José Antonio - María
JOSÉ ANTONIO - MARÍA
Albokas
2002 / 01-25 / 02-01
Autor: Antxon Aguirre Sorondo
 Artesano
 Procesos
 Precios


PROCESOS

La ALBOKA es un elemento de la familia de aerófonos, del mismo género que el clarinete, pero con dos tubos, que unen dos cuernos: uno en la embocadura por donde se sopla y otro en el otro extremo que sirve de bocina.

En la prensa se publicó cómo arqueólogos de Eslovenia encontraron una flauta de hueso fabricada a base de un fémur de oso joven, de hace 43.000 años. Si ello es así, además de ser la primera flauta conocida, nos indicaría que los hombres del Neandenthal tenían una cierta conciencia artística, lo cual muchos ponían en duda. El historiador J.A. Arana Martija en su obra HISTORIA DE LA MÚSICA VASCA, cita una flauta encontrada en Isturitz (Baja Navarra) de hace unos 20.000 años. A partir del aziliense (entre 9.000 y 6.000 a.C.) aparecen ya flautas de este tipo.

No podemos olvidar tampoco el uso del cuerno por parte de nuestros antepasados para hacer ruido en sus cacerías, siendo posiblemente el más simple y antiguo de los aerófonos.

Juan Mari Beltrán en su obra SOINUTRESNAK EUSKAL HERRI MUSIKAN, aporta una cita de 1.443 de Arrasate-Mondragón (Gipuzkoa) en la que se lee: "...se utilizaron para bailes y canciones en Mondragón el tamboril, las albocas y panderos".

La TXALAPARTA es un elemento musical de percusión de la familia de tobera y la kirikoketa. No se sabe su origen y por ende las teorías son muchas, variadas y diversas: desde instrumento para llamarse entre caseríos, sistema para avisar la apertura de las sidrerías, y otras muchas. Se compone de una serie de tablas colocadas sobre unos elementos aislantes (antaño cestos sobre restos de las barbas del maíz) que por medio de golpes obtienen una serie de sonidos generalmente sincopados. Su semejanza con otros elementos del mundo entero son evidentes.

ALBOKAS

Construyen albokas afinadas en DO, cuya escala musical es: LA-SI-DO-RE-MI-FA sostenido; por lo que se toca normalmente en LA menor dórico.

Antiguamente no había una afinación concreta en la alboka. Si ahora se necesita un LA, antes para el mismo fin se usaba SOL sostenido o un LA, dependiendo del artesano que hiciera la alboka, ya que no había una afinación exacta como se logra ahora. Por otra parte antaño tampoco se exige a la alboka una afinación concreta como hoy se le pide para tocar con otros instrumentos, como un violín, clarinetes, etc.

Con albokas de estos artesanos tocan por ejemplo y entre otros el grupo Alboka, el grupo Oskorri, grupo Txanbela, Kepa Junkera e Ibon Koteron, y en múltiples escuelas de albokaris: el de la escuela de Txanbela (en Hernani), escuela de Ibon Koteron, y en otras.

TXALAPARTAS

Argazkia  
Para Oses y María la txalaparta es un instrumento de interrelación o relación social. Por una parte entre las dos personas que lo tocan y por otra entre estos ejecutantes y el público, de tal manera que se logra incluso la transmisión de sentimientos. Para ellos, con la txalaparta se crea una energía entre los dos interpretes que luego, al pasar al público, es capaz de poner "los pelos de punta" a los que la oyen.

CONSTRUCCIÓN DE LA ALBOKA

La mayor parte de los instrumentos sonoros se confeccionan siguiendo inveterados procedimientos artesanales. Del talento de sus creadores y del virtuosismo de los intérpretes, surge el más universal de los lenguajes: la música.

La alboka es un instrumento de viento de gran raigambre en el folklore vasco.

En Otazu, en el taller de Oses y María, seguiremos los principales pasos en la confección de una alboka.

  Argazkia
La alboka se soporta sobre un yugo o bustarria en forma de media luna confeccionado en madera. Tras perfilar la pieza y calar sus orificios, se procede a un primer pulido del contorno con la escofina, antes de atacar con la lija de papel toda la pieza.

Este yugo ya barnizado servirá de soporte a los tubos sonoros y a los dos cuernos, elementos que componen la alboka.

Las dos flautas que forman el cuerpo central de la alboka las hace José Antonio con madera de ébano, que a su juicio es preferible al boj y que la simple caña con que las confeccionaban los pastores de montaña. En el torno, ambas piezas se trabajan en su interior.

El pertinente pulimento otorgará a la superficie un tacto homogéneo y fino. Durante el trabajo en el torno, el calibre garantiza que ambos tubos serán perfectamente parejos.

Los orificios de las flautas se perforan siguiendo un criterio que nada tiene de arbitrario, toda vez que de ellos dependen las peculiaridades sonoras del instrumento. En este caso, uno de los tubos tiene tres y el otro cinco notas.

Los elementos visualmente más característicos de la alboka son sus extremos de asta. Tras elegir las cornamentas —por lo general de vaca—, el artesano esmerila en primer lugar la futura boca del instrumento, cortada con un diámetro preciso. Desgastada también interiormente, procede a incorporarla al yugo.

La misma operación se repite con el extremo más ancho, que corresponde a la trompa de la alboka.

Para canalizar el aire que penetra en el instrumento, el artesano emplea un procedimiento vetusto: cubre con masilla los orificios del bastidor e introduce unas fitas de caña en la embocadura de la alboka.

Inmediatamente después vierte cera virgen en el interior. De este modo, el aire se conduce a través de las fitas directamente hasta las flautas y, ya en la nota precisa, sale emitida por la trompa.

Las fitas provisionales se sustituyen luego por otras dos de un tipo de caña que el propio artesano selecciona y recoge en la Ribera Navarra. Con una cuchilla efectúa una lengüeta en el flautillo, regulando con hilo su abertura vibrátil.

Desde hace algún tiempo ha introducido unas nuevas fitas que le están dando mucho mejor rendimiento. En ellas la base es de plástico, la lengüeta (componente vibrante), sigue siendo de caña y en la unión, en lugar de usar hilo, usa dos juntas tóricas de goma, sistema similar al que se usa en clarinetes y saxofones. Una junta sirve para agarrar y la otra para afinar. Con ello se logra un sonido más afinado, más puro.

Las fitas se fabrican de tres clases, en función de su dureza, ya que hay artistas que les gusta soplar más que a otros (o su capacidad pulmonar). Las llamadas del UNO, que es la más normal, las del DOS que son un poco más fuertes y las del TRES, más fuertes aún.

Mediante un afinador electrónico la alboka se ajusta en una nota de la escala musical precisa: exactamente, en La, a una intensidad de 440 hertzios.

Argazkia  
El sonido está en la fita y en los tubos sonoros, esto es la madera y las lengüetas de las fitas. Los cuernos hacen: el pequeño de embocadura y el grande de amplificadores del sonido. Los cuernos pueden influir en el timbre, pero no en la afinación.

Los albokaris profesionales siempre llevan varias fitas de repuesto. Su tiempo de vida depende de muchos factores: de las horas de uso, la climatología, la forma de tocar del artista e incluso de la acidez de su saliva. Así algunos artistas tienen que cambiarlas cada mes, pero lo normal es que dure por lo menos 4 meses, con fuerte uso.

CONSTRUCCIÓN DE LA TXALAPARTA

Avezado intérprete de txalaparta, José Antonio Oses confecciona también este instrumento del folklore vasco. La txalaparta se compone de dos caballetes en madera de haya, con dos goma-espumas forradas con saco sobre las que se colocarán los maderos y que hacen la función de aislantes y posibilitan que las tablas suenen; 4 palos de tocar y cuatro maderos (olak) de otras tantas especies arbóreas, pues cada madera ofrece una sonoridad peculiar y diferente. José Antonio se inclina por una combinación de palo rojo, bubinga, sapeli, fresno, acacia, olmo, plátano y castaño, afinados en algo musical. El sonido se obtiene en base a la clase de madera, esto es su densidad, la longitud de la tabla y el grosor de la madera. La anchura cambia el timbre, pero no la afinación.

Para que una tabla suene correctamente tiene que estar totalmente seca, pero secada por medios naturales, ya que la madera secada de forma forzada en hornos de secado no es tan buena, sonóricamente hablando. Como hoy en día todas las maderas se secan de forma industrial, Oses y Maria compran lotes de madera que guardan por lo menos dos años para que se sequen y se estabilice su interior.

El origen de la txalaparta está aureolado de leyendas, pero ayuno de testimonios históricos. Una de las hipótesis explica que nació en las sidrerías de la cuenca del Urumea, en Guipúzcoa, cuando algún sagardozale tuvo la ocurrencia de palotear sobre las tablas del lagar.

Dicen los txalapartaris que el sonido de los pequeños palos (makilak) de fresno percutiendo sobre las planchas de maderas, puede llegar a oírse en un radio de 5 km.

Las tablas tienen entre 1,30 m. la longitud máxima y 1,25 m. el menor. Para ajustarlo sólo tiene que ir cortando el extremo del madero y comprobar la nota resultante con un afinador. Así surge un sonido rudimentario e inquietante... como los ecos de una tormenta en la soledad del bosque.

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