Brujas e inquisición (II/II)

Antxon AGUIRRE SORONDO

Acusaciones

En una obra escrita por Jean Bodin, y editada en París en 1580, se hace relación de los motivos por lo que se juzgaba en los Tribunales de la Inquisición (Caro 1997: 200) y que eran:

1. Renegar de Dios.
2. Maldecirle y blasfemar.
3. Hacer homenaje al Demonio, adorarle o hacer sacrificios en su honor.
4. Dedicarle los hijos.
5. Matarlos antes de bautizarlos.
6. Consagrarlos al Demonio, incluso antes de nacer.
7. Hacer propaganda de la secta.
8. Jurar en su nombre, como signo de honor.
9. Cometer incesto.
10. Matar a un ser humano, en especial a niños pequeños, comerlos.
11. Comer carne humana, beber sangre desenterrando para ellos a los muertos.
12. Matar por medio de venenos y sortilegios.
13. Matar ganado.
14. Destrozar cosechas.
15. Tener cúpula carnal con el Demonio.

Según el autor Ricardo García Carcel (García 1990: 48) entre 1550 a 1700 se establecieron en España procesos por los siguientes delitos1:

Agrupándolos por tribunales:

Proceso contra las brujas pintadas en fachadas del pueblo de Stein am Rhein, Suiza

Proceso contra las brujas pintadas en fachadas del pueblo de Stein am Rhein, Suiza.
Foto: Antxon Aguirre Sorondo

Las causas más condenadas fueron las de judaísmo, prácticas de los moriscos y protestantes. Así el 21,1% de % los judíos juzgados en Toledo entre 1481 y 1530 fueron condenados a muerte, sufriendo diversas penas el 50,4%. En cuanto a los protestantes juzgados entre 1561 y 1620 el 10,8% fueron condenados a muerte y el 35,8% a diversas penas. Continuando con este mismo tribunal de Toledo que estamos tomando como ejemplo, por el resto de las causas solamente (tómese esta palabra con todo respeto) fueron condenadas a muerte el 5,5%, siendo el resto condenadas a leves penas (García 1990: 49).

Una de las características particular del Tribunal de la Inquisición de Logroño es la fuerte presencia de la brujería vasca, con los sabbat o aquelarres, supuestas reuniones de adoración al demonio, que se celebraban a la noche, y a los que acudían los brujos a veces por los aires, o gracias a pociones o ungüentos mágicos. Algunos para estos viajes se transformaban en animales, o iban sobre ellos. Allí se danzaba en torno al fuego, mantenían relaciones sexuales entre ellos, rendían culto al demonio que se presentaba de diversas formas (macho cabrio, hombre, etc.) y acababan al amanecer o al canto del gallo. También se acusó a veces, a brujas y brujos de otras felonías, como llevar a los aquelarres a niños o niñas para hacerles brujos, arruinar cosechas, producir enfermedades, matar animales o personas, en especial niños, e incluso comer carne humana. Si en una comunidad, por ejemplo, aparecía un niño muerte de repente, pronto podía hacerse responsable de ello a una bruja (muchas veces persona vieja, de difícil carácter, o poco social, incluso demente).

Los juicios

Para iniciar un proceso contra alguien bastaba que una persona fuera denunciada. No hacía falta pruebas y el nombre del denunciante siempre se mantenía en secreto. Lo mismo valía si existía una sospecha o rumor público. Fueron frecuentes los testimonios de niños, e incluso de enemigos del acusado. No hay que olvidar que toda persona estaba obligada de denunciar cualquier acto de este tipo (incluso hasta principios del siglo XVI estaba retribuida). A toda denuncia seguía un arresto preventivo.

Los juicios tenían que ser rápidos, breves y sencillos, aunque en la práctica fueron muchos los acusados de brujería que permanecieron meses (incluso años) en las húmedas cárceles de la inquisición, falleciendo en ellas.

El juez tenía plenos poderes y era él el que decidía si el acusado tenía derecho a tener abogado defensor o no, e incluso nombrarlo. El tormento era usado a criterio del juez, sobre todo si el acusado persistía en mantener su inocencia, ya que ello solía ser por encanto diabólico.

Los testigos teóricamente tenían que ser cristianos, mayores de 14 años, suficientemente ricos para no poder ser sobornados, y no ser ni enemigos y familiares del acusado.

Los crímenes de brujería se consideraban no solamente delito religioso, sino también civil y era el poder civil el encargado de ejecutar las penas.

Las penas podían ser (García 1997: 39):

A. Espirituales:

B. Penas corporales:

C. Penas económicas:

El proceso de Logroño de 1570-1614

En líneas anteriores hemos establecido un cuadro sobre los motivos de los procesos de la Inquisición en España. Veamos ahora las causas de los procesos del tribunal de la Inquisición de Logroño, entre 1571 y 1610, según el profesor Antonio Bombin (Bombin 1997: 88):

Si comparamos ambos cuadros veremos que en el Tribunal de Logroño, se mantiene la presencia del islamismo, desciende el judaísmo, es similar el porcentaje por luteranismo y por ofensa al Santo Oficio, y aparece la brujería como tal.

Descripción del sabbat de los brujos

Descripción del sabbat de los brujos, del dibujante Jan Ziarnko, para la obra Tableau de l’inconstance... que escribió el inquisidor Pierre de Lancre tras sus actuaciones en Laburdi a lo largo de cuatro meses de 1609.

Durante este periodo sobre las 2.515 causas examinadas fueron condenados a relajación (a muerte) y ejecutadas 149 personas (un 5,92%), de las cuales: 78 lo fueron físicamente y 71 en estatua o figuea, ya que habían fallecido, por lo que se castigaron sus restos (muchos de los condenados morían por enfermedad en las lúgubres y húmedas cárceles de la Inquisición y algunos en los tormentos).

Según el investigador Gustav Henningsen entre 1609 y 1610 fueron denunciadas ante el Tribunal de la Inquisición de Logroño 8.474 personas de las poblaciones del norte de Navarra. Para darse cuenta de la brujomanía que se desató hay que tener en cuenta que en esas fechas la población de esta zona rondaría en unas 10.000 personas, por lo que suponía que fue denunciada el 84,74% de la población. Solamente en 1610 pasaron por los tribunales 287 brujos confesos y 1.271 sospechosos, lo que supone que pasó por el tribunal el 25,8% de la población del Baztán y su zona, de los cuales fueron procesados 102, 6 ejecutados en persona y 5 en efigie tras su muerte.

Pero si bien este tribunal no fue tan letal (que sí lo fue) comparándolo con otros, como los de Languedoc (con 400 ejecutados), o Lorena (con novecientos), la fama la ha obtenido por conservarse una rica documentación, y por los muchos estudios realizados sobre el particular.

Pensemos por ejemplo que esas mismas fechas, concretamente en 1621 fueron ejecutados por el poder civil en Pancorbo (Burgos) 8 supuestos brujos y en Cataluña entre 1616 y 1619 dicho poder civil ahorcó a cerca de 300 personas acusadas de brujería (Henningsen 1983: 342).

En la zona de Zuberoa (Francia) todo comenzó en 1609 con la llegada a Burdeos de un lunático juez, Pierre de Lancre, en un momento de luchas entre los señores feudales de la zona y las autoridades civiles, que usaron las leyendas sobre brujeas para atacar a sus adversarios. Tras su llegada Lancre comenzó a encarcelar a brujos y brujas y bajo tortura obtener de ellos las confesiones de brujería. Fue tal la presión que miles de vecinos huyeron para salvar sus vidas. Al final logró encontrar, según él, a unos 3.000 brujos y brujas (lo que suponía aproximadamente el 10 % de la población), cerca de 60 personas fueron condenadas a muerte en la hoguera, entre ellas 3 sacerdotes. Fue el obispo de Bayona quien paró los pies a Lancre en su locura.

Las leyendas pasaron entonces a la zona de Zugarramurdi, de la mano de María de Ximildegui, moza de 20 años, que había vivido en Zuberoa. Lo que dio pie a la intervención de la Inquisición de Logroño, quien trasladó a sus cárceles a los sospechosos. Los procesos duraron años. A los acusados por otras personas de brujos, se les apresaba y de les exigía decir la verdad, incluso con tormento. Si admitían ser brujos y pedían perdón se les perdonaba, pero si se obstinaban en negarlo se les sometía a tormento hasta que confesasen, y si no lo hacían se les condenaba a la hoguera. Esto dio pie a que todo el mundo aceptase ser brujo, asintiese a todo lo que se le acusaba, antes de perder sus bienes y acabar en la hoguera. Las envidias, enemistades, e incluso la ignorancia, junto con el fanatismo de los inquisidores. Como dice Henningsen fue el clero ignorante quien creó la brujomanía, y el clero racional quien la hizo desaparecer.

Tampoco hay que olvidar el papel del poder civil y de una sociedad, que creyó en la existencia de las brujas, por lo que muchas veces eran los vecinos los que pedían venganza, o como hemos visto se la tomaban por su cuenta.

De los tres inquisidores que actuaron en el proceso de Logroño (1609-1612) fueron Alonso Becerra Holguín, monje, de 48 años (en 1608), que nació en Cáceres; Juan de Valle Alvarado, de 55 años, clérigo, de Santander y Alonso de Salazar Frías, burgalés, de 44 años. Mientras que los dos primeros creían en las brujas y que era el demonio el causante de todo, Salazar nunca creyó en ellas, y gracias a su trabajo e informes la Suprema de la Inquisición redactó el uno de septiembre de 1614 un documento dando instrucciones para que se contemplara todos los casos como patrañas e invenciones.

En Madrid, en 1629 la gente se sublevó contra ciertos portugueses de los que se decía que en la calle de las Infantas habían azotado una imagen del Cristo de la Paciencia. En auto de fe se quemó a 8 de los encausados. Al auto asistieron el rey Felipe IV y su mujer, además de la corte y el clero (Caro 1972: 66).

Según Idoate la última sentencia del Parlamento de Navarra contra la brujería fue dictada en 1671 (Idoate 1972: 26).

Dice con sagacidad este autor (Idoate 1972: 24): Realidades tan claras y sencillas se veían oscurecidas por aquella aberración psíquica, que alcanzaba a la masa aldeana y a los jueces.

No puedo menos que dejar de citar las reflexiones sobre el tema de Döller, H.Ch. Lea, y Caro Baroja cuando dicen (Caro 1997: 158):

Los procesos de brujería son una gigantesca falsificación legal,...los procesos inquisitoriales contribuyeron mucho a que los acusados se declaran culpables. Los fraudes, las torturas físicas y morales, las maneras de recibir testimonio y la inferioridad en que se colocaba a la defensa serían elementos de gran importancia para comprender el problema y determinar sobre qué se basa esta realidad, admitida por los jueces.

Firmas de los inquisidores apost?licos del Reino de Navarra y su distrito Alonso Becerra Holguin, Juan del Valle Alvarado y Alonso de Salazar y Fr?as

De izda. a dcha.: firmas de los inquisidores apostólicos del Reino de Navarra y su distrito Alonso Becerra Holguin, Juan del Valle Alvarado y Alonso de Salazar y Frías.

Fin de la Inquisición

Los investigadores establecen 4 etapas en la historia de la Inquisición en España (García 1990: 47):

Indicaremos que ya a comienzos del siglo XVI hubo varios eclesiásticos (generalmente italianos) que negaron de forma rotunda la realidad de los actos que se citaban en los procesos de brujería, e incluso pensaban que los inquisidores pecaban gravemente al creer tales cosas como ciertas (Caro 1997: 183).

Decía Julio Caro Baroja (Caro 1996: 60):

El Santo Oficio fue inexorable con los judaizantes en un principio. Después de quemar muchos, reprimió también con violencia los brotes de protestantismo. Fue severo en el siglo XVIII con los religiosos y clérigos de malas costumbres y terminó siendo una especia de responsabilidades políticas, que asustó al mismo Fernando VII.

La Inquisición fue abolida por José I en 1808 y posteriormente por las Cortes de Cádiz de 1813. En 1814 el rey Fernando VII la restablece, siendo derogada de nuevo en 1820, aunque sus consecuencias se mantendrían en años posteriores. Así tenemos el caso del maestro Antonio Ripoll, que fue entregado a la justicia secular, quien le juzgó y condenó a muerte en el cadalso en 1826. Su cadáver fue metido en un tonel pintado con culebras y arrojado al río (Caro 1996: 58). Fue definitivamente abolida en 1834.

El Concilio Vaticano II, en 1965, al reconocer la libertad religiosa, disuelve la Congregación del Santo Oficio, si bien mantiene la llamada Congregación para la Doctrina de la Fe, fundada por Pablo III en 1542 (Dueso 2010: 39).

Si dura fue la Inquisición en España, más dura aún lo fue en otros países. Pero, como decía Julio Caro Baroja, fue la propaganda protestante y luterana la que se ocupó de ampliar, aumentar y difundir por el mundo sus actuaciones, situándolas en la memoria colectiva como la más cruenta de todas.

De entre todos los autores que han tratado este tema, creo que para terminar nada mejor que dejar la palabra al profesor Ricardo García Carcel (García 1990: 89) que en 1990 escribía en sus conclusiones estas palabras que parecen proféticas en el momento actual:

La abolición de la Inquisición no debe hacernos olvidar los medios de control social que los poderes públicos ejercen hoy a través de formas tan sutiles que la tosquedad inquisitorial no pudo plantearse. Pero la existencia de otros atentados contra la dignidad humana y la capacidad de crueldad del hombre, no exculpan al Tribunal de su carácter odioso.

Conclusiones

Zugarramurdi

Las leyendas pasaron a la zona de Zugarramurdi, de la mano de María de Ximildegui, moza de 20 años, que había vivido en Zuberoa. Lo que dio pie a la intervención de la Inquisición de Logroño, quien trasladó a sus cárceles a los sospechosos.

Tal y como hemos visto la existencia de las brujas y la brujería viene de antiguo. Recordar que se les cita en el libro del Éxodo, escrito hacia el 1400 a.C. Luego las tenemos en el mundo griego, romano, Edad Media y hasta prácticamente nuestros días y geográficamente también han estado presentes en todos los continentes.

Aunque sus supuestos poderes y sus acciones han sido múltiples, las pautas más destacadas ya se conocían en la antigüedad: uso de ungüentos o pociones, convertir a personas en animales, transformándose ellas mismas, volar de noche, arruinar cosechas, enfermar a animales y personas, e incluso matar.

Aunque, entre nosotros, la fama se la llevó la Inquisición de Logroño, hemos visto que ya en el Éxodo se les condenaba a muerte, siendo en Francia hacia el siglo XIV cuando se pone de modo el ejecutarles en la hoguera. Por otra parte creo que se ve claramente que si la triste fama de un país y época es por el número de pobres gentes ejecutadas, no fue la Inquisición de Logroño la más dinámica en ello (aunque una sola ejecución la hace reprobable), véase si no los datos de Languedoc y Lorena, en Francia, por ejemplo.

Por otra parte, se ve como el Tribunal de la Santa Inquisición ya actuaba en el XII contra los herejes, luego fue contra los cátaros, en el XIV contra moros y judíos, luego contra los inmorales (en defensa de la moral y la Iglesia), el luteranismo, y la brujería. Esto es, se adaptaba a los tiempos.

Para terminar no encuentro mejor forma que copiar lo escrito por Julio Caro Baroja (1914-1995) y publicado en 1997 (Caro 1997: 398):

Así, y pidiendo perdón de antemano a unos hombres que hoy tienen gran poder (y sin que lo que voy a decir deba considerarse como una paradoja), advertiré que se pueden encontrar grandes semejanzas entre la bruja antigua y el político moderno sea la que sea su filiación y el origen de su poder. Al uno como a la otra se le atribuyen facultades muy superiores a las que en realidad tienen, son igualmente buscados en un momento de ilusión, defraudan de modo paralelo y en última instancia los males de la sociedad se les atribuyen en bloque: también los políticos se dice que forman sectas con consignas secretas e infames, sin más misión que la de propagar el mal, con sus juntas misteriosas y hasta sus banquetes correspondientes. Cuando son derrotados sufren procesos sensacionales, en que magistrados austeros y testigos inocentes ponen de manifiesto todas sus culpas. Si hoy existiera la pena de la hoguera los políticos serían los más sujetos a ella. Afortunadamente (para ellos), no la hay y en los países más civilizados, cuando se les condena se les condena como la Inquisición española condenaba a las brujas en el nunca bien alabado siglo XVIII: por embaucadoras y embusteras...

Bibliografía

Bombin Pérez, Antonio (1997). La Inquisición en el País Vasco. El tribunal de Logroño (1570-1610). Universidad del País Vasco. Bilbao.

Caro Baroja, Julio (1969). De nuevo sobre la historia de la brujería (1609-1619). Príncipe de Viana. Nº 116-117. Pamplona.

Caro Baroja, Julio (1972) Inquisición, brujería y criptojudaísmo. Ediciones Ariel. Barcelona.

Caro Baroja, Julio (1996). El Señor Inquisidor. Alianza Editorial, S.A. Madrid.

Caro Baroja, Julio (1997). Las brujas y su mundo. Alianza Editoial, S.A. Madrid.

Donovan, Frank (1988). Historia de la brujería. Alianza Editorial, S.A. Madrid.

Dueso, José (2010). Historia y leyenda de las brujas de Zugarramurdi. De los akelarres navarros a las hogueras riojanas. Editorial Txertoa. San Sebastián.

García Carcel, Ricardo (1990). La Inquisición. Grupo Anaya, S.A. Madrid.

Henningsen, Guztav (1983). El abogado de las brujas. Brujería vasca e Inquisición española. Alianza Universidad., S.A. Madrid.

Henningsen, Guztav (1984). La brujomania europea. Hechos y mitos. Exposición. Biblioteca Real de Copenhague. Dinamarca.

Idoate, Florencio (1972). Un documento de la Inquisición sobre brujería en Navarra. Editorial Aranzadi. Pamplona.

Idoate, Florencio (1979). Rincones de la Historia de Navarra. Diputación Foral de Navarra. Pamplona.

Reguera, Iñaki (1984). La Inquisición Española en el País Vasco. Editorial Txertoa. San Sebastián.

Stanley Turberville, Arthur (1981). La Inquisición Española. Fondo de Cultura Económica. México.

1 Este autor apunta que fueron 49.092 procesos y la suma de estas paridas da 48.599, por lo que supondremos que la diferencia estaría en procesos sobreseídos.

 

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