Iñaki Alberdi Sagardi
IÑAKI ALBERDI SAGARDI
Makilas
2001-2002 / 12-01 / 21-04
Autor: Antxon Aguirre Sorondo
 Artesano
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PROCESOS

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La clase de madera varía: níspero, castaño u otros. La vara se cortará en invierno, coincidiendo con luna en cuarto menguante, y se procederá a pelarla una vez caliente al fuego, cuando aún está verde, para facilitar la tarea. Como en el caso anterior, si fuera necesario enderezar el palo se utilizará el calor del soplete y la horma. Ya seca, se mete en una mezcla de cal y agua durante un par de horas para que adquiera ese tono marrón oscuro tan característico, y tras la limpieza se deja secar al sol. No conviene usar este palo antes de un año, como mínimo, hasta que "la madera se asiente".

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En el extremo inferior pone un casquillo de latón repujado a mano con motivos propios (también el nombre del artesano y el del cliente si así lo desea), que decora con punzones y martillo. En el interior del casquillo se vierte una colada de plomo para darle mayor peso en esa zona de forma que, una vez terminada, la makila esté perfectamente equilibrada en su peso. Y así como cada madera es distinta, también cada pieza metálica lo será pues de otra manera difícilmente se ajustaría con la perfección deseada. Del casquillo asoma una cruceta de acero que será la que esté en contacto con la tierra, y por el extremo opuesto una espiga del mismo material que sirve de ajuste con la madera. Entre el casquillo y la madera permanece la vieja tradición de colocar una moneda, ya que su forma circular es óptima para hacer tope al palo que también tiene esa forma. Por ello, siempre se escogen monedas del mismo diámetro que los palos

En el extremo superior se inserta una punta acerada enroscada a la empuñadura. La parte de la empuñadura es un tubo largo en el que va la rosca que sujeta el bastón. El exterior se forra con cuero trenzado, generalmente negro, y se corona con una bola obtenida del hueso de un cuerno –antiguamente de buey, pero hoy adquirido en fragmentos al otro lado del Bidasoa (por cuanto las leyes actuales prohíben la importación de cuernos).

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En la parte metálica el artesano graba una sentencia de su cosecha o elegida por el cliente, junto a algunos motivos vascos como el laburu. Así, podemos leer: Hitza hitz (la palabra es la palabra), Hitzemana zor (la palabra dada es deuda), Ihes etsaiak (¡huir, enemigos!), Nerekin beti zuzen (conmigo siempre derecho), Nerekin inoren beldur (conmigo, no temas a nadie), Nere bideko laguna (mi compañero de ruta), Nere laguna eta laguntza (mi compañero y mi sostén), entre otras.

Una vez terminada la makila, el último paso consiste en encerarla. Al cliente se le recomienda que periódicamente pase un trapo seco y la frote con pulpas de nuez, para que absorba su aceite y la madera brille.

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También trabaja Iñaki Alberdi una gama de makilas más costosas, que en lugar de metal y cuero trenzado llevan alpaca o plata de ley. Son piezas destinadas generalmente a obsequios oficiales entre autoridades y personalidades.

Como no están pensadas para andar con ellas por el monte, se escogen varas delgadas, que dan una hermosa estilización a las piezas, y casquillos más bien finos; de esta forma, el alto precio de los materiales se compensa con una aplicación económica de los mismos. Las correas en estas "makilas de honor" son de color marrón, a juego con la madera, en lugar del negro que las makilas más corrientes combinan con el trenzado de cuero del mismo color. En estas lujosas piezas las monedas del ajuste inferior son de plata.

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