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Fernando GALILEA MARTÍNEZ, Instituto Alavés de Arqueología
El megalitismo es una arquitectura funeraria y simbólica caracterizada por el empleo de grandes losas pétreas.
Es un fenómeno que se desarrolla a nivel global abarcando desde la costa atlántica europea hasta la costa del Océano Pacifico de Rusia y Japón. En el Oeste europeo se extiende por la costa atlántica de Dinamarca, Francia, Península Ibérica, donde adopta una forma anular, continuando hasta el cabo de Gata en el Mediterráneo. El interior Peninsular es casi un completo vacío megalítico a excepción de unas pocas decenas de dólmenes aislados. A modo de ejemplo se calcula en más de veinte mil los dólmenes existentes en Dinamarca y Francia.
Dolmen de Sorginetxe (Arrízala).
Álava se enmarca en este anillo periférico que adopta el megalitismo en la Península, localizándose un total de 72 dólmenes y 45 túmulos. A modo de ejemplo basta comparar con los 222 dólmenes y túmulos de Gipuzkoa, 862 en Navarra, 128 en Bizkaia y cerca de 300 en Burgos.
Estos 117 dólmenes y túmulos se encuentran distribuidos en 20 estaciones megalíticas con diferentes densidades, variando entre el ejemplar aislado y los 31 de la estación megalítica de la Sierra de Entzia.
Diferenciamos dos tipos de dólmenes en función de su situación en valle o en montaña. Los dólmenes de montaña del País Vasco se encuentran situados sobre las dorsales montañosas, haciendo la divisoria de aguas cántabro-mediterráneas a manera de columna vertebral del megalitismo. Diferenciación que también se extiende a su tipología ya que los dólmenes de valle (21 ejemplares) son todos dólmenes de corredor (excepto 2). El resto 51 son todos dólmenes simples rectangulares de mayor o menor tamaño. Los dólmenes se sitúan al pie de caminos, a distancias moduladas y en el caso de que sean de montaña además tienden a situarse junto al cortado.
La cronología relativa nos la proporciona la tipología de puntas de flecha que se encuentran junto a los inhumados. Se determinan 4 momentos en la utilización de los dólmenes.
Un porcentaje que supera el 50 % se construyen durante la 1ª fase del megalitismo. La diferenciación existente entre dólmenes de montaña y valle, no puede extenderse a la cronología, ya que encontramos dólmenes con enterramientos de la 1ª fase dolménica tanto en montaña como en valle.
Al observar la arquitectura de algunos de estos dólmenes sobre todos los de valle nos damos cuenta de que estos dólmenes tuvieron que planificarse y realizarse por especialistas, por arquitectos. La selección de las piedras, corte, traslado, izado y forma, tuvo que ser realizada por especialistas con conocimientos muy específicos y concretos. Estas construcciones implican la intervención de arquitectos y una estructura organizativa fuerte y jerarquizada. Mención especial merece la magnifica solución que adoptaron al construir el dolmen de Aizkomendi en Eguílaz, ya que se emplea por primera vez unas losas a manera de columnas para soportar el gran peso de la cubierta, 12 toneladas, separando funcionalmente lo que eran losas para el recinto funerario de aquellas otras con una utilidad arquitectónica.
El tamaño de los túmulos oscila entre lo 6 y los 75 metros del dolmen de Eskalmendi, existiendo una clara modulación de los tamaños. Este último es el mayor de Álava con una altura que supera los 4 metros actualmente.
El tamaño de las cámaras oscila entre 1 m2 de los pequeños dólmenes de montaña y los 16 m2 de algunos dólmenes de valle. Su tipología nos permite diferenciarlos en dos grupos principales, dólmenes con corredor y dólmenes sin corredor. Esta cámara adopta figuras geométricas, rectangulares, pentagonales, hexagonales y octogonales. No existe ningún dolmen con cámara circular.
Importante es el culto solar concretamente ortosolar que se desprende de la orientación de los dólmenes. Todos los dólmenes de montaña se encuentran orientados al equinoccio 90º o al solsticio de invierno, 122º. Excepto los dólmenes de valle que se encuentran orientados a 138º, 141º-148º, 157º-167º, y 175º-185º, sin que podamos explicar el porqué de esta orientación. Es de destacar el hecho de que dólmenes situados a 40 kilómetros de distancia, mantengan esta igualdad en las orientaciones, que en definitiva no son más que líneas paralelas. Mantener esta igualdad de orientaciones en dólmenes situados a tanta distancia sólo es posible, si existe algún objeto lo suficientemente lejano. Y esto es sólo posible, si se encuentra en la bóveda celeste. En esta época, 1ª fase del megalitismo, debió existir algún objeto en la bóveda celeste que llamó poderosamente la atención, tanto como para orientar sus mejores y mayores construcciones dolménicas a ese punto.
Orientaciones de los dólmenes en Álava.
Estas poblaciones, a juzgar por los primeros datos proporcionados por ADN, ofrecen diferencias a pesar de ser contemporáneas y próximas en el espacio. El haplogrupo predominante es el H siendo semejantes en cuanto a porcentaje en los haplogrupos U, K y TX, diferenciándose en el J.
La estructura poblacional más representada es la infantil, seguida por la adulta, la juvenil y la madura. Para los 20 años ha fallecido el 59% de la población.
Un aspecto interesante es la coexistencia de este tipo funerario arquitectónico con el enterramiento en cuevas. Desde finales del Neolítico hasta la Edad del Bronce, coexisten estos dos tipos de enterramientos tanto temporal como espacialmente.
Destacable es el hecho de que estas poblaciones con habitats realizados con materiales perecederos de estructuras frágiles fuesen los constructores de imponentes dólmenes con una idea de perduración temporal como así lo atestiguan el empleo de materiales pétreos y los 6.000 años transcurridos.
Menhir de El Gustal (Sierra de Anderejo).
La situación de los menhires a una escala amplia coincide plenamente con la de los dólmenes, obedeciendo al mismo patrón. Sin embargo, a una escala más reducida su situación es totalmente diferente. Mientras que los dólmenes se sitúan al pie de caminos, los menhires se distribuyen aleatoriamente por la superficie de la estación megalítica con tendencia a situarse en puntos elevados, pero nunca en la cima.
La tendencia antropomorfa de muchos de ellos, con el magnifico ejemplo del menhir antropomorfo de Olano y la punta de lanza grabada en el menhir de Itaida, nos permiten afirmar que los menhires son estatuas. Estatuas representativas de algún personaje o guerrero notable.
A pesar de los escasos datos que tenemos y que no existen por la propia esencia del menhir, podemos conocer que su cronología es paralela a la dolménica. Iniciándose al mismo tiempo que los dólmenes y perdurando durante el mismo periodo temporal.
Se determinan cuatro tipos de menhires en función de su forma con 8 diferentes tipos de extremo distal. En función del tamaño diferenciamos 3 grupos principales. La altura oscila entre el 1,40 y los 5,40 metros. La media es de 2,81 metros y el 50% de ellos tiene una altura comprendida entre los 2,14 y los 3,20 metros.
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