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Alberto DURANA
El hecho de ser periodista y además profesor de Educación Permanente de Adultos de Erandio en un centro al que desde hace unos años acuden muchas personas inmigrantes con la intención, o de aprender castellano o de obtener la titulación básica para continuar con sus estudios, determinó el objetivo de la investigación que emprendí en la tesis doctoral. He sido profesor de Lenguaje y uno de los temas que he trabajado en las clases ha sido el del tratamiento de las noticias relacionadas con la inmigración en los medios de comunicación.
Desde que el hecho inmigratorio se hizo presente en nuestra cotidianeidad me ha interesado averiguar su plasmación en las informaciones, y, especialmente, si el informador está especializado para afrontarlo. Uno de los retos del periodismo es la responsabilidad social de su actividad, más si cabe, en una cuestión como la de la inmigración, en la que suelen ser habituales visiones sesgadas, cuando no xenófobas, y que derivan frecuentemente en mecanismos de discriminación contra esos grupos de inmigrantes. Como contrafuego, la preparación universitaria del periodista, mediador entre la noticia y el público, es crucial para transmitir el hecho migratorio en su contexto. Por tanto, mi estudio ha tenido como objetivo investigar la formación del colectivo periodista que escribe informaciones relacionadas con las migraciones en la Comunidad Autónoma del País Vasco.
Para abordar este objetivo he seguido tres líneas de investigación: en primer lugar, recurrí al análisis de contenido de los encuadres noticiosos haciendo un vaciado de noticias sobre inmigración en la totalidad de diarios de pago en la CAPV y en dos diarios de ámbito estatal en sus ediciones para el País Vasco: El País y El Mundo; en segundo lugar, confeccioné un cuestionario para enviar a una treintena de periodistas, tanto de televisión, como de prensa o radio, con el fin de saber si los medios de comunicación tienen un personal preparado para afrontar este tipo de noticias y, en tercer lugar, entrevisté en profundidad a un conjunto de periodistas, profesores y especialistas, para conocer su grado de conocimiento en materia de inmigración y su formación en este asunto.
Complementariamente, hice un vaciado de las universidades españolas, europeas y norteamericanas para conocer en qué medida se imparten contenidos de inmigración, interculturalidad, multiculturalismo o diversidad en sus Planes de Estudios de Comunicación.
“España ha pasado de ser un país emisor de emigrantes a un país receptor de inmigrantes.”
Foto: CC BY - vonderauvisuals.
España ha pasado de ser un país emisor de emigrantes a un país receptor de inmigrantes. Ha habido emigraciones al exterior y migraciones internas. Pero, actualmente, la población total de España supera los 46,5 millones, de los que más del 12% son extranjeros empadronados. De éstos, el 36,6% proviene de países de la UE, el 31,1% de Latinoamérica, el 16,1% de África y el 5,1% de Asia.
En el País Vasco, a 1 de enero de 2011 había alrededor de 150.000 personas empadronadas con nacionalidad extranjera, que supone en porcentaje la mitad del de España, el 6,4%. En Álava el porcentaje es del 8,8%, y en Bizkaia y Gipuzkoa sobrepasa ligeramente el 6%. Rumanía es la nacionalidad de la UE más importante en la CAPV, el 11% del total. A continuación aparecen Marruecos y Colombia. La inmigración extranjera al País Vasco se puede identificar como una inmigración representada por una mujer latinoamericana, que supone casi un tercio de toda la que se ha asentado en la CAPV.
En este contexto, y desde una perspectiva informativa, la formación del periodista es un elemento decisivo para la calidad de la información. La inmigración es un asunto que está entre nosotros, que se debate en los foros políticos y públicos de nuestra sociedad y que también tiene sus momentos de reflexión en los medios de comunicación. El periodismo actual requiere una gran preparación cultural y técnica, que se adquiere por una parte en el período formativo universitario y, por otra, con una constante autoformación durante la vida laboral del profesional, porque los lectores demandan a los periodistas el análisis y la comprensión de una sociedad tan compleja como en la que viven. Es necesaria una buena formación académica, pero según algunos informes, la formación periodística universitaria debe mejorar. La especialización puede ser un medio inexcusable para mejorar la información. Ahora bien, la especialización (según su clasificación tradicional en información local, deportiva, política, internacional, económica, laboral y cultura) no cubre las nuevas transformaciones sociales, como las resultantes del asentamiento de la inmigración o de la eclosión de la diversidad.
Con base en el trabajo de campo que hemos desarrollado, hemos detectado que el lector recuerda de las noticias lo que se expresa en los titulares, básicamente. En las migraciones, los media enfatizan los aspectos más negativos y alarmistas, transmitiendo al público una sensación de amenaza y riesgo. Esta visión, muchas veces exagerada, sobrerrepresenta el peso de la inmigración, el de su impacto y contribuye a la estigmatización del colectivo inmigrante. El hecho noticioso, además de en las noticias, también a veces se plasma en las páginas editoriales y en las de opinión. Todo ello, en un contexto en el que los periódicos analizados no tienen secciones específicas dedicadas a las noticias relacionadas con la inmigración.
En el ámbito universitario de España son muy pocas las universidades que imparten alguna asignatura especializada en el análisis de la diversidad, aunque hasta en un 39,5% de Universidades con oferta de Comunicación hay algún tipo entidad, observatorio, oficina o instituto que también contempla este objeto de estudio. En la UPV/EHU se cuenta con el Observatorio de Inmigración-Ikuspegi. Tampoco en Europa es frecuente este tipo de estudios y/o centros y, en cambio, en EE.UU. sí es más habitual toparse con enseñanzas relacionadas con la diversidad, género, minorías, cuestiones raciales e identidad, pero no tanto con la inmigración.
Cuando hemos analizado la encuesta realizada a los periodistas vascos, nos han informado de que lo normal es el periodista polivalente y generalista, no el especializado, menos si cabe en inmigración; que las empresas no tienen planes de formación para sus periodistas ni son sensibles a la formación continua; que los mismos profesionales no suelen solicitar formación post-universitaria, aunque la autoformación es valorada por la mayoría, pero consideran que es necesaria la especialización en el tratamiento de la diversidad o en la inmigración desde la Universidad.
Por otro lado, saben que hay diferentes recomendaciones para el tratamiento de la inmigración, aunque las empresas en general no tienen un Libro de Estilo con indicaciones específicas sobre inmigración. Ahora bien, creen que la mala imagen de la inmigración no es imputable a los medios de comunicación.
Foto: CC BY - Jos Dielis.
Cuando hemos trascendido este primer nivel, y hemos realizado entrevistas en profundidad se reafirman en que lo normal es el periodista generalista, sin que actualmente haya estructuras que posibiliten la formación del periodista especializado. Según su experiencia, los Planes de Estudios no priman en general la especialización y menos aún la relativa a cuestiones sociales. Concretando, sugieren la necesidad de retocar la formación, añadiendo a la tradicional, la relacionada con las Ciencias Humanas y Sociales, la de Nuevas Tecnologías y la de temas más específicos, como la inmigración, por ejemplo.
Ante esta carencia, sólo cabe la autoformación como alternativa después de la licenciatura, pero no hay que olvidar que las condiciones de precariedad corroen la profesión. Se estima que la implementación de formación humanística sería necesaria y que no repercutiría negativamente en el aprendizaje del oficio de periodista. Formación que incorporaría los procedimientos deontológicos básicos de la profesión, para afrontar prejuicios y estereotipos. Un factor que influye negativamente es el de la falta de conexión entre empresas y universidad para unificar criterios de formación del colectivo periodista. Si de ser inexistente ha pasado a tener una máxima visibilidad, lo que exige no sólo una fase de adaptación en los medios de comunicación, tanto la universidad como la empresa informativa deben responsablemente estar atentas para enfocarla adecuadamente y colaborar en la creación de un ajustado imaginario colectivo. De alguna manera, se impone la formación transversal en asuntos sociales en una realidad crecientemente compleja.
Pero, el periodista especializado en migraciones no existe, aunque sí hay un cierto acceso a temas de inmigración. Rara vez se encarga la información sobre inmigración al mismo profesional. De hecho, sólo ocurre en medios de gran estructura, en el resto o no es posible o tenemos el periodista todoterreno. En consecuencia, se adjetiva más que se sustantiva esta información. Si para la cohesión social una persona con prejuicios es un riesgo, un periodista con prejuicios lo es más radicalmente. Por tanto, no hay periodista especializado en inmigración, salvo en el caso de los grandes periódicos. En ausencia de canales institucionalizados, el resto recurre a la auto-formación, más o menos continua. Para afrontar esta laguna, a veces se recurre al contacto personal con los propios inmigrantes, o con sus asociaciones, lo que requiere ir elaborando ‘Agendas’ personalizadas.
El tratamiento normativo de la inmigración, aunque existe, su conocimiento por parte de los periodistas es muy superficial. Se acepta que se cometen errores, pero dependerían más de las condiciones en las que se trabaja, bajo un ritmo que no permite reflexionar sobre aquello que se escribe, o tomar el tiempo de maduración suficiente. La responsabilidad derivada es importante, porque lo que va a quedar en la retina social es el resultado de los fragmentos que selecciona el periodista. Si los medios hicieran pedagogía social a la hora de informar, muy probablemente la sensibilidad social ante el fenómeno migratorio, y por extensión ante cualquier fenómeno, cambiaría. Sin caer en visiones muy normativas, una primera labor radica en que el periodista informe, no que interprete, y que posibilite que el lector se forme su propia opinión en un contexto de creciente editorialismo en todo tipo de programas y géneros.
La prensa trasmite frecuentemente una imagen a-normal-izada de la inmigración y difunde los aspectos no sólo negativos, sino los perjudiciales, no tanto para el colectivo de inmigrantes, sino para el cultivo de nacionales. Abogan porque la noticia de inmigración debería aparecer con normalidad, ser una noticia más en el periódico, pero en tanto noticia, no como excepción anormalizada. Además lo importante no es cuántos son este tipo de periodistas, sino en la fuerza que tengan.
Ahora bien, los periodistas son, crecientemente, más conscientes de que algo no se está haciendo bien. Propugnan y se muestran a favor de la interculturalidad, considerándola como una estrategia que propicia la comunicación y un conocimiento mutuo más profundo. Pero también son conocedores de que entre creencias sociales y los hechos reales siempre vencen las primeras, porque la realidad social es también apariencia, lo que la sociedad ve en el hecho, no lo que es el hecho en sí.
Foto: CC BY - .the guarded eye.
Autocontrol, sí; autocensura, no. El autocontrol es un mecanismo para no desenfocar el hecho noticioso de la inmigración, para ser veraz, para no permitir que creencias sociales contaminen la visión ajustada al hecho; mientras que la autocensura representa casi siempre lo contrario: no contravenir o bien el medio o bien la sociedad.
En suma, la mayoría de las noticias sobre inmigración procede de los periodistas, y el resto se reparten entre las procedentes de agencias y las elaboradas por las cabeceras de los periódicos. La centralización de la información es creciente, va a más, y cada vez queda en menos manos, de forma que allí donde se afirma teórica y filosóficamente la importancia de la información para una sociedad madura y democrática es cada vez más patente que son menos agentes (tanto a título individual como de medios) los que tienen capacidad de elaborarla autónomamente. Estamos ante un gran problema, que trasciende con mucho la cuestión de la inmigración, pero que también la subsume. De alguna forma, este análisis del hecho migratorio en prensa también es en parte un análisis de la situación de la prensa misma.
Finalmente, se debe seguir abogando por un periodismo especializado. La universidad no puede atender a toda la subespecialización que requeriría el mundo informativo, pero tampoco debe desatender al menos al conjunto de nuevos ejes que articulan la sociedad. Uno de ellos es el social. La dimensión social de la sociedad está experimentando una gran transformación, estando en su base un par de factores causales como son la modificación del ámbito del empleo y el envejecimiento demográfico. Estos cambios están íntimamente ligados con los fenómenos de la incorporación de la mujer al mundo universitario y al laboral, a la reconstitución de la familia, a los enormes dilemas que constituyen la atención simultánea a ámbitos incompatibles, como los de las conciliaciones laborales, familiares y personales, a problemas como la violencia de género, etc. Con muchos de estos aspectos sociales se relaciona directamente el fenómeno inmigratorio.
Los sociólogos hablan de una sociedad líquida, de identidades inciertas y pensantes, de un mundo de escasas certidumbres, en el que las instituciones que antaño facilitaban la vida a sus moradores, ahora se han convertido en entidades flexibles que aportan pocas seguridades.
Los Planes de Estudio de Comunicación deberían incluir líneas que afronten este conjunto de mutaciones sociales, porque muchos fenómenos que hoy no se ven ligados entre sí, lo están inextricablemente.
Los medios de comunicación no deben abdicar del decisivo papel que tienen en la sociedad como creadores de una conciencia social que sirva para fomentar la convivencia, el respeto entre los ciudadanos y la defensa de los valores democráticos.
La opinión de los lectores:
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