Conferencia sobre patriotismo (I/III)Escuchar artículo - Artikulua entzun

Cástor NARVARTE

:: Conferencia sobre patriotismo (II/III)

:: Conferencia sobre patriotismo (III/III)

 

Prólogo

Tuve la suerte de acompañar a Cástor Narvarte al lanzamiento de cuatro libros: Perfil Biográfico del Pueblo Vasco, de Cástor Narvarte; La Inmigración Vasca en Chile 1880-1990, de Maite Camus; Cuatrocientos años de presencia vasca en Chile, de Hernández y Salazar y Vascos en Santiago de Chile, de Miguel Laborde. Las distintas presentaciones fueron programadas por nosotros en conjunto con la real Sociedad Bascongada de los Amigos del País –en las sedes de Madrid y Vitoria–; la Excelentísima Diputación de Guipúzcoa –en Donosti– y la Cámara de Comercio, Industria y Navegación –en Bilbao–, desde el 25 hasta el 28 de febrero de 1992. Para aquella ocasión, Narvarte preparó un texto que leyó en cada una de sus exposiciones, denominado: Conferencia sobre Patriotismo.

La idea de aquella presentación era dar a conocer la historia de los vascos en Chile, tema normalmente desconocido por muchos en el propio Euskadi. Creo que con el tiempo algo hemos logrado, pero falta mucho por hacer. En los últimos años, gracias a los sistemas actuales de comunicación, se ha podido dar un paso muy importante en esta tarea.

Guardo, desde aquella época, el escrito de Cástor Narvarte. Hoy al releerlo, me impresiona la actualidad y vigencia de su pensamiento, cosa que puede darse sólo en mentes brillantes como la de él. Es un texto muy poco conocido, pues cometí el error de agregarlo en un libro de actividades de Euzko Etxea del año 92, por lo que fue dirigido a un pequeño grupo de personas de distintos intereses. Poco tiempo después, se publicó otro trabajo, “La Memoria de un Pueblo”, en el que Cástor Narvarte desarrolló la primera parte, donde comenta algo simple, pero que posiblemente el individualismo característico de los vascos lo complica, termina diciendo lo siguiente:

“Lo más importante para el pueblo vasco de hoy y de mañana es la unión férrea de todos los vascos en un proyecto nacional común.”

Su pensamiento, creo, puede servir para iluminar la reflexión sobre el planteamiento actual del futuro político de Euzkadi.

Pedro Oyanguren C.

Conferencia sobre patriotismo

  Cástor Navarte
Cástor Navarte.
Las circunstancias que han concurrido a esta presentación de cuatro libros publicados en Santiago de Chile, libros que tienen en común el tema vasco desde distintas perspectivas, tres de ellas la relación de nuestro pueblo con la República de Chile, han dado por azaroso resultado que sea yo el único autor que presente el suyo.

Esta situación constituye para mi un privilegio que me honra; me refiero al hecho de poder dirigirme a ustedes por gentileza de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País, de tan preclara tradición, fundada en 1764-65 con el fin de cultivar la inclinación y el gusto de la Nación Bascongada –así dicen sus estatutos– hacia las Ciencias, Bellas letras y Artes... Pero este mismo privilegio es en cierto modo injusto aquí y ahora, porque los eventos, adversos por varios motivos, han impedido que tuvieran ustedes la oportunidad de oír a los demás autores.

El Departamento de Cultura de Euzko-Etxea de Santiago me pide que presente mi propio libro. Voy a referirme a los orígenes de este libro y al sentido que para mi tiene.

Los orígenes son bifásicos, suelen presentar dos formas de manifestación: desde fuera y desde dentro. Me referiré a ambos. Y cuando nos preguntamos por el sentido de algo, la pregunta se orienta en por lo menos una triple dirección. Preguntamos qué es eso sobre lo que recae la pregunta, por qué es así y para qué. Son interrogantes imbricados entre sí y con significado solidario, no siempre de fácil intelección y respuesta.

No es mi propósito, en este momento, extenderme en una disquisición sobre el sentido del sentido. Sería inoportuno. Mi intención es otra: me remito al uso cabal de las palabras, por lo que diré más adelante. Se ha dicho, en efecto, que la palabra “sentido” es vaga, imprecisa en su significado. Ahora bien, las palabras deben ser calibradas por lo que entrañan, y este entrañamiento conviene que sea lo más concreto posible.

A mi juicio, el significado estricto de la idea de sentido –puesto que las palabras apuntan hacia ideas– es el más concreto en el orden temporal, porque abarca los tres momentos del tiempo, entre otras denotaciones no temporales, y comprende la pregunta por la esencia. Diríamos que circunda y comprende esta pregunta capital, pero la desborda a la vez, por una doble referencia restante: hacia el principio del que brota y el fin al que tiende. Pues bien, aunque esta breve anotación no incida, como tema, sobre lo que sigue, nos servirá como pauta de orientación.

El origen exterior del libro provino de un encargo que Euzko–Etxea me propuso de escribir una Introducción a otro libro sobre la aportación de los vascos a la vida histórica de Chile, libro que posteriormente escribieron dos distinguidos profesores chilenos. Yo acepté con verdadero interés la tarea, porque hacía ya tiempo que quería escribir algo sobre mi pueblo, y se me presentaba en este caso una ocasión propicia. Me pareció de mayor interés hacer un estudio más completo, aunque breve, al modo de una biografía del pueblo vasco y de su cultura, con algún acopio de datos, y así fue convenido. Lo otro hubiera sido una sinopsis demasiado simple.

No deja de ser una paradoja –permítanme ustedes esta observación ocasional– que un pueblo con varios milenios de existencia necesite reiteradamente una carta de presentación de sus credenciales como pueblo. Paradójico y un poco desconcertante, pero así es. Y peor aún, que la imagen que de él suele tenerse, sea tan pobre y tan deformada por los prejuicios.

Este fue origen extrínseco del libro, su “desde fuera”. En cuanto al intrínseco, se confunde en parte con el sentido relativo a lo que me guió al escribirlo.

No tengo la menor intención de ocultar que este libro es un libro patriótico: tal vez sea su principal mérito, si alguno tiene. Ahora bien, la palabra “patria” y sus derivadas “patriótico”, “patriotismo” han sido tan manoseadas, tan desacreditadas, condenadas y ensalzadas –sobre todo en tiempos como los nuestros, vapuleados por nacionalismos agresivos– que se hace indispensable esclarecer en qué sentido las estamos usando. Me interesa introducir alguna claridad en el significado de estos términos, y a ese fin dedicaré esta presentación.

Cástor Navarte
Cástor Navarte.

Hace algunas décadas proliferó en los medios intelectuales la tendencia a un desprestigio de los “ismos” –como se decía–. Pensaban algunos que palabras tales como “humanismo”, “existencialismo” (¿y por qué no “cristianismo y “budismo” o “darwinismo”, “evolucionismo”?) debieran ser desterradas del vocabulario culto. Es cierto que su uso suele dejar la falsa creencia de que conocemos lo que denota el “ismo” correspondiente, y su empleo popular deforma su sentido.

Pero no es éste vicio exclusivo de los “ismos”. Ocurre con toda palabra. Creemos haber descubierto lo esencial de cada cosa cuando hacemos uso del vocablo pertinente, en vez de juzgarla como un enigma potencial. Habría que añadir a esa tendencia, una cierta trivialización del significado de lo que se nomina, dando una falsa apariencia de cultura, cuando en verdad su uso circula como las monedas falsas del intercambio intelectual.

Por lo que a mi atañe, disiento de tal posición radical de afirmación o negociación tajante, y prefiero hacer un uso discriminatorio de esa desinencia. Al fin y al cabo y sin entrar en mayores análisis, no hay diferencia esencial entre decir “existencialismo” o “filosofía de la existencia”, o “doctrina existencial” o “teoría existenciaria” o como se quiera. Lo que importa, una vez más, es el uso discreto y justo de los términos.

Para dar a entender lo que yo mismo entiendo por patriotismo voy a evitar las generalizaciones abstractas, en cierto modo cuadriculadas, de diccionario o de fácil alusión etimológica; prefiero dar una versión por mi vivida. Por ejemplo, debo tanto, patrióticamente hablando, a un autor apasionadamente leído en mi juventud, me refiero a Pío Baroja, como a Sabino Arana Goiri. De Arana he recibido (hemos recibido, creo) la fórmula de un nacionalismo expuesto con escueta determinación: “Euskadi es la patria de los vascos”, y esta fórmula, que más que un reconocimiento objetivo es un imperativo de conciencia, no está presente, por lo menos en forma expresa, en Pío Baroja. Pero en Baroja hay valores “patrióticos” expuestos con las vivencias de un gran artista, sobre algunos caracteres de raza y gestas, personajes pintorescos o entrañables, eventos, paisajes, detalles de mar y tierra, canciones, datos históricos... que nos empujan de lleno, cordialmente hacia la entraña de nuestro pueblo. No quiero referirme a condicionamientos y límites, que existen en todos y por todas partes, sino a ese sentimiento de amor y adhesión al pueblo vasco, que sólo puede existir en plenitud, a partir del previo reconocimiento de que existe un pueblo vasco con caracteres propios, en suma, una nación. Me referiré posteriormente al concepto de “nación”.

El patriotismo, desde este punto de mira, no es un concepto abstracto, una ideología, como suelen equivocadamente interpretar algunos distraídos, menos aún un mito (no sé de donde sacarán esta idea, tal vez de la ausencia de un sentimiento bien asentado), sino una realidad vivida cordialmente. Después veremos –por lo menos trataré de hacerlo ver– en qué es algo más.

De modo que nos inclinaríamos a pensar que el patriotismo, entendido como sentimiento de amor y devoción por un pueblo –cada uno por el suyo– y, como posibilidad recomendable y no virtualmente imposible, –todos por todos los pueblos– se logra por una tarea de integración de los diversos valores componentes de una cultura, en diversos grados de intimidad. Si al influjo de Baroja y Arana y a los valores aportados por ellos añadimos Campión y Unamuno, Axular y Lizardi y tantos otros, y de todas las esferas de la cultura y de la vida comunitaria, sin olvidar las múltiples realizaciones estimables de nuestro pueblo, hasta las más humildes en ciertos casos, tenemos una primera aproximación a lo que pienso que debe entenderse por patriotismo: una vinculación estrecha, sentida, con los valores de un pueblo, y la voluntad plenamente consciente de reconocerlos y cultivarlos a la medida de nuestras posibilidades. Para llevar el problema a un límite intelectual e incluirlo: todo investigador dedicado a temas de cultura vasca está haciendo a mi juicio una obra de patriotismo. Aunque no lo sepa o niegue hacerlo.

Este sería lo que podríamos llamar un primer paso a la toma de conciencia cabal de su sentido. Pero hay otros.

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