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Miguel Javier Urmeneta (1915-1988)

Roldán JIMENO ARANGUREN

Con motivo centenario del nacimiento de Miguel Javier Urmeneta Ajarnaute publicamos su biografía (Pamiela, 2015), en versiones en castellano y en euskera, esta última en adaptación realizada por su hijo Asisko.

Nos hallamos ante un personaje en el que parecen concurrir claroscuros y contradicciones, fruto de las circunstancias que en cada momento han condicionado su vida, de ahí que se haga necesario contextualizar su biografía en esos hechos, pero también en cada momento histórico en el que se desarrollaron sus actos.

Miguel Javier Urmeneta nació en Pamplona en plena guerra europea y fue el mayor de doce hermanos. Cuando estudiaba la carrera de Derecho en los años de la Segunda República, militó, como toda su familia, en el nacionalismo vasco. Hizo campaña a favor del Estatuto vasco-navarro y fue fundador y uno de sus líderes más destacados de la Asociación de Estudiantes Vascos de Pamplona. El golpe militar de Emilio Mola en julio de 1936 le obligó a alistarse al Requeté, en el Tercio del Rey, una durísima decisión que, como la de otros nacionalistas vascos de Navarra, obedecía a la necesidad de salvar a su familia. Tenía constancia certera de que su padre iba a ser fusilado, lo que hubiera dejado a su madre viuda, embarazada y con once hijos. Durante la guerra demostró unas dotes singulares para la estrategia militar y, fruto de su constante formación y de sus éxitos en campaña, llegó a sercapitán de Infantería y jefe de batallón. Acabada la contienda civil superó la única asignatura que le quedaba para concluir la carrera de Derecho en la Universidad de Salamanca. La angustiosa circunstancia que vivía en esos momentos su familia, con procesos de responsabilidades políticas abiertos a Ataúlfo, Moisés, Humbelino y Aníbal Urmeneta Cidriáin, acompañados de la correspondiente incautación de bienes, obligaron a Miguel Javier Urmeneta a dedicarse profesionalmente al Ejército.

Miguel Javier Urmeneta

Miguel Javier Urmeneta fue diputado foral en la candidatura carlista entre 1964 y 1971.

Se vio obligado a alistarse en la División Azul cuando Franco envió a la Segunda Guerra Mundial a los primeros de las respectivas promociones de la Academia de Transformación. Luchó en el frente ruso de Nóvgorod (1941-1942), y regresó como un héroe de guerra. Tras pasar por la Escuela de Aplicación y Tiro de Infantería, donde fue profesor y administrador de la caja (1943-1944), cursó estudios en la Escuela de Estado Mayor (1944-1949) y ascendió a comandante. Colaboró allí muy estrechamente con el capitán general Agustín Muñoz Grandes. Este lo envió a la Escuela de Estado Mayor del Ejército norteamericano en Fort Leavenworth (Kansas), en el momento en el que la dictadura española se abría a las potencias ganadoras de la Segunda Guerra Mundial. Urmeneta era el comandante de Estado Mayor que sabía más inglés, pero también el más progresista y, por tanto, el menos franquista, es decir, la imagen que el Ejército español necesitaba transmitir en Estados Unidos.

La década de los cincuenta marcó un cambio en su actividad profesional, ya que, siendo en esos momentos comandante de Estado Mayor, la muerte de su padre, director general de la Caja de Ahorros Municipal de Pamplona, le llevó a regresar con su familia y a postularse a sí mismo para hacerse cargo de la entidad financiera en 1954, tarea que desempeñó hasta su jubilación en marzo de 1982. El 24 de junio de 1957 contrajo matrimonio con Conchita Ochoa Goyeneche. Ese mismo año logró crear, junto con diversos euskaltzales, una Sección para el Fomento del Vascuence/Euskeraren Aldeko Saila, dentro de la Institución Príncipe de Viana.

En febrero de 1958 fue nombrado alcalde de Pamplona, cargo que desempeñó hasta 1964. En una entrevista publicada en 1983 subrayó que nunca se había considerado un alcalde franquista, y que en esas funciones le había guiado un principio de rectitud, más que de lealtad al Régimen. Ostentó la vara de mando de manera personalista y con gran autoridad, pues la ausencia de partidos políticos en la Corporación se prestaba a un personalismo que, en su caso, alcanzó cotas carismáticas. Daba comienzo, en aquella Navarra tradicionalista de la dictadura, a una dilatada trayectoria política exquisita en las formas y profundamente aperturista y dinámica. En el consistorio dejó un legado de cuño personal en el jumelage con Bayona, la urbanización y construcción de buena parte de los barrios extramurales de la ciudad, y el impulso del movimiento cooperativo de autogestión a través de la promoción, con suelo municipal, de viviendas sociales a costo mínimo. Procuró un nuevo sistema de abastecimiento de agua para la ciudad, con la construcción del embalse de Eugi, y renovó la red de saneamiento y alcantarillado. Logró la retirada de los cuarteles militares del centro de la ciudad y su traslado a Aizoáin, con la consiguiente cesión por parte del Ejército de la Ciudadela, y fue artífice de la restauración del Redín y de otras zonas del Casco Viejo. Fue el impulsor de la industrialización y de la creación del polígono de Landaben, y a él se debe, asimismo, la ubicación del campus de la Universidad de Navarra y el controvertido proyecto del Hotel Tres Reyes.

Miguel Javier Urmeneta

Miguel Javier Urmeneta fue nombrado alcalde de Pamplona en febrero de 1958, cargo que desempeñó hasta 1964.

Entre 1964 y 1971 fue diputado foral en la candidatura carlista, período en el que, bajo la vicepresidencia de la Diputación de Félix Huarte, llevó el peso, junto con Francisco José Saralegui Platero, del desarrollo económico e industrial de la provincia. Su labor fue decisiva para el trascendental cambio operado en la Navarra del segundo lustro de los sesenta y principios de los setenta. Otro logro destacado de su gestión, compartido con el resto de negociadores navarros, fue la firma del Convenio económico con el Estado (1969). Su obsesión por modernizar Navarra debía ser compatible con el mantenimiento de los pilares identitarios de su tierra, por lo que siguió colaborando estrechamente en el relanzamiento de la cultura vasca, ahora desde la Diputación. Su papel fue decisivo en el difícil impulso de las ikastolas.

En su periplo político, tanto al frente de la alcaldía de Pamplona como siendo diputado foral, no cobró sueldo alguno y no desarrolló ningún tipo de labor empresarial o económica con la que lucrarse a través de la política. Su único sueldo era el que percibía como director de la Caja de Ahorros Municipal de Pamplona.

Fracasó en su particular apuesta políticadel Tardofranquismo y la Transición. Se presentó a las elecciones como candidato entre los concejales “sociales” por el tercio sindical (1973), con el fin de poder presentarse a las posteriores elecciones a diputado foral y lograr ser vicepresidente de Navarra, pero las fuerzas vivas del régimen se lo impidieron.

Adolfo Suárez y Gutiérrez Mellado le propusieron en 1976 ser delegado del Gobierno en Gipuzkoa e incluso súpergobernador del conjunto de las tres Provincias Vascongadas. Urmeneta lo consultó con los partidos políticos todavía no legalizados y con diversas fuerzas vivas del país. Asumiría el cargo bajo ciertas condiciones (amnistía, legalización de la ikurriña, autoridad para conceder permisos de reunión, asociación y manifestación, y su control absoluto de las fuerzas de orden público), que no fueron aceptadas por el ministro del Interior Rodolfo Martín Villa. Previamente también fue propuesto como ministro y como preceptor del príncipe Felipe, pero consideró que sus esfuerzos debían centrarse en el proyecto que quería para Navarra. En las primeras elecciones al Congreso de los Diputados de 1977 impulsó el Frente Navarro Independiente, cuyo programa era resultado, en buena medida, del proyecto político en el que venía trabajando el propio Urmeneta desde dos años atrás. El FNI aglutinó a gentes provenientes de la HOAC, socialistas, carlistas y nacionalistas vascos. El fracaso electoral de este partido plural, centrista, preocupado por lo social, vasquista y europeísta, llevó a su ideólogo principal a retirarse de la política. Se implicó a partir de entonces en colaborar en labores de mediación de conflictos laborales, singularmente en el de Potasas de Navarra.

Jubilado de la Caja de Ahorros Municipal en 1982, abrió un despacho en la calle Bergamín núm. 11 para seguir recibiendo a la gente y ayudar en lo que pudiera. Ingresó en el Colegio de Abogados de Pamplona, pero no llegó a ejercer la abogacía. Colaboró activamente con la Academia de la Lengua Vasca/Euskaltzaindia —de la que fue miembro de honor— y con la Sociedad de Estudios Vascos/Eusko Ikaskuntza, desde cuya oficina se coordinaba el jumelage popular Bayona-Pamplona, en el que Urmeneta tuvo un protagonismo destacado. Fue, además, el primer presidente de Iruñeko Komunikabideak S.A. (1984), Sociedad creadora de Euskalerria Irratia, y el que dio los primeros pasos para que esta emisora fuera legalizada por el Gobierno de Navarra.

Pero su jubilación, sobre todo, le permitió cultivarcon mayor dedicación sus dos grandes aficiones: la pintura y la creación literaria. Acuarelas rápidas, eficaces y hermosas llenaban sus domingos. Sus exposiciones colectivas e individuales recibieron excelentes críticas. En cuanto a su producción escrita, sus libros sobre los Sanfermines, de gran calidad literaria, fueron premiados. No llegó a ver publicados los dos tomos de sus Memorias, que dejó preparados, y que iban a tener continuidad en dos o tres más, y cuyos borradores los incluimos como apéndice de nuestra biografía.

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