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Emigración y Gran Guerra en América

Koldo SAN SEBASTIÁN

Armee de terre et armee de mer

El 1 de agosto de 1914 Francia declaraba la guerra a Alemania: “Gerla haste. Biba Frantzia”, tituló el semanario Euskualduna. El día 3 de agosto, Poincaré decretaba la movilización general. La orden se trasladó inmediatamente a los consulados de Francia en todo el mundo. El consulado francés de San Francisco de California ejercía su influencia en los estados del Oeste donde se encontraba la mayor concentración de vascos y de franceses. También se movilizan las embajadas y consulados de Chile, Uruguay y Argentina. Los primeros meses de contienda fueron de fervor y entusiasmo patrióticos. Los días de plenitud de la “unión sagrada” que definiera Clemenceau1.

Se distribuyeron carteles en francés y en euskera que fueron colocados, sobre todo en los ostatuak (pensiones vascas) y centros comunitarios. Asimismo, se reeditó la “Petit Guide Militare de l’Emigrant” del comandante Tousier, traducido al euskera por Primorena: “Soldado zerbitzua egin baino lehen edo egin ondoan Frantziatik joanak diren gizon gazten gidaria, Heskuaraz”.

El 1 de octubre de 1914, un grupo de hombres se reunía en el Hotel Indart de Reno para realizar una pequeña parada militar. La mandaba el teniente Calisfero Pitana, un venerable anciano veterano de mil combates llegado desde San Francisco. Su escuadra estaba formada por parisinos y vascos (se hace la distinción en el periódico). Entre estos últimos, los soldados Jean Larralde, Pettan Goyhetche, Jean Oxarart, Baptiste Carrica o Pierre Etchemendy. Habían llegado desde diferentes puntos de Nevada. Algunos se habían naturalizado americanos, otros estaban casados. Antes, un grupo de veinte había salido para Europa. Los soldados recibieron un cálido homenaje antes de salir para el frente en otro establecimiento vasco, el Commercial Hotel. Luego, junto a otros 250 procedentes de California, embarcarían en un convoy de la Western Pacific rumbo al frente (Reno Evening Gazette, 1914-10-02).

También se produjeron alistamientos en Chile, Argentina y Uruguay, sin contar con terrirorios fraceses de Ultramar como Martinica o Saint-Pierre et Miquelon con notable presencia vasca.

El Centro Vasco-Francés de Buenos Aires, de acuerdo con el Comité Patriotique Français, abrió una subscripción para ayudar a las familias de los reservistas que salían para combatir en Europa (La Baskonia 751, Buenos Aires, 10 de agosto de 1914). Por su parte, la Sociedad Euskal Erria, de Uruguay, decidió suspender todo tipo de fiesta “hasta tanto no termine la actual contienda europea” (La Baskonia 754, Buenos Aires, 10 de septiembre de 1914).

La Baskonia

La Baskonia tomó partido desde el primer momento por Francia.

Patricio Legarraga señala que, “partieron de Chile un crecido número de franceses”. A su regreso, fundaron la Unión Nacional de Combatientes: “en ella fueron varios los directores vascos, como Pedro Mendiboure, Pedro Rachet y José Garat. Entre los combatientes destacados están Bernardo Eyzaguirre (Concepción), Martin Mainguyaque, Francisco Gouet y Juan Arrabit (Los Ángeles), Juan Duhart (Purén) y Martín Laserre (Cañete)2.

Cuando estalló la guerra, todas las reuniones del Centro Vasco-Francés de Buenos Aires fueron suspendidas “en adhesión al drama de la guerra”, partiendo muchos vascos y descendientes para empuñar las armas. Se iniciaron suscripciones para acudir en ayuda de la familia de los soldados que están en las trincheras, en tanto las damas, organizan envíos de bultos de ropa y artículos de primera necesidad. Fueron cuatro años muy duros que terminan en noviembre de 1918 con el anuncio de la victoria aliada, programándose, almuerzos y bailes en festejo de tan magno acontecimiento. También se organizó un Tedeum y Misa en Acción de Gracias en la Catedral Metropolitana. En 1920 tienen lugar las Bodas de Plata con un gran almuerzo en que, según la costumbre, asistían hombres solos, yendo las damas sólo después de las diecisiete horas para el baile. En ese mismo año el Centro Vasco Francés, organiza una colecta “a favor de las familias de los pueblos vascongados damnificadas por la guerra” como reza el volante del anuncio3.

La Baskonia tomó partido desde el primer momento por Francia (y los Aliados) frente al Kaiser y los suyos, publicando toda clase de artículos e informaciones. Llegó incluso a criticar a la prensa navarra (excepto Napartarra) por tomas postura con los alemanes y olvidarse de los “hermanos de la Baja Navarra”.

La colectividad vasca y bearnesa, cuentan en el Monumento a los Muertos por la Patria erigido en el Hospital Francés de Buenos Aires con dieciocho nombres que hablan del sacrificio supremo.

Eugene Amestoy, emigrante en California,  en Salónica

Eugene Amestoy, emigrante en California, en Salónica.

Eugene Goyhenetche recuerda que la mayor parte de los emigrantes vascos que regresaban de las Américas para incorporarse al Ejército francés, lucharon en Salónica y en el Oriente4.

Los vascos de Saint-Pierre et Miquelon también fueron movilizados. La mayoría, como los de Sudamérica, sirvieron en los Regimientos de Infantería Colonial. Joseph Daguerre, de Saint-Pierre, cayó en el frente del Marne en 1915. Era soldado de segunda clase en el 42 Regimiento. Gabriel Oyarzabal, de Urruña pero residente en Saint-Pierre, murió en el Somme, Joseph Teletchea, de Saint Pierre, en Marne.

Lucien Urdanibia, de Saint Pierre, desapareció en la mar al hundirse el barco que lo llevaba a Salónica. Fue uno de los 1.100 desaparecidos del 3er. Regimento Colonial cuando un submarino alemán torpedeó al Provence II un paquebote transformado en “crucero auxiliar” que transportaba tropas a los Dardanelos. También desaparecieron en el mismo suceso otros vascos como Jean Beheragary, Duhalde, Harguindeguy,...

Lucien Urdanibia

Lucien Urdanibia, de Saint Pierre, desapareció en la mar al hundirse el barco que lo llevaba a Salónica.

Una de los casos de pasión guerrera fue el de Bernard Arosteguy. Nacido en Donibane Garazi, Baxe Nafarroa, el 4 de febrero de 1888. Había emigrado en 1901, instalándose en Los Ángeles donde vivía su padre Arnaud. En 1914, cuando se encontraba visitando a su familia en el País Vasco y aunque era ciudadano americano, se alistó en el Ejército francés y sirvió durante dos años en una brigada de ametralladoras. Resultó gravemente herido en Verdún y fue licenciado, regresando a California.

En 1917, trabajaba para H.C. Beasley en Ventura County, cuando volvió a ser movilizado. En junio de 1918, salió para Camp Kearney para recibir instrucción militar. En 1919, se encontraba destinado cerca de Burdeos como parte de la 144 Brigada de la 4º División del Ejército americano. El 26 de abril de 1919, el Oxnard Courier publicaba una carta que el pastor vasco enviaba a su jefe, Henry Beasley. Le contaba que llevaban tres meses esperando para ser embarcados de regreso a Estados Unidos. La partida siempre se retrasaba a “mañana”. Mientras tanto no les dejaban ir a los pueblos cercanos y, cada día, veían pasar los barcos cargados de soldados en su vuelta a casa (Oxnard Courier, April, 16, 1919).

Por fin acabó su servicio y, en diciembre de 1919, se casó en Santa Clara con una joven vasca, Catherine Duhau. En 1920, regentaba una granja en Hueneme, en el condado de Ventura, hasta que, en 1924, compró una tienda de ultramarinos en el mismo lugar que, pasados los años, se convirtió en un importante centro comercial. Falleció en Santa Clara 20 de agosto de 1935.

Como en el caso de Chile, en Argentina, surgieron diferentes asociaciones. Así, fue creada en Buenos Aires (1920) la Union Nationale des Combattants (UNC) –rebautizada como Asociación Unión Francesa de Ex Combatientes, en 1941– con veteranos de la Gran Guerra, que contó con filiales en Santa Fe y Bahía Blanca. Del mismo año data el Foyer du Poilu, de finalidad cultural y recreativa, que contaba con una filial en Rosario y con 92 miembros en octubre de 1920, muchos de los cuales lo eran también de la UNC5.

La vinculación de los vascos de las Américas a las asociaciones de antiguos combatientes de Francia contribuyó a remarcar el carácter conservador en lo político que quedaría plasmado en acontecimientos posteriores (Guerra Civil española, Segunda Guerra Mundial). Las simpatías por Petain fueron generalizadas (al menos hasta la entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial). El caso de Saint-Pierre et Miquelón es un ejemplo. Fue “liberado” por las Fuerzas Francesas Navales Libres en contra de su voluntad.

Aldude: monumento a los ca?dos en la gran guerra

Aldude: monumento a los caídos en la gran guerra.

Insumisos y desertores

Al comenzar la guerra, todos estaban convencidos de que el conflicto sería corto. Sin embargo, para 1915, ya habían muerto 450.000 combatientes. Con los primeros permisos, algunos desertan. En el fenómeno de la insumisión en algunos cantones vascos alarma a las autoridades6. En octubre de 1915, el Gobierno francés decide prohibir que los soldados de permiso, heridos o convalecientes, puedan disfrutarlo en los cantones fronterizos de los Bajos Pirineos, aunque hayan nacido allí o tengan allí la familia o su residencia habitual. Esto concierne a los cantones de San Juan de Luz, Ustaritz, Espelette, St. Etienne de Baigorry, St. Jean-Pied-de-Port, Tardets, Aramits, Accous, Larruns. Los soldados deberán disfrutar su permiso en otros cantones. Este medida se extendió a fin de año a la frontera italiana y después a la suiza. La huida hacia el Estado español para estos hombres es cosa fácil, no un salto a lo desconocido. Las relaciones familiares por encima de la frontera son aún muy frecuentes. En el País Vasco peninsular encuentran muy pronto trabajo y apoyos. El secretario de, Ayuntamiento de Valcarlos, llamado Marcos, proporcionaba papeles con facilidad, así como Leandro Goyeneche, de Elizondo, antiguo agente de emigración, que procuraba papeles y pasajes para América a quienes querían y tenían posibilidades. De todas maneras, esta huida se inscribe en una larga tradición de emigración: saben que van a encontrar al otro lado del Pirineo un hermano, un cuñado, un tío, un vecino... Son muchos vascos de Iparralde quienes, con nueva documentación, emigran a Estados Unidos. Uno de ellos fue Michel Hachquet. Nacido en Urepel, Baja Navarra, hacia 1899. Al estallar la Gran Guerra, se fue al pueblo de su madre, Elbete, Valle de Baztán. Desde allí emigró a Estados Unidos. Llegó a Nueva York a bordo del Manuel Calvo procedente de Barcelona el 16 de marzo de 1916. Se dirigió a Elko. Dio como referencia la de Frank Yrigoyen (Telescope Hotel).

La profesora Sandra Ott dedica una capítulo de su ensayo War, judgement, and memory a la Gran Guerra. Aunque se centra sobre todo el Zuberoa (Xiberoa), ofrece un importante relato de lo que podíamos llamar “emigración de insumisos y desertores”, con agentes de emigración convertidos en “agentes de deserción”, la ayuda de parientes instalados en el Nuevo Mundo para financiar los viajes a Montevideo, Buenos Aires o Estados Unidos7.

Estados Unidos entra en guerra

El 2 de abril de 1917, a raíz de hundimiento del trasatlántico Aquitania, Estados Unidos entró en la guerra. Inmediatamente, comenzó el reclutamiento general. Entre 1917 y 1918, 24 millones de hombres menores de 46 años fueron alistados. Hay que recordar que el país tenía entonces una población de 100 millones. La medida afectó a los vascos de ambas vertientes del Pirineo.

Soldados vascos en Boise

Soldados vascos en Boise.

La postura oficial de la comunidad vasca fue de apoyo sin reservas al Gobierno de Estados Unidos. El 30 de marzo de 1917, se reunieron en Boise los elementos más destacados. Entre estos, Antonio Azcuenaga (que actuó como secretario), John Archabal, Juan Anduiza, Luis Bermeosolo, Mateo Arregui, José Uberuaga, José Mendiola, Juan Echevarria, Francisco Arregui y Anastasio Jayo. Los reunidos redactaron un manifiesto que fue enviado al alcalde de Boise y al Gobernador del Estado (Idaho Statesman, 1917-03-30). Una reunión similar se celebró en Mountain Home. Estuvo presidida por José Bengoechea.

Douglass y Bilbao, recogen algunos datos sobre la postura de los pastores vasco-españoles (y sus consecuencias) ante el reclutamiento para combatir en el Ejército americano en aquellos días. Lo cierto es que los vascos (de cualquier origen) no pusieron más objeciones que otras minorías e incluso que los propios nativos. Repasando los listados publicados de los tribunales de exención, se puede comprobar lo que decimos. Por otro lado, el alegato de pertenecer a una “nación neutral” no es el que más se repite: el más común tienen que ver con mantener o ayudar económicamente a la familia (en el País Vasco o en Estados Unidos). Luego, hay un listado variado. Desde “solo combatiré si Estados Unidos es atacado, pero no en Europa”. “He pagado para no servir en el Ejército” (las famosas cuotas). Otros tenían que cuidar su rebaño... Pero, muchos fueron reclutados y combatieron.

Este es el caso de Celso Madarieta, de Bedarona, y hotelero en Elko, Nevada o Juan Nicolaurrena, de Lekaroz, que trabajaba como pastor en el norte de Nevada. Gregorio Amillategi, de Boise, fue herido en combate. Alberto Echevarria, de Pocatello, estaba considerado como un héroe de guerra. Falleció a causa de las heridas producidas por la coz de un caballo cuando se encontraba en un campamento ovejero el 24 de septiembre de 1921. Fue enterrado con honores militares (Salt Lake Telegram, 1921-09-23/Idaho Statesman, 1921-09-23).

Las consecuencias

Bernard Egozcue

Bernard Egozcue.

La inmensa mayoría de los pastores vascos movilizados solicitaron la ciudadanía americana, incluso antes de ser licenciados. En los propios campamentos militares se comenzaron a tramitar las peticiones. Además de los citados, los vasco-franceses que habían servido en el Ejército americano. Por ejemplo, Pierre Ohaco, de Aldudes, que se alistó cuando cuidaba ovejas en Arizona, Prudencio Zabala, de Nabarniz, pastor y trampero en Utah, o Bernard Egozcue, de Baigorri.

A quienes finalmente no se alistaron, no se les permitió nacionalizarse. Un ejemplo fue el de Maximino Echandia, de Ereño. En marzo de 1919, el juez de Winnemucca James A. Callahan, a petición de C.A. Ball, representante del Gobierno (naturalisation examiner) rechazó su solicitud de ciudadanía debido a que había alegado contra su alistamiento, señalando que era ciudadano de una nación neutral. Un caso singular fue el de José Manuel Oleachea, de Lesaka. En 1922, un juez de Ely, White Pine Co., le concedió la ciudadanía siguiendo el procedimiento aplicado a soldados y marineros en tiempos de guerra. Sin embargo, está fue recurrida por un fiscal. Oleachea fue reclutado y enviado a Francia en 1917. Mientras se encontraba en este país combatiendo, fue licenciado a petición del Gobierno español alegando que el pastor era súbdito del rey de España. De esta forma, no podía acceder a la ciudadanía por la vía que había iniciado. Por su parte, Oleachea alegó que la reclamación española se había hecho sin su consentimiento (Reno Evening Gazette, 1922-12-01).

Pero, no fue solo en la cuestión de la nacionalidad la que afecto a los vascos que habían alegado contra su reclutamiento. La mayoría perdieron sus derechos a utilizar tierras públicas para sus ovejas. La prensa dio cuenta de la invalidación de numerosos contratos de alquiler (W.A. Douglass & Jon Bilbao, Amerikanuak. Basques in the New World, Reno (1975): University of Nevada Press, pp.303-304).

For American Flag

 

1 Eneko Bidegain, Gerla handia, muga sakona,  Donostia (2009): Utriusque Vasconiae.

2 Patricio Legarraga, Los Vascos de Francia en Chile, Tomo I, Santiago (2005), Ed. Del autor. p.208.

3 Norma B. Ríos & Juan Carlos Ibarrola, El Centro Vasco Francés de Buenos Aires Argentina.

4 E. Goyheneche, Notre terre basque, Pau (1979) SNERD:, p. 118.

5 Hernán Otero CONICET / IEHS (Tandil, Argentina) CENA (París), El asociacionismo francés en la Argentina. Una perspectiva secular, en http://www1.tau.ac.il/eial/index.php

6 Jacques Garat, “Desertores e insumisos vascos de la Gran Guerra”, en Deia, 11-01-2015/Ver asimismo, Jean Garat, Deserteurs et insoumis basques de la Grande Guerre, Baiona (2014): Elkar.

7 Sandra Ott, War, judgement, and memory in the Basque borderlands, 1914-1945, Reno (2008): University of Nevada Press, pp. 33-49

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