Xabier ZUBIALDE LEGARRETA
Autor del libro “Hacia la soberanía energética. Crisis y soluciones desde Euskal Herria”. Editorial Txalaparta
La soberanía de un pueblo podría enmarcarse quizás como la soberanía de muchas soberanías: soberanía política, cultural, económica, alimentaria, identitaria, educativa, en la salud, financiera, feminista o soberanía energética. Se podría interpretar que es la intersección de muchas otras soberanías, incluyendo la personal.
¿Euskal Herria puede tener soberanía política si tiene privatizada y con un nivel exagerado de dependencia exterior, necesidades básicas como pudiera ser la energía?
A lo largo de la historia de la humanidad, la disponibilidad de una fuente de energía provocó el desarrollo de una tecnología. Así, el desarrollo de la energía eólica implicó el desarrollo de la navegación; el carbón implicó el desarrollo de la máquina de vapor; el petróleo abundante y barato “inventó” el motor de explosión en los vehículos; la electricidad desarrolló la iluminación; la energía barata y abundante (petróleo, carbón, gas natural y nuclear) ha desarrollado e “inventado” el modelo social consumista que tenemos en esta sociedad y del que todos y todas, en mayor o menor medida, somos cómplices. Es importante interiorizar que el modelo de sociedad de la Euskal Herria actual, lo que vemos a nuestro alrededor, tiene una condición indispensable: energía abundante y “barata”. Sin esta condición, la realidad social que vivimos sería completamente diferente. ¿Qué ocurriría entonces si desapareciese esta condición? ¿Estamos preparadas si la energía deja de ser tan abundante y tan barata?
Llegan periodos cambiantes de “crisis económica” donde consumimos el petróleo y relajación donde lo extraen cuando el precio es muy alto, relajación aquí y “crisis económica” allá cuando el precio es muy bajo. Periodos cada vez más breves que cambiarán de tendencia bailando al son que marque el precio del petróleo, es decir inestabilidad.
Cualquier pueblo que quiera disfrutar de una determinada soberanía política, tendrá que implementar un modelo de sociedad que permita caminar hacia la soberanía energética, de lo contrario estará en permanente conflicto.
¡Sí!, todo apunta a que las energías renovables van a ser las protagonistas del futuro, y, al igual que otras energías en el pasado, marcarán el desarrollo de un modelo de sociedad concreto e imprescindiblemente diferente al actual. La cuestión es que las energías renovables están limitadas, tienen techo, al contrario de lo que se vende, no hay abundante y barato al grito de “¡ya!”.
Las energías renovables no van a traer la soberanía energética. El debate no está ahí, el debate es cómo reorganizar esto de otra manera.
Analizando los datos históricos de las últimas décadas, el PIB y el consumo de energía van de la mano. Han bailado juntos todos estos años. Esto no significa que cuando la economía va “bien” dejamos encendidas las bombillas y cuando la economía va “mal” las apagamos. Esto significa que cuando la economía va “bien”, cambiamos de coche antes, vamos de rebajas, nos vamos de pintxos, regamos las rotondas para que tengan la hierba verde, vasos de usar y tirar, agua embotellada, espárragos de China o nos compramos el último modelo de móvil. Todo esto tiene detrás un indicador social, el aumento de energía se dispara.
Todo apunta a que la limitación de la disponibilidad de las energías fósiles y renovables, va a desarrollar un nuevo modelo social con el consumo y el PIB limitados. Así que ya podemos empezar a poner en marcha el I+D+I para ver cómo organizamos esta sociedad de otra manera, otra sociedad planificada con un PIB inestable. La crisis energética y la crisis económica van de la mano por esto la energía va a secuestrar en el día a día el protagonismo político, económico y social. El futuro empezó en el 2008.
En algunas sociedades consumistas, van a traer el “sálvese quien pueda” que se reflejará en forma de tensión, entre nosotros/as y contra ellos/as, en otros lugares traen muros, traerán más patriarcado, más racismo y porque no, pueden traer gobernantes que personifiquen todos estos valores violentos.
Las energías renovables no van a traer la soberanía energética. El debate no está ahí, el debate es cómo reorganizar esto de otra manera. Por eso es fundamental, cuando se habla de soberanía energética, plantear el tema de cómo gestionar los residuos, hablar de modelo de transporte, soberanía alimentaria, modelo industrial, hay que hablar de economía, urbanismo, cultura, agua, alimentación y también del modelo energético, en definitiva hay que hablar de democracia.
Debemos buscar soluciones que refuercen la justicia social, soluciones más duraderas en el tiempo, más sostenibles. Las soluciones sostenibles vienen desde abajo, no solo de expertos/as y de gobiernos, las soluciones también están en manos de cada persona, de cada organización, de cada barrio o de cada ayuntamiento... hay muchas soluciones locales y de pequeña escala que no van a venir de arriba. Hay tres referencias que no hay que perder la pista: tejer redes sociales, el reparto del trabajo y la defensa del comunal, es decir de los servicios públicos. No hacen falta grandes obras o grandes infraestructuras, sino grandes reflexiones con grandes planes para no tener que hacer grandes obras.
El nuevo alfabetismo en el mundo “rico” no es no saber leer o escribir, el nuevo alfabetismo es no saber digerir la sobre información que recibimos, no saber interpretarla, no entender lo que realmente sucede, con la factura eléctrica o con la crisis económica. De ahí el ejercicio práctico que he tratado de reflejar en el libro recientemente publicado por la editorial Txalaparta “Hacia la soberanía energética. Crisis y soluciones desde Euskal Herria”. Estamos viviendo al menos dos crisis, estamos viviendo entre un subsuelo dramáticamente cada vez más vacío y una atmósfera dramáticamente cada vez más llena. Esto nos está trayendo un primer síntoma que lo hemos llamado “crisis económica”.
Opino que una de las características de esta sociedad es la apatía: desconecto de mis emociones, de lo que me rodea. No quiero sentir lo malo que ocurre en esta sociedad o en el mundo. Si sentimos, lo pasamos mal, somos responsables... por eso es importante mirarnos al espejo, si nos sentimos responsables, reflexionamos, actuamos, cambiamos, en definitiva somos más libres. Este libro intenta generar empatía. ¡Espero que sea de vuestra utilidad!
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