En Euskonews nos interesa su opinión. Envíenosla!
¿Quiere colaborar con Euskonews?
Arbaso Elkarteak Eusko Ikaskuntzari 2005eko Artetsu sarietako bat eman dio Euskonewseko Artisautza atalarengatik
On line komunikabide onenari Buber Saria 2003. Euskonews
Astekari elektronikoari Merezimenduzko Saria
Izaskun ANDONEGI
La pérdida de un ser querido es una experiencia vital muy dolorosa que todos sin excepción experimentaremos algún día. El duelo, el camino que iniciamos para sanar esa herida del alma que produce tal pérdida, es la respuesta natural del ser humano ante esa experiencia. Una respuesta, en mi opinión, siempre adaptativa al dolor intensísimo que vivimos y que nos ayuda a sobrevivir a la ausencia del ser querido fallecido.
Sin embargo, el duelo no es solo la pérdida física de quien amo y fallece, sino que también supone la pérdida de relación, la pérdida del contacto con esa persona, y que rompe, a su vez, el contacto con uno mismo, con una misma. Es el peso de la ausencia. “Es que su voz lo llenaba todo”, “ella sabía hacerme sentir tan especial...”, “cada tarde me llamaba para decirme simplemente, hola”. La ruptura que se produce, supone una experiencia de desintegración en todas sus dimensiones para la persona en duelo, ya que como seres multidimensionales que somos el duelo afecta tanto a nuestro cuerpo físico (vacío en el estómago, nudo en la garganta, opresión en el pecho..) como a nuestras emociones (tristeza, soledad, desesperanza, culpa, ansiedad, rabia, miedo...) a nuestras relaciones (aislamiento, dificultades en las relaciones interpersonales, excesiva sociabilización...) pensamientos (confusión, descreimiento, preocupación, sentido de presencia del fallecido/a...), acciones (alteraciones del sueño/apetito, aislamiento, pérdida de interés, evitar lugares que recuerden al fallecido, buscar a la persona...) y a nuestro mundo interior de valores y creencias (hostilidad hacia Dios, pérdida o ganancia de la fe, resentimiento hacia la Iglesia, búsqueda de sentido, apertura a la dimensión espiritual...). Cuando fallece un ser querido, es normal que sintamos algunos de estos síntomas mencionados, o una mezcla de todo ello al mismo tiempo.
A pesar de ser una reacción normal, en ocasiones podemos llegar a pensar que es demasiado para poder soportarlo y pueden producirse pensamientos y conductas difíciles de entender, que condicionan nuestro día a día. En nuestras manos no está el volver hacia atrás y cambiar la tragedia, pero sí está la manera de afrontar el dolor.
Cada persona somos única y por tanto sentimos y expresamos el dolor de la pérdida de modo distinto. Hay personas que expresan sus emociones con facilidad y comparten lo que viven con sus apoyos más cercanos. Otros sin embargo, se adaptan al dolor de la pérdida evitando el recuerdo doloroso trabajando en exceso o invirtiendo su tiempo en otras actividades. No debemos comparar nuestro dolor ni establecer juicios. No hay un duelo peor ni más llevadero que otro. Cada uno/a vive su dolor, y únicamente la persona afectada conoce bien cómo y cuánto le duele.
Es bueno que cuentes con apoyos en el recorrido donde poder descansar y compartir tu aflicción cuando lo necesites.
Foto: CC BY - Megadeth’s Girl
Un camino, en mi opinión necesario y sano de recorrer. Aunque no podamos verlo al principio del proceso, se trata de un camino transformador y de autoconocimiento, por el cual a medida que avanzo voy a descubrirme diferente. Ya no soy la misma persona, y aunque lo deseara, no voy a ser aquella que fui antes de la pérdida. Este caminar por la senda del duelo, viviendo y expresando lo que siento, va a darme recursos nuevos para afrontar cada día, y aunque ahora no pueda creerlo, plantearme quién quiero ser y cómo quiero estar en el mundo tras esta pérdida.
Es el tiempo, los apoyos de familiares y amigos, además del trabajo personal que realizo, lo que yo llamo “trabajo de duelo”, los que me preparan para aprender a vivir sin la presencia física de la persona fallecida y llegar a estos planteamientos de reconstruir mi vida sin el ser querido perdido. Llegar a soltar el dolor es el objetivo final del duelo, recordarlo sin tanta angustia y desde el agradecimiento de todo aquello que me dio y le di a lo largo de la vida compartida.
A mi entender, el trabajo de duelo es el compromiso que tomo conmigo mismo/a y con la vida para avanzar en el dolor y el sufrimiento que experimento tras la pérdida de mi ser querido, con el objetivo de recordarlo y sentirlo sin que me duela tanto. Es un proceso, por tanto, activo.
Cuando perdemos a nuestro ser querido, en nuestro corazón caen infinidad de emociones, algunas desconocidas para nosotros/as hasta el momento. Es necesario que nos permitamos vivir todas estas emociones, podamos expresar todo lo que sentimos, poniéndole palabras. Poco a poco, estas emociones van a ir saliendo de nuestro ser dejando todo el espacio que quede al amor y a la gratitud que sentimos hacia esa persona que compartió nuestra vida.
El proceso del duelo, duele. Y duele tanto porque amamos. Al principio puede darte la sensación que va a ser imposible superarlo. Es tremendamente difícil vivir sin la presencia de la persona que amas, que ahora no está y no va a volver nunca más. Te parecerá mentira que puedas recordar a tu ser querido sin dolor, sin angustia. Pero es posible. Las lágrimas que están dentro de nosotros/as al ir sacándolas van alisando el camino que recorro hoy, que duele tanto. No tengas miedo de olvidar a tu ser querido. Ese no es el objetivo. No queremos olvidarlo. De lo que se trata es de no aferrarse al dolor, sino de soltarlo.
Este camino lo recorres tú. Es bueno que cuentes con apoyos en el recorrido donde poder descansar y compartir tu aflicción cuando lo necesites. La mayoría de los que han vivido un duelo importante en sus vidas, pese al intenso sufrimiento, son capaces de superarlo y adaptarse a la nueva situación sin el ser querido, y consiguen rehacerse contando con estos apoyos de su alrededor. Sin embargo, para algunos, el duelo se complica cuando carecen de apoyos donde poder expresar lo que viven, y a pesar del tiempo transcurrido no pueden sobreponerse al intenso dolor, apareciendo consecuencias mentales y físicas que afectan a la salud y a las relaciones personales.
Recorrer este camino del duelo desde la soledad en ocasiones puede ser difícil, esto hace que nos atasquemos en el camino y no podamos avanzar. En estas situaciones facilita el camino una persona que te acompañe en la expresión de lo que sientes, te oriente hacia tu interior, ponga consciencia en la relación que tenías con la persona fallecida y te ayude en el proceso de reconstrucción para poder volver a vivir.
¿Cuándo debo pedir ayuda? Siempre que sientas necesitarlo y si en un tiempo prolongado y de forma habitual tienes intensos sentimientos de soledad, culpa, añoranza, ideas suicidas, desesperanza...
Cada persona somos única y por tanto sentimos y expresamos el dolor de la pérdida de modo distinto.
Foto: CC BY - brunopostigo54
BIDEGIN, es una asociación sin ánimo de lucro, que nace en 2011 de un proyecto comprometido con la persona en duelo y la enfermedad grave avanzada, con el propósito de trabajar desde la prevención y hacia la salud, de sociabilizar la enfermedad, la muerte y la necesidad de humanizarla desde la vida.
Ofrecemos apoyo psicoemocional a personas que están viviendo la pérdida de un ser querido o anticipen su muerte por enfermedad, y quieran comprometerse con su propio trabajo personal de reconstrucción, compartiendo su dolor con personas que se encuentren en situación similar.
Nuestra actividad principal, es la organización de grupos de soporte donde la persona en duelo puede compartir y recibir aquello que necesite con otras personas que están pasando por una experiencia similar a la suya. Según sea la complejidad del duelo existen diferentes grupos homogéneos.
Además de la labor asistencial que realizamos en favor de la mejora de la calidad de vida de las personas en duelo, invertimos gran parte de nuestro esfuerzo en acciones de sensibilización en nuestro entorno más cercano sobre los procesos de morir, la enfermedad y el duelo, contribuyendo a su sociabilización, formación y normalización.
En definitiva, un espacio de respeto y acompañamiento, donde aligerar el dolor de la pérdida. Un lugar donde caminar por el camino del duelo con seguridad y esperanza. Un camino con corazón.
Izaskun Andonegi. Enfermera paliativista y directora de Bidegin, Servicio de apoyo al duelo y enfermedad grave avanzada.
La opinión de los lectores:
comments powered by Disqus