Luis BILBAO LARRONDO
Tratar de entender cómo se produjo el desarrollo urbano de Madrid, durante el primer tercio del siglo XX, no es posible, sin haber analizado previamente cuáles fueron las políticas financieras que sostuvo el capital vasco sobre la capital, ni el por qué, sin haber estudiado antes las razones que les llevaron a la adquisición de un determinado suelo, en, según qué zonas y en otras, en cambio, porqué no. Como tampoco lo conseguirán sin haber estudiado, qué supuso para el progreso y transformación de Madrid la asociación entre el Banco de Vizcaya con los promotores y técnicos que componían la familia de origen guipuzcoano, los Otamendi. Decía el profesor Sambricio, en el contexto del fin de la primera guerra mundial, que hubo quienes decidieron invertir en suelo urbano, comprando en Madrid y apostando por transformar la ciudad en una gran capital. Un grupo de arquitectos e ingenieros vascos con el apoyo financiero del Banco de Vizcaya decidieron una operación de suelo sobre el norte de la ciudad que transformaría a corto plazo el futuro urbanístico de Madrid1.
Acceso Glorieta Bilbao en Archivo Histórico del BBVA.
De hecho ocurrió con la llegada, tanto del Banco de Bilbao —que abrió sucursal en Madrid en la Gran Vía 17— como con la llegada del Banco de Vizcaya, —que abrió su primera sucursal en la Calle Nicolas M. Rivero 8/10, anteriormente llamada Cedaceros—. El Banco de Vizcaya compró nada más llegar a Madrid la banca Luis Roy y puso al frente de la sucursal a Emilio Roy Lhardy, gran conocedor de dicha plaza. Son momentos de mucho temor, por ser desfavorables para cualquier negocio, cuando sabemos que vivían en una época de gran crisis financiera, poco fiable para la inversión en Madrid, con un comercio paralizado, precios a la baja, crisis industrial, escasos pedidos de Inglaterra y Alemania, bajos fletes marítimos, teniendo en cuenta la importancia de la flota bilbaína. Todo ello no había hecho sino reducir espectacularmente no solo las políticas inversoras y los ingresos sino que también el capital al encarecer el dinero que afectó a la Bolsa. Las previsiones del banco, no obstante, eran optimistas, a pesar de la crisis2.
Los ingenieros Carlos Mendoza, Antonio González Echarte y Miguel Otamendi, basándose en el proyecto del Metropolitano de Paris, pretendieron un diseño análogo para Madrid ante las buenas perspectivas económicas previstas. En el fondo no solo se trataba de un magnífico negocio sino que también de la mejor solución porque ante las numerosas dificultades para los obreros madrileños al desplazarse a diario a Tetuan de la Victorias y ver que tardaban horas en acudir al trabajo, fue por lo que plantearon estos ingenieros la necesidad del proyecto de un ferrocarril metropolitano rápido, eficaz y económico. La idea era que el madrileño con menos recursos, a través del Metropolitano, pudiera transitar desde su oficina o taller hasta su casa remota en plena periferia en un escaso margen de tiempo y a un precio asequible. Acercaría distancias entre los barrios más populosos de Madrid y sus habitantes al alejarse del centro podrían satisfacer sus necesidades de aire, luz e higiene. También era la solución a la estrechez de muchas calles de Madrid, al tráfico cada vez más intenso, al trazado de tantas curvas y a las fuertes pendientes que dificultaban el tránsito de los tranvías que se atascaban en Carretas, Fuencarral u Hortalezas. Otamendi lo diseñó en tan solo cuatro meses desde las oficinas de Mengemor.
Estación de Cuatro Caminos en Archivo Histórico del BBVA.
La concesión del gobierno fue para Otamendi, porque era quien firmaba el proyecto. Así sucedió el 28 de Mayo de 1914 y Otamendi les hizo participes a sus socios de dos terceras partes del negocio. A la hora de acudir en busca de financiación del proyecto se encontraron con una negativa total por parte de los bancos, porque estos entendían que, en Madrid, era descabellado pretender que los madrileños utilizasen el Metropolitano cuando era una ciudad en donde nunca había prisa por nada y era una urbe de mucha menor entidad que Nueva York o Paris. No lo consideraban ni como un buen negocio, incluso el dinero que pretendían los promotores lo consideraban excesivo por el estudio, el proyecto y la concesión. Hasta que cambió las condiciones Mendoza, quien desarrolló nuevos procedimientos para pagar el proyecto a través de cédulas de concesión para los ingenieros y para los primeros accionistas que expusiesen dinero a favor de la empresa. Fue Enrique Ocharan, Director Gerente del Banco de Vizcaya y prestigiosa figura del mundo financiero, quien comprendió la importancia del proyecto para el banco al aportar cuatro millones de pesetas si conseguían Otamendi y el resto otros tantos millones. Las suscripciones fueron de 50.000 hasta los 2.500.000 de pesetas. La solución la dieron, efectivamente, las subscripciones particulares, más un millón de pesetas que aportó el rey Alfonso XIII. Solucionado el problema económico se dictó la Real Orden del 19 de Septiembre de 1916 que les concedía el Ferrocarril Central Metropolitano. La primera línea sería desde Sol, Red de San Luis, Hospicio, Glorieta de Bilbao, Chamberí, Glorieta de la Iglesia, Ríos Rosas hasta Cuatro Caminos.
Parque Metropolitano en Archivo Histórico del BBVA.
El profesor Sambricio añadió que, tanto Mendoza como Otamendi, intuyeron que el desarrollo del norte de la ciudad implicaría la revalorización del entorno, por lo que adquirieron suelo a ambas partes de la Ronda entre Tapias de la Moncloa y Cuatro Caminos aprovechando lo bajo del precio al ser una zona degradada. La política era muy clara, allí donde surgiera una nueva estación del metropolitano, se iniciaban proyectos de urbanización y construcción, se derruían viejos edificios y aumentaba extraordinariamente el valor del suelo y de la edificación prevista revalorizando todo, incluso los terrenos colindantes de manera extraordinaria y si se construía hacía de la posterior venta un excelente negocio. Lo que atraería, como no, muchos y nuevos inversores. Los promotores vieron que junto a la extensión subterránea era preciso llevar a cabo ese necesario desarrollo exterior. Para lo cual constituirían una sociedad que no solo adquiriera suelo sino que también se dedicara a la venta, urbanización, edificación y venta. Surgió así la Compañía Urbanizadora Metropolitana con una nueva inyección de capital del Banco de Vizcaya. Se preveía una gran revolución en la vida de aquellas zonas influenciadas de los Barrios Bajos y de la Zona Sur creando nuevos medios de trabajo y riqueza además de urbanos3.
Glorieta de Cuatro Caminos en Archivo Histórico del BBVA.
Para Sambricio la creación tanto de la CUM como la puesta en funcionamiento del Ferrocarril Metropolitano de Madrid, ambos proyectos los consideraba que eran las dos caras de la misma moneda y al tiempo dos aspectos de una doble jugada, al adelantarse a cualquier propuesta de Metropolitano y al ordenar el suelo al norte de la ciudad. La idea fue evidente en el Paseo de Ronda, entre la Glorieta de Cuatro Caminos y la Calle Gaztambide, que no pasaba sino por proyectar edificios a gran escala, desde viviendas, chalets hasta hoteles. De hecho llegaron a adquirir de siete a nueve millones de pies cuadrados distribuidos desde la Glorieta Ruiz Jiménez hasta donde terminaba en las Tapias de la Moncloa. Esta nueva barriada estaba ubicada en una zona excelente entre la estación de Cuatro Caminos y la futura de Bulevares. Dedicando la zona próxima a la Glorieta Ruiz Jiménez, a la construcción de viviendas y el resto a Parque Urbanizado. Lo más destacable eran las nuevas vías de comunicación con una gran avenida de cuarenta metros de ancho y novecientos veinte metros de largo, que iba de Este a Oeste y acababa en la Calle Gaztambide. A ambos lados se previó que se construirían toda una serie de modernos edificios4.
Al final de esta avenida, entre la Calle Gaztambide y Tapias de la Moncloa se desarrollarían sobre los 211.844 metros cuadrados de superficie adquirida, sobre un suelo que gozaba de grandes exenciones, tanto los construidos sobre los 68.000 m2 a ambos lados de la Gran Avenida como los 140.000 m2 del Parque Urbanizado. Al abrir nuevas vías de comunicación proporcionaban no solo una mayor accesibilidad sino que revalorizaban aún más sus propios terrenos. La CUM urbanizó suelo, lo vendió pero también edificó rascacielos, tipo Titanic, aprovechando su monumentalidad, su verticalidad y los comercios de las plantas bajas. Pero también pretendió resolver el problema de la vivienda a toda una incipiente clase media: médicos, abogados, comerciantes, ingenieros, artistas, empleados, arquitectos...5
Todo aquel suelo adquirido por la CUM, esta compañía lo dividió en tres zonas: la zona A, con el suelo a ambos lados de la avenida central, la zona B, que correspondía al Parque Urbanizado y la zona C, junto al Metropolitano y la barriada, pero, que, no obstante, este suelo no contaba con privilegios ni exenciones de ningún tipo. Posteriormente se diseñó por la CUM el Stadium Metropolitano además de treinta hoteles, más varias residencias estudiantiles dado que la propaganda de la compañía lo vendía como un lugar óptimo de descanso y relajación, como una zona higiénica y salubre, que además contaba con una rápida comunicación con el centro de la ciudad.
Stadium Metropolitano en Archivo Histórico del BBVA.
El capital vasco tuvo otro tipo de actuaciones como las que realizó sobre el segundo tramo de la Gran Vía de Madrid, de la Red de San Luis a la Plaza Callao, con la compra de solares a 85 pts/pie2. La edificación del cine Reina Victoria en la Plaza Isabel II, diseñado por el arquitecto vizcaíno Teodoro Anasagasti fue promovida por la empresa Sagarra de capital vasco. Anasagasti diseñó a su vez un nuevo coliseo que doblaría en capacidad al Teatro Real con 3.500 espectadores. Incluso Joaquin Otamendi diseñó el frontón Jai Alai en la Calle Alfonso XI detrás de la Casa Correos. De hecho la entrada en la sociedad concesionaria del industrial bilbaíno Horacio Echevarrieta fue todo un gran revulsivo que sirvió para que se reanudaran los trabajos de urbanización del segundo tramo. La dirección de las obras la encomendó a un joven y brillante arquitecto bilbaíno llamado Secundino Zuazo, que ejecutó las obras de reforma interior. Le fueron cedidas siete hectáreas en la prolongación entre la Calle Preciados y enlace Plaza Callao con Plaza de Alcalá. Echevarrieta se dedicó a edificar y vender hasta siete inmuebles, con un alto beneficio e inmediato6.
La actividad de la CUM en la barriada metropolitana, más las exenciones tributarias de las edificaciones, más las singularidades formales, hizo que los inversores acudieran en tromba a adquirir parcelas de terreno para poder construir hotelitos en serie. Los ejemplos fueron muchos, como la casa de Santos Seseña entre la Avenida Reina Victoria y la calle Blasco Garay diseñada por Julián Otamendi, los hoteles en Avenida de la Moncloa también obra de Julián Otamendi u otros diseñados como Eduardo Eznarriaga, los hermanos Sainz de Terreros y José Calcedo. La CUM publicó folletos de cincuenta páginas en los que explicaba el éxito de su modelo de desarrollo urbano e incluso apuntaba la posibilidad de ser imitado en el resto de Madrid.
Gran Vía en Archivo Histórico del BBVA.
La CUM prosiguió con su intensa actividad de ir urbanizando las calles Ramiro II y Nueva, a la vez que vendía suelo de la Avenida Reina Victoria y del Parque Urbanizado. Incluso vendió al Estado un solar de 30.000 m2 en Reina Victoria, edificó dos residencias, ocho hoteles en el parque y doce construcciones en la zona no exenta de tributos que sumado a los Titanics, los colegios Esclavas Concepcionistas, Padres Maristas además de la escuela para la Policía y un edificio para la guardia civil evidenciaba la capacidad constructiva de la CUM. ¿Acaso era real la propaganda de la CUM sobre Madrid que se trataba de una ciudad emprendedora, de corajes e iniciativas?
A finales de los años veinte, Madrid contaba con una población de un millón doscientos mil habitantes, la cual iba en aumento y obligaba a las autoridades a apoyar los proyectos de la iniciativa privada. Con el inicio de la construcción de la Ciudad Universitaria se le abrieron amplias perspectivas constructivas y urbanísticas a la CUM, además de revalorizar su suelo al colindar con el Parque en Moncloa entre Julián Romea y el Stadium. La CUM prosiguió erigiendo proyectos como el del Hotel del Parque Urbanizado de la Avenida del Valle, el del Hotel Oficina de la Glorieta Gaztumbide, y llegaron a vender 51.419 m2 de la Glorieta de Gaztambide a la Glorieta Circular y para 1933 abundante suelo en la zona de Buenos Aires al Norte, por la barrancada de Caño Roto, con un total de 40.330 m27.
Hotel junto a Moncloa en Archivo Histórico del BBVA.
Sabemos por el profesor Sambricio que la CUM poseía dos millones de pies2 en 1930. No era para menos, porque la CUM era la gran promotora de la zona norte, la cual aglutinó a los propietarios del suelo, lo que denominó Sambricio que eran los dueños de huertas reconvertidos en accionistas de la compañía, ligaron el futuro de la sociedad a la construcción del Metropolitano8.
No obstante, cuando los historiadores afirman que con la promulgación del gobierno de la Ley Salmón o Ley contra el Paro Forzoso (1934) lo cambió todo, es totalmente acertada dicha idea. Además de absorber el paro y tratar de reactivar la construcción fue una ley que a su vez perjudicaba a la CUM al dotar de los mismos beneficios a todos los solares. Y es cuando surge la Compañía Inmobiliaria Metropolitana, la cual se concibe como promotora de la CUM, que era la propietaria del suelo, con otra aportación inicial del Banco de Vizcaya de un millón de pesetas. Si bien esta ley otorgaba ventajas fiscales a todas las inmobiliarias, beneficiando con exenciones tributarias, tenían que cumplir con una regla básica: comenzar las obras antes del 31 de Diciembre de 1935 y terminar antes del 31 de Diciembre de 1936. Así empezó a diseñar Julián Otamendi las viviendas de la Calle Pablo Iglesias y Reina Victoria para la CIM. Finalmente, ante el estallido de la Guerra Civil obligó a posponer la intensa actividad de años precedentes, que, no obstante, retomarían nada más acabar dicha contienda, con mayor intensidad si cabe9.
1 Sambricio, Carlos (2012) “Compañía Urbanizadora Metropolitana” en Ilustración de Madrid nº 26, Invierno. p. 29.
2 Memorias (1920) Banco de Bilbao, Sucursal de Madrid, Archivo Histórico del BBVA. Memorias (1921) Banco de Vizcaya, Sucursal de Madrid, Archivo Histórico del BBVA.
3 (1924) Memoria de la CUM, Archivo Histórico del BBVA.
4 (1920) “La CUM” en La Construcción Moderna nº 21, 15 Noviembre. (1923) “La nueva barriada de la CUM” en La Construcción Moderna nº 13, 15 Julio.
5 Galiana Martín, Luis (2003), “La CUM” en Sambricio, Carlos, Un siglo de vivienda social, Tomo I, Madrid: Editorial Nerea. Guerrero, Salvador (2003) “Los titanics de la CUM 1919-1923” en Sambricio, Carlos, Un siglo de vivienda social, Tomo I, Madrid: Editorial Nerea.
6 Díaz Morlan, Pablo (1999), Horacio Echevarrieta 1870-1963, el capitalista republicano, Madrid: Editorial Lid. pp. 157-162.
7 (1935) Memorias de la CUM en Archivo Histórico del BBVA.
8Sambricio, Carlos (2013) “Compañía Urbanizadora Metropolitana (II)” en Ilustración de Madrid nº 27, Primavera. p. 38.
9(1935) “La ley del Paro” en Siglo Futuro nº 18, 26 Diciembre.
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