Ángeles DE DIOS ALTUNA DE MARTINA, Resistencia, Chaco, Argentina
En el invierno de 1929, la cantante Emiliana de Zubeldía (Salinas de Oro, Navarra, 1888 - Hermosilia, México, 1987), visitó la Argentina. Fue un acontecimiento cultural relevante en la sociedad porteña y en particular para la colectividad vasca por los antecedentes de la concertista. La revista La Baskonia que dirigía uno de sus fundadores, José R. de Uriarte, se ocupó de difundir y elogiar ampliamente su actuación, los lugares de los conciertos y la destacada personalidad de la visitante.
En el invierno de 1929, la cantante Emiliana de Zubeldía visitó la Argentina.
Con estudios superiores de canto y composición musical en el Conservatorio de Madrid, en Bélgica, Paris, Suiza, Alemania e Inglaterra, su fama de cantora y compositora recibió los más caluros elogios de la crítica. Emiliana permaneció unos meses en nuestro país, actuando en conciertos de la ciudad de Buenos Aires y de Rosario. Los títulos de la revista vasca reseñaban sus actuaciones, el programa de los conciertos y la letra de algunas de sus canciones tradicionales o de su creación. La primera actuación fue en el salón de Amigos del Arte “ante un numeroso y calificado auditorio”. Posteriormente lo hizo el día 6 de agosto en el salón “La Argentina”. En esos mismos días y sitio, dio otro concierto en el local mencionado, Rodríguez Peña 361. Agregaba el editorialista en esa oportunidad: “La señorita Zubeldía es joven y bella y está dotada de gran sensibilidad armónica y un gran temperamento artístico musical”. Acompañaba la nota con una fotografía de la artista.
A la semana siguiente, informaba nuevamente con el título de “Concierto de Emiliana de Zubeldía”, que la artista actuaba en el Teatro de la ópera. En esta oportunidad cantó “Canciones baskas” a cuatro voces, con “un coro mixto afinado y homogéneo” de acuerdo a la nota.
Para esos años, el tenor Juan C. Pini de renombre también en Buenos Aires por sus actuaciones, cantó dentro del programa de Emiliana “Mendiko negarra”. Otro conjunto de espatadanzaris animaron el programa realizado en honor de la visitante navarra. En cuanto a Emiliana, en la función extraordinaria, logró nuevos comentarios elogiosos, “demostrando salientes condiciones como compositora, concertista, organizadora de conjuntos corales y directora”.
Ejemplares sucesivos de la revista antes mencionada, fueron informando los distintos conciertos de la artista, entre ellos, el 13 de diciembre de 1929 en Círculo de Obreros de la ciudad de Rosario auspiciado por el Centro “Zazpirak Bat”. En esta ocasión el programa incluyó “De mis montañas” interpretado y acompañado por Alberto Etchart concertista y director de la Escuela Superior de Música de Montevideo. Posteriormente la revista informaba la realización del concierto, el programa y la repercusión de sus éxitos. En el primer número de enero de 1930, en Notas Locales, anuncia la partida de Emiliana de Zubeldía hacia los Estados Unidos en el vapor “Enster Prince”, rumbo a Nueva York. La crónica señalaba “La notable artista y compositora” se dirigía a cumplir diversos compromisos en las principales ciudades del país del norte.
Tres meses después de su despedida, La Baskonia relataba la repercusión de sus conciertos en el Town Hall de Nueva York. El comentarista destacó las noticias de varios periódicos estadounidenses entre ellos The New Times, The Sun Brooklyn y Engle. El primero refirió “la exótica atmósfera de las melodías y su armonización típica e individual merced al riguroso talento de Emiliana de Zubeldía”.
Agregaba la nota que, cuando embarcó en Buenos Aires, fue despedida por numerosas amistades, con muestras de cariño, regalos que llenaron su camarote y cariñosas palabras de simpatía y buenos deseos.
Andrea Moch era escultora, pintora y escritora.
Entre esas amistades que la saludaban, se encontraba la cronista artística de la revista Andrée Moch con quien la cantante inició una relación de afecto y admiración mutua por sus coincidencias culturales. Si bien el trato de ambas fue breve en le país, fue intenso, se extendió por varios años, en el recuerdo y mediante la correspondencia que intercambiaron ambas durante un tiempo.
Andrea Moch (Paris, 1879-Buenos Aires 1952), conocida en Argentina con su nombre castellanizado, era escultora, pintora y escritora. Llegó al país en 1908 para trabajar en los Monumentos del Centenario que se erigirían en la Argentina. Su presencia respondió a la convocatoria de gobierno para la erección de la mencionada obra. Su larga trayectoria en el país y la obra dejada exceden a estas páginas y rescatamos en cambio, noticias de particular valor en relación a la personalidad y amistad de ambas mujeres.
Es, en uno de los libros de Andrea, donde dejó un testimonio interesante de aquellos años. Se trata de “Andanzas de una artista” donde relata en varias páginas la visita de Emiliana a su atelier de Avenida de Mayo 1480. La cantante se disculpó por la tardanza en ir a verla, por los compromisos de sus conciertos en la “vieja ópera, el precioso edificio construido por el arquitecto Bordón”. El padre Donosti y otras personas le habían recomendado no dejara de verla en Buenos Aires; tanto le habían hablado de ella “que es como si la conociera de muchos años atrás”. Emiliana recorría el Taller, observaba con interés las paredes cubiertas con las pinturas de la artista mientras repetía sin cesar, la palabra “alors”. Andrea describe a la cantante como “una mujercita, de ojos grandes y bandeuax alisados y muy negros, iba entrando por la larga galería que conducía a mi Estudio de la Torre”. Hace referencia a su exuberancia, su don de gentes, simpatía, su estilo gracioso; hablaba y contaba de sus luchas, sus alegrías, sus idas y venidas por Europa y América; de Navarra a Madrid, o a Paris y de aquí a Buenos Aires. Vida de artista exigida por los conciertos y elogiada por el gran público.
Andrea escribió que ese “alors” era “un brilloso, un fortísimo, un canto de gloria y triunfo”. Era dueña de una gran vitalidad, optimista, era... “toda Francia”. Andrea dejó testimonio de esa interesante visita y, entre otros comentarios, las erres de su pronunciación navarra, su derroche de simpatía, de atracción y encanto.
Coincidentemente, Emiliana se hospedaba en el Cecil Hotel a escasa distancia del estudio de la artista, Avenida de Mayo 1239 hasta donde Andrea la acompañó. La conversación era incesante y Emiliana manifestó su deseo en volver a verse todos los días posibles. En el cuarto del Hotel, la cantante ofreció a Andrea un pequeño regalo como recuerdo de esa amistad. Era su libreta de “amistades porteñas”. Algún día sería de gran utilidad a la pintora, como hechos posteriores así lo demostrarían. Emiliana deseaba que muchos de sus amigos, fueran también suyos, pues estaba segura de que podrían entenderse. “Cuando me haya embarcado. Llámeles por teléfono de mi parte, y ya verá cómo irán a su Estudio y la van querer”. Eran varios amigos, una familia de músicos italianos; un violinista, otro violonchelista; profesores e intérpretes.
Antes de partir para Nueva York, una amiga, tuvo una idea, según narra Andrea. La llevó a una gran tienda y “la vistió de blanco de pies a cabeza”. Era el deseo compartido por varias allegadas para que viajara así vestida. Esto escribió: “Le parecía que ese aspecto de pureza había de mantener a distancia respetuosa a los admiradores que encontraría a bordo, en su viaje a Norte América; conservándola, durante toda la travesía, en esa independiente soledad que precisan los artistas”. Este homenaje tenía también otro objetivo: que Emiliana dejara el luto llevado desde hacía un tiempo; un solo traje “raído” de gasa negra, bordado; y agregó la escritora: “lo que queda de un naufragio”.
“Andanzas de una artista” de Andrea Moch.
Y así partió Emiliana de Zubeldía tras su vocación musical, de intérprete, compositora y directora a fin de difundir el folklore vasco. Como es sabido, sobrevendrían con los años grandes éxitos no solo en los Estados Unidos, sino también en diversos países de América. Después del país del norte, pasó a México donde se exilió en los años del franquismo y posteriormente se radicó definitivamente. La maestra, como era reconocida en el país que la acogió, tuvo una brillante carrera artística. Con los años dictó clases de canto, composición musical y dirigió coros, y la expresión más alta de su carrera llegó, cuando en 1963, el Rector de la Universidad de Sonora la galardonó al cumplir quince años en la docencia en esta casa de estudios. Una de sus biógrafas, destacó como consagratoria la actuación de la cantante en el Palacio de Bellas Artes de México el 7 de agosto de 1968. En esta oportunidad dirigió el coro de la Universidad de Sonora donde estrenó una misa que ella compusiera.
La amistad de las dos exponentes de la cultura vasca permaneció en el recuerdo. En el libro antes mencionado, Andrea cuenta que en 1933, en oportunidad de visitar Bermeo, se le acercó una persona que sorpresivamente la abrazó y saludó. Dijo que era el saludo que traía de Emiliana: “En cualquier parte del mundo que usted la encuentre a Andrea Moch, dígale que la quiero y déle un gran abrazo de mi parte”. El breve y extraño saludo no permitió identificar al viajero, que al parecer, estaba solo de paso.
Andrea, fallecida mucho antes que la cantante navarra, no pudo llegar a conocer la larga existencia de su amiga y su sobresaliente trayectoria. La correspondencia, al parecer, se habría suspendido por los múltiples compromisos de Emiliana. Tampoco ella probablemente sabría acerca del legado de Andrea en sus pinturas, esculturas y varios libros publicados en la Argentina.
Ambas mujeres, se habían unido por espontánea simpatía, por la lengua francesa que hablaban, pero sobre todo, por compartir la cultura vasca que las dos amaban.
Revista La Baskonia, Nos. 1291 (10/8/1929), 1292 (20/8/1929); 1293 (30/8/1929); 1301 (20/11/1929), 1303 (10/12/1929); 1304 (20/12/1929); 1306 (10/1/1930); 1349 (20/3/1931).
Andrée Moch Andanzas de una artista Ediciones Aniceto López, Buenos Aires, 1939.
Ángeles de Dios de Martina Andrea Moch. Andanzas de una artista. Dunken, 2011.
Leticia Varela Emiliana de Zubeldía en América [consulta 17 noviembre 2011].
Imelda Moya Camarena “Emiliana de Zubeldia, en Nueva York” [consulta 8 de marzo de 2013].
La opinión de los lectores:
comments powered by DisqusEn Euskonews nos interesa su opinión. Envíenosla!
¿Quiere colaborar con Euskonews?
Arbaso Elkarteak Eusko Ikaskuntzari 2005eko Artetsu sarietako bat eman dio Euskonewseko Artisautza atalarengatik
On line komunikabide onenari Buber Saria 2003. Euskonews
Astekari elektronikoari Merezimenduzko Saria