Enlaces relacionados

Zure iritzia / Su opinión

Participa

Premios

  • Artetsu Saria 2005

    Arbaso Elkarteak Eusko Ikaskuntzari 2005eko Artetsu sarietako bat eman dio Euskonewseko Artisautza atalarengatik

  • Buber Saria 2003

    On line komunikabide onenari Buber Saria 2003. Euskonews

  • Argia Saria 1999

    Astekari elektronikoari Merezimenduzko Saria

La belleza femenina y El Noticiero Bilbaíno: consejos para las mujeres de principios del siglo XX

Olga MACÍAS MUÑOZ

Las revistas femeninas de hoy en día nos inundan con infinidad de trucos y consejos de cómo estar más delgada, tener una piel más tersa, unos pechos en los que no se acusen los problemas ni de maternidades ni del paso del tiempo... Pues toda esta compilación de técnicas cuasi milagrosas ya nos la ofrecía El Noticiero Bilbaíno a principios del siglo pasado. Claro, que hay que tener en cuenta que han pasado cien años, que han cambiado los gustos estéticos y que también las ciencias han adelantado una barbaridad. Pero, lo que no ha variado en todo este tiempo es la capacidad que tenemos para admitir como válidos unos cánones de belleza que muchos medios de comunicación nos venden a pesar de estar muy alejados de la fisonomía general de las mujeres. Tanto entonces como ahora el lenguaje seudocientífico enmascaraba potingues poco o nada efectivos pero que nos prometían unos resultados milagrosos y una belleza sin parangón.

A falta de las revistas femeninas como las conocemos hoy en día, los periódicos eran un buen elemento divulgador a principios del siglo XX de consejos destinados a las mujeres, a su cuidado y aseo personal. El Noticiero Bilbaíno no escapaba de esta corriente y solía publicar una serie de consejos útiles con el propósito de facilitar la vida de las mujeres con recetas y apaños que lo mismo te decían cómo conseguir una piel más blanca, acorde con los gustos de la época, o cómo mejorar de peso, ya que todavía no había llegado Coco Chanel con aquello de que una mujer nunca está lo suficientemente delgada.

Dentro de los consejos sobre belleza femenina que nos ofrecía El Noticiero Bilbaíno cabe destacar dos bloques temáticos, aquel destinado a nuestro aspecto externo (peso, cuidado de la piel, cabello...) y aquel que se centraba en la higiene personal.

Fotografía: CC BY - Cea

Desde El Noticiero se nos decía que para suavizar y hermosear el cutis era muy bueno lavarse la cara con agua caliente, por la noche, y frotarse después con un trozo de patata cruda.
Fotografía: CC BY - Cea

El aspecto externo siempre ha sido algo crucial para muchas mujeres, es nuestra carta de presentación y con el primer golpe de vista ya se nos cataloga en muchos aspectos. Como en la actualidad, el peso es uno de los baremos básicos en la percepción corporal femenina. Sin embargo, la idealización de la belleza femenina ha variado a lo largo de las épocas influida por complicados mecanismos sociales y culturales. De este modo, desde la rotundidad de las mujeres de Rubens hasta la imagen anoréxica y mortecina que muchos modistos y fotógrafos nos ofrecen hoy en día de sus modelos hay un largo camino.

A principios del siglo XX la imagen de la mujer mostraba unas curvas bien marcadas lejos de la delgadez que empezó a ponerse de moda en la década de los años 20. Siempre había un apaño para adquirir la figura sinuosa que los hombres deseaban y desde El Noticiero nos daban algunos consejos para mejorar nuestro peso. Uno de ellos era la receta de un brebaje compuesto de una cucharada del mejor aceite de oliva, cuatro cucharadas de jugo de uvas, una cucharada de miel de colmena colada y una cucharada de jugo de limón. Había que tomar una cucharada de esta pócima todas las noches antes de acostarse. Otra recomendación para engordar era consumir leche y huevos, puesto que se consideraba que estos alimentos eran los mejores para aumentar de peso. Por lo tanto, se aconsejaba que las personas delgadas debían beber leche en vez de agua en las comidas, y aún mejor, leche mezclada con huevos. Si por el contrario, lo que se quería era adelgazar, El Noticiero también nos ofrecía un remedio y que no era otro que un preparado a base de 500 gramos de jarabe de cáscara de naranjas amargas y 10 gramos de yoduro de potasa. Se mezclaba todo bien y debía de beberse todas las mañanas una cucharada grande. Se aseguraba que este remedio era segurísimo.

El cutis femenino también era objeto de los consejos de El Noticiero Bilbaíno. Lejos de las actuales multinacionales dedicadas a la fabricación de mil y una cremas a cada cual más milagrosa, a principios del siglo XX la cosmetología pasaba por las fórmulas magistrales ofertadas por los farmacéuticas y por aquellas recetas que se pasaban de madres e hijas dentro de una sabiduría popular con siglos de conocimiento de los productos naturales. Por ejemplo desde El Noticiero se nos decía que para suavizar y hermosear el cutis era muy bueno lavarse la cara con agua caliente, por la noche, y frotarse después con un trozo de patata cruda. Del mismo modo también nos decían que la harina de avena era una de las mejoras cosas para suavizar el agua. Por esta razón debía de tenerse siempre en el lavabo un tarro con harina de esta clase para echar en el agua una cucharadita al tiempo de lavarse, de este modo el cutis se conservaba muy suave.

Por aquella época las pecas eran una maldición que las mujeres tenían que sufrir. Las fórmulas que se ofrecían para hacerlas desaparecer eran de lo más detalladas. Por ejemplo, en una de ellas se requerían 4 gramos de clorhidrato de amoniaco, 5 gramos de ácido clorhídrico medicinal, 30 gramos de glicerina y 50 gramos de leche virginal. Se disolvía todo y mañana y tarde se aplicaba con un pincel sobre las pecas rebeldes.

En una época en la que el cutis curtido por el sol denotaba el origen humilde de quien lo portaba y las clases acomodadas hacían gala de una piel blanca, los consejos para aclarar el cutis abundaban. A continuación mostramos algunos de ellos. Por ejemplo, recomendaban que para aclarar el cutis ennegrecido por la acción del sol debía de untarse la cara y las manos con una pasta compuesta de magnesio y agua templada que a los pocos minutos se tenía que quitar con agua clara templada. Del mismo modo, también indicaban que era bueno, cuando se vivía en el campo, lavarse con leche descremada.

Tampoco se olvidaban de asegurar que los aires del mar eran perniciosos para el cutis delicado, pero aún así, sus efectos se evitaban dándose un poco de cold cream en el rostro al ir a la playa. Y claro, también se ofrecía la receta para elaborar esta crema. Antes de nada se indicaba que el cold cream se usaba como objeto de tocador y también como excipiente en algunas pomadas. Para su preparación se necesitaba: 6 gramos de aceite de almendras dulces, 10 gramos de esperma de ballena, 10 gramos de cera blanca, 25 gramos de agua de rosas, 5 gramos de glicerina, 1 gramo de borato de sosa, 10 gramos de tintura de benjuí y 10 gotas de esencia de rosas. Se hacía fundir todos estos ingredientes a un calor suave y ya teníamos nuestra crema. Se indicaba además que la sustitución de la cera de abejas en esta receta por la vaselina dotaba a la piel de una blancura de nieve y de una homogeneidad y suavidad incomparables.

Fotografía: CC BY - Cea

Una señora para conservar su cabellera no debía mojarla más de una vez cada mes en el verano y otra cada dos en el invierno.
Fotografía: CC BY - Cea

Las manos también denotaban el origen social de las mujeres y se presentaban remedios para su limpieza, suavidad y blancura. Por ejemplo, advertían que cuando las manos estaban sucias no era bastante el jabón para limpiarlas, por lo que había que aplicar vaselina, frotando con fuerza y luego se limpiaban con agua caliente y jabón. Se insistía en que aplicando este procedimiento, por sucias que apareciesen las manos, quedarían limpísimas.

Por su parte, para endurecer la piel de las manos reblandecidas por haberlas tenido mucho tiempo en agua, entiéndase que por aquel entonces las lavadoras y los lavavajillas no formaban parte del ajuar doméstico, bastaba con frotárselas con un poco de vinagre. Y para conservar las manos suaves, éstas se debían de frotar todas las mañanas con un poco de aceite común y después se lavaban con agua y jabón como de ordinario. Se informaba que el aceite desprendía todo lo sucio de la piel y la suavizaba. Otro remedio muy útil para aclarar el tono de la piel de las manos era el limón, por lo que convenía guardar los trozos exprimidos para frotarse con ellos.

El cuello era también otra zona fetiche que las mujeres de principios del siglo pasado debían de cuidar. Con esta finalidad se aconsejaba que para su limpieza debía de utilizase una mixtura compuesta de zumo de limón, agua de cal y ron a partes iguales.

La higiene femenina era un tema que no escapaba de los atentos consejos de los gacetilleros de El Noticiero Bilbaíno. Se aleccionaba a las mujeres de que debían de ser muy cuidadosas al elegir el jabón que había de usarse en el tocador, porque casi todos ellos eran perjudiciales a causa de hallarse coloreados con sales metálicas. Consideraban que el que les parecía más recomendable era el blanco o amarillo, porque el encarnado jaspeado y el verde estaban coloreados con sustancias nocivas. También consideraban que el jabón transparente y el pómez también eran buenos, éste último sobre todo por el buen resultado que daba contra las callosidades epidérmicas.

En cuanto a la higiene del cabello para las señoras, desde las páginas del rotativo bilbaíno se decía que lavarse la cabeza constantemente no era una buena práctica. Así es, una señora para conservar su cabellera no debía mojarla más de una vez cada mes en el verano y otra cada dos en el invierno. Las señoras que tenían la costumbre de mojarse el cabello por la mañana después del baño, corrían el riesgo de provocar con ello una calvicie, porque la raíz del pelo se debilitaba. Añadían que el cabello requería una cierta cantidad de grasa natural, y a veces hasta era oportuno untarlos con un poco de brillantina, pero siempre que ésta última no contuviese mucho alcohol. Recomendaban que la mejor brillantina era la preparada con aceite de almendras dulces, aceite de ricino, glicerina y una pequeñísima cantidad de alcohol perfumado.

Después de este breve recorrido por los consejos destinados a las mujeres por El Noticiero Bilbaíno, dejando al margen la distancia en los gustos y las costumbres, subyace la naturaleza humana de gustar y de agradar aunque sea a costa de cierto padecimiento. Y es que ya nos lo decían nuestras abuelas... ¡Para presumir hay que sufrir!

La opinión de los lectores:

comments powered by Disqus
Laguntzaileak
Gipuzkoako Foru AldundiaEusko Jaurlaritza
Eusko IkaskuntzaAsmozEuskomedia