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Mi amigo José Mari Arzuaga

José Antonio VILLAR

Antecedentes

Recogí con agrado el guante cuando se me propuso hacer una breve acotación de recuerdos de un tiempo cuya memoria pervive en mí de forma indeleble y uno de cuyos protagonistas principales José Mari Arzuaga recordamos especialmente estos días.

Joxe Mari Arzuaga

Joxe Mari Arzuaga.

Haré mención de mis recuerdos y acepto que pueda equivocarme con respecto a algún dato que otro, u olvidarme de algún detalle interesante, pero no tengo dudas sobre lo que expresaré como resultado de la memoria de mis sensaciones y sentimientos referidos a la parcelita de nuestra pequeña pero intensa historia y a las vivencias compartidas con la gente con la que conviví en primera persona.

Es que se trata de un tiempo en el que formé parte de un grupo con denominativo IRRINTZI que fue sujeto activo de un movimiento cultural de cierto relieve local, y cierta proyección de reconocimiento exterior.

Es evidente que los acontecimientos de esta índole no suceden nunca porque sí: siempre hay unos protagonistas activos que los generan y los elevan a los niveles de que son capaces y reciben los reconocimientos externos al menos en el entorno en que se producen.

En este caso hay que atribuir el primer protagonismo a una cuadrilla de amigos autodenominada IRRINTZI con manifiestas inquietudes culturales por encima de las habituales en las cuadrillas del tiempo y entre esas inquietudes, como más sobresaliente, la de la cultura musical de todo orden que se manifestaba sobre todo por una afición sobresaliente al canto.

El coro parroquial como estructura básica, actuaciones improvisadas en espacios y situaciones populares, y participación en organizaciones corales de diverso calado, eran testimonio continuo de la inquietud musical de los integrantes de la cuadrilla.

El reto

Pero a principios de los años 60 se dio un hito, el primer “Concurso Vasco-Navarro de Otxotes”, que revolucionó considerablemente un determinado estilo de canto coral de voces graves (“canción de taberna” la llamaban algunos que defendían incluso la pervivencia de una polifonía de andar por casa interpretada con “potencia sobresaliente” y sin muchos cuidados estilísticos ni armónicos).

Esos “Concursos de Otxotes”, que consistían en la concurrencia de coros de octetos masculinos, pervivieron bastantes años como tales, siendo precursores de otras formas de “competición coral” que aún subsisten afortunadamente.

Jose Mari Arzuaga con el Padre Madina

Jose Mari Arzuaga con el Padre Madina.

El reto de concursar en la primera convocatoria provincial, eliminatoria para la participación en la interprovincial del País Vasco fue objeto de amigable polémica interna ante la conciencia de nuestra relativa humildad de medios con respecto a otras formaciones, pero se aceptó finalmente por la cuadrilla que consideró que esa circunstancia obligaba a concretar una estructura de respuesta más trabajada y más profesional.

Vino al pelo un repertorio de magníficas canciones del oñatiarra compositor de élite Padre Madina, con canciones de altísimo nivel musical, muy difíciles de interpretar, que significaban una frontera muy clara entre la vulgaridad no exenta de sentimentalismo de la canción popular al uso, defendida por algunos como modelo a seguir para esos concursos, y la composición armónica muy moderna, muy compleja, llena de referencias melódicas, rítmicas y de contenido expresivo de nuestra cultura autóctona que aportaba nuestro insigne paisano.

Aceptamos sin ninguna duda transitar por este lado de la frontera y trabajar con todo el empeño posible el magnífico repertorio con cuyo creador teníamos relación amigable y directa.

Comenzó el trabajo de los ensayos diarios, trabajo intenso pero placentero a la vez, creándose un nudo de relación profundamente amistosa además de un grupo compacto de interpretación musical.

Los juicios de valor sobre los dos estilos de canción para otxote, digamos el popular y el culto, se decantó a favor de este último, el nuestro, a pesar de que quienes presentaban la otra alternativa de canción “popular” no muy trabajada eran grupos con magníficas voces solistas o procedentes de coros reconocidos y reconocibles y a quienes teníamos el máximo respeto.

Los tribunales, compuestos por músicos y musicólogos acreditados de la época, reconocieron la conjunción, la delicadeza y la expresión lograda en nuestras interpretaciones y la dificultad de los retos asumidos en función del repertorio.

Tal vez no pudieron detectar la posible inferior calidad de nuestras voces, porque las percibían en una sola...

Fuimos campeones de Gipuzkoa en primer término y del interprovincial a continuación. Después fuimos también ganadores de innumerables concursos locales que empezaron a organizarse con profusión.

A continuación fuimos solicitados para grabar tres discos (en la época no lo hacía cualquiera, por algo son los nuestros las primeras muestras de grabaciones de ese género) con las canciones del repertorio y grabamos también uno de habaneras con la Coral Oñati de voces mixtas.

Los innumerables viajes para conciertos y diverso tipo de otras actuaciones, que surgieron a raíz del éxito de nuestras intervenciones musicales, tuvieron siempre como objetivo la calidad de las interpretaciones adaptadas a cada lugar y circunstancia, pero sirvieron también de excusa para algo no menos importante: una relación cohesionada e intensamente amistosa entre los integrantes del propio grupo con una extensión natural hacia quienes por unas u otras razones eran acompañantes muy cercanos.

El líder

En este momento de la descripción en que me he referido a tres elementos fundamentales de nuestro relativo éxito: la cuadrilla como sujeto, el repertorio como objeto y el trabajo como medio, tengo que mencionar al artífice que consiguió que esos elementos se integraran de forma sencilla y natural en un todo coherente que hubiera podido asumir sin duda cualquier reto.

Estoy refiriéndome a nuestro amigo José Mari Arzuaga cuyas capacidades de liderazgo resultaron tan evidentes que al desaparecer prematuramente nos dejó un vacío de dirección que no pudimos o no supimos asumir con la suficiente fuerza.

José Mari tuvo que ver, en efecto y de forma directa, en las circunstancias que fueron origen de las sensaciones de felicidad que creo que compartimos quienes tuvimos la suerte de convivir como grupo en aquellos años en que bajo el denominativo IRRINTZI fuimos actores de un movimiento cultural que trascendió considerablemente contribuyendo a que Oñati figurara ante los medios de comunicación como uno de los referidos obligados en orden a las interpretaciones de canto por otxotes.

La única pena que ahora mismo siento es que ese grupo esté ya muy reducido en primer lugar por su prematura desaparición y más recientemente la de los compañeros que también nos han dejado y que hubieran podido ahora compartir con placer esos recuerdos.

Grupo Irrintzi, 11 de Marzo de 1962

Grupo Irrintzi, 11 de Marzo de 1962.

Mis referencias a los tiempos y a las personas, a José Mari en este caso, no pueden ser el panegírico al uso, el catálogo de alabanzas más o menos fundadas destinadas a ofrecer una figura amable del personaje basándose en una historia escrita o un anecdotario recogido aquí y allá.

Esas referencias tienen su base en unas vivencias directas y compartidas que podrán sugerir la influencia de una amistad intensa pero no podrán ser tachadas de adulación sin fundamento, porque responden a una verdad vivida, sentida y compartida por quienes todavía pueden dar fe.

El protagonismo y el liderazgo de José Mari ya se había demostrado antes por medio de multitud de iniciativas culturales que se llevaron a efecto bajo su dirección, y no solo de coros y de canto, sino también de diversas actuaciones teatrales, por ejemplo, tanto sainetes cómicos como obras dramáticas: recuerdo la amplia repercusión que produjo en el entorno nuestra representación de “La herida luminosa”, basada en la novela famosa de Josep María de Sagarra que ya había sido llevada al cine bajo la dirección de Tulio Demicheli y más tarde por José Luis Garci.

Su intervención netamente dirigente en actividades culturales múltiples y su capacidad de integración de los grupos humanos específicos para ellas fue realmente notoria y existen documentos gráficos que lo pueden probar, pero creo que su cota máxima de liderazgo la demostró sobre todo en torno a los acontecimientos derivados de la formación, desarrollo y ejecutoria del Otxote Irrintzi.

La capacidad de convocatoria que demostró para reunir en un proyecto de intenso trabajo (ensayo casi diario) a un grupo humano basado en la amistad que no creía en un principio en sus posibilidades de competir con voces y conjuntos ya consagrados en el ámbito del canto coral, la fe en sí mismo y en las capacidades del grupo que supo transmitir y de la que se valió para estimularlo, la intensidad que puso en juego para conseguir espacios y medios dignos para trabajar en los ensayos, el afán con que buscó y el detalle y el mimo con que estudió los repertorios posibles, las implicaciones en el proyecto que consiguió en orden a posibles relevos, complementos y colaboraciones personales, dan fe de que su liderazgo impulsivo constituyó un elemento sin el que no hubieran sido posibles los logros alcanzados.

El equilibrio entre el cultivo de las auténticas relaciones amistosas y el trabajo de cohesión y empaste en la interpretación y expresión del repertorio hizo que nuestros ensayos se convirtieran en reuniones placenteras, lo cual hay que atribuir al magnífico carácter propio de la cuadrilla pero también, indudablemente, a la especial capacidad tanto artística como relacional del director.

Supo convencernos de la calidad notable que habíamos logrado a base del trabajo muy intenso pero adaptado a nuestras posibilidades y nuestras metas y pudo hacernos ver que por ese camino podíamos alcanzar otras más difíciles y lejanas.

Sabía corregir amablemente los fallos, pero también alabar convenientemente los logros.

Como ejemplo de esa trayectoria consiguió que algunos de nuestros conciertos llegaran a ser apreciados como muestras de élite musical: nunca olvidaré la entrega sin reservas de un público entusiasmado en el Colegio Universitario de Soria para el que preparamos traducciones al Castellano de cada una de las canciones interpretadas. Salí convencido del poder expresivo sin fronteras de nuestra música y una vez más satisfecho del nivel que se alcanzaba a través de las pautas establecidas por nuestro director.

Bajo su dirección se compatibilizó también la actuación en forma de coral mixta a base de componentes, la mayoría más afectos que cualificados, que preparó la actuación en un Concurso de Habaneras en Torrevieja como cuyo resultado se grabó un disco en Barcelona coincidiendo con la grabación de otros dos del otxote.

Los viajes a esas localidades, a los innumerables concursos y actuaciones, a Licq Atherey en Xuberoa, donde constituíamos la atracción artística complementaria al concurso de perros de pastor, etc. con la magnífica comparsa de amigos y seguidores que nos acompañaban siempre, son episodios llenos de anécdotas memorables que recuerdo con detalle y con placer.

Grupo Irrintzi

Grupo Irrintzi.

Relación con el Padre Madina

La relación estrechamente amistosa de José Mari y nuestra con el Padre Madina tenía su porqué: nos valíamos de su música y él se valía en cierto modo del instrumento de nuestra interpretación.

Fui testigo directo alguna vez de la curiosidad de José Mari sobre la opinión del autor a propósito de nuestras interpretaciones. Las preguntas del director fueron respondidas en forma laudatoria por parte del autor.

Entre los dos habían hablado repetidas veces sobre nuestra posible presentación en América, tanto en Argentina como en los Estados Unidos, y José Mari nos había trasladado su entusiasmo por llevar a efecto tal proyecto muy a pesar de los problemas inherentes al abandono temporal de la actividad profesional de todos y cada uno de los componentes.

No me cabe ninguna duda de que José Mari con la mano extendida del Padre Madina, hubiera sabido mover las teclas adecuadas y hubiera logrado a corto plazo que saltáramos el charco y diéramos en las Américas un digno testimonio de nuestra cultura musical, si no hubiera tenido que abandonar la vida dramáticamente por designios del Supremo dejándonos sin las necesarias e irrecuperables dotaciones de liderazgo.

Su falta y la del resto de compañeros, amigos del alma, que van cayendo sin perdón del tiempo, y que hemos llorado en su momento, no creo que deban empañar en absoluto mi recuerdo feliz de esos tiempos porque en ellos los veo tan vivos y felices como yo mismo, aunque hubiera preferido compartir con todos y cada uno el homenaje que hoy dedicamos a nuestro director.

Es verdad que José Mari dejó su familia desgraciadamente en el momento en que le era más necesario y nos dejó también a nosotros sin el timón indispensable para seguir adelante con los proyectos, pero me parece que su dolor y sus lágrimas y nuestro pesar no deben repetirse ahora en el momento en que rememoramos aquellos tiempos.

Documentación

No nos es posible recuperar su ser, pero sí compartir con todos el recuerdo de su bien hacer. No podemos convencer a favor de la eternidad del ser, pero si podemos conferir nuestra pequeña eternidad en soportes que nos sobrevivirán las manifestaciones sobre el bien hacer.

Eso es lo que hemos pretendido con los actos y los documentos escritos y grabados que ahora presentamos y ponemos al alcance de todos.

El nuevo material y la documentación hallados a partir de la preparación de estos acontecimientos nos obliga a no dar por concluido el agradable trabajo en que nos hemos visto involucrados y adquirir el compromiso de dar a luz una futura documentación que ponga, con la debida pausa y reflexión, el broche complementario a la presente.

Escuchar canciones

- Choritua, nurat hua (Jose M. Arzuaga)

- Zortziko (Jose M. Arzuaga)

- Bihotz baten ordean (Jose M. Arzuaga)

- Beti eskama kentzen (Fco de Madina)

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