Enlaces relacionados

Comparte

  • del.icio.us
  • zabaldu
  • aupatu
  • meneame
  • digg

Si le ha parecido interesante el artículo puede ayudar a difundirlo

Zure iritzia / Su opinión

Participa

Premios

  • Artetsu Saria 2005

    Arbaso Elkarteak Eusko Ikaskuntzari 2005eko Artetsu sarietako bat eman dio Euskonewseko Artisautza atalarengatik

  • Buber Saria 2003

    On line komunikabide onenari Buber Saria 2003. Euskonews y Media

  • Argia Saria 1999

    Astekari elektronikoari Merezimenduzko Saria

Los orígenes de la monumentalización del arte románico en la Navarra de la primera mitad del siglo XII : estado de la cuestión (II/II)

El paisaje monumental en torno a los años 1100-1150

El centro artístico de Pamplona conoció una resonancia importante. De esto dan prueba las numerosas implantaciones y la unidad de estas en torno a la metrópolis del reino. Es incluso en el corazón de Navarra, en la región del centro, donde los edificios románicos de la primera mitad del siglo XII son más numerosos.1

La Via Tolosana de Sangüesa hacia Pamplona: la influencia de Jaca

. La difusión de métodos aragoneses en la Merindad de Sangüesa

Sangüesa, ciudad-frontera, ciudad de acogida, constituía en la Edad Media una etapa importante sobre el camino hacia Compostela. Los peregrinos que llegaban de Jaca por la carretera del Somport entraban aquí en las tierras navarras. Fuerte de su proximidad con Aragón, la ciudad supo dotar sus edificios de un arte románico dotado de influencias exteriores, de una corriente resultante de Jaca. A partir de Sangüesa, el arte aragonés va a desarrollarse en Navarra en una multitud de edificios, tanto en la Merindad incluso como en la vecina de Olite, y será especialmente manifiesto en Aibar, en la Valdorba, en Navascués y Artaiz.

Portada de San Martín de Unx

Portada de San Martín de Unx. (fig. 7).

La primera campaña de construcción de Santa María de Sangüesa, circunscrita a la cabecera del edificio, da prueba de este arte plenamente aragonés. El capitel de la Degollación de santo Juan-Bautista y la representación de un avaro en la absidiola septentrional, o aún el episodio de la Huida a Egipto en el ábside, ilustran la presencia del maestro de Uncastillo en Navarra, o al menos de un escultor formado en su taller que, además tendría también obra a la portada de San Martín de Unx (fig. 7). El gusto por la ornamentación de las ropas, en particular, señala uno de los caracteres de este escultor. Los volúmenes, el redondeo de las figuras y modelados, la desproporción de las cabezas y manos, el tratamiento de la mirada, magnificada por una doble incisión de los párpados y pupilas cavados con el trépano, la mueca enfurruñada y la nariz chata, así como una serie de detalles en las composiciones son referencias a las esculturas de Santa María de Uncastillo. Al contrario, los temas que proceden de Pamplona se hacen raros: hojas hendidas, hojas lisas cuyos vueltas generan bolas.

La iglesia parroquial de San Pedro de Aibar ilustra maravillosamente la penetración del arte aragonés en Navarra. A este respecto, adoptaremos las opiniones de J. Uranga que opta por una escultura derivada de la escuela de Jaca y participante de un arte navarro de filiación aragonesa. El tema de las aves enfrentadas, muy presente en el arte de la peregrinación, en particular, en Jaca y Loarre y también en Saint Sever en Gascoña y sobre todo Compostela, se encuentra sobre un capitel de la portada de la Cillería de Pamplona. Pero los otros motivos son más aragoneses que navarros, y dan prueba más generalmente de una aprobación de las fórmulas compostelanas: decorado cubriente con volutas y prótomos, sirena bifida, leones afrentados —San Sernín de Toulouse—, leones sonriendo o elaborados —León, Compostela, Gascoña, Béarn—, águilas con las alas desplegadas - San Sernín, Jaca, Loarre -, representación simiesca —Loarre—, etc. La ornamentación vegetal procede también de la arte convencionalmente llamado «de peregrinación»: hojas lisas por las que se generan bolas, hojas de acantos —San Sernín, Moissac, León, Saint-Sever, Agen, Lescar, etc—.

La portada occidental de Leire, una de las primeras portadas monumentales en Navarra con la fachada desaparecida de Pamplona, constituye, por los motivos que adornan sus seis capiteles tallados, un elemento directo del taller de maestro Esteban. Existen las aves que se picotean las patas del capitel de la catedral conservado en el Museo de Navarra, tema también difundido en la cripta aragonesa de Sós del Rey Católico, en una factura y una composición estrictamente idéntica. Además las relaciones se confirman en el motivo que representa personajes femeninos puestos en cuclillas que se tiran los cabellos —capitel de la portada y archivolta de Leire, capitel de la cripta de Sós— que da prueba de un gusto común por los drapeados. El tema es por otra parte típico del arte compostelano —León, Frómista, Loarre—. Por fin, los leones patilargos del capitel de la catedral conservado en las reservas del Museo de Navarra adornan también un capitel de la portada así como varias arquivoltas, tradicionalmente de modelos de Jaca. Lo que se vinculó en cambio con una novedad, es la adopción de una portada con arquivoltas múltiples adornadas de escenas profanas como se puede observar en Aragón, en Santa María de Uncastillo en particular. La disposición arquitectónica de la portada recuerda la Puerta de las Platerias de Compostela y la Puerta de Cordero de San Isidro de León donde el desorden es idéntico: así pues, la adopción del decorado en las enjutas y los personajes de santos y leones tallados sobre los montantes. Por lo demás, la fórmula destinada a disponer los personajes del tímpano sobre animales que presionan, y la presencia de leones aplastando personajes sobre los largueros, resultan del esquema de la Portada Miègeville de San Sernín de Toulouse y, quizá indirectamente, del tímpano de Jaca. Destaquemos que el tímpano de Leire constituye el único ejemplo de tímpano historiado en Navarra.

Portada de la Iglesia Parroquial de San Martín de Artaiz

Portada de la Iglesia Parroquial de San Martín de Artaiz. (fig. 8).

Por fin, terminaremos por la iglesia parroquial San Martín de Artaiz que suscita muchas divergencias de opinión en cuanto a sus filiaciones. Al menos dos principales escultores habrían esculpido conjuntamente en la portada (fig. 8): uno que trabaja en los capiteles mientras que el segundo se habría encargado de los relieves de las enjutas y del decorado de canecillos y metopas. Estos últimos proceden quizá de una tercera mano: las figuras son desproporcionadas, las cabezas y manos excesivamente grandes, las piernas demasiado cortas. Por lo demás, el modelado y los volúmenes están especialmente gastados mientras que los leones de las enjutas son vigorosos, alcanzando casi a veces alto-relieve. La singularidad de este edificio reside en la adopción de escenas o motivos profanos, en particular en los canecillos y metopas, directamente heredados del arte aragonés y que simbolizan la lucha del Bien contra el Mal. Así pues, un soldado nivelando a un dragón, el pobre Lazáro y el rico Epulón, músicos y bailarinas, el combate de dos jinetes o aún de los leones que presionan o que devoran personajes sobre las enjutas. A este respecto, este último ejemplo es especialmente expresivo, y procede del modelo del tímpano de la portada occidental de Jaca en su iconografía, la factura de las dos obras revelándose completamente divergentes. Como en Jaca, uno de los cuadrúpedos presiona a un personaje —en Jaca, se trata de dos animales demoníacos—. «El león potente terraza el imperio de la Muerte», dice la inscripción aragonesa que completa el decorado. El segundo animal, al contrario, salva al desgraciado: «El león sabe evitar al que se prosterna a sus pies y Cristo al que lo ruega». Estamos pues allí en presencia de un hábil ejemplo moralista y de una importante reflexión teológica que no es, generalmente, lo propio de la escultura románica navarra, sobre todo decorativa.

. Una herencia armoniosa en Valdorba

Si se descarta la iglesia de San Martín de Unx que presenta esquemas tributarios del arte de Uncastillo, relaciones entre los edificios de la Merindad de Olite son especialmente remarcables, en particular, en el decorado tallado de la Valdorba que presenta una gran homogeneidad. Esta coherencia es por otra parte también notable desde el punto de vista arquitectónico: de tamaño modesto, las iglesias adoptan una única nave abriendo al este sobre un ábside de plan semicircular al interior como exteriormente, se cubre con una bóveda de cuarto de esfera. La nave es generalmente abovedada, con excepción de la de Cataláin. El decorado, poco abundante, gana los capiteles del arco del ábside, a veces los de la nave, así como los capiteles que enmarcan las ventanas exteriores de la cabecera —Cataláin y Echano—. Algunos canecillos tallados subrayan las cornisas de los edificios. Cada una de las cuatro iglesias está dotada con una portada situada bajo un alero volado que las protege.

La influencia de Jaca es evidente en las creaciones vegetales que presentan varias coronas de hojas que generan bolas, como en Olleta u Orísoain, pero aún en los capiteles figurados. Los capiteles vegetales que presentan hojas festoneadas o lisas, cuyas coronas se conectan en las volutas en los ángulos por troncos —Echano, Orísoain—, proceden de la escultura jaquesa: algunos ejemplos cercanos pueden observarse en varios capiteles del Panteón de los Reyes en León, y se encuentra al menos un ejemplo en las esculturas del maestro Esteban en Pamplona —capitel de las aves que se picotean las patas—. Los personajes pintorescos de arquivoltas de la portada de Echano proceden por su parte de una creación usada en Aragón en Santa María de Uncastillo y difundida en Béarn a partir de este modelo, y que ya se observa en la portada occidental de Leire.

En cambio, las supervivencias de la catedral navarra son más sutiles. Los modelos se adaptan a un arte rural. El repertorio deriva del taller de maestro Esteban, a veces enriquecido y a menudo renovado.

La escultura románica navarra de la primera mitad del siglo XII oculta un interés evidente. La originalidad de la iconografía de la historia de Job en el capitel del claustro de Pamplona así como el sentido de la teatralidad y el drama que emana de estas obras revela a un artista de excepción, cuya radiación ganó probablemente los talleres de escultores de la época. La Navarra románica en torno a 1100-1150 constituye así una superficie artística homogénea, donde el decorado conquista de manera más afirmada de nuevos apoyos, y donde la cuestión del modelo y su transmisión está en el centro de la problemática de los talleres. En las merindades de Sangüesa y Olite, la superioridad tanto eclesiástica como artística de la catedral ante los edificios secundarios se traduce no sólo por la elección de esquemas comunes a la escultura de Pamplona, sino también por la adopción del decorado en los puntos fuertes de la arquitectura. Por otro lado, los caracteres que hacen la particularidad de Pamplona se asimilaron luego reinterpretados a escala de los edificios secundarios. Los recuerdos de la escultura de la capital en estos edificios son sin embargo heterogéneos. Las reminiscencias están a veces alejadas, y las obras abiertas a influencias exteriores, como lo prueban las fórmulas heredadas de Aragón. El contexto político del tiempo pone de manifiesto que estas relaciones no deben aleatoriamente nada. La puesta en correlación de la creación románica con los acontecimientos religiosos y politicos del momento resulta fundamental y elocuente para sacar a la luz las relaciones entre Navarra y Aragón y determinar los caracteres idénticos, distintos o comunes, de estas creaciones.

Las filiaciones artísticas con edificios principales más o menos cercanos —Compostela, Aragón, el mundo Languedociano— sin embargo demostraron que la escultura navarra procedía de modelos exteriores, sin para eso excluir toda creación local. Estas numerosas contribuciones permitieron al decorado navarro desarrollar una gran variedad y una relativa riqueza.

1 Las imágenes de las esculturas lapidarias se realizan y se publican con la agradable autorización del Museo de Navarra de Pamplona y el Museo de los Agustinos de Toulouse. Deseamos agradecer a Francisco Javier Zubiaur Carreno y Charlotte Riou que facilitó nuestro acceso a las colecciones, y a María-Lluisa Quetgles y Noémie Ferreiro para las correcciones.

 

La opinión de los lectores:

comments powered by Disqus
Eusko IkaskuntzaAsmozEusko Media