Iñaki SAGREDO GARDE
En el corazón de Gipuzkoa, la magia de entorno del Deba nos traslada a otro tiempo y ese ambiente se hace especial cuando la niebla deja al descubierto el picacho afilado de Atxorrotx o cubre la peñas de Axtroki, dejando ver entre luces y sombras la silueta de los druidas reunidos en ceremonia.
Lo cierto es que este lugar tiene mucho que contarnos, y la arqueología da fe de ello cuando descubre que este fue un lugar de paso de otras culturas que dejaron su huella.
Los cuencos de oro de Axtroki, que datan de finales de la Edad de Bronce o comienzos de la Edad del Hierro, son la muestra más clara de una conexión cultural que descoloca a todos los expertos. Según quienes examinaron el valioso metal este proviene de la región del Rin y corresponde a la cultura llamada de Montelius, por lo que posiblemente tuviera su origen en el extremo europeo que abarca desde Dinamarca hasta la parte central de Alemania.
Cuencos de oro de Axtroki.
Lo que no se podría imaginar aquel sacerdote celta es que los recipientes sagrados que se enterraron como ofrenda de los Dioses no se guardan en el lugar de Axtroki, sino en los sótanos del Banco Central de España, teniendo una réplica exacta en el museo arqueológico nacional. Según me hicieron saber la historia de dichos cuencos es rocambolesca. Una vez se encontraron en los años 70 se intentaron guardar en secreto para que se mantuvieran en Gipuzkoa, pero un desliz periodístico hizo que la noticia llegara a Madrid y con ello su traslado forzoso al museo arqueológico nacional.
Se llevaron los cuencos pero no el misterio que aún sigue sin desvelarse puesto que Axtroki continua guardando un secreto que los arqueólogos se afanan en averiguar.
Desde hace años estudiamos todos los detalles e incluso analizamos estación por estación la ubicación del sol respecto a los puntos más señalados. Resulta sorprendente como las pequeñas ermitas están orientadas siguiendo los puntos más señalados del periplo solar como son los solsticios y los equinocios.
Pero si algo destaca y sirve de orgullo a los habitantes de Eskoriatza es el castillo de Atxorrotx. La mítica fortaleza roquera sirvió de atalaya privilegiada gracias a su ubicación a 700 metros de altitud, en una zona de peñas donde se puede controlar un amplio espacio. No en vano fue ocupado desde el calcolítico hasta la guerra civil de 1936.
Las investigaciones arqueológicas comenzaron en 1926, cuando el marianista Lorenzo Reca publicó en los cuadernos de Antropología, etnografía y Prehistoria, sus investigaciones realizadas en el castillo de Santa Cruz de Aitzorrotz, mostrando parte del material encontrado. Por desgracia ese material, que era muy abundante, acabó en manos de algún coleccionista perdiéndose la pista. Se intentó localizar en la escuela marianista de Logroño y también Madrid pero nadie sabía nada al respecto. Ese es otro de los misterios por desvelar.
En 1968 continuó la investigación Ignacio Barandiarán con quien charlé de forma distendida en Gasteiz hace unos años. El buen profesor me enseñó algunas fotografías de aquellas primeras excavaciones y comparamos datos sobre lo que ellos encontraron y lo que nosotros hemos ido estudiando. A ambos nos aparecieron restos curiosos de canalizaciones que aún guardan su impronta de madera y evidencias de armas que demuestran que la guarnición del castillo protegió esta tenencia en el año 1200.
Excavación de Atxorrotx.
Las fotos en blanco y negro mostraban a los voluntarios de las excavaciones y entre ellos, como curiosidad, a un nutrido de monjas con sus hábitos que subían hasta el castillo para visitar las excavaciones. Mucho ha cambiado desde entonces la vida, demasiado dirían los más mayores, pero aún así la tierra sigue mostrando sus secretos. En el año 2009 retomamos las excavaciones de hace cincuenta años. En el transcurso de las mismas hemos encontrado evidencias del calcolítico, con sílex trabajado para usarlo como raspadores y cuchillos; restos de la Edad del Hierro con cerámica de esta cronología y broches del periodo celta de la Tené (400-300 a.n.e), que nos acercan al misterio de la cultura celta europea en esta región de Gipuzkoa; también es clara una ocupación romana al encontrar restos de armas, mucha cerámica del tipo sigillata y otros utensilios de una etapa tardo imperial que hacen de Atxorrotx el primer castellum romano conocido. Y por último, materiales de las diferentes fases medievales, donde destacamos el hallazgo de puntas de ballesta con las puntas dobladas en estratos propios a la conquista del castillo por las tropas del rey de Castilla en el año 1200.
De aquellos tenentes navarros, que bien podríamos considerar como los primeros vecinos de Eskoriatza, tenemos sus nombres: Eneco de Oriz, Pedro Latrone o García de Baztán.
Y con el primero de ellos, Eneco de Oriz, nos sirvió de inspiración para crear una ruta turística que uniera las localidades de Gatzaga de Leintz y Eskoriatza pasando por Atxorrotx.
En otoño inauguraremos el nuevo recorrido con una fiesta. Desde Gatzaga de Leintz subirán un carro con sacos de sal, en recuerdo de su principal forma de vida durante la edad media: las Salinas y desde Eskoriatza harán lo mismo con la cerámica de su antiguo horno alfarero. Ambos carros llegarán hasta el lugar de Atxorrotx donde haremos una fiesta medieval recordando aquel tiempo cuando esta parte de Gipuzkoa formaba parte del viejo reino pirenaico.
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