo o prefería acercarse a este otro mundo de la pedagogía social. “Yo me encuentro más cómoda en otro perfil, soy una persona de trabajar cara a cara, necesito estar con las personas”, nos confiesa. Entonces empieza a trabajar en Loiolaetxea. Lleva poco tiempo, pero la experiencia de esta mujer y la relación con Loiolaetxea es larga y profunda. En estos momentos está de encargada del “proceso educativo” del centro y su labor es hacer el seguimiento de esos procesos, trabajar en los objetivo...

Por tanto, va a ser ella quien nos explique en qué consiste la pedagogía social y cuáles son los procesos y los pasos que se desarrollan en ella. Precisamente es esa la primera pregunta que le planteamos a Bakartxo: “Yo creo que la pedagogía y la psicología están muy cerca, tengo que empezar por ahí porque eso lo he tenido muy claro siempre. La diferencia puede ser que en pedagogía no se hace terapia y en psicología sí”. Pero en ambas, según nos dice Bakartxo, el fin es el mismo: “Recuperar la dignidad de la persona, ser autónomos, que cada uno sea capaz de sacar su vida adelante”. Por lo tanto, “la pedagogía social es trabajar con esa gente que está al límite. Gente que viene de la cárcel, inmigrantes, toxicómanos, alcohólicos, mendigos... a pesar de que estos son los casos más extremos”. “La prostitución, la violencia de género... también las incluiríamos aquí. Al fin y al cabo devolver a la sociedad unas personas, con su dignidad. Además creo que todos tenemos una gran responsabilidad de dónde han acabado estas personas y de cómo han estado, por lo menos una responsabilidad moral”. De alguna manera se trataría de dar una segunda oportunidad. Decirles que pueden volver a salir adelante y ser su ayuda en ese camino.

Loiolaetxea

No hay como Loiolaetxea en todo España. Existen otras dos experiencias también de jesuitas, directamente relacionadas con inmigrantes, una en Durango y la otra en Tudela. En Gipuzkoa, por ejemplo, hay asociaciones que trabajan en la pedagogía y en la psicología social: Emaus, Cruz Roja, Rais, Proyecto Hombre... “Yo creo que en Gipuzkoa, Bizkaia y Araba estamos muy adelantados en este aspecto” dice Bakartxo, pero esta casa es completamente diferente. En este momento viven en el centreo como responsables 4 jesuitas. Pronto va a entrar una pareja a vivir también con ellos y por otra parte están los profesionales que van y vienen cada día. También está lo que se le llama “comunidad de vida”. Estos últimos no viven aquí, pero participan en todas las actividades que organiza la casa. Todos ellos y los “invitados” que viven en la casa forman esa “familia alternativa” que es tan necesaria para curarse. Entre los profesionales hay dos trabajadores sociales, una pedagoga y una psicóloga. Los jesuitas se encargan de la dirección, la economía, los cursos... Por otra parte, y con un papel muy importante, está la cocinera que desarrolla casi un papel de “madre”.

Es una experiencia muy bonita el saber que hay varias personas que viven con ellos y saber que juntos forman una familia... ¿Qué es importante para crear ese ambiente familiar? pues lo mismo que en cualquier otra familia: respetar los horarios de la comida y la cena, los momentos de ocio, hacer las cosas de la casa, planes de fin de semana... La gente de aquí ha pasado de no tener nada a tenerlo todo y de total gratuidad, además.

Las personas que habitan en la casa

En total hay 12 plazas y en este momento hay 7 personas viviendo en la casa. Personas de cualquier cultura y religión, creyentes o no. Se acogen hombres y mujeres y en alguna ocasión también alguna familia, eso depende de la necesidades del momento. Los profesionales piensan que los niños hasta los 6-7 años sí pueden quedarse en la casa, pero para adolescentes no sería un modelo apropiado. Además, para el resto también es bueno que haya niños porque sacan a relucir una ternura. Según Bakartxo, es muy bueno que muestren esa parte tan escondida.

La mayoría de los que están en la casa vienen de la cárcel. Un número grande son inmigrantes y todos imaginamos en qué situación vienen: sin papeles, en malas condiciones, muchos son jóvenes que se han metido en la delincuencia y que han terminado en la cárcel. Según nos dice Bakartxo muchos han desarrollado también algún tipo de dependencia: alcohol, drogas o ludopatía, pero una de las normas de la casa es que no se puedo consumir.

Barkatxo Etxeberria

Por un lado, tienen varias plazas destinadas a “razones humanitarias”. Por ejemplo, ahora han acogido a una mujer que vino desde Nicaragua a limpiar una casa. Dejó allí a su hijo de 5 años y al marido y cuando llegó aquí y se dio cuanta de que estaba embarazada. Entonces, le echaron del trabajo dejándole en la calle. Por medio de Caritas entró en Loiolaetxea y ahora está esperando a dar a luz. Como dice Bakartxo, “aquí le ofrecen una familia alternativa”.

Y por otro, siempre hay una habitación libre para cumplir los permisos por buena conducta de la cárcel. “Muchos no pueden salir porque no tienen dónde ir y aquí encuentran refugio para tres días. Mientras están aquí son de nuestra responsabilidad. Muchos comenzaron así y luego se han quedado a vivir aquí una vez han salido de prisión definitivamente”.

Objetivo y proceso. Planificación terapéutica y pedagógica

“Que los que salen al cabo de un año, más o menos, salgan con trabajo, una mínima cualificación y con papeles, ese es el objetivo”. De aquí pasarán a otros pisos, pero se hace un seguimiento. El proceso es muy individual, cada uno lleva su ritmo y dependiendo de las necesidades y de las personas se plantean diferentes objetivos, pero se trabaja en grupo”.

Para eso el trabajo se hace de una manera muy especial. Cada 15 días se forma un grupo de “autoayuda” que va cambiando dependiendo de las necesidades. Ahora, por ejemplo, se fomenta la reflexión, el frenar la impulsividad en todas las decisiones que toman... también van a trabajar con el pensamiento y con la escala moral. “Hablar, hablar de cómo está cada uno, de cómo se sienten es una forma de expresarse con libertad”. Cada uno tiene un tutor en la casa y en esas tutorías se hace un seguimiento de la historia y de la personalidad de cada uno. Se trata de mirar hacia atrás para ver qué a sucedido en el pasado a fin de que no vuelva a suceder. El proceso siempre es ir de atrás hacia delante, hacer un repaso histórico hasta situarse en el presente. Es decir, “¿hoy qué haces tú diferente para que no te pase otra vez aquello que pasó?”. Bakartxo nos indica que si el grupo profesional ve que el problema no puede ser tratado dentro de la casa se manda a la persona a un terapeuta de fuera.

Otra de las cosas que formaría parte de la terapia y que según Bakartxo es muy importante, es cumplir con la disciplina diaria, cumplir las normas. “Cuando vienen a la casa la mayoría tiene una dejadez total. Algunos no se duchan, les da igual dormir con sábanas o sin ellas, no limpian su ropa... comenzando por esos mínimos se empieza a coger el ritmo, complementando de alguna manera el proceso interno. Cumplir con la rutina., es decir, coger el ritmo para centrar también la personalidad interior”. “Lo primero que necesitan es tranquilidad, interiorizar estas normas y cuando están más tranquilos, cuando escuchan... entonces es el momento de mirar hacia fuera”.

Barkatxo Etxeberria

También se les ayuda con la economía y se promueve que aquel que esté trabajando salga con un mínimo de ahorro. Se les hace un presupuesto para organizar su dinero. Se les da lo que necesitan para el día a día y el resto se mete en una cartilla para que al salir tengan algo de dinero. Y cuando no trabajan realizan cursos, siendo esto también otra parte de la terapia.

“La palabra que se utiliza en la casa no es paciente, ni acogido, residente o usuario... aquí se le llama “invitado” y esa palabra es tremendamente bonita y tiene gran significado. Es decir, nosotros solos no hacemos nada, si no que es el grupo, es el grupo entero quien cura a alguien cuando está mal, y no sólo los profesionales. Ver que uno está mal y que otra persona ha salido de esa situación, eso le da la referencia, y no lo que le diga el profesional. Lo que tenemos que hacer los profesionales es conducir, poner medidas, a veces empujar y otras frenar”.

Estos procesos suelen ser largos y no terminan al salir de la casa. La estancia en Loiolaetxea suele durar un año, pero aquellos que cumplen bien el proceso tienen que salir de la casa para seguir adelante. “Entre un grupo pequeño de personas alquilan un piso y se ponen e vivir juntos, pero nosotros les hacemos el seguimiento. Una vez a la semana viene aquí y se hacen reuniones con los educadores”. El momento en el que dejan la casa es difícil porque es un cambio importante. Por una parte porque sienten la soledad y por otra porque las esperanzas que han depositado son altas. Según Bakartxo, “cuando vienen aquí lo que quieren conseguir es trabajo, casa, coche y chica y cuando ven que la transición hasta conseguirlo lleva mucho tiempo se vienen abajo porque piensan que han perdido el tiempo. Por el contrario, yo les digo que eso ha sido ganar tiempo”.

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