Correspondencia botánica inédita de Juan Antonio de Aboitiz

Angel GOICOETXEA MARCAIDA

Lagundu

Juan Antonio de Aboitiz pertenece a ese grupo de curas y miembros de algunas órdenes religiosas —José María de Lacoizqueta, Pablo La Llave1, el abate Pourret y otros— que a lo largo del siglo XVIII y principios del XIX llevaron a cabo herborizaciones en el País Vasco y zonas del Pirineo, unas veces de forma sistemática como sucede con Lacoizqueta, y otras más esporádicamente, mostrando interés por la botánica y la agricultura.

Aboitiz nació en Lekeitio el 3 de abril de 1751 y en la partida de nacimiento figura inscrito como Antonio Agustín. Su auténtica vocación, después del sacerdocio, fue la literatura, siendo autor de una serie de composiciones poéticas en euskera, de carácter festivo unas, y otras algo satíricas, en las que habla de personajes populares de su villa natal: mendigos en Txanton piperri, tipos ociosos y gorrones en Peru Dubako, costumbres de pueblos vecinos en Elantxobejo atso iletariak, animales más o menos exóticos (un mono) en Matxango, además de Trakamailgo erregiña, Zugana nator Pedrotxu, Mendu altu orretan, Ezaguna naiz y alguna más, siempre cargadas de humor.

Lekeitio

Juan Antonio de Aboitiz nació en Lekeitio el 3 de abril de 1751.

Al comentar esta aportación literaria, D. Resurrección María de Azkue, que además era paisano suyo, ha escrito en el índice de autoridades de su Morfología vasca (1923): “Y yo no sé si calificar de humorismo aquello de empezar a vivir llamándose Antonio Agustín y salir de este mundo con el nombre de Juan Antonio”, tal como aparece en su partida de defunción del 2 de octubre de 1824.

También Santiago Onaindia en Milla euskal olerki eder (1954) tiene un recuerdo para la obra literaria de este sacerdote al que califica de: “Idazle alaia eta zorrotza”. Sin embargo nada nos cuenta de su actividad botánica tanto Azkue como Onaindia, por lo que creo oportuno darlo a conocer.

Dos cartas halladas confirman que mantuvo correspondencia con Mariano Lagasca, director del Real Jardín Botánico de Madrid, al que remitió plantas entre los años 1815 y 1818, y quizá posteriormente, a través de los arrieros que iban a Madrid conduciendo carga de pescado. De las cartas se deduce que el botánico Lagasca le había pedido, especialmente, plantas propias de esa zona de la costa vasca.

Los conocimientos botánicos de Aboitiz debieron ser bastante limitados. Según refiere parece que conocía las obras de Candolla y se servía de ellas para sus herborizaciones. A través del catalán José Melchor Prats i Solá (1779-1855) sabemos algo del método de trabajo que seguía Aboitiz en sus salidas al campo.

Este Prats fue un hombre de ideas liberales que había estudiado la carrera de farmacia en la Universidad de Cervera, doctorándose además en ciencias Químicas. Durante algún tiempo ejerció de boticario en su pueblo natal, Prats de Rei; fue también redactor del Diario Sesiones de las Cortes de Cádiz y, posteriormente, diputado en el Trienio Liberal (1820-1823). Condenado a muerte por sus ideas políticas, se refugió en Inglaterra y se dedicó a traducir al catalán los Evangelios, que publicó en 1832. A la muerte de Fernando VII regresó a Barcelona. Era miembro de la Academia Catalana de Bellas Artes de Sant Jordi, de la Sociedad Económica Barcelonesa de Amigos del País y de la Academia de Buenas Letras. Durante su dilatada y agitada vida ejerció diversos cargos políticos, entre ellos gobernador civil de Gipuzkoa, falleciendo en San Sebastián el 21 de agosto de 1855, víctima del cólera.2

Santiago Onaindia en Milla euskal olerki eder tiene un recuerdo para la obra literaria de Aboitiz

Santiago Onaindia en Milla euskal olerki eder tiene un recuerdo para la obra literaria de Aboitiz.

En uno de sus viajes de verano por el País Vasco —junio 1817— Prats visitó Bilbao y toda la zona costera incluyendo Lekeitio, donde conoció y trató a Aboitiz, que le causó una grata impresión como persona por su carácter jovial, según relata en una de las cartas a Mariano Lagasca, amigo y correligionario de ideas políticas. Dice que en sus herborizaciones Aboitiz se hacía acompañar por una anciana herbolaria que al parecer solo sabía euskera: “Pasé a Lekeitio y allí encontré a mi buen Aboitiz contentísimo con su carta que la ha leído, traducida al vascuence, a la vieja que le acompaña en sus excursiones herbolarias. Ya tiene Vd. Un buen amigo perpetuo en ese hijo de Bizkaia. Sin embargo no trabaja linealmente como en el año anterior porque se ha bajado de la anteiglesia de Mendaja a su Cubildo, donde creo que es ya ración completa lo que cobra, come, y le asegura una buena muerte. Es eclesiástico y trata de acabar sus largos días con satisfacción de cuerpo y alma”.3

Las remesas de plantas que hizo Aboitiz se caracterizan por comprender especies muy diversas, con una clasificación elemental como corresponde a su formación botánica.

Lequeitio, Mayo 14 de 1817

Mi dueño y Sr. D. Mariano Lagasca: He recibido la carta de Vm. Que me ha sido muy satisfactoria, y ahora tendré el honor de poderle remitir algunas plantas que por mis cortas luces no las puedo determinar, o lo hago sin acierto. La primera remesa será en breve, con la que yo tengo por Prenantes bulbosa; el Carex erenaria; la Daboecia de las ericáceas, y alguna otra que me parezca no ser muy común.

Ahora quedo enterado del modo de hacer las remesas, y remitiré las cuatro plantas anteriores con un Adianto que por su corpulencia y criarse en la orilla del mar, en las rendijas de peñas negruzcas como pizarras, parece especie distinta. Puede mandarme como pueda que deseo servirle y quedo muy obligado servidor capellán q.s.m.b.

Juan Antonio Aboitiz

Lequeitio, Noviembre, 9 de 1818

Sr. D. Mariano: Remití a Vm. en el mes de Septiembre un paquetito de plantas de Salicornia con otras y entre ellas iba envuelta en un poco de papel el fruto en espiga de una planta que el año pasado la trajeron de Bilbao a un jardín de esta Villa; yo no he visto el Gnitum ni la Thoa, pero como la flora francesa de Decandolle me dice que la Salicornia tiene alguna analogía con el Gnitum y la Thoa, preguntaba a Vm., si la planta cuya espiga y hojas iban envueltas en aquel papelito era el Gnetum o Thoa pues que estas plantas y la Salicornia tienen entre si alguna analogía en la disposición de sus flores, y estimaría me diga Vm. que nombre dan a aquella planta.

En aquel envío prometí a Vm. remitirle en una cesta cuantas plantas pudiera colectar, pero no he podido recabar de ninguno de estos arrieros, que con pescado fresco pasas a esa, el que se encarguen de llevar la cesta, diciendo que tiene mucha incomodidad, pero por fin hoy me promete uno el conducir algunas plantas envueltas en una arpillera, y será regular entregue a Vm. con esta carta. En esta remesa va el esqueleto de Heracleum que Vm. me lo pedía; van también algunas plantas de Bupleurum tenuisimum, o no se si este es el Junceum, y otras umbeladas que he metido a bulto en la arpillera; el tricomances va muy fresco y en buena disposición cargado de frutos que derrama mucho polen o polvo; el Blecnum no va tan fresco como yo quisiera pero vera Vm. patentemente en la raíz superior el vástago que echa; el Oenante o Pelandrio que yo llamo, vera Vm. si es o no como también otras que yo las caracterizo; de las gramíneas no hallo ninguna de provecho, a pesar de eso van tres o cuatro. La imperatoria o Angelica silvestre es aquí muy común, como también el Smirnium olusatrum y los Daucos. El Asplenium marinum irá precisamente muy fresco por que lo he cogido ayer y deseaba remitirle a Vm. por que me parece que no se cría en tierra dentro.

Vuelvo a suplicarle a Vm. sobre aquella espiguilla y hoja verde y gruesa que remití en Septiembre por la vía que Vm. me ordenó y podrá Vm. bien mandarme cuanto guste como a su seguro servidor capellán q.s.m.b.

Juan Antonio de Aboitiz

Post data. Esta carta con las hierbas envueltas en una arpillera entregué a la mujer del arriero que sería portador, y hoy 18 del mes me vuelve a traer la carta diciendo que quedó olvidada en casa pero que la arpillera la llevó. Yo creo que antes que ésta, llegará a manos de Vm. la dichosa arpillera porque llevaba su nombre de Vm.

Aboitiz

1A. Goicoetxea Marcaida: “El botánico Pablo La Llave y sus horborizaciones en el País Vasco”, Boletín de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del Pais, tomo 55, San Sebastián, 1999, pág. 115.

2M.E. de Casanova: Elogio fúnebre de José Melchor Prats. Barcelona, 1856.

3Correspondencia de lagasca. Archivos del Real jardín Botánico de Madrid.

Lagundu

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