Josemari
VELEZ DE MENDIZABAL AZKARRAGA
Traducción: Koro GARMENDIA IARTZA
Jatorrizko bertsioa euskaraz
Traduction au français
Tuve mi primer contacto con el Grupo Québec-Euskadi el 23 de agosto de 1983, en el despacho que ocupaba en el Gobierno Vasco. Aquella mañana recibí la visita de la bilbaína Begoña Zabala, y me habló sobre el grupo teatral Ekin-Québec, de Montréal, del que ella era miembro, un grupo que pretendía estrechar los lazos entre Euskadi y Québec. Como si tratara de demostrarme que me estaba hablando en serio, me citó algunos nombres de cuya dimensión, en aquel momento, no llegué a “entender” en su justa medida.
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Montréal, 84-02-14. Iñaki Zabala, Gaston Miron y Arantza, una azpeitiarra que investigaba sobre los Zabala. |
Begoña era hija de Iñaki Zabala Ayerbe, un hombre muy afable y particular, propietario de una peletería en Bilbao y con experiencia en los negocios del wolframio. Era abertzale hasta la médula, de los que piensan que los vascos tenemos que hacer escuchar nuestra voz en todo el mundo. En ese aspecto, me mostraba completamente de acuerdo con él. Cuando el 3 de octubre de aquel mismo año nos reunimos en Vitoria/Gasteiz, me confesó que apoyaba incondicionalmente el proyecto de su hija. Incluso se mostraba dispuesto a poner dinero para favorecer un acercamiento entre las culturas de los dos países. Del dicho al hecho, ya que, cuando algunos amigos de Québec llegaron por primera vez a Euskadi, entre ellos el escultor Armand Vaillancourt, que venía con el deseo de colocar una obra suya en las proximidades de Gernika, Iñaki pagó de su propio bolsillo el alquiler de un avión para que les diera unas cuantas vueltas sobre las tierras de Bizkaia, en aras de encontrar el lugar idóneo para el trabajo Vaillancourt. Iñaki tomaba las decisiones en un santiamén. Aquella agradable sobremesa de octubre, tuvimos ocasión de charlar largo y tendido, y diseñamos la que vendría a ser la primera de nuestras actividades: una exposición en Montréal sobre la obra del fotógrafo bilbaíno Pedro Zarrabeitia.
Varios días después, el 21 de octubre, Iñaki y yo, acompañados por Pedro Zarrabeitia, nos trasladamos a Pau con el objeto de entrevistar a la cantante québequesa Pauline Julien, buena amiga de Begoña Zabala y compañera sentimental del ministro del Gobierno de Québec, Gerald Godin. El recibimiento de Pauline en el Casino de Pau fue realmente extraordinario. Con la presencia en la sala de la esposa del presidente francés, Danielle Mitterrand, Pauline cantó en un espectáculo a favor de la “Alfabetización de los Pueblos Minorizados”. Nada más aparecer en el escenario, Pauline nos saludó con un sonoro “Viva el Pais Vasco”. En la cena de aquella noche, la artista nos prometió que en nuestro viaje a Québec seríamos recibidos por el Gobierno.
Al ver la vía libre, decidimos realizar aquella primera visita en febrero de 1984. El grupo “Amitié Québec Euskadi” se ocupó de los pormenores de la exposición de Pedro Zarrabeitia, con la colaboración de la sociedad "Omelic-Foyer Artistique des Communautés Culturelles du Québec” de Montréal. Con el objeto de realizar una digna publicidad de Euskadi ante las autoridades de Montréal, decidimos traducir al francés el texto del libro "Huts", de Alberto Schommer y Ernesto Sabato, recién editado por el Gobierno Vasco. Hizo las veces de nuestra tarjeta de visita.
Si bien la fecha de inauguración de la exposición estaba fijada para el 15 de febrero, Zarrabeitia y yo llegamos a Montréal tres días antes. Para nuestra sorpresa, los miembros de “Amitié” nos estaban esperando en el aeropuerto... ¡hasta con ikurriñas!. Los Zabala, padre e hija, hicieron las presentaciones de los allí congregados: Gaston Miron, Denis Boucher, Armand Vaillancourt, Manuel Aranguiz...
Desde aquel momento todo fue una continua carrera, de acto en acto, de visita en visita y de reunión en reunión. En honor a la verdad, debo confesar que también hicimos un poco de turismo, siguiendo los sabios consejos de nuestros amigos.
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Montréal, 84-02-15. Auditorium de Montréal, Iñaki Zabala, Armand Vaillancourt y Begoña Zabala, entre otros. |
Nos informaron sobre la labor que el Ministerio de Educación estaba desarrollando en el ámbito de las lenguas minoritarias; junto con la directiva de la sociedad “Union des Écrivains Québecois”, estudiamos qué tipo de relación se podría mantener con los escritores vascos; en el Departamento de Arte Dramático de la Universidad de Québec acordamos que un grupo de teatro vasco acudiría a representar una obra; nos reunimos con la dirección del Museo de Arte de Montréal para preparar una exposición permanente sobre la obra un artista vasco; hablamos con los miembros de la Sociedad de Cineastas de Québec para organizar una proyección sobre el cine de Québec en el seno del Festival Internacional de Cine de San Sebastián; me entrevisté con el Ministro de Cultura Clement Richard y lo invité a venir a Euskadi; visitamos el canal de televisión Radio Canada, las redacciones de Radio Québec y el diario Le Devoir; etcétera.
Dentro de ese largo etcétera, aproveché especialmente para intercambiar opiniones y puntos de vista con los miembros de "Amitié" Gaston Miron y Denise Boucher. Hasta ese mismo momento ignoraba que Gaston era considerado el poeta nacional de Québec, y era poseedor de los principales premios de literatura francesa. Denise, por su parte, era una prestigiosa autora teatral, acérrima feminista, y, al igual que a otros cantantes, escribía los poemas de sus canciones a Pauline Julien. Pero, por encima de todo, aquellos dos amigos me descubrieron el sentimiento de un país en todas sus manifestaciones. Por eso admiraban tanto a Euskadi, porque éste se mostraba orgulloso de su esfuerzo por sobrevivir en medio de la decadente civilización occidental. Gaston Miron no era, sin embargo, demasiado optimismo ante las futuras posibilidades de Québec para independizarse de Canadá. Pensaba que la conciencia nacional se estaba enfriando.
A ese mismo grupo pertenecía Manuel Aranguiz, a quien más arriba he hecho mención. Era chileno, de Santiago, exiliado tras el golpe de Estado de Pinochet. Residía en Québec desde 1974. Actor y escritor de oficio, me regaló un precioso libro de sus poemas, “Cuerpo de silencio”. Pregunté a Manuel sobre la procedencia de su apellido vasco, pero no sabía gran cosa. De lo que sí hablamos, y mucho, fue sobre los indios mapuche. Claro que la mayor de sus aficiones era el cine.
Por fin llegó el día de la inauguración de la exposición de Zarrabeitia, en la sala de arte Convergence. Estaba llena a rebosar. ¡Menudo éxito! Nunca más he tenido la oportunidad de vivir un "happening" como el allí organizado. Denise y Armand pronunciaron sendos discursos, la sala se llenó de gente de lo más variopinta, el ambiente empezó a cargarse de olor a marihuana, y el whisky se encargó de animar las lenguas... y los cuerpos. Los periodistas andaban de un lado para otro cuando, de repente, Vaillancourt ordenó meter en la sala una camioneta llena de madera picada, pidió que la descargaran, y, en medio de un aluvión de aplausos, comenzó a crear una escultura. Nunca he preguntado a Pedro Zarrabeitia de qué manera llegó a influir aquella exposición en su carrera artística, pero, al menos, los medios de comunicación le prestaron una gran atención. Aquel primer acto entre Québec y Euskadi quedaría grabado en mi memoria para siempre.
Obviamente, el eco de aquellas jornadas llegó también a España, y al cabo de un mes sucedió algo muy curioso. El 15 de marzo, los Reyes de España llegaron a Montréal y fueron recibidos por el Primer Ministro de Québec, René Levesque. Resulta que, al terminar su encuentro, y llegado el turno de preguntas, los periodistas españoles preguntaron a Levesque si su Gobierno mantenía contacto con alguna comunidad española, a lo que el Primer Ministro contestó afirmativamente, citando a Cataluña. Aquella respuesta originó una violenta reacción entre diversos periodistas que – al parecer- llevaban la bandera española grabada en su mente. Al día siguiente, el Diario Vasco y el Correo Español recogían el siguiente titular: “Levesque no quiso mencionar que el Viceconsejero de Cultura del Gobierno Vasco visitó Québec”, y continuaban: “Levesque dijo tras su entrevista con D. Juan Carlos que “no tenemos relaciones con los vascos” Aunque no era cierto. El mes de febrero visitó Québec el viceconsejero de Cultura del Gobierno Vasco Vélez de Mendizabal. A Levesque, un cínico de la política, no le interesó en este momento de la visita real hacer mención a los vascos”.
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Montréal, 84-02-15. Con el director del Auditorium de Montréal, Denise Boucher y Begoña Zabala. |
En cuanto leí esas líneas supe que nuestra estancia en Québec había merecido la pena. Cuando comenzamos con los preparativos no podíamos ni tan siquiera imaginar que aquel simple acto pudiera tener semejante repercusión.
Finalizada la visita a Québec, el plan siguió su curso en Euskadi. Euskal Telebista y Radio Québec suscribieron un acuerdo mediante el que se comprometían a llevar al cine cuentos de diversos países, bajo el título “Légendes du monde”. La presentación tuvo lugar en París, el 24 de octubre de 1984, en la delegación de Québec. Dos días después, la cantante Pauline Julien ofrecía su primer concierto en el Teatro Miramar de San Sebastián, y al día siguiente en Bilbao. Su rico repertorio incluía el “Bilbao song” de Brecht. No supe nada más de ella, hasta que falleció en 1998. Recibí la noticia de su muerte a través de una revista cultural.
También he tenido contactos esporádicos con Denise Boucher. En cierta ocasión acudió al festival de teatro de Sitges, en calidad de miembro del jurado, y estuvimos charlando por teléfono. Más tarde supe que había sido designada presidenta de los escritores de Québec. No sé nada acerca de Vaillancourt, ni tampoco de Manuel Aranguiz. Respecto a Begoña Zabala, hace muchos años que perdimos el contacto, pero puedo seguir su rastro gracias a su hija Miren, que acude a clases de euskera en Québec.
Con Gaston Miron he mantenido una relación más estrecha. Cuando en junio de 1984 “La Maison de la Poésie” de París le rindió un homenaje, me envió una invitación. No me fue posible asistir, pero conversamos un buen rato por teléfono. Le pedí un nuevo favor: que hablara con el redactor jefe de la Revista de Unesco, el martinicano Edouard Glissant, que tenía previsto tomar parte en el acto. El motivo de mi petición no era otro que nuestro deseo de editar la citada revista en euskera, y la persona clave para ello era sin duda Glissant. El québequense me dio su palabra de que hablaría con él. Y, efectivamente, su labor de puente funcionó, ya que poco tiempo después Glissant me recibía en la sede de Unesco de París. Así, en marzo de 1985 se presentaba en Donostia/San Sebastián la versión en euskera de la revista de Unesco. Aquél sería el último acto oficial al que asistí como representante del Gobierno Vasco. Y la última vez que estuve con Gaston Miron fue en el “Expo Langues” de 1985, siendo yo presidente de Euskal Idazleen Elkartea/Sociedad de Escritores en Lengua Vasca. Leí la noticia de su muerte en el diario “Le Monde”, en diciembre de 1996.
Cuando apartaron a Garaikoetxea de la presidencia del Gobierno Vasco y tuvimos que dejar nuestro cargos en la administración, las personas que pasaron a ocuparlos enterraron por completo–como en estos casos suele ser lo habitual- la labor que habíamos nosotros desarrollado. Y, al parecer, no consideraron interesante la labor del grupo “Québec-Euskadi”. Dado que, según reza el refrán, nunca las segundas partes fueron buenas, y, por otra parte, al no poder volver a reunir a aquel grupo de 1984, mirar al pasado sólo debe servirnos para narrar la auténtica historia. Pero los espíritus nunca mueren, por lo que el ambiente euskaldun que hoy se respira en Montréal debería - recogiendo la antorcha que aquellos hombres y mujeres portaron- empezar a construir puentes y a alumbrar nuevos horizontes. ¡He ahí vuestro gran reto, amigos míos!
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