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En la primera y más famosa de las novelas de Miguel de Unamuno sobre el País Vasco, Paz en la Guerra (1898), encontramos bajo el trasunto literario una descripción sobre lo que podría ser la familia Arana Goiri, antes del Sexenio Revolucionario: “Eran los Arana dos, Don Juan, el mayor, el que dirigía la casa y Don Miguel de Arana. Esclavo Don Juan del escritorio, hallábase en él al abrirlo, y hasta que se cerrará no lo dejaba; iba al muelle a ver llegar el barco consignado a él, y a presenciar algo de la descarga, y cuando se paseaba entre los géneros del almacén solían darle accesos de sentimentalismo mercantil”1. Personalmente, nos interesa el personaje de Miguel de Arana, por tratarse de un camuflaje literario donde se escondería el primo de Sabino Arana Goiri: el escritor fuerista Vicente Arana (1848-1890), una personalidad excéntrica y contrapuesta a su primo Sabino Arana Goiri.
Miguel Unamuno.
Unas líneas más adelante se describe así a Miguel de Arana, figura bajo la cual esconde Don Miguel de Unamuno a Vicente Arana: “Don Miguel, el menor de los Arana, era un solterón con fama de raro que vivía solo con una criada lo cual daba no poco que hablar a los desocupados.”2. Más adelante se le describe: “Gustábale, además, concurrir a romerias y jolgorios donde gozaba en ver bailar a los demás”3. Vicente Arana sería hijo de Andrés Arana, y Sabino Arana, hijo de Santiago Arana. Los dos hermanos conformaban: “La razón social Arana Hermanos era liberal de abolengo y católica a la antigua, y su firma una de las primeras en toda suscripción piadosa. Perseguían el negocio de tejas abajo sin desatender el gran negocio de nuestra salvación”4. Las divergencias entre las dos ramas familiares de los Arana Goiri vendrían tras el tumultuoso Sexenio Revolucionario (1868-1874), y especialmente tras la II Guerra Carlista (1872-1876). La ruina de los astilleros de los Arana Goiri a causa de la aparición de buques con cascos de hierro fabricados por Italia o Inglaterra, enconaría aún más las turbias relaciones entre Santiago Arana (carlista) y Andrés Arana (liberal).
Hasta ahora hemos conocido el desarrollo y la evolución ideológica de una de las ramas de los Arana Goiri; sin embargo, curiosamente, Vicente de Arana, fue un escritor que aunó en sus críticas tanto a Miguel de Unamuno como a Sabino Arana Goiri.
Unamuno y Arana Goiri inciarían sus polémicas descripciones etimológicas en La Revista de Vizcaya (1885-1889)5,una de las iniciativas culturales más sólidas y competentes en el País Vasco, hasta la aparición de Hermes (1919-1923). Esta revista sería dirigida y financiada por Vicente Arana y desgraciadamente desaparecería por falta de apoyos sólidos. Vicente Arana fue un referente literario e ideológico para los jóvenes Arana Goiri y Miguel de Unamuno. Ambos veían en Vicente Arana, una figura a derribar para convertirse en referentes dentro del endógeno mundo literario y cultural bilbaíno. Vicente Arana era un personaje cosmopolita dentro del mundo fuerista. Había publicado cuatro obras: Oro y Oropel (1876), Los últimos iberos (1882), Jauzuria o el caudillo blanco (1887), Leyendas del Norte (1890). Sin embargo, era más conocidos por sus excentricidades literarias dentro de un mundo endógeno como el de la literatura fuerista: Traducción y divulgación de obras ajenas a la ideología fuerista como Alfred Tennyson, Longfellow, Sacher Masoch. Estas excentricidades literarias generaban duda entre los escritores coetaneos respecto a su compromiso con la temática propia de la literatura fuerista. Arturo Campión advertiría sobre la extravagancia de este escritor que se integraba dentro de esa generación de escritores dispuestos a restituir moralmente el “oasis foral” abolido el 21 de julio de 1876: “Por lo que tiene de menos preciso y exacto el idealismo, peca Vicente Arana. Los personajes y sus asuntos son vascongados, pero no lo suficientemente vascongados”6. Años más tarde primaría este oscuro señuelo sobre el primo de Sabino Arana Goiri al que también se recordaría de esta manera al publicar un poema suyo: “Al trasladar aquí esta poesía del autor de Los últimos iberos, no significa que tengamos por buenas y patrióticas todas y cada una de sus composiciones literarias; habiendo entre ellas varias que nunca podrían encajar en nuestra revista”7. También Miguel de Unamuno frivolizaría sobre el excesivo romanticismo de Vicente Arana. Aparte de su caracterización en Paz en la Guerra (1898), le dedicará un relato paródico. “Guernica: Recuerdos de un viaje corto” donde Unamuno frivolizará sobre el gusto poético excesivamente refinado para un escritor bilbaíno como Vicente Arana: “Desde el balcón se ve un hermoso paisaje, pero no soy poeta lakista y dejo al cuidado ajeno imaginarse tal paisaje”8. Sin embargo, existe un nexo común fundamental que generaba inquietud y tensión entre Arana Goiri y Miguel de Unamuno respecto a Vicente Arana: su airada vida sentimental poco ajena a comentarios en una pequeña ciudad provinciana como Bilbao.
Sabino Arana Goiri.
Vicente Arana había protagonizado un duelo amoroso en Londrés y había recorrido media Francia detrás de la joven Mami Fanny, la hija de un joven pastor calvinista. Entre hombres rectos y de castas costumbres, el comportamiento de Vicente Arana no podía resultar más libertino y desairado. Miguel de Unamuno no dudaría en convertir a Vicente Arana en un hombre acuciado por las veleidades sentimentales que “perseguía por las calles y paseos, de lejos y furtivamente a su sobrina Rafaela”9. Para un hombre de fuerte sentido del deber y poco propicio para la sentimentalidad erótica, Vicente Arana resultaba una figura inquietante por la primacía del erotismo en sus sentimientos y pensamientos: “Al oír que iba a hacer aurresku la primera compañía, corrió a verlos con la servilleta al cuello, sintiéndose otro, retozándole los pies, con ganas de romper aquella su eterna vergüenza, y de decir a gritos su secretos, los secretos de aquellas conversaciones íntimas de sus horas de soledad”10. La soledad de Vicente Arana inquietaba a Miguel de Unamuno: Qué hacía Vicente Arana esas horas solitaria que él dedicaba al estudio, el trabajo literario o la reflexión filosófica? Donde podía terminar tanta frivolidad para un hombre de edad respetable? Miguel de Unamuno revela el secreto del viejo primo solterón de Sabino Arana Goiri: “Al encontrarse Don Juan en un armario, fotografías y libros obscenos, murmuró no pudiendo retener las lágrimas: -Cuántas veces he querido curarle!... Pobre Miguel!”11. Literariamente resolvería de esta manera Miguel de Unamuno estas inquietudes y temores respecto a la sexualidad. Tanto Miguel de Unamuno como Sabino Arana Goiri, pequeñas hormigas de la fábula de La Fontane, hombres consagrados al deber y al sacrificio colectivo, no pudieron entender el mero placer por el despilfarro de la cigarra que pasó su tiempo cantando al sol.
1 UNAMUNO, Miguel, Paz en la Guerra, Madrid, Cátedra, 1999, op.cit. pág. 148
2 UNAMUNO, Miguel, Paz en la Guerra,op.cit. pág. 150
3 UNAMUNO, Miguel, Paz en la Guerra,op.cit. pág. 151
4 UNAMUNO, Miguel, Paz en la Guerra,op.cit.
5 VILLACORTA, José Luis, La Revista Vizcaya (1885-1889), Bilbao, Bidebarrieta Kulturgunea,1999.
6 CAMPIÓN, Arturo, “Escritores euskaros contemporaneos: Vicente Arana”, Revista Euskara ,1883, VI, págs. 12-22 / 118-123
7 ARANA Vicente, “La canción”, Revista Euzkadi, 1914,3, pág. 100
8 UNAMUNO Miguel, “Guernica: Recuerdos de un viaje corto”, Revista de la Excelentisima Diputación Provincial de Vizcaya, 26, 1966, págs.52-54
9 UNAMUNO, Miguel, Paz en la Guerra,op.cit. pág. 311
10 ibid, pág. 315
11 ibid. pág. 393