Tomás SANTA COLOMA, Dr. en Química, Investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina y Profesor de la Universidad de Buenos Aires
Los documentos y las verdades históricas tienen numerosos enemigos derivados de estas tendencias naturales y humanas, que son espontáneas. Incluso, uno de estos grandes enemigos de la historia puede ser hasta algo muy simple, como un documento traspapelado en un cajón: los documentos tienen que ser encontrados en el momento oportuno para que cobren vida, para que realmente “existan”, para que el historiador pueda tomar conciencia de ellos y transcribirlos en sus escritos. En este sentido, Internet se ha convertido ahora en una gran ayuda, gracias a sus programas de búsqueda y a la gran información acumulada. Sin embargo, irremediablemente, con el tiempo la información acumulada en Internet será tan extensa, que entonces perderemos los documentos en el ciberespacio en lugar de perderlos en un cajón. Nadie puede leer, por ejemplo, 270.000 páginas que hayan sido seleccionadas por un buscador entre las que podrían contener lo que buscamos. De este modo, a medida que aumenta la información crece la incertidumbre, es decir, la entropía del sistema. Es un proceso natural y espontáneo. Pero no desesperemos, pronto vendrán en nuestro auxilio los programas de inteligencia artificial, que leerán por nosotros de manera inteligente, que “pensarán por nosotros”, para ayudarnos a encontrar en el ciberespacio con mayor precisión lo que buscamos, y en un tiempo récord1. Sin embargo, entonces estaremos sujetos al subjetivismo de una máquina, de un programa, que podrá ser más o menos eficiente, pero nunca infalible. Y no debemos olvidar el subjetivismo de quién finalmente escriba, sea hoy una persona o en el futuro una máquina superinteligente, que refleje la naturaleza humana con una capacidad y velocidad inimaginables2.
En definitiva, si a la entropía material le sumamos la entropía intrínseca de la conducta humana -incluyendo la información y la comunicación- entonces la probabilidad de que un documento sobreviva el paso del tiempo y de que un relato permanezca fiel, es realmente muy baja. Y esta probabilidad disminuye a medida que pasa el tiempo y se acumula más información, aumentan las comunicaciones, las interacciones humanas, y se acumulan los efectos naturales: sol, oxidación, agua, humedad, incendios, revoluciones, guerras, fogatas, cesto del escritorio, picadora de papel, el papel usado para el fuego del asado del domingo, un virus informático.... Entonces, la tergiversación de la historia ocurrirá infaliblemente y espontáneamente, a menos que hagamos algo para evitarlo.
Lo hechos que ocurrieron con nuestra querida higuera reflejan fielmente estos conceptos; su historia, como veremos, se transformó espontáneamente en una leyenda, pintoresca, pero absolutamente falsa. Y también aquí, el “impulso creativo”, contrario a la entropía, será nuevamente el responsable de devolverle a la higuera su realidad histórica.
Volviendo entonces al relato de la higuera, el inexorable paso del tiempo y la entropía hicieron que nuestro querido protagonista, el ficus o higuera del Parque Mitre, perdiese su historia, su identidad, su ser... hasta ahora, en que revertiremos el hecho, siempre que este relato no se pierda espontáneamente en el ciberespacio, dejando así conforme a la entropía. Veamos primero porqué razón este árbol tiene una historia.
Por lo que recuerdo, todo comenzó hace más de cuatro décadas, cuando mi padre3 nos llevó a mi madre, a mis dos hermanos y a mí, al Parque Mitre de la Ciudad de Corrientes –noreste de Argentina- en su “Estanciera” de color celeste y blanco (¡los colores Patrios!). Allí nos bajamos del automóvil y nos condujo frente a un enorme árbol, de raíces colgantes, que era el orgullo y admiración de toda la ciudad (no era para menos): se trataba de la higuera, nuestro protagonista. Nos dijo entonces nuestro padre que la historia que se contaba sobre el origen de ese fantástico árbol no era cierta, que había sido tergiversada totalmente4.
Girala Yampey, escritor y poeta Correntino de origen Paraguayo, nos describe a la higuera -o gomero- tal como se la ve en la actualidad5, y nos cuenta su leyenda:
“El Gomero de la India, es el árbol más curioso que tiene el Parque. Según indica el cartel, cuenta con más de 250 años. Dicen que un viajero que llegó hasta ése lejano país, tuvo la ocurrencia de traer la desconocida variedad y ordenó que se lo plante en el Parque. Habría sido algún adinerado “poguasu” (influyente), ufano de su adquisición, haciendo gala de su antojo, como quien compra un animalito exótico para cautivarlo en su terruño.”
Continuó nuestro padre con su relato, diciendo que en realidad ese árbol había sido plantado en 1915 por iniciativa de nuestro bisabuelo, Tomás Santa Coloma6. Lo miramos con ojos incrédulos, porque nosotros no éramos Correntinos y tampoco lo era nuestro bisabuelo7. Entonces, ¿cómo podría haberla plantado él en suelo Correntino? Era poco creíble y seguramente eso pensaba cada Correntino al que nuestro padre le contaba la historia de la higuera... Continuó entonces explicándonos que nuestro bisabuelo pertenecía a la ya extinguida “Sociedad Forestal Argentina”, fundada en Buenos Aires a principios del siglo XX. La misión de esta Sociedad era fomentar la plantación de árboles en todo el país, dada la gran escasez de ellos, sobre todo en la pampa. Con anterioridad, otro gran impulsor de la forestación había sido Domingo F. Sarmiento –quién por razones del alma no es mi prócer preferido8- y mucho antes el General Manuel Belgrano, tal como se encuentra documentado en sus memorias del 15 de Junio de 1796, en las que hace una defensa asombrosa de la forestación, y curiosamente comentaba que “en Vizcaya hay mucho cuidado para que todo Propietario que corte un Árbol ponga en su lugar tres”. También era misión de la Sociedad Forestal Argentina identificar árboles que tuviesen un significado histórico, como el árbol de San Lorenzo y otros tantos que se relatan en el libro de Miguel Ángel Tobal9, donde está documentada la historia de nuestra querida higuera.
Siguió nuestro padre con su relato, contándonos que en 1915 una delegación de la Sociedad Forestal Argentina, entre los que se encontraba su abuelo, tomó el tren y recorrió los mil kilómetros que separaban Buenos Aires de la Ciudad de Corrientes portando una preciosa carga: un pequeño retoño de ficus que habían obtenido del Jardín Botánico de Buenos Aires. Su destino final era el Parque Mitre de Corrientes10, el 25 de Mayo de 1915. Iban a sumarse a la conmemoración del cincuentenario de la reconquista de Corrientes, que después de haber caído esta ciudad en manos enemigas, había sido recuperada por las tropas bajo el mando del General Wenceslao Paunero, el 25 de Mayo de 1865. Dice textualmente el libro de Tobal9 (pág. 96):
“Con motivo del cincuentenario de la reconquista de Corrientes, la Sociedad Forestal Argentina resolvió a iniciativa del consocio Sr. Tomás Santa Coloma, adherirse a los festejos conmemorativos, plantando un árbol simbólico en aquella ciudad, a cuyo efecto se eligió del Jardín Botánico un “ficus laurifolia” ya aclimatado al país. La Comisión Directiva designó delegados con tal motivo, a los señores Santa Coloma, José B. Zubiaur, Manuel María Oliver y Julio del C. Moreno, encomendando el discurso de práctica al Dr. Oliver. El Ministro de Guerra, por intermedio del Coronel Martín Rodríguez, prestó su concurso, haciendo fundir en los talleres del Arsenal la verja y la chapa conmemorativas para el árbol simbólico. El gobernador Sr. Loza, y el delegado de la Institución en Corrientes, Sr. Juan W. Gez, secundaron decididamente a la Forestal, asegurando el éxito de la iniciativa”.
Deberíamos notar aquí, que según estos registros de la Sociedad Forestal Argentina, se trata de un Ficus laurifolia y no de un Ficus benghalensis11. También, que junto con la verja “engullida” por las raíces en la actualidad, debería encontrarse en algún lado la placa conmemorativa del cincuentenario hecha en los talleres del Arsenal. Quizá pueda descubrírsela con una inspección más detallada o quizá puedan encontrarse fotos en los diarios de esa época, en Corrientes.
En ese entonces hubo una disputa entre las delegaciones, porque algunos argumentaban que en lugar del ficus importado se debió plantar un quebracho, un árbol “criollo”. Los miembros de la Sociedad Forestal Argentina, en una carta publicada en el diario La Nación y firmada por Zubiaur, Moreno y Oliver (los delegados que acompañaron a mi bisabuelo a Corrientes), afirmaron en defensa del Ficus que una planta autóctona “Pasaría inadvertida, y únicamente se reconocería la buena intención que se tuvo al plantar un árbol en aquel lugar sagrado de la historia” (refiriéndose al Parque Mitre, lugar de la “batalla del la Batería”). Sin duda los delegados tenían razón en algo: hoy el árbol no pasa inadvertido. Pero se equivocaron al pensar que la intención que se tuvo al plantarlo sería recordada: fue olvidada a medida que pasó el tiempo y que las raíces colgantes, transformadas en tronco, fueron cubriendo la verja protectora casi por completo y la placa conmemorativa totalmente. Al desaparecer la placa conmemorativa y transcurrir unas pocas generaciones, ya nadie recordó los hechos; así, la higuera perdió completamente su historia, su significado trascendente. Con seguridad nunca imaginaron los miembros de la Sociedad Forestal Argentina, ni los de la delegación Correntina, que con el tiempo se borraría por completo el objetivo buscado por ambas delegaciones, es decir, la conmemoración del cincuentenario de la reconquista. Hasta aquí la historia que nuestro padre nos contó.
En 1993 regresé al país después de estar seis años en el exterior, realizando estudios posdoctorales, como hacemos muchos de los que nos dedicamos a la investigación científica en Argentina; fui entonces a visitar a mi hermana y a mis sobrinos a Paso de la Patria. Este pueblo está ubicado a 40 Km de la Ciudad de Corrientes, frente a la desembocadura del río Paraguay, sobre el río Paraná. Se llama así porque por en ese lugar cruzaron las tropas de Mitre durante la guerra de la Triple Alianza, cuya acción inicial tuvo lugar en el Parque Mitre antes mencionado. En “el Paso”, como llamamos los lugareños con cariño al pueblo, se realiza en Agosto el concurso de pesca del Dorado, un magnífico salmón de Río que llega a pesar más de 20 kilos. Ya en el Paso, mi hermana me recordó la existencia del libro de Miguel A. Tobal y la historia de la higuera. Entonces, una de las primeras cosas que hice fue volver al Parque Mitre para ver nuevamente a la higuera. Es difícil explicar lo que sentí cuando estuve ahí, después de tantos años, bajo su sombra –una sensación similar experimenté cuando visité Santa Coloma en Arceniega, la tierra de nuestros antepasados vascos. Mientras recordaba la historia que mi padre nos había contado, observé un enorme cartel que rezaba: “Ficus de 250 años de antigüedad”. Tuve una fuerte sensación, mezcla de asombro e incredulidad y solamente agregaré aquí que algún colega se equivocó con la apreciación de la edad del Ficus, pero ¡por más del triple! También tomé conciencia de que tanto el relato de nuestro padre como la verdadera historia de la higuera no habían logrado prevalecer y esto me puso algo triste. Lo más irónico, es que si se hubiese plantado un quebracho, la placa conmemorativa no hubiese sido tapada por las raíces, hoy convertidas en tronco, y la historia quizá hubiese prevalecido. Pero claro, el árbol no sería tan llamativo. Por otro lado, nadie nos puede asegurar que de todos modos la placa no hubiese desaparecido “espontáneamente”, para terminar adornando la pared de la casa de algún vecino. Aunque parezca increíble, ese fue el destino de las placas del árbol histórico del parque Chacabuco en Buenos Aires, el “Pacará de Segurola”. Una de esas placas también había sido colocada por nuestra querida Sociedad Forestal Argentina, en 1914, un año antes que en la higuera. Las placas desaparecieron en el año 1990, cuando el Pacará fue “retirado” por la Municipalidad de Buenos Aires sin explicación alguna, algo que indignó a muchos vecinos. En este caso la historia terminó peor ¡Desapareció hasta el árbol! Afortunadamente parece que está creciendo un retoño12. En mi opinión, es bastante evidente que muchos de nosotros, los de esta tierra sureña, nos ocupamos sólo del pasado inmediato, y siempre que eso conlleve algún rédito político; poco nos importan la historia y las tradiciones. Tenemos escasez de “impulso creativo”; nos domina la entropía -el caos- y así queda reflejado en los hechos cotidianos. De algo no hay duda, somos espontáneos en lugar de creativos, y al menos existe una ley que no violamos: la segunda ley de la termodinámica. Por fortuna los fenómenos termodinámicos son generalmente reversibles, así que aún tenemos esperanza.
Y es así como el homenaje a la reconquista de Corrientes quedó en el olvido. Con el paso del tiempo se borró todo dato sobre la realidad. Hoy podemos encontrar algunas transcripciones de la leyenda del hombre rico que supuestamente plantó esa higuera5, pero de la verdadera historia nada se sabe. Ahora, que nos aproximamos a su centenario (25 de Mayo de 2015), sería justo reivindicar las verdaderas “raíces” de este árbol que tanto admiramos, para que podamos también tener presente su importante significado histórico.
De estos hechos, creo que lo más llamativo es la increíble tergiversación de la realidad histórica ocurrida en tan poco tiempo. No han pasado siquiera cien años y todo lo protagonizado por estos hombres y la higuera se ha transformado en una leyenda, que podría haber sido cierta, pero que nada tiene que ver con la realidad. Y esto ocurrió a pesar de que los hechos están documentados. Seguramente mi padre no supo de la historia de esta higuera hasta que se topó con el libro de Miguel A. Tobal, en lo que le había tocado de la biblioteca de mi abuelo13; un hecho bastante casual. Asimismo, si mis hermanos y yo no hubiésemos tenido la suerte de heredar su preocupación por las tradiciones y la historia, como buenos descendientes de vascos, y si mi hermana no hubiese conservado el libro y el relato, entonces este árbol hubiese permanecido para siempre con su identidad cambiada y con su verdadero propósito olvidado. Así, una serie de hechos fortuitos (¿en realidad los son?) y un pequeño “impulso creativo”, le devolverán la identidad a la higuera del Parque Mitre a partir de este relato. Esta historia es importante para muchos: para nuestra familia, porque está llena de recuerdos emotivos; para los Correntinos y los descendientes de quienes defendieron el honor nacional aquel 25 de Mayo de 1865, porque este árbol representa un hecho histórico trascendente; para el árbol, nuestro protagonista, simplemente porque esta es su propia historia. Y a los hombres que plantaron la higuera, al menos les debemos el recuerdo y la gratitud.
Dejo para otra ocasión la historia sobre cómo se salvó el Cabildo de Buenos Aires de la demolición, la del pionero olvidado de la medicina experimental en la Argentina, la del maestro de Arceniega que olvidó quién le legó su sueldo de toda la vida, la historia detrás de “Amalia” de José Mármol y de “La Tierra Purpúrea” de Guillermo Hudson, la historia sobre cómo termino la quinta de Azcuénaga convertida en la Quinta Presidencial de Olivos y otros relatos que también reflejan el inevitable efecto entrópico en la historia. Por un lado el tiempo, la entropía y una increíble combinación de factores; por otro lado, el “impulso creativo” o como queramos llamar a aquello que contrarresta a la entropía... de eso se trata esta pequeña historia, protagonizada en parte por descendientes de quienes una vez vinieron del País Vasco a estos pagos lejanos.
“En más de una ocasión quisiera hacerme perdíz, pa’tratar de ser feliz en algún pago lejano..., pero, la verda’paisano, ¡me gusta el aire de aquí...!”14.
Referencias Bibliográficas y Notas:
1 Los programas de
inteligencia artificial ya existen; han dejado de ser ciencia-ficción.
Son los basados en Natural Language Programing o XML. Hoy en día, dado
el gran volumen de información, se ha hecho prácticamente imposible
estar actualizado con los avances científicos sin ayuda de estas herramientas.
Es imposible leer todos los trabajos que se publican; apenas alcanza el tiempo
para leer una fracción de los más relacionados. Un buen ejemplo
de aplicación de inteligencia artificial lo constituye la subrutina
"MedScan" del programa Pathway Studio, de Ariadne Genomics; es capaz
de leer 10.000 resúmenes de la base de datos Medline en unos pocos
minutos, buscando y construyendo las interrelaciones que nos interesan y comparándolas
con una base de datos depurada que sobrepasa los 10 Gb de información.
Leer y seleccionar esta información a cualquier persona le llevaría,
en lugar de 10 minutos, más de 60 años.
2 Bostrom, N. (1998) How Long Before Superintelligence? Se calcula que para el año 2015-2024 los microprocesadores tendrán tal densidad de circuitos que las máquinas adquirirán la capacidad de pensar Int. Jour. of Future Studies Vol. 2.
3 Tomás Antonio Santa Coloma Goycoechea (1926-1986), mi padre, quién me enseñó a apreciar las tradiciones, la ética, la honestidad, el “deber ser” y la gratitud, por sobre el olvido, la conveniencia, el pragmatismo y la ingratitud, tan dominantes en nuestros días. Estaba casado con Helena B. Señorans, mi querida madre. Son mis hermanos Gaspar y Helena. Era bisnieto de Tomás de Santa Coloma (originario de Bilbao) y de Gaspar de Santa Coloma, un vasco nativo de Arceniega, Álava, que emigró a Buenos Aires en 1768. Gaspar se casó con Flora de Azcuénaga y Basavilbaso, y con el tiempo se convirtió en el mercader más influyente del Río de la Plata. Gaspar era abuelo de Francisco de Santa Coloma y Armesto, tatarabuelo de Tomás Santa Coloma. Con Gaspar de Santa Coloma se educó como mercader otro vasco de renombre, don Martín de Álzaga, desde la corta edad de 12 años hasta que se independizó y formó “Álzaga y Requena”, convirtiéndose luego en el hombre más rico del virreinato. Las memorias de Gaspar, que constituyen un valioso testimonio de la vida del virreinato, han sido recopiladas y comentadas por Enrique de Gandía en su libro "Buenos Aires Colonial" -Editorial Claridad. 1922.
4 Debo confesar aquí, que al haber pasado tanto tiempo, ya no recuerdo con certeza si estábamos todos juntos; incluso, no recuerdo si yo realmente estuve o me lo contaron después mis hermanos; solamente puedo decir con certeza que mi madre sí estuvo, porque lo recuerda perfectamente, posiblemente por la incredulidad de un matrimonio de amigos Correntinos que los acompañaban. Algunas consecuencias de la entropía son irreversibles!
5 Yampey, G. "El Gomero de la India".
6 Tomás Santa Coloma, Diputado, revolucionario de 1890, fundador de la Unión Cívica, de la Unión Industrial, de la Sociedad Forestal Argentina, de los Boy Scouts, junto con su primo Francisco P. Moreno, del Tiro Federal Argentino, del Club de Gimnasia y Esgrima, y de numerosas empresas y sociedades. Junto con su hijo Federico Santa Coloma Brandsen, salvaron el Cabildo de Buenos Aires de su demolición, según cuenta Enrique de Gandía en "Federico Santa Coloma y su Batalla por el Cabildo" -Separata del Museo Social Argentino, Año XLIX- Entrega 351, p. 193-204, 1972.
7 Aunque somos originarios de Buenos Aires, tenemos gran amor a esta tierra Correntina, porque mis hermanos y yo hicimos gran parte de nuestros estudios primarios allí, porque mis sobrinos son Correntinos, porque amamos sus tradiciones, y porque descendemos de Gabriel de Toledo, Teniente Gobernador de Corrientes (1684-1691), y es así que tenemos buena parte de sangre Correntina.
8 El Coronel Martín de Santa Coloma, Federal, héroe de la Batalla del Quebracho contra la flota Anglo-Francesa, era primo segundo y concuñado de Francisco de Santa Coloma y Armesto. Después de la Batalla de Caseros, en la que el Brigadier General Don Juan Manuel de Rosas fue derrocado, Martín fue tomado prisionero y degollado por expresa instrucción del General Justo J. de Urquiza y con la complacencia de Domingo F. Sarmiento, que se lo había "señalado" ("Acto del que gusté" confesará). Ver "Juan Manuel de Rosas, el Maldito de la Historia Oficial", de Pacho O'Donnell. Santa Coloma fue condenado de inmediato, al igual que el Coronel Chilavert, sin que mediase juicio ni defensa alguna, un hecho que hoy hubiese sido considerado un crimen de guerra. Santa Coloma es “el mazorquero” de José Mármol en Amalia y el héroe de Guillermo Hudson en “The Purple Land That England Lost” o “Tierra Purpúrea”. Según mi hipótesis, estas dos novelas históricas, ficticias pero con personajes basados en la realidad, muestran en la conducta de Santa Coloma las dos caras de una misma moneda, influida una por la marca “Unitaria” y la otra por la marca “Federal”.
9 Tobal, M. A. (1923) El problema del árbol: memoria de la obra realizada por la Sociedad Forestal Argentina. Una copia de este libro se encuentra en la Biblioteca Nacional y otra en la Biblioteca del Maestro, en Buenos Aires, Buenos Aires: Talleres Gráficos Argentinos L.J. Rosso y Cía.
10 Por ordenanza municipal del 14 de junio de 1901 se le denominó ¨Paseo General Mitre¨ en homenaje al conductor de los Ejércitos de la Triple Alianza, cuya primera acción se había cumplido en el lugar.
11 Ver http://www.biologia.edu.ar/botanica/tema1/1-7raiz.htm.
12 Ver http://www.parquechacabucoweb.com.ar/pacara.htm o editorial del diario La Nación, del 20 de Mayo de 1990.
13 Federico Santa Coloma Brandsen, abuelo paterno de Tomás A. Santa Coloma (h), fue Director del Museo Histórico Nacional. Era descendiente del Coronel Carlos Luis Federico de Brandsen, héroe de la batalla de Ituzaingó, donde murió luchando al frente de sus hombres durante una carga de su caballería. Brandsen era Francés, hijo de un médico Holandés, y había pertenecido al ejército Francés; fue condecorado por Napoleón en numerosas oportunidades y era miembro de la Legión de Honor. Brandsen estaba casado con Rosa Jáuregui, hija del virrey del Perú, a la que conoció durante la campaña libertadora, en la que Brandsen acompaño a San Martín hasta Perú.
14 Yupanqui, A. Milonga de peón de campo.
¿Quiere colaborar con Euskonews? Envíe sus propuestas de artículos
Arbaso Elkarteak Eusko Ikaskuntzari 2005eko Artetsu sarietako bat eman dio Euskonewseko Artisautza atalarengatik
Astekari elektronikoari Merezimenduzko Saria
Aurreko Aleetan |