PROZESOS
Nuestra búsqueda de los artesanos que todavía hoy se sirven
del cuero natural para sus labores, nos lleva hasta Pamplona-Iruña,
donde tiene su taller de zapatería Xabier Iturriotz y Mari Carmen
del Río.
Les pedimos que hagan para nosotros un par de buenas botas de calle.
Nuestros amigos se ponen a trabajar:
Es Mari Carmen quien primero empieza. Como en el caso de las albarcas,
la primera tarea es dibujar y cortar las distintas piezas, usando para ello
piel curtida al vegetal, tras lo que rebaja acto seguido sus bordes para
lograr una perfecta imbricación de las mismas.
Este es el momento también de colar las partes entre sí,
de abrir los ojetes para el cordón, de poner el forro interior y
de coserlo todo concienzudamente.
En esta fase del trabajo, además de en la elección misma de
los cueros, se determina en buena medida el resultado final del calzado que,
si está bien cortado y cosido, habrá de tener una vida muy larga.
Con el corte de la bota ya en la mano, Xabier elige la horma adecuada y
procede a encolar y clavetear la plantilla interior.
Antes de coser, amolda el borde de la bota para que la superficie de costura
sea plana. Para ambas operaciones se auxilia de máquinas que facilitan
la labor.
En función del tipo de calzado de que se trate, se pondrá
forro (en piel de cerdo) o no y se elige entre distintos tipos de suela.
Fina para días de sol o de goma gruesa y adherente para días
de lluvia, usando para ello neumáticos reciclados, cosiéndolo
todo.
Sólo queda recortar la suela y extraer las hormas. El resultado
es un calzado de calidad y buen precio y ecológico ya que la piel
esta curtida al vegetal, los materiales de cosido son naturales y la suela
es de material
Podemos decir que son unos de los pocos artesanos del calzado que producen
un material de estas características. Pese a sus cualidades, el trabajo
de estos artesanos difícilmente puede competir con las grandes industrias
del calzado en serie, pero si bien la diferencia económica no es
grande, quien compra sus artículos podrá estar orgulloso de
llevar en sus pies "algo distinto", unas piezas "verdaderamente
artesanales".
LA PIEL ECOLÓGICA
Para la confección de prendas, forros y accesorios es necesario curtir
previamente la piel, a fin de que se ablande y adopte la textura suave que
le caracteriza. El curtimiento consiste en efectuar una serie de tratamientos
para evitar que las pieles adopten consistencia córnea por secado,
ni ser destruidas por fermentación o putrefacción natural. Dos
mil años antes de nuestra era ya los egipcios conocían el sistema
de curtido vegetal por medio de jugos de plantas y frutos, empleando cuchillos,
rasquetas, leznas y remaches como útiles. Aplicaban además distintos
aceites y grasas para su embellecimiento. Pero en el siglo XIX el oficio sufrió
un amplio desarrollo con la aplicación de métodos industriales,
como el curtido con sales de cromo. Esta técnica surgió como
respuesta a la demanda cada vez mayor de pieles tanto para pertrechos militares
como para usos civiles, a los que los artesanos no podían dar satisfacción
con sus atávicos procedimientos.
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Así se acometió la fabricación de extractos curtientes
químicos, que junto a los batanes o bombos giratorios -que son estampa
clásica de toda curtiduría – que son estampa clásica
de toda curtiduría- permitieron el tratamiento masivo de las pieles.
Mientras las pieles tratadas con curtientes vegetales tienen un tono marrón
semejante a la corteza del árbol, que evoluciona por efecto de los
rayos solares, son bastas, gruesas, fuertes y de una mayor belleza natural
al resaltar sus propios y naturales aceites, por contra las trabajadas al
cromo son más finas y su color es inicialmente blanco, aunque luego
se tintan de los tonos deseados. Por ello, los curtidos elaborados con el
primer procedimiento, por su mayor resistencia, se emplean en delantales de
forja, fuelles, albarcas, sandalias, suelas, correas, bridas, maletas, bolsas
y en general en todos los usos industriales, en tanto que los curtidos al
cromo sirven para las prendas de vestir, guantes finos, tapicerías,
etc.
