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Egileak: José Eugenio Villar, Beatriz Herreras
Moratinos, Antonio Hernández Almaraz
Argitaratzailea: Eusko Jaurlaritza, spri
Orrialde kopurua: 196
Ezaugarriak: Según el diccionario castellano
la importancia del agua queda re flejada en más de doscientas locuciones,
algunas de las cuales forman parte del lenguaje de uso común: entre
dos aguas, con el agua al cuello, romper aguas, tan claro como el agua, agua
corriente, agua bendita, agua potable, agua viva, agua de colonia, aguas residuales,
aguas bravas, etc.
En la Euskal Herria primitiva el agua servía para determinar la forma
de medir el tiempo y para cerrar el ciclo anual como nos indican los vocablos
urtea o urtarrilla.
Desde la más remota antigüedad, la imaginación y la técnica
han estado dispuestas a extraer al agua utilidades y beneficios diversos,
bien fuera creando artificios que ayudaran a aliviar el trabajo y el esfuerzo
físico, o aprovechando la energía con ella producida, o como
materia prima en la industria alimentaria, en la textil, y en la de curtidos;
también en la fabricación de materiales de construcción
y en la industria papelera. El agua ha sido fundamental en las operaciones
de lavado del mineral y en las de enfriamiento de la siderurgia. Además,
es un bien de consumo directo para la alimentación y el saneamiento
de nuestras ciudades y de gran utilidad para eliminar residuos urbanos e industriales.
Finalmente, en ocasiones ha sido necesario conseguir su encauzamiento o su
eliminación cuando el agua constituía un estorbo, un elemento
del que había que deshacerse. Ya desde tiempos antiguos, el aprovechamiento
de los manantiales salados para la obtención de la muera mediante la
evaporación natural ha sido una de las artes tradicionales para conseguir
la preciada sal, necesaria para condimentar los alimentos o para las conservas
en salazón.
Aunque parece seguro que las salinas ya se explotaran en el Valle Salado alavés
de Añana en época romana, hasta el siglo IX no aparece documentada
la actividad salinera.
Hasta el siglo XIX, esta actividad dio lugar a la formación de un entramado
de plataformas y eras que llegaron a ocupar mas de 100.000 m2. Las eras son
plataformas horizontales de unos 20 m2 de superficie, agrupadas en terrazas
por niveles, donde se deposita la salmuera.
A partir del siglo XX, con la incorporación del cemento como material
constructivo y el abandono de las técnicas constructivas tradicionales,
se fueron deteriorando los elementos constructivos y
arruinando las estructuras, lo que unido a la pérdida de rentabilidad
económica a partir de los años sesenta del pasado siglo, provocó
el progresivo abandono de las salinas pasando de las más de
5.000 eras existentes en épocas anteriores a poco más de 100
a
finales del pasado siglo.