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De la información ¿al conocimiento?

José Luis LARREA, Economista y Doctor en Competitividad Empresarial y Territorial, Innovación y Sostenibilidad

La llamada Sociedad de la Información constituye ya un lugar común. Su elemento más característico es la capacidad que tienen sus miembros —desde cada ciudadano hasta todo tipo de organización pública o privada— para obtener y compartir cualquier información al instante, desde cualquier lugar y en la forma que se prefiera. Esta capacidad de acceso a todo tipo de información generada por otros ha supuesto un cambio revolucionario. Guarda un gran regalo y una gran amenaza.

Oportunidades

La sensación de cambio permanente se ha instalado en nuestras vidas de la mano de tres tendencias clave. La primera es la globalización, que siempre ha existido pero que ahora se percibe más fuerte que nunca. La segunda tiene que ver con el desarrollo de la tecnología de la mano de las Tecnologías de la Información y de las Comunicaciones (TIC). Pero además, están en marcha profundos cambios tecnológicos en los campos de las tecnologías de materiales y nanotecnologías, la biotecnología y la biogenética —tecnologías de la vida—, las tecnologías de energías limpias y las tecnologías de las ciencias cognitivas. Con el impacto añadido de que el potencial de cada una se ve incrementado por la capacidad de integración con las otras. Y la tercera tendencia tiene que ver con el incremento en la velocidad en el intercambio de información. Este proceso de aceleración del cambio se vive en un escenario en el que la “conectividad” de todos con todos —redes sociales,...— y de todo con todo —el internet de las cosas—, la “accesibilidad” de todos y a todos —globalización—, la “movilidad” —teléfono móvil, tablets,...—, la “capacidad de integrar y manejar datos” —Big data,...— y la “velocidad” a la que se intercambia la información y a la que todo ocurre son claves. Un escenario lleno de posibilidades para innovar y progresar.

Amenazas

Pero también esconde la amenaza de la superficialidad, derivada de la dificultad para generar espacios en los que reflexionar y profundizar sobre el sentido de las cosas. No estamos hablando de información, sino de conocimiento. Es indudable que se da un incremento de la complejidad y la incertidumbre, y se está produciendo una deriva hacia la búsqueda de lo inmediato —rápido—, lo concreto —simple— y lo fácil —gratis—. El debate de la influencia de Internet en los procesos de construcción del pensamiento es tremendamente interesante. Nicholas Carr advierte que “con sus constantes distracciones e interrupciones, la Red nos está convirtiendo en pensadores dispersos y superficiales”. Sandip Tiwari, experto en nanotecnología, apunta que “el acceso masivo a la información hace que los jóvenes sean capaces de hacer varias cosas a la vez, pero está desapareciendo en ellos la capacidad de concentrarse en algo durante un tiempo”. Como señala el economista Tyler Cowen, “cuando el acceso a la información es fácil, tendemos a favorecer lo breve, lo lindo, lo deshilvanado”. En realidad, la inmediatez que lleva a la superficialidad es el regalo envenenado de la estupidez.

Redes sociales

El debate de la influencia de Internet en los procesos de construcción del pensamiento es tremendamente interesante. Nicholas Carr advierte que “con sus constantes distracciones e interrupciones, la Red nos está convirtiendo en pensadores dispersos y superficiales”.

La información en la base del conocimiento

La información por la información, sin más, no debería ser el eje conductor de nuestras relaciones. La verdadera revolución está en utilizar la información y las posibilidades de conexión para comunicarnos con el fin de enriquecer los procesos de aprendizaje de las personas y, en consecuencia, de las organizaciones. Esa cadena de información accesible, que se comunica y se comparte, y se pone al servicio de los procesos de aprendizaje, está en la base de todo proceso de creación y desarrollo del conocimiento.

Podríamos decir que la “sociedad del conocimiento” está llamada a coger el testigo de la “sociedad de la información”. Sin embargo, el verdadero reto lo tenemos en la “sociedad del aprendizaje”. En realidad, el conocimiento es la expresión, en cada momento, del resultado acumulado de nuestros procesos de aprendizaje. Por otra parte, la relación entre el aprendizaje y el conocimiento desde una visión transformadora nos sugiere, a su vez, su estrecha relación con los procesos de innovación.

El conocimiento es sinónimo de innovación

El “conocimiento transformador”, que transforma a la persona y a la realidad sobre la que se proyecta, es un conocimiento generado en un proceso de transformación personal —individual— y social —colectivo—. En la medida en que el conocimiento es la toma de conciencia de las cosas, de lo que sabemos acerca de lo que nos rodea, esa toma de conciencia se hace a través de un proceso de transformación, de aprendizaje, fruto de la interacción con el entorno, en el que el conocimiento se genera de la mano de la reflexión y la acción, en contacto directo con la realidad en la que se proyecta y a la que contribuye a cambiar, construyéndose de manera cooperativa en el diálogo permanente con otras personas, instituciones y organizaciones implicadas, y derivando en un proceso de transformación y enriquecimiento personal. Por todo ello, se trata de un conocimiento transformador.

Para una empresa, o cualquier tipo de organización, su desafío estratégico, lo que le llevará a conquistar el futuro, se alcanzará haciendo crecer su conocimiento a través del aprendizaje. Es primordial asumir un modelo de transformación, de innovación y de desarrollo sostenible basado en el aprendizaje permanente, fundamentado en las personas y en la cooperación.

Esto supone un reto de primer orden para el sistema educativo, en especial para las universidades, pero también para el resto de los agentes económicos, sociales e institucionales, porque la generación de conocimiento transformador necesita del compromiso activo de todos. En este sentido, la apuesta decidida por una forma nueva de entender los procesos de formación y de investigación, que ponen de manifiesto el carácter estratégico de la formación dual y de la investigación transformadora —investigación dual— resulta insoslayable.

RRSS - Copy posibles

La llamada Sociedad de la Información guarda un gran regalo y una gran amenaza.

Vivimos en un escenario en el que la “conectividad”, la “accesibilidad”, la “movilidad”, la “capacidad de integrar y manejar datos” y la “velocidad” nos ofrece múltiples posibilidades para innovar y progresar

Ante tanta información, se esconde la amenaza de la superficialidad: una deriva hacia la búsqueda de lo inmediato —rápido—, lo concreto —simple— y lo fácil —gratis—.

La “sociedad del conocimiento” está llamada a coger el testigo de la “sociedad de la información”. Sin embargo, el verdadero reto lo tenemos en la “sociedad del aprendizaje”.

El “conocimiento transformador”, que transforma a la persona y a la realidad sobre la que se proyecta, es un conocimiento generado en un proceso de transformación personal —individual— y social —colectivo—.

Para una empresa, o cualquier tipo de organización, su desafío estratégico se alcanzará haciendo crecer su conocimiento a través del aprendizaje.

Un reto de primer orden para el sistema educativo, en especial para las universidades, pero también para el resto de los agentes económicos, sociales e institucionales, es el carácter estratégico de la formación dual y de la investigación transformadora.

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