Joseba MOURIZ IBARRA
Hace unos días, en una conferencia, comentaba cuáles eran las principales habilidades que había necesitado para llevar a buen término los proyectos y trabajos en los que había participado durante mi vida profesional. Además de los conocimientos adquiridos a lo largo de los años de estudiante tuve necesidad de una serie de habilidades, en las que nadie me había formado. Habilidades que fueron fundamentales para la correcta ejecución de los proyectos y trabajos realizados. Ahora bien, los conocimientos en general eran más que suficientes; los temas los había estudiado durante mi proceso formativo. Otra cosa es si aprendí realmente todo aquello que estudié.
Creo que resulta preocupante la relación entre lo estudiado, los recursos invertidos y el resultado obtenido, es decir, lo que realmente hemos aprendido. Y más aún cuando el actual sistema educativo no incluye el desarrollo de las habilidades y competencias que organismos internacionales como la UNESCO y la OCDE consideran fundamentales.
¿Salimos de la universidad preparados para trabajar? ¿Podemos incorporarnos al trabajo y aportar valor a las empresas? ¿Crear nuestros propios proyectos?. Creo que, en términos generales, la respuesta a estas preguntas es no.
La UNESCO o la OCDE, entre otros, hacen especial hincapié en la evolución de la Sociedad y en la existencia de una realidad cambiante, a la que habremos de adaptarnos. Así pues, adquieren especial importancia las habilidades que nos permitan: “aprender cómo improvisar”, “aprender a escoger entre muchas verdades”, “aprender haciendo”, “ser capaces de comprender” y “ser creativo, innovador e inventar el mundo”.
Después de un análisis profundo de los cambios derivados de la globalización y de los avances tecnológicos que ésta produce en las profesiones, la UNESCO estableció y definió las principales características del trabajador del siglo XXI:
Por su parte, la OCDE considera que las habilidades necesarias para enfrentarse a las demandas de una economía y sociedad en continuo cambio son:
Adquieren especial importancia las habilidades que nos permitan: “aprender cómo improvisar”, “aprender a escoger entre muchas verdades”, “aprender haciendo”, “ser capaces de comprender” y “ser creativo, innovador e inventar el mundo”.
Foto: CC BY - Francisco Osorio
Por último el Departamento de Educación del Gobierno Vasco, está totalmente alineado con estos organismos internacionales, según lo expresado en su propia página web: “El proyecto de la OCDE denominado Definición y Selección de Competencias (DeSeCo) define la competencia como la capacidad de responder a demandas complejas y llevar a cabo tareas diversas de forma adecuada. Supone una combinación de habilidades prácticas, conocimientos, motivación, valores éticos, actitudes, emociones y otros componentes sociales y de comportamiento que se movilizan conjuntamente para lograr una acción eficaz. Sus rasgos diferenciales serían los siguientes: constituye un “saber hacer”, esto es, un saber que se aplica, es susceptible de adecuarse a una diversidad de contextos y tiene un carácter integrador, abarcando conocimientos, procedimientos y actitudes. Esta forma integrada de entender los contenidos supone un cambio con respecto a la comprensión con frecuencia fragmentada que se ha hecho de los contenidos conceptuales, procedimentales y actitudinales.”
Por lo tanto, si muchos de nosotros hemos experimentado la importancia del desarrollo de las habilidades y competencias para poder movernos en un entorno laboral cambiante, los organismos internacionales, con una visión más amplia y objetiva, corroboran estas sensaciones y los Gobiernos y sus departamentos de Educación también las corroboran. Entonces, ¿cómo es que se sigue sin trabajar estas competencias dentro del aula?
En un informe presentado por Lego Education1 en Reino Unido, se constataba entre otras cosas, que el estudio enfocado en los exámenes tiene un impacto negativo en la capacidad de los colegios de desarrollar el tipo de habilidades que sus alumnos necesitarán para su vida.
Sin lugar a dudas, la forma de evaluar es parte de la formación y condiciona la enseñanza.
Aunque el departamento de Educación del gobierno Vasco dice que las competencias educativas generales no son directamente evaluables, creo que sí se puede contrastar si los alumnos las adquieren y o desarrollan o no. Y desde mi punto de vista, la respuesta es clara: NO, ni se adquieren ni se desarrollan lo suficiente. Peor aún, en muchos casos se constriñen, dificultando su desarrollo posterior.
El año pasado, en la Universidad, encargué a los alumnos que hicieran un proyecto, que debía desarrollarse en equipo. Cuál fue mi sorpresa cuando pude comprobar que no sabían trabajar en equipo, nadie les había enseñado. ¿Cómo es posible que con 20 años y después de haber hecho decenas de trabajos en equipo, no sepan cómo deben hacerlo? Pedirles que trabajen en equipo no es enseñarles a trabajar en equipo. Por supuesto que es fundamental la práctica, pero también el método.
Se pretende que un sector educativo, sometido a continuos cambios impulse el desarrollo de una serie de habilidades y competencias en los alumnos en las que los docentes no han sido formados. Y, peor aún, no se les dota de las herramientas adecuadas que faciliten el desarrollo de esas competencias y habilidades. Y, por último, se ven limitados por un sistema de evaluación que condiciona la enseñanza.
No sé si se puede evaluar o no las habilidades y competencias a nivel estudiantil, pero si tengo claro que en cuanto estas personas pasen al mundo laboral sí se les va a evaluar el domino que tienen de esas habilidades.
Las habilidades no se aprenden, sino que se desarrollan, son parte de la cultura, de la forma de hacer. Creo que es fundamental trabajarlas desde niños.
Foto: CC BY - Brad Flickinger
Sin duda el modelo de empresa o industria que va a salir adelante será aquél capaz de crear, de innovar. Quienes se centren exclusivamente en producir, se encontrarán siempre con alguien que es capaz de hacer lo mismo por menos precio. Y no hay que ser capaz de innovar o crear cosas nuevas solamente en el momento del nacimiento, hay que hacerlo de forma continua, hay que convertir la creatividad e innovación en una parte de la cultura de la empresa.
Las habilidades no se aprenden, sino que se desarrollan, son parte de la cultura, de la forma de hacer. Creo que es fundamental trabajarlas desde niños.
Pero necesitamos herramientas que nos permitan desarrollar estas habilidades y competencias. El otro día oía decir que a través de la música se desarrollaban cantidad de habilidades y competencias, como la autoevaluación o la inteligencia emocional. Creo que esto es cierto pero con matices, es decir, sí se pueden desarrollar habilidades y competencias más allá de las puramente musicales, pero siempre y cuando se tengan estas habilidades y competencias como objetivo y se pongan los medios necesarios para llegar a estos objetivos a través de esta herramienta: enseñanza musical.
Ocurre lo mismo con la robótica educativa, tan de moda últimamente. En sí misma no tenemos garantías de desarrollar ninguna habilidad o competencia por el simple hecho de trabajar con los niños con robots y programas informáticos. Necesitamos un método además de herramientas adecuadas. Así que por mucho que tengamos las herramientas adecuadas, si no se ha formado al profesorado convenientemente, si no se tienen claro los objetivos y se trabaja de forma tal que se pueda llegar a esos objetivos, no llegaremos a la consecución de los mismos.
Como conclusión, decir que es fundamental empezar en los primeros años de enseñanza con el desarrollo de estas habilidades, marcando objetivos claros y dotando al profesorado de las herramientas adecuadas. Tenemos la necesidad de preparar convenientemente a los trabajadores del mañana, a las personas del mañana, para que sepan funcionar en entornos evolutivos, personas que no tengan miedo al cambio y en las que la creatividad e innovación sean parte del día a día. Capaces de aprender continuamente y de hacerlo de forma autónoma, con actitud crítica y con capacidad de resolver los problemas que se les planteen.
1División de Lego que provee de soluciones completas de aprendizaje en diversas áreas del curriculum, apoyando la teoría del aprendizaje del construccionismo.
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