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Mikel Laboari

Su nacimiento.- Mi imaginación ha abierto su escaparate y me ha ofrecido comprar un “querer”. Me ha gustado y lo he adquirido, pero antes de ser usado ese “querer”, voy a barnizarlo con tonos de creatividad. Llegué a Agiña, allá por el mes de diciembre del 2008. Hacía frío y dejé, cerca del monumento a Aita Donosti, un cesto. El ruido del viento me engañó porque creí que era Mikel el que se acercaba, pero... ¡No!

Me hizo gracia que unos pocos pájaros merodearan la cesta. Saltaban, volaban y, a veces, se colocaban, frágiles, en el borde de mi cesta. El sol no estaba para gastar mucha energía y los árboles, en cueros, soltaban al suelo sus sombras cortitas. Cogí el cesto y vi que estaba lleno de licencias y de permisos. Mikel me los estregaba para que, con ellos, pudiera ejercer de “imaginativo”. Le agradecí, pero creo que se fue lejos, vestido de humildades y sencilleces, que a él tanto le gustaban. “Agur Mikel” –le dije– pero no me contestó.

Su cuna la ubico en Pasajes de San Juan a la vez que sus llantos, sus risas y hasta sus pucheritos. Sé que sus padres sanjuandarras y los parteviejeros me licenciarán.

Los puertos de mar de Euskal Herria eran lugares donde, todos los fenómenos atmosféricos, ayudaban a crear condiciones favorables para cantar bien: afinación, oído y buen gusto. No me cabe duda de que Mikel se enriqueció con estos valores marítimos, pero a gran escala, y... nunca mejor acertado.

Pasajes de San Juan

Pasajes de San Juan. Foto: FreeCat

La Afinación.- Existían en el siglo pasado unas plumas de escribir, con punta bifurcada en dos. La presión ejercida sobre esta pluma escribía trazo grueso sobre el papel, mientras que se afinaba notablemente cuando se dejaba de presionar. El resultado era elegante: una letra inglesa, gótica.. Esta grafía me sirve para trasladar la afinación al campo del “oido”.

Pasajes de San Juan fue museo de los vientos fue el Kursaal de los teatros marítimos. De este Museo, Mikel, robó vientos y del Kursaal sustrajo toda la belleza para vestir sus canciones. Su oído lo afinó para mejorar la belleza de sus canciones. Guardó el tesoro de la elegante afinación allá por pubertad del siglo XX. En Pasajes de San Juan esculpió la pluma de la afinación con la que escribió los graves y los agudos de sus melodías.

Los “tutos” de los barcos jugaban a rudos tonos musicales que hacían de diapasones para diferenciar tonalidades. Las notas redondas, blancas, negras, fusas, silencios, calderones de los pitidos de los barcos, formaban solfeos al aire libre para Mikel.

Las pabas.- Eran pentagramas, pero en sentido vertical. Cuando el sol los reflejaba sobre el mar, los convertía en pautas, donde trozos de soles se intercalaban para formar melodías entre mareas altas y bajas. Pero... cuando, en vez del sol, era la luna la que destellaba sus pedazos sobre el agua, las estrellas, se intercalaban en los pentagramas marítimos para escribir nocturnos.

Las claves.- Mikel supo que, cuando los remolinos del mar chocaban contra la txirristra de la Plaza, formaban todas las claves de los solfeos, porque un remolino es el mejor creador de las formas geométricas sin aristas (Admiro la clave de Sol).

Partituras.- Las nubes son las que fabrican las partituras sobre el mar. Son pautas móviles donde los vientos y las brisas se intercalan entre las notas para crear: eufonías, cadencias, acordes y ritmos.

Es muy bonito decir que Mikel fue un gran eufónico y que la Bahía de su Pasaia le regaló esa potestad.

Inspiración.- Cuando supe que la etimología de Jaizkibel provenía de Haitz = roca y gibel = hígado, me fascinó. Casi todo Jaizkibel guarda las formas del hígado: suave, onduloso y cálido. Este monte, en su invierno, guarda celosamente en su interior todos los sémenes para crear y criar flores, manzanillas y hierbas que a Mikel le valieron para retozar en sus inspiraciones.

La parte final del Jaizkibel, que descansa en Pasajes de San Juan, guarda unas formas ariscas que son las que a nuestro Abeslari le sirvieron para hacer desgarros y gritos melodiados para Gernikas y bombardeos. El “aguila” petrea que se dibuja en esta cresta le valió a Mikel para cantar libertad y libertades; es por ello que esta figura, esté en posición de vuelo para aletear los cielos de Euskal Herria... “Hegoak ebaki banizkion”... Que no se me enfaden los pájaros!!

Notas fuera de los pentagramas.- Para escribirlas se valió de las gaviotas. Éstas siempre se mueven fuera de los pautados jugando siempre a octavas altas y bajas. A lo mejor será demasiado atrevido el pensar que estas aves marinas le ayudaran a aprender los “falsetes”, pero como estoy licenciado, que Mikel me perdone la osadía. Los cormoranes, maestros en merodear en octavas bajas, no las quiero citar porque son cuervos de mar y Mikel no se merece esta comparativa. Es mejor la alegoría que hago de las gaviotas.

Unión entre las notas.- El vano entre las crestas de las olas, es la mejor imagen que nuestro Cantor encontró para aprender a ligar las notas para alargarlas. Son los senos de la música donde duermen los sonidos de una nota. Son cunas para cantar nanas que Mikel las adoraba para melodiar.

Compases.- Cuando nuestro abeslari veía que los relámpagos que se dibujaban sobre Altza iban de derecha a izquierda y hacia arriba y hacia abajo, esa imagen la robó para aprender a acompasar. El silencio posterior a los estruendos lo apropió para melodiar los silencios en sus partituras; de ahí que sus silencios sean notas acunadas.

El magnolio.- Adjunto al hogar donde nació su padre Feliciano, hay un jardín y en él un magnolio. Diría que muy hermoso, frondoso y bondadoso porque pare magnolios de verdad, preciosos. Es un árbol protegido. Es, en primavera, la mayor jaula de la libertad para los pájaros. Sus rejas son ramas hojas y flores. Por las mañanas, cuando se va envejeciendo la primavera, el trinar de esta orquesta, cultiva los sentidos de la armonía. Mikel se encaramó al árbol para oír y aprender acordes.

Bemoles y sostenidos.- Pablo Sistiaga desde el Caserío de Bordanundi traía en carro de bueyes las barricas de la sidra para depositar en las kupelas de la sidrería. Las ruedas del carro eran de hierro, y de los sonidos chirriantes con los adoquines, nacían los bemoles y los sostenidos de los que Mikel se apoderó para cantar esas notas que usurpan medios tonos a las notas soberbias o enteras.

Conservatorio.- Nuestro abeslari se licenció en Pasajes de San Juan. La Naturaleza pasaitarra le confirió dos diplomas “cum laude”: uno a la sencillez y el segundo a la elegante humildad. Ya se merecía...

Joxanjel Legorburu Salaberria

Mikel..., non zauden, sentitzen al dituzu, txori-hegalen
haizetxoen laztanak?

Pasaiako herritik,
DATOR
Galdera.

Los toros.- Cuentan las leyendas o las quimeras que Pasajes de San Juan, fue la primera Plaza de la Península donde se celebró la fiesta de los toros ante un público congregado. Como ya sé que a Mikel le va a gustar ese primerismo taurino, me quedo con la copla y ya está.

Entre barreras, travesaños, resquicios y agujeros, versificó admirablemente aquella fiesta taurina del día de Santiago y Mikel la estocó con amor y sarcasmo. Su interpretación es una pintura musico-ambiental con marco de salero y chispa. Aupa Mikel!! Las onomatopeyas de esta canción popular y de otras más, le confieren a Mikel la cualidad de ser uno de los primeros y mejores autores remedos de la Canción Vasca. Él supo sustraer de aquel San Juan todos los materiales anímicos para regalar los mejores florilegios de bertsolaris y escritores vascos y extranjeros.

Entrelineado.- Algo distante del Santuario de Arantzazu, hay (había) una fuente llamada Iturrigorri. El adjetivo lo ganó, gracias a la gran cantidad de hierro que contenía aquella agua, que hasta en su surcado dejaba abundantemente el color característico de dicho mineral. Los frailes del coro del santuario franciscano eran asiduos bebedores de aquella fuente. Según la tradición, aquel líquido ayudaba a templar sus cuerdas vocales con lo cual, sus voces se enriquecían sobremanera. Así pues, dadme la licencia para pensar que nuestro Laboa pudiera haber pasado por aquel soberbio paraje para beber de aquella fuente, el agua que le ayudó a templar su voz tan característica y singular.

Oteiza.- La niebla euskalduna en la subida hacia la Basílica de Arantzazu sisaba montes, barrancos, senderos y cunetas. Era una de las últimas cunetas antes de llegar al Santuario. Yo, era un chaval, y en ella le vi a Oteiza embozado de bufanda y nieblas, de pie, junto a una de las esculturas tumbada en el suelo, dando órdenes a un esculpidor de uno de los apóstoles del friso del frontispicio del Santuario tan polémico. Este recuerdo-regalo lo guardo en mi mente como un tesoro. Jorge, a voces, le orientaba al esculpidor que, cincel y martillo en mano, conformaba vacíos, rompiendo los silencios de los barrancos en cuyas cunas se estancaban aquellas nieblas casi de seda. La imagen yacía en el suelo, a los pies del escultor, con muchos vacíos sin horadar. Cuando me iba alejando de aquella cuneta convertida en laboratorio de la cosmología vasca, confundía los vacíos del yaciente apóstol con trozos de nieblas, que como los pajarillos se metían en los nidos que Oteiza configuaraba, sacando material para formar cosmos. Que no se me olvide relatar que una de las oquedades estaba, casi, llena de agua de brumas que me invitaba a pensar era el seno desde donde engendrarían todas las formas que Oteiza supo modelar en su cosmología de la fuerza de las formas. Estaba lejos... y aquella trilogía oteizatarra que, casi se esfumaba en brumas, me regaló otra idea: Que Jorge también pudo haber modulado con el cincel de la amistad, la voz de su amigo Mikel Laboa.

Hegoak ebaki banizkion...- Una de sus tantas buenas melodías! Probó con alegorías, símbolos y figuras. Entrelazó imágenes, con cantos, armonías y acordes para lograr cosmos musicales. Eran ideales los encuadres cadenciosos con los que envolvía sus obras; porque Obra melódica y modélica popular fue la de Hegoak... El amor a la Libertad le dio aires de vuelo y es por lo que con esta canción hubiera ganado el premio de ser el Txoriaingeru de una Mitología Vasca del siglo XX. Si hay olas de libertad en el firmamento, allá remarán las alas del pájaro de Mikel para crear más cosmos de libertades.

Sus Firmamentos.- Amó el firmamento y lo troceó; a veces sustraía lunas para meterlas en su guitarra, haciédolo jugar con nidos, tejados, noches y gatos. Pintaba las noches con pinceles hechos de vientos para esbozar amaneceres y recrear crepúsculos. Entrelazaba en sus cuerdas, estrellas fugaces que a veces se metían en su caja de resonancia, para lanzar notas tránsfugas de rico contenido rítmico. Así es como Mikel convirtió su guitarra en su firmamento.

Silencios nocturnos.- Los tonos y las inflexiones de su voz las modeló con los senos de la noche, porque las noches son, las escuelas maternales donde se mama la elegancia y la sonoridad de las voces. Durante la noche, guardaba en el zurrón de la guitarra toda clase de silencios, que luego los metía adecuadamente en sus melodías para descansar y llenarlos de ecos. Una de las tantas noches en las que Laboa mamaba silencios se apoderó de uno que le agradó. Fue Un Tono Dulce del que se apropió “In eternum”(Goxoa bere ahotsa).

De los árboles.- Los árboles que siempre comen sol eran amigos de Mikel. Son los seres que le enseñaron a subir y tonos para mejor gritar a las nubes que son los armarios para guardar al Astro. Las frondosidades de los árboles eran sus amigas que les orientaban a saber dimensionar el tiempo de las notas, a dar placidez a sus permanencias, a engrandecer o solemnizarlas o a teñirlas de amor o melancolías. En los otoños cuando los árboles hacen siestas con poco abrigo, ocurría algo muy bonito: Mikel estaba sentado bajo un árbol tocando la guitarra; susurraba una canción. Las hojas del árbol caían, para depositarse en las cuerdas del instrumento. Se posaban despacio para hacer de traste. A eso sí que se le puede llamar afinado natural, templando cuerdas.

La profundidad de la tierra.- De sus desconocidas simas, extraía sintonías y sinfonías para cantar a la Paz. De esas entrañas sustrajo guardándolas en su mente los estruendos de las bombas de Gernika, lanzándolas por ondas sonoras los gritos y las desesperanzas del cuadro picasiano.

Semillero.- Fue el vivero donde guardó los brotes del cancionero de Euskal Herria, Solemnizó el bertsolarismo, ensalzando la belleza de sus rimas.

Abrazó a su guitarra y cantó todas las sinfonías que guardan las polvaredas de las estrellas; tocó con sus dedos todos los temas que acaricien almas o que besen sensibilidades. Del diccionario vasco seleccionó los nombres y adjetivos más hermosos y bonitos para vestirlos con sonidos bellos, pulcros y armónicos. Mikel estaba hecho de material sensible y dúctil. Mikel amó su voz y la regaló. Mikel...

Batel-Bateliko.- Su hacienda, elaboración, fina figura y la elegancia en sus formas, me ha gustado siempre. Su distinguida y estilosa silueta, cuando, a capricho de las humildes olas, se contornea salerosa, se convierte, si las hay, en mariposa de mar. Los remos, los he dejado yacientes sobre el mar porque me ha gustado siempre el “txapla, txapla” armónico, que con las olas producen. El conjunto de esta estampa marítima me va a invitar a bogar.

Cosido de vientos.- En Pasaia, hay un recoveco de mar que se le llama “seno”. Es un lugar que participa de la geometría y la maternidad; en este txoko pasaitarra voy a coser todos los vientos para que gocen, mientras bogo, de la quietud y el sosiego. Quiero bogar sin vientos para que no me estorben sus silbidos, aunque se me escape alguna brisa, ésta, no me va a dificultar para oír los cantos y melodías de Mikel.

La red.- En una red entrecruzada con hilos pentagramados en vivos colores, guardaré todos los discos y CDs de Laboa para escucharlos en alta mar. El fardel musical lo coloco en la popa del bateliko, para que la branca vaya ligera, y no oír, así, sus besos con el mar. Voy a bogar lejos, muy lejos, allá donde las carantoñas del sol, aprietan los labios de los mares profundos.

A la música de Mikel Laboa Manzisidor y a su persona, le voy a dedicar un Poema en la lengua que él amo y a la que yo adoro.

POEMA LIBREA

Itsas uretan ñir ñir dago ilargia, lo.
Haizeak, kulunkatzen ari da kanalean,
urrunetik erori diren izartxoak. Ortzia, mugikor, Pasaiako itsas gainetan. Armoniazko zeru-argiak ari dira edertasunaren abesti ixilak azaltzen. Gogoz nago entzuten, gogoz gozatzen.
Laztandutako ixiltasunarekin ari naiz aditzen, ia, lo dauden, ilargi ta izarren zurrunga laztanak. Ixo Mikel!! Entzun!!

Nota: Este ramillete de cariños, envueltos en metáforas, y escritos para Mikel, es para ti, que amas los silencios, para mejor oir todo el cancionero melódico de este donostiarra, que, por un tiempo imaginativo, situé su naciminto en Pasai Donibane.

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