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Bibliografía |
HISTORIA
Cuando
en el Paleolítico Superior (hacia el 25.000 a.C.) el hombre empieza
a tallar figuras de animales en hueso o marfil, cuando empieza a crear lo
que suponemos son ídolos de la fertilidad como las Venus de Willendorf
o la de Savignano, estaba haciendo ya miniaturismo. Se considera que es
el mamut de marfil de Vogelherd (Alemania) del 32.000 a.C.., la pieza más
antigua que se dispone de arte mobiliar.
Son abundantes los santuarios ibéricos con ajuares de guerreros u ofertantes en miniatura.
Desde esas fechas se va multiplicando el uso de la reproducción de elementos: unos como elementos unidos a la religión, otros al juego, etc. Recordemos las maquetas y miniaturas con las que se enterraban a los faraones en Egipto.
Pero con referencia a lo que más nos interesa, el soldado de plomo, en el museo de Cluny de París se exhiben figuras planas de plomo del siglo XIV. Desde esas fechas reyes, papas y nobles gustaban coleccionar figuras y ejércitos.
En
España se tienen datos de la fabricación de soldados de plomo
de la mano de Carlos Ortelli, un italiano asentado en la península,
quien empieza a producir sus piezas en 1830.
No podemos dejar de citar en esta breve introducción la figura de
Ramón Layaben Sansinenea, que fue alcalde de San Sebastián
y que goza de gran fama en el modelismo militar, tanto por sus creaciones
como por su colección particular.
Hoy la máxima afición al modelismo está en Europa.
Se realizan múltiples certámenes en todos los países de Europa, siendo de destacar los aficionados a las figuras napoleónicas, los que tienen sus propias asociaciones, e incluso ferias mundiales.
