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Ferrería de Urtubiaga, popularmente ola

Mikel ZELAIA ETXEBARRIA, HEA Kultura Elkartea

Desde la Edad Media, tanto en cantidad como en calidad, la siderurgia vizcaína consiguió integrarse en los mercados internacionales del hierro. Ello fue posible gracias a la presencia simultánea de los recursos naturales imprescindibles y su privilegiada situación geográfica.

Las minas de Somorrostro proporcionaban una materia prima de excelente calidad, fácil extracción y cómoda distribución por mar. Los bosques aseguraban los suministros de combustible (carbón vegetal). Los ríos, la energía necesaria para el movimiento de los fuelles y mazos.

El transporte: El grueso de la producción de mineral era comercializada y distribuida desde los embarcaderos de Portugalete (Galindo, Causo y Ugarte) y Somorrostro (Muskiz). De las minas a los embarcaderos y de estos a las ferrerías, el transporte hacía intervenir a un numeroso grupo de arrieros, gabarreros y venaqueros.

El bosque: Hasta las postrimerías del siglo XIX, en el que el arbolado autóctono empieza a ser sustituido por especies exóticas, pino y eucalipto principalmente. Robles, castaños, encinas, hayas y otras especies menores cubrían nuestros montes (en Bedarona y Natxitua, roble y castaño sobre todo). Durante los meses de enero a marzo, se procedía al trasmochado de los árboles. Más tarde, en los meses más cálidos y secos, de mayo a septiembre, se producía la carbonización, mediante el encendido de la leña y ramas convenientemente dispuestas. Obtenido el carbón vegetal, se transportaba a la ferrería en carros o a lomos de caballerías.

Los edificios e instalaciones fijas que componían la estructura básica de la ferrería solían ser los siguientes:

La presa, el canal y la antepara (depósito), con los que se conseguía elevar el nivel de agua y canalizarla adecuadamente para poner en movimiento la rueda o ruedas hidráulicas, elemento situado a un costado del edificio, bajo los orificios abiertos en la antepara para dar salida al agua. En el interior del edificio se encontraban el horno, el fuelle (aparato soplante) y el mazo (martillo, martinete). Las ferrerías contaban con un amplio local anejo para el almacenaje del carbón. A veces disponían de hornos destinados a una primera calcinación del mineral con objeto de suprimir impurezas del mismo, los cuales se situaban en el exterior del edificio.

En síntesis, el proceso de obtención del hierro se iniciaba con la calcinación del mineral, calentándolo a 800 o 900 grados para eliminar agua y demás impurezas, hacerlo más permeable y tras su martilleo, se rompía en pequeños trozos del tamaño de una nuez, se introducía en el horno y, tras una constante inyección de aire, tras alcanzar los 1.300 grados, el hierro liberado, se depositaba en el fondo del horno. Ayudado de una barra, el fundidor, acercaba la masa incandescente a la zona de máxima temperatura del horno, la tobera, y lentamente se formaba la “agoa” o “zamarra”.

La masa de hierro era extraída del horno y colocada bajo el martillo. Por medio de sucesivos golpes, la masa se compactaba, eliminando las escorias e impurezas que aún contenía.

La barra resultante del martillado anterior, era partida en varias piezas que una vez calentadas y nuevamente forjadas constituían el producto de la ferrería, el “tocho”.

Por regla general, las ferrerías vizcaínas daban ocupación directa a cuatro operarios:

El tirador (encargado de poner en funcionamiento la maquinaria), dos fundidores (cargaban el horno y controlaban la reducción del mineral) y el mozo aprestador o “gatzamaile” (ayudaba en cualquier operación y desmenuzaba el mineral).

El pago de los salarios se efectuaba de acuerdo con la cantidad de hierro producida. En determinadas ocasiones se acostumbraba a conceder cantidades de vino, meriendas...

La ferrería de Urtubiaga

Muros de la carbonera de la ferreria de Urtubiaga y caserio pegante

Muros de la carbonera de la ferrería de Urtubiaga y caserio pegante.

El conocimiento de un documento de 1579 nos lleva a replantearnos el origen de la ferrería de Urtubiaga, situada en “la Puebla de Hea”, entonces bajo jurisdicicción de Natxitua. El documento, reproducido en Pares, se refiere a la ejecutoria de la Chancillería de Valladolid del pleito litigado por el bachiller Juan Nicolás de Arteita, vecino de Lekeitio con Martín Ruiz de Solarte, escribano, vecino de la anteiglesia de Ispaster (Bizkaia), y el licenciado Manuel de Sampayo, teniente general del corregidor de Bizkaia , sobre revocación de una sentencia dictada por este último, por la cual ordenaba ejecutar los bienes de Juan Nicolás de Arteita para hacer pago a Martín Ruiz de Solarte de los 36 ducados que éste alegaba le eran debidos a Juan de Solarte, su padre, vecino de la dicha anteiglesia de Ispáster, difunto, a causa de un trueque que éste hizo de los molinos de Abitera, sitos en la anteiglesia de Amoroto (Vizcaya), a cambio de una ferrería y molinos sitos en La Puebla de Hea (Bizkaia). En él se hace referencia al acuerdo firmado en 1556 por el que se intercambiaron “la ferrería, molino y aguas en el lugar de Hea” más 36 ducados por “sexta parte del molino de Abitera” de Amoroto.

La hipótesis que se puede extraer de la lectura del anterior documento es que si en 1556 la ferrería y molinos de Urtubiaga valían tan poco como una sexta parte de un molino en Amoroto, es que estaban completamente arruinados y que, con toda probabilidad, existieron una ferrería y molinos bajo medievales, al menos del siglo XV y que lo que se adquiría eran los derechos de las aguas para la reedificación de una nueva ferrería. Reedificación que, y desconocemos el motivo, no se materializó por los Solarte, sino que, como veremos más abajo, se demoró hasta 1725. Está hipótesis nos llevaría a la existencia en un lugar de Ea, de una herrería anterior a sus propias iglesias en la “Puebla de Hea” (San Juan 1550, Santa María de Jesús algo posterior), anterior incluso al intento de edificación de dos torres en su término en 1492 por los linajes antagónicos de los Adam de Yarza de Lekeitio y de los Arteaga de Gautegiz de Arteaga. (* Ver nota final).

Otra hipótesis sugerente, no contrastada documentalmente, es que las iglesias, en manos de ambos linajes, se erigieron donde no pudieron hacerse las torres.

El 2 de mayo de 1725, aprovechando una coyuntura favorable del comercio del hierro, se constituye formalmente en Natxitua, en su parcialidad de “la Puebla de Hea”, la ferrería “nueva” de Urtubiaga, donde ahora parece que existía previamente la ferreria medieval y un molino con ese nombre, cuya mitad pertenecía al Mayorazgo del Puerto, cuya poseedora era Cathalina del Puerto y Uribe, casada con Juan de Aranzivia , ambos vecinos de Lekeitio, aunque la primera de familia originaria de Ea y la otra mitad pertenecía a Josef de Larizolaeta, vecino de Ea.

Cathalina del Puerto Uribe Adam de Yarza, poseedora del mayorazgo del Puerto, emparentada con los propietarios del palacio de Zubieta en Ispaster-Lekeitio y, entre otros, poseedores de la ferrería llamada Zubieta aguas arriba del palacio donde se encuentra hoy en día el complejo “Burdinola”.

El Preilustrado Villarreal de Berriz

Pedro Bernardo Villareal de Berriz

Pedro Bernardo Villareal de Berriz.

En el registro parroquial de su matrimonio, celebrado en la Parroquia de Santa María de Lekeitio, con Juan de Aranzivia, figura como testigo el preilustrado Juan Bernardo Villareal de Berriz, casado con la heredera de la casa Beingolea de Gizaburuaga y poseedora, entre otros de la ferrería de Beingolea y del palacio Uriarte en Lekeitio. Se atribuye a Juan Bernardo, el invento de las presas de arco, presas que ahorran material en su construcción y más resistentes que las que se hacían habitualmente. Precisamente la presa que subsiste aguas arriba de la presa “nueva” de la papelera, es de arco. Aunque no está documentado que la misma fuera obra de Juan Bernardo Villareal de Berriz, no es descartable que lo sea ya que, además del conocimiento y presumible amistad que tenía con los propietarios, sabemos que en 1729 administra el legado (herencia) de Martín de Larizolaeta, de Ea, fallecido en el viaje entre Veracruz y la Habana, legado donde se dejaba un dinero para reedificar la Iglesia de Santa María de Jesús de Ea. Participó asimismo como comisario de obras del coro de esa iglesia.

¿Y por qué una ferrería en Ea?

Como se apunta en la escritura, la razón de erigir la ferrería en Ea obedecía a que “... era única en su ría y en parte cómoda para juntar materiales...”. Esto es, los árboles de sus bosques para hacer carbón y la cercanía del puerto, tanto para recibir el mineral de hierro de la parte de Somorrosto como para enviar los tochos de hierro fabricados a su destino. Está documentado que el mineral consumido en la fabricación procedía de esa zona de Somorrostro, aunque no es descartable que se utilizase también mineral de la zona, de Natxitua (Olagorta) y de Ispaster (zona de Argin-Iruta), donde hoy se pueden ver restos de mineral.

Está documentado asimismo, un viaje por mar desde el puerto de Ea a Burdeos, adonde se exporta el producto final de la ferrería, tochos de hierro destinados a ser transformados, en destino, en productos finales (clavos, ...) en otras ferrerías (llamadas menores).

En 1749, Cathalina del Puerto y Uribe, viuda y vecina de Ea, solicita permiso para vender parte de los bienes del Mayorazgo.

En 1750, la ferrería pasa a Ignacio de Loperena, vecino de Lekeitio y se construye el caserío pegante a la misma.

Los habitantes de Ea y su relación con la ferrería

Diversos documentos de protocolos notariales recogidos en el Archivo Histórico Foral de Bizkaia, nos indican que el dueño de la ferrería, a cambio de dinero prestado, obtiene la obligación de recibir del prestatario “ ... cargas de carbón en su ferrería de Urtubiaga .... ”.

Que el préstamo y la entrega de carbón queden registrados en los protocolos notariales es una muestra de la importancia que tenía el carbón. En las especificaciones técnicas exigibles al constructor del caserío pegante a la ferrería de Urtubiaga, se señala el espacio necesario “... con dos arcos de frente para que puedan pasar los carros ...”.

Vista de una de las dos carboneras

Vista de una de las dos carboneras.

En 1761 aparece la hija de Ignacio, Rafaela de Loperena, como dueña de la ferrería y en 1773, aparece en la documentación disponible su esposo Joseph Ignacio de Unzeta.

En un documento de 1778, sobre ejecutoria de la Chancillería de Valladolid del pleito litigado por José Ignacio Unceta, dueño de la ferrería de Urtubiaga, vecino de Lekeitio, con los fieles y vecinos de la anteiglesia de Nachitua (Vizcaya), sobre composición de un camino, nos enteramos que Unzeta alegando que “.... la citada de Urtubiaga ha tenido de inmemorial tiempo su camino carretil desde ella al Puerto de la puebla de Hea.. el que con el motivo de mediar por dicho camino un arroyo ha quedado intransitable...que no puede el suplicante conducir Bena (sic) ni carbón a dicha su Ferreria ni de ella el Fierro que tiene labrado al referido Puerto......siendo de la obligación de los Pueblos el mantener y bien reparar dichos caminos como se manda en las Leyes del referido Fuero....” pretende que, ya desde 1773, la anteiglesia de Natxitua a la que pertenecía la Puebla de Hea, arregle el camino carreteril que tras cruzar el río, se dirigía por la margen derecha al Puerto de Hea. Curiosamente, parte de este camino en la margen derecha, pertenecía a la Anteiglesia de Bedarona (la Puebla estaba dividida entre las dos Anteiglesias (Natxitua y Bedarona) a la que Unzeta no se dirige con la pretensión que le arregle el mismo.

A pesar de que en 1773 Unzeta, tenía el hierro labrado parado en su ferrería y de que no podía llevar desde el Puerto el mineral ni los carbones para la próxima “labranza” por el mal estado del camino y de acudir al Fuero en su auxilio, la Chancillería de Valladolid no le da la razón, absolviendo a la Anteiglesia de Natxitua y exonerándola del arreglo de dicho camino carretil. Este documento nos muestra que el camino al Puerto era utilizado especialmente por la ferrería y que esa utilización dejaba una huella evidente en el mismo.

Ferreria de Urtubiaga: pared protectora o bergamazo y tres pasos (oficina y carboneras)

Ferreria de Urtubiaga: pared protectora o bergamazo y tres pasos (oficina y carboneras).

En las fogueraciones (censos con fines fiscales) de 1795 aparece como dueño de la ferrería y del molino pegante, Ignacio de Unzeta, vecino de Lekeitio y como inquilino del molino, Antonio de Endeiza.

Este mismo Endeiza compra en 1797, el molino que estaba aguas abajo, el “Molino de Hea” (conocido por Ikerta), a, curiosamente, Juan Francisco de Arancibia, descendiente de los antiguos propietarios de la ferrería y molino de Urtubiaga. También aparecen a nombre de Antonio de Endeiza dos de los molinos de Ubilla (Ulla en el euskera hablado de la zona).

En un documento de 1810, figura como dueño de la ferrería Santiago de Unzeta, de Lekeitio. En las estadísticas territoriales de Natxitua del año 1814 sigue Santiago de Unzeta como propietario.

Otro pleito entre los dueños y el pueblo

En documento de 1832, se denuncia ante el Teniente General del Señorío en Luno el mal estado del puente titulado “Olaco Zubia”, puente adyacente a la ferrería. La denuncia es admitida y así se hace saber al “fiel regidor” de la Anteiglesia de Natxitua a fin de que se arregle el mismo. Reunidos los vecinos de la Anteiglesia de Natxitua intentan sin éxito que la propietaria de la ferrería, Rosa Urquijo Abendaño, viuda de Santiago de Unzeta, vecina de Bergara, contribuya al arreglo del mismo. Y ello a pesar de que entre las razones que esgrimen hablan de un pleito de “... hace 50 años sobre si debía el dueño de la ferrería, Ignacio de Unzeta, o la propia comunidad, reponer el camino carretil que se dirige desde la ferrería de Urtubiaga al Puerto de Ea ...”. Pleito al que hemos hecho referencia más arriba.

Puente de Ola (Urtubiaga)

Puente de Ola (Urtubiaga).

En 1838 Rosa Urquijo vende la ferrería a Manuel de Zabala de Natxitua por medio de Juan José Echevarria de Lekeitio.

A pesar de que en 1864 en la “Guía histórica del Señorío de Vizcaya”, de Juan Antonio Delmas, al hablar de Natxitua, se citan siete molinos y una ferrería, en las Estadísticas Territoriales de 1863 referidas a Natxitua, únicamente figura en ejercicio el molino de José Domingo Echevarria pero no la ferrería.

Aunque no sabemos la fecha exacta la ferrería debió dejar de funcionar por esos años. La aparición de Santa Ana de Bolueta en 1848, unido al Arancel de 1849, certifican la desaparición de la siderurgia tradicional.

*Nota: Al cierre del artículo nos llega información de las primeras referencias encontradas de la ferrería de Urtubiaga, que aparecen en los “libros de fábrica” de Santa María de Lekeitio de los años 1487 y 1499, en los que se hace mención a la deuda “... que dexo Martín de Çaracondegui en la ferreria de Vrtubiaga, por cada anno, trezientos maravedis ...”, con la Iglesia de Lekeitio. Esto confirma la presunción de que la ferrería de Urtubiaga era medieval.

Fuentes:

- Archivo Histórico Foral de Bizkaia (Protocolos notariales, Corregimiento de Bizkaia).

- Archivo Histórico Eclesiástico de Bizkaia.

- Archivo de la Real Chancillería de Valladolid.

- Uriarte Ayo, Rafael: Estructura, desarrollo y crisis de la siderurgia tradicional vizcaína (1700-1840).

- Delmas, Juan Antonio: Guía histórica descriptiva del Señorío de Vizcaya.

- López Musatadi, Mª Jesús: Monografías de pueblos de Bizkaia. Ispaster y Ea.

- Zelaia, Joseba: Plano conjunto ferrería-molino.

- Galdiz, Mª José: Pintura.

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