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Ibon PEREZ BARCENA
El “Video Killed The Radio Star” de los Buggles fue compuesto ante el hipotético declive del sector radiofónico ochentero. La pieza en cuestión, cuyo título forma ya parte del refranero popular, ha sido modificada por los expertos en la Web 3.0 para componer la nueva versión del siglo XXI. El tema de 1981 describía a una estrella de la radio que, debido a la expansión del vídeo, veía como los días de gloria llegaban a su fin. En la canción actual, por el contrario, aparecen dos protagonistas: Internet, al que atribuyen un poder hegemónico, y la televisión, que resiste estoicamente el embate del primero. Su relación es efímera, se necesitan el uno al otro pero siempre nadan entre el amor y el odio.
Según el último estudio de Barlovento Comunicación [fechado en mayo del 2011], los vascos registramos una media de 227 minutos diarios delante de la televisión convencional. Es una cifra sorprendente —en total, nos pasamos alrededor de cuatro horas contemplando el transmisor desde el sofá—, y significativa a la vez; a pesar de la aparición de nuevas plataformas y nuevos canales, nos demuestra que añoramos al televisor de toda la vida, al aparato tradicional. No ocurre lo mismo en EE.UU., donde por primera vez en 20 años, el consumo de los contenidos audiovisuales a través del ordenador ha disminuido considerablemente el número de hogares con televisión. Es un dato a tener en cuenta por el mercado Europeo, siempre influenciado por el de Estados Unidos.
Lo cierto es que, al margen de lo que digan las estadísticas, cada vez son más los jóvenes que eligen el mundo virtual para seguir de cerca las producciones televisivas. No en vano, la red ofrece miles de horas en contenidos audiovisuales, abiertos a un futuro en el que no existen fronteras y accesibles a un público global.
Las empresas son conscientes de ello y en un clima donde gobierna la competencia feroz, siguen buscando la fórmula idónea para contagiar al pasivo telespectador de siempre el espíritu inquieto del internauta.
La red ofrece miles de horas en contenidos audiovisuales, abiertos a un futuro en el que no existen fronteras y accesibles a un público global.
Foto: Cory M. Grenier
Hace tiempo que gurús y no tan gurús del marketing, la comunicación y las relaciones públicas ya nos venían advirtiendo de la inminente llegada de la televisión 2.0. Es ahí donde avanza el presente y desemboca en futuro, donde lo impuesto hasta hoy se acaba y el espectador, haciendo uso de su libre albedrío, decide lo que quiere ver, en qué momento y en qué lugar lo quiere hacer (todo eso, de una manera flexible, asíncrona y sin la presencia de los incómodos anuncios).
Gracias a plataformas como YouTube, que hace posible que cualquiera comparta videos grabados de una forma rápida y sencilla, los telespectadores han dejado de ser simples consumidores a ser generadores de contenidos ‘amateur’. Además, los usuarios gestionan su consumo a través de paginas como Seriesyonkis.com y Cinetube.es, unos portales que enlazan con grandes almacenes de archivos audiovisuales ubicados en servidores de fuera del estado. Es, por ejemplo, el caso de Megaupload, que de entrar en vigor la nueva ley antidescargas tendría los días contados.
Los sistemas de video a la carta via internet y las descargas ilegales representan una amenaza para la televisión
Pero no solo el ciudadano de a pie se ha encargado de alimentar el insaciable apetito de contenidos de Internet; la red lleva un par de años catalogando los archivos de emisoras de radio y canales de televisión, lo que ha venido a ser el preámbulo de la ‘televisión a la carta’.
Antes, si los contenidos de TV no se grababan en el momento de su emisión, resultaba imposible recuperarlos y se perdían sin que nadie los pudiese conservar. Hoy en día, sin embargo, la red libera la oferta televisiva del marco temporal y los contenidos están a disposición de todo aquel que los precise, listos para ser consumidos a cualquier hora y en cualquier lugar. Solo basta con enchufar un ordenador y al internauta se le abre todo un abanico de posibilidades. Pero hay ocasiones en las que el usuario, que se conecta tanto para informarse como para entretenerse, se encuentra con barreras que le impiden navegar (o por lo menos, que le obstaculizan el acceso a todo aquello que le gustaría cotejar).
Las cadenas de televisión, al liberar sus creaciones en la red, han empezado a ser conscientes de la pérdida de la exclusividad de sus contenidos, y en aras de mantener su propiedad intelectual y los beneficios asociados a sus productos, se han visto obligadas a encontrar nuevas formas para distribuirlos. En este sentido, resulta pertinente el caso del British Broadcasting Corporation (BBC), con su correspondiente WebTV, el iPlayer, en el cual se ofrecen las series de la radio-televisión pública británica, emisiones radiofónicas y los programas e informativos en todas las pantallas posibles, unificando la gestión de sus contenidos para que puedan verse en TV, móvil e Internet, y los espectadores tomen parte activa en ellos. Ese es el caso más sonado, el internacional, del que ya han bebido medios autonómicos como TV3, que cuenta con un sólido canal virtual donde cuelgan pequeños y grandes cortes de programas, documentales, series y noticias, el ‘TV3alacarta’. El grupo EITB no se queda atrás y el 14 de junio de este mismo año pondrá a disposición de los usuarios la mayor base de contenidos audiovisuales en euskera hasta ahora, la nueva plataforma ‘eitb nahieran’.
EITB pondrá a disposición de los usuarios la mayor base de contenidos audiovisuales en euskera, ‘eitb nahieran’.
EITB a la carta, disponible en su versión beta en esta dirección, está integrada por un menú en forma de árbol. La han organizado por temas, cronológicamente o por orden alfabético y, gratuitamente, nos guía a través del archivo digitalizado del ente público vasco.
Aún es pronto para sacar conclusiones precipitadas, pero ya hay quien da por hecho que esta oferta a la carta va a revolucionar el consumo de la televisión. Estefanía Jiménez, doctora en Comunicación Audiovisual por la UPV/ EHU, no se muestra tan convencida [Visto en el blog El audimetro, el 22 de mayo] y es que cree que “por muy fácil que esta plataforma nos lo ponga” la mayoría de los espectadores no se sientan en el sofá con la misma actitud que cuando recuperan un espacio concreto y atemporal. Eso quiero pensar yo también, que a corto plazo nos va a costar integrar las nuevas aplicaciones en nuestras vidas, pero veo necesario conocer al detalle cómo llevar a cabo una correcta integración entre lo nuevo y lo antiguo, para realizar de forma eficaz una comunicación organizacional. Por lo que pueda pasar, digo.
Joselu Blanco, por su parte, no cree que Internet vaya a suponer la desaparición de la televisión. Para el Director de Programación de ETB puede que ocurra algún que otro cambio (sobre todo en el comportamiento de la audiencia), pero considera positivo que se desarrolle el concepto que tenemos del medio y así, que se asegure la supervivencia de la televisión.
En un futuro próximo, el cercano, la televisión e Internet medirán sus fuerzas para hacerse con los grandes espacios publicitarios, pero puede que el ingreso para la industria de la TV siga siendo vencedor, en tanto que, internet será uno de sus más sólidos canales de distribución de contenidos; algo que afectará a la fragmentación y al consumo de los mismos.
La única pantalla que no ha sido conquistada por internet es la de la TV. Su pasividad rompe con la interactividad del mercado portátil. El hecho de ver la televisión se percibe más como un entretenimiento, algo que requiere una menor implicación del espectador desde el punto de vista funcional.
En definitiva, que Internet es un océano que no tiene fin, pero sus contenidos deben de garantizar la calidad frente a la cantidad. Tan solo basta con hacer cosas buenas, que merezcan ser vistas, sea en el formato o la plataforma que sea, cuando sea, cuando se quiera. En vez de mil canales necesitamos una televisión de calidad, accesible y de proximidad.
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