Martha
GONZÁLEZ ZALDUA
Leticia MALDONADO ARRUTI
Itzulpena euskaraz
Como país de inmigrantes, la nostalgia propia y prestada nos hace mirar hacia Europa. Estamos unidos a un pasado del que nos sentimos parte, pero del que no participamos sino a través de gestos y signos que hemos heredado.
Es una postura engañosa, que nos hace hablar de diáspora, cuando la última inmigración cesó allá por 1950 y nos dice ser vasco-argentinos cuando lo cierto es que somos argentino-vascos.
Idealizamos un país que no es el nuestro y que recordamos y sentimos como si lo fuera. Un hilo casi mágico nos une a través de las generaciones y aprendemos su idioma, bailamos sus danzas y cantamos sus canciones. Nos conmueven, tanto como nos emocionan la zamba norteña, el tango o el pericón nacional.
En el esfuerzo por hacer prevalecer este tesoro dejado por nuestros antepasados, privilegiamos situaciones y permitimos actitudes que se contradicen con los valores que decimos proteger y olvidamos aquello que es verdaderamente nuestro, nuestro por lugar de nacimiento y no por adopción.
Así lo entendieron nuestros abuelos que en su inmensa mayoría no llegaban desde la opulencia sino desde la guerra, el hambre y el dolor. Por eso tal vez fueron realistas en la apreciación de su presente y cuidadosos en la elaboración de su futuro. Un futuro que no incluía al país que habían dejado sino a la tierra que los había recibido.
Supieron dejar sus nostalgias en los barcos que los habían traído y miraron hacia adelante. Y aportando las normas en que habían vivido, ayudaron a construir un país, no el de allá sino el de acá.
Los argentinos de origen vasco somos una fuerza considerable. El orgullo de serlo, la importancia de pertenecer nos hace creer que los intereses ajenos son los propios. Aceptamos sin discutir y adherimos sin dudar.
Y es importante discutir y es importante dudar. Y, sin desconfianzas, poder plantear nuestros proyectos en un plano de igualdad, con la convicción de que serán considerados, en todo caso discutidos, pero nunca apropiados o desechados porque sí.
Sería absurdo desconocer o rechazar las ayudas económicas que se reciben. Pero observando la dependencia que crean, nos planteamos simplemente si ésta es la forma adecuada para relacionarnos. No caemos en la cuenta que en ocasiones se usa la necesidad de otros para crear una imagen paternalista que ha dañado una relación que debe y debió ser de paridad.
Se utiliza a las personas, como se utilizaron los valores, como se utilizaron las palabras, para seguir alimentando la fantasía con la imagen de una tierra que no es nuestra y que no nos engañemos, poco sabe de nosotros.
Argentina por situaciones que no vamos a detallar aquí se ha convertido de país acogedor en país expulsor. Nuestros jóvenes, ilusionados por un afuera mejor, nos dejan. Vuelven al sitio desde donde no hace tantas generaciones partieron sus abuelos. Con parecidas esperanzas y anhelos van en pos de expectativas creadas, aún desde organismos oficiales y que no siempre se cumplen. Cuando se van no podemos menos que pensar en la generosidad de nuestra tierra que abrió sus brazos sin plantear condiciones. Dudamos de que la entrega sea igual.
Siempre fuimos una puerta abierta al viejo mundo que olvida con demasiada frecuencia la generosidad de Amerindia. Un territorio que desde el descubrimiento, generó riquezas impensadas, no sólo en metales preciosos como el oro y la plata arrebatados al Perú y al Potosí, sino en los frutos comunes de la tierra como la papa, el cacao y el maíz.
No debiéramos olvidar que nuestro país recibió sin condicionamientos a los vascos afectados por la guerra civil española y que habían perdido todo, incluso sus documentos (Decreto 53.448/41) y que el trigo argentino mató el hambre de la España de posguerra. Tal vez pocos recuerden que el Centro Vasco de La Plata, fue uno de los tantos Centros que sostuvieron al Gobierno Vasco en el Exilio.
Esto no es un reclamo tardío. Simplemente, en este dar y recibir, tendríamos que pensar que el recibir no se interprete como una dádiva, sino como una devolución de todo lo que se dio voluntariamente y lo que se tomó sin justificación.
Es tiempo ya de sincerarnos. Debiéramos apostar a una relación adulta, que deje de lado conveniencias transitorias y actitudes “políticamente correctas” y distinga por fin la diferencia entre ser útiles y ser utilizados.
¿Quiere colaborar con Euskonews? Envíe sus propuestas de artículos
Arbaso Elkarteak Eusko Ikaskuntzari 2005eko Artetsu sarietako bat eman dio Euskonewseko Artisautza atalarengatik
Astekari elektronikoari Merezimenduzko Saria
Aurreko Aleetan |