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Año de fundación: 1256.
Fundador: Alfonso X de Castilla.
Fuero: Fuero de Vitoria.
Destinatarios de los privilegios: Se desconoce.
Localización: Al Este de la provincia, dentro de la Llanada alavesa,
en el valle del Zadorra
Emplazamiento: En un cerro alargado, bordeado por el río Zadorra
y el Sta. Bárbara
Altura: 605 m.
Habitantes (2006): 4.006.
El municipio de Salvatierra se encuentra situado al Este de la provincia de Álava, dentro de la comarca de la Llanada alavesa, con fácil comunicación hacia la Comunidad Foral Navarra. Las principales elevaciones se encuentra en la parte sur del término municipal, culminando en el pico Achuri de 1104 m de altitud.
Durante el reinado del rey navarro Sancho VI El Sabio, interesado en proteger su territorio frente a la presión castellana, va a surgir un importante número de villas en territorio alavés; así, recibieron fuero Treviño (c. 1161), Laguardia (1164), Vitoria (1181), Antoñana (1182), Bernedo (en la misma fecha) y La Puebla de Arganzón (1191), esta última atribuida antiguamente al monarca castellano Alfonso VIII. En el año 1196 es el monarca navarro Sancho VII El Fuerte quien otorga su carta de población a Labraza.
La motivación de ambos monarcas navarros para crear esta serie de villas fue, sin duda, la militar; ante la insistente presión ejercida por el Castilla sobre el territorio alavés, los monarcas pretendían asegurar el territorio con la creación de “plazas fuertes” en lugares estratégicos. En cualquier caso, los lugares no fueron elegidos exclusivamente por su función militar, como prueba el hecho de que dos de esas villas (Laguardia y Vitoria) se convirtieron posteriormente en importantes centros económicos y comerciales de sus respectivas comarcas: la Rioja alavesa y La Llanada.
Tras esta primera fase de fundaciones urbanas en Álava, el segundo periodo se desarrolla entre los años 1242 y 1312; como puede apreciarse, desde 1196 en que nace Labraza transcurrieron casi cincuenta años sin que ningún nuevo núcleo urbano fuese fundado en Álava. Este hecho debe ponerse en relación con la conflictiva situación de la provincia en aquel periodo histórico. Los nobles alaveses, al considerar una lesión a sus derechos e intereses la fundación de Vitoria por el monarca navarro Sancho VI, apoyaron al monarca castellano Alfonso VIII en las campañas militares que culminaron con la incorporación de Álava a la Corona castellana. En recompensa al apoyo de los nobles, Alfonso VIII decidió no crear nuevos villazgos en Álava.
En el año 1242, sin embargo, Fernando III El Santo concede fuero en Álava a la villa de Labastida, si bien lo hace en un espacio situado fuera del territorio de la Cofradía de Arriaga, intentando, por tanto, no lesionar las prerrogativas y el poder de la nobleza alavesa.
Detalle del recinto amurallado.
Será el hijo de Fernando III, Alfonso X, el que protagonice una etapa fecunda de creación de núcleos urbanos en el territorio alavés. Entre los motivos del monarca estaban los de agrupar a la población dispersa y favorecer el tránsito comercial. Es en 1256 cuando recibe su fuero Salvatierra, en pleno corazón de la Cofradía de Arriaga. Puede verse en esta fundación el deseo del monarca castellano por crear un núcleo de población estable en un punto de comunicación clave entre el interior peninsular y la costa guipuzcoana (por un lado) y la Llanada alavesa y Navarra (por otro), pero también es evidente que la fundación de Salvatierra supuso un golpe de mano del monarca ante la poderosa nobleza alavesa.1
En aquel año de 1256, sobre el poblado de Hagurahin se funda una población de nueva planta que tomará el nombre de Salvatierra, a la cual se le concede el fuero de Vitoria:2 “Que hayan fuero de Vitoria en todas las cosas así como los de Vitoria lo han et doles et otorgoles todas las franquezas que han los de Vitoria”. Entre estas franquezas dadas a Vitoria con posterioridad a su fundación en 1181 la más importante era la exención del pago de portazgo otorgada en el año 1216 y que igualaba a Vitoria con Laguardia, San Vicente de la Sonsierra, Arganzón y Labraza. La única ventaja vitoriana que no se extenderá a Salvatierra será la exención del pago de moneda; por lo demás, el fuero de Salvatierra supone la traslación en bloque a esta población del derecho local de Vitoria.
Con el nacimiento de Salvatierra en el corazón solariego de Álava asistimos, por tanto, a un cambio radical en la política de los reyes castellanos, que de su inicial apoyo a los nobles van a decantarse a partir de este momento por las villas. Aunque los términos iniciales de la villa eran muy reducidos (únicamente el citado lugar de Hagurahin), tanto Vitoria como Salvatierra van a ir aumentando su término territorial gracias al apoyo de los monarcas y a pesar de la resitencia nobiliar, lo cual reconoció en 1332 Alfonso XI:3 “Seyendo yo en Vitoria, e ellos mostráronme de como la dicha Villa de Salvatierra está poblada en frontera de Navarra, e comarca entre muchos Caballeros, e Escuderos e Infanzones fijosdalgo, e otros homes poderosos, de que había recibido males e daños”.
El mayor dinamismo económico de Salvatierra frente a los nobles alaveses propició que, junto con algunas aldeas donadas por los monarcas, la villa fuera capaz en ochenta años de comprar 30 aldeas. Evidentemente, esto creo un problema jurídico importante pues, aun estando dentro de una comarca solariega, se trataba de propiedades realengas. La solución a este conflicto sólo llegó cuando en 1332 los caballeros de Álava traspasaron a Alfonso XI sus derechos solariegos, convirtiéndose de este modo todo el territorio alavés en tierra realenga.
En definitiva, con la fundación de Salvatierra el monarca Alfonso X logró tres objetivos: en primer lugar, reforzar la línea fronteriza con Navarra mediante una plaza fuerte; en segundo lugar, consolidar una actividad económica importante en este área; y, en tercer lugar, hacer patente su poder frente a la Cofradía de Arriaga al crear un núcleo realengo dentro del territorio solariego de la Cofradía.
Salvatierra responde en su morfología urbana a un tipo muy similar al de Laguardia y Vitoria. En los tres casos se trata de villas situadas sobre un cerro alargado con dos iglesias-fortaleza situadas en cada extremo y una muralla bordeando todo el conjunto.4 Dado que se trata de una villa de nueva creación, de manera previa a la construcción de las casas se procedió a planificar el trazado de las calles, con lo cual el plano resultante fue ordenado y coherente. La villa cuenta con tres calles de dirección Sur-Norte, la central más ancha que las laterales, y varios cantones que cortan transversalmente a las calles para configurar un especie de damero o cuadrícula. La Calle Mayor, llamada antiguamente “Calle de en medio” es perfectamente rectilínea, mientras que las calles laterales (Carnicería por el Este y Zapatari por el Oeste) tienden a converger en los extremos dando al conjunto una forma “almendrada” muy característica de ciertas villas medievales.
Junto a las calles y los cantones el otro elemento urbano que condiciona el plano urbano y la circulación de los vecinos de la villa es la plaza. En Salvatierra existen dos plazas principales: la de San Juan, frente a la parroquia homónima, y la de Santa María (en la que se asienta el edificio del Ayuntamiento). Además, contamos con ciertas aperturas del plano urbano en el cruce de algunas calles y cantones. Por tanto, aunque la Calle Mayor es la que cuenta con una mayor preeminencia dentro del ordenamiento urbano, podemos afirmar que la villa de Salvatierra durante la Edad Media fue un espacio “policéntrico”, en el cual debían de ser numerosos los espacios empleados por los vecinos para conversar, comerciar o reunirse.
Bordeando todo el conjunto urbano (de 5,47 Ha)5 se desarrolló la muralla. Dada la importancia militar de la plaza por su cercanía a la frontera con Navarra, es comprensible que la villa se rodease de un recinto amurallado capaz de hacer frente al asalto de un ejército enemigo. Pero junto a esta función defensiva la muralla constituyó también un elemento de separación jurídica entre el ámbito urbano interior (privilegiado) y la Tierra Llana rural que lo bordeaba.
Foto: Beatriz Arizaga Bulumburu, Sergio Martínez Martínez.
La construcción de la muralla debió ser coetánea a la de la propia villa. Dado que la construcción de una muralla era una obra en extremo gravosa para las villas, fue muy común que se aprovechasen otros elementos urbanos como parte de la muralla. En Salvatierra tal ahorro de muros se logró incorporando las dos parroquias al conjunto amurallado pues, teniendo en cuenta su excelente obra de piedra, resultaban magníficos bastiones frente a posibles ataques.
Durante la Edad Media es probable que las murallas se mantuviesen en buen estado (dada su importancia militar, social y simbólica), pero, una vez perdida su utilidad ya desde comienzos de la Edad Moderna, lo común en la mayor parte de las villas fue su derrumbe para permitir el crecimiento del casco urbano. Durante la Guerra de las Comunidades de Castilla la muralla de Salvatierra sufrió serios desperfectos que fueron reparados más tarde por orden de Carlos I. Posteriormente, tras el terrible incendio que asoló la villa en el año 1564, los muros debieron resultar terriblemente afectados, más aún por cuanto los vecinos emplearon la piedra de la muralla para reconstruir sus propias casas; y eso a pesar de las prohibiciones al respecto de dicha práctica. La fortaleza y casa fuerte existente dentro de la villa resultó también muy afectada, según describe una inspección que se realizó en el año 1592 para determinar el estado de conservación de varias fortalezas alavesas.
Durante el siglo XIX los conflictos armados colaboraron al declive de las murallas de Salvatierra, especialmente durante las guerras de 1808 y 1835; en esta última se sacaron ingentes cantidades de piedra para reforzar las defensas del Castillo de Guevara.6
Hoy en día la muralla de Salvatierra dista mucho de mantener el aspecto amenazador y poderoso que debió lucir durante el medievo; al contrario, la cerca ha sufrido un proceso muy similar al de otras villas. Se trata de la incorporación de los muros como parte integrante de las casas de la población. Teniendo en cuenta que las murallas eran una construcción pensada para durar, los vecinos aprovecharon los muros como pared exterior de sus viviendas, “engullendo” la muralla en su propio provecho.
Para la comunicación de la villa con el exterior se abrieron en la muralla un total de seis puertas. Las más importantes se encontraban en los extremos de la Calle Mayor, es decir, al Norte y al Sur de la villa. Estas puertas eran conocidas como Puerta de Santa María y Portal del Rey. Las otras cuatro puertas eran secundarias y se encontraban en la salida de los cantones, dos en el flanco oriental y dos en el occidental: Portalico y Puerta de la Cuesta de la Madura, por un lado, y Puerta de Andrayturri y Puerta de Ula, por otro.
Fuera del recinto amurallado y como consecuencia del desarrollo económico, la villa de Salvatierra vio nacer barrios periféricos conocidos como “eras”, dos al Norte: eras de San Jorge y de la Madura, y dos al Sur: eras de San Martín y de San Juan. Como se aprecia, los arrabables se situaban siempre en aquellos puntos en que el tránsito comercial era mayor, para aprovecharse del paso de personas y mercancías, en este caso en los extremos de la calle Mayor de la villa.
Por lo que respecta a la arquitectura, la mayor parte de las villas conservan un escaso legado de sus viviendas medievales, a pesar del mantenimiento del plano sobre el que éstas se asentaban. En el caso concreto de Salvatierra la pérdida fue aún mayor por el terrible incendio de 1564, antes mencionado. Tras el paso del fuego se borró de la villa la arquitectura medieval para dar paso a nuevos modelos constructivos, aunque asentados sobre el sustrato medieval.
Las casas de la villa, a diferencia del hábitat disperso del campo, constituían un continuo edificatoria, con viviendas adosadas que compartían medianeras. Estas casas eran estrechas (con poco frente y mucho fondo) y disponían de un espacio libre tras ellas para utilizar como huerto. Destacando entre las viviendas más humildes aparecían de trecho en trecho alguna casa de mejor factura, residencia de alguna familia poderosa: las “casas-torre”.
Pero si algo destaca poderosamente en la arquitectura de Salvatierra es la presencia de unos impresionantes espacios porticados conocidos como “olbeas” o “socarreñas”. Estos espacios abiertos debieron servir de punto de reunión para los vecinos y bien pudieron haber sido el lugar de celebración del mercado semanal de la villa, fijado cada martes por el fuero de 1256, protegiendo a los comerciantes y los consumidores de las inclemencias meteorológicas.
Además, estos espacios porticados cumplían también un importante papel político en la villa, pues sirvieron como lugar para la elección de los miembros del Concejo y de reunión del Regimiento.
Como el resto de los edificios existentes en Salvatierra, los ejemplos más antiguos de estos soportales o socarreñas son del siglo XVI, si bien se levantaron sobre modelos medievales reutilizando en ocasiones los materiales existentes.
Por lo que respecta a las edificaciones religiosas, los dos templos de la villa responden a la función militar con la que fueron concebidos, como parte integrante de la muralla. La iglesia de San Juan Bautista es de estilo gótico, con posteriores modificaciones bárrocas, datando de finales del siglo XV y principios del XVI. La iglesia de Santa María, por su parte, corresponde a la misma época y está edificada sobre los cimientos de un edificio anterior. Es de planta rectangular, con grandes contrafuertes y cabecera poligonal.
1 Pastor Díaz de Garayo, E.: Salvatierra y la Llanada oriental alavesa (Siglos XIII-XV). Diputación Foral de Álava, Vitoria, 1986, pp. 28-29.
2 Martínez Díez, G.: Álava medieval. Diputación Foral de Álava, Vitoria, 1974, pp. 171-173.
3 Id.Ibid. p. 172.
4 Linazasoro, J.I.: Permanencias y arquitectura urbana. Las ciudades vascas de la época romana a la Ilustración. Gustavo Gili, Barcelona, 1978, p. 62.
5 Ver Cuesta Díaz de Antoñana, M.E.: “Nacimiento y morfología de las villas medievales alavesas”, en Las formas del poblamiento en el Señorío de Vizcaya durante la Edad Media, Bilbao, 1978, p. 214.
6 Sobre la evolución de las murallas de Salvatierra ver De Begoña, A.: “Arquitectura doméstica en la Llanada de Álava. El caso de Salvatierra”, en La formación de Álava. 650 Aniversario del Pacto de Arriaga (1332-1982). Ponencias. Diputación Foral de Álava, 1984. pp. 91-110.
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