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María Jesús CAVA MESA
¡Oh mi Bilbao! Tu vida tormentosa la he recogido yo; tus banderizos junto a tus mercaderes en mi alma viven vértigos.
Miguel de Unamuno, poema. Abril 1906
Anthony Giddens define el movimiento social como un “intento colectivo de luchar por un interés común, o de alcanzar un objetivo al margen de la esfera de las instituciones establecidas”.
Aplicando esa interpretación, queremos con esta breve intervención analizar y no sólo describir distintos elementos que configuran desde el siglo XIX espacios muy conocidos de la Villa de Bilbao y otros menos identificados por su valor social. Estos espacios delimitan fronteras mentales. Desde esta perspectiva epistemológica, el trabajo pretende evaluar —asimismo— la identidad cultural de Bilbao en sus lugares de memoria y en su más destacada topografía histórica.
Para comprender la evolución de los usos que los espacios de Bilbao han ido protagonizando, subsumiendo, transformando o creando ex novo, es precisa la reflexión sobre su configuración, en todo sentido. Lo cual exige una revisión que resulta atractiva porque descubre rasgos de la metamorfosis que la Villa ha acometido hasta tiempos recientes, protagonistas, tendencias y valores.
El espacio urbano esta etiquetado, clasificado, particularizado y a veces, estigmatizado. Los grupos urbanos desempeñan roles específicos en estos espacios. Lo cual sugiere la distinción de territorios para diferentes identidades. Dentro del mundo urbano, las fronteras adquieren un valor metafórico; adquieren también dimensión social y espiritual, porque sus protagonistas componen agrupaciones de identidades. Estos grupos se distinguen por su extracción socio-profesional, status socioeconómico, riqueza, por su carácter foráneo o autóctono (inmigrantes), por su confesionalidad religiosa y educación, etc. La situación económica influye, por otra parte, decisivamente, además de su bienestar social y su integridad cultural.
Vivir socializados es una constante de las sociedades modernas y posmodernas, y para esta comunidad cultural vasca resulta una manifestación definitoria del imaginario social.
Estos elementos no definen solamente una proyección ESPACIAL, construyen —además de metafóricamente— las identidades. La construcción y deconstrucción de fronteras sociales y mentales crean, refuerzan, debilitan y suprimen en un sentido u otros elementos identitarios. Existe una frontera mental que escinde la conducta de los seres humanos.
A Bilbao le presto atención en este breve artículo, identificándolo como un laboratorio de estudio sobre aspectos relacionados con la gestión de la diversidad: los ajustes sociolingüísticos, la estructura etnolingüística de identidades múltiples, etc. cuenta en esta tarea. Pero sobre todo, porque la Villa dispone de numerosos trazos del pasado en los que las fronteras además de físicas, son mentales. Y estas han sido muy definidas.
La construcción de imágenes y estereotipos es otro aspecto relacionado de gran interés. El individuo y el grupo que difiere en religión, lengua, etnicidad compone un itinerario analítico en la posmodernidad diferenciado de lo que sustenta la construcción del imaginario social de esta Villa en el siglo XIX.
Se trata de un proceso de actividad consciente. Pueden relacionarse con lugares de memoria (Pierre Nora), y lugares de permanencia. Procesos de identificación a nivel local, urbano, regional, nacional, internacional...
Una frontera divide territorios, crea condiciones y reglas que regulan el uso y paso de territorios que han de ser respetados, pero las fronteras también crean y refuerzan identidades. El continuo proceso de reconstrucción y reformulación de las identidades en un espacio urbano ha conducido a la creencia de que la pertenencia a un grupo se basa en la definición del otro (de la alteridad). Para investigar geográfica, sociológica e históricamente estos conceptos hay que considerar estudios desde dimensiones muy distintas.
Si atendemos conceptos como “ocio” y tiempo libre se comprueba cómo evoluciona su concepción hasta llegar a las recientes teorías de ocio inclusivo, y se intuye en esa evolución nuevas prácticas socio-culturales en esta ciudad paradigma de la Modernidad en el País Vasco. Se visualiza la diversidad a través de los espacios urbanos, infraestructuras, referentes urbanos de una ciudad que se transforma sobre todo en estos últimos 25 años. En este análisis intervienen diversos componentes que enlazan tipismo y tópicos, innovación y tradición, casticismo y aportes multiculturales, etc. La sociología de la vida cotidiana obliga, por ello, a observar los ejemplos más reconocibles.
Público durante un concierto en el Arenal. Agosto 1909.
Considerando los estereotipos que han rodeado la historia de Bilbao desde hace muchos años, resulta difícil —aunque necesario— dejar sentado que hablar de distinción en Bilbao no responde, en mi caso, a retruécanos sobre su identidad de imagen cultural.
Antes bien, las figuras retóricas son inútiles cuando se cuantifican actitudes que muestran “el debe y el haber” de su balance cotidiano, y más aún desde la Modernidad que personificó la sociedad de Bilbao.
La distinción es algo que en Bilbao ha tenido —social e históricamente— momentos elocuentes. El factor de distinción se convierte en leyenda urbana, como diríamos hoy, coloquialmente, y se materializa en lugares de memoria, personajes y hábitos. Naturalmente, no me estoy refiriendo a los arquetipos más chirenes, sino a toda una masa crítica que configura nuestra sociedad civil desde el siglo XIX. Y por ese motivo, la referencia del modelo sociológico de Pierre Bourdieu me sirve de bastidor.
He escrito sobre los espacios de sociabilidad que Bilbao ha tenido, especialmente durante su etapa más contemporánea. El concepto que Maurice Agulhon acuñó, y que inspiró a una línea de historiografía que se ocupó del tema desde los años 70, hoy es un concepto harto conocido, que padece vulgarizaciones innecesarias.
La geografía, la cronología, incluso la relación entre la sociabilidad y la asociación han sido objeto de diversos análisis. En esta oportunidad deseo subrayar ocio y cultura como variantes formalizadas que fomentaron una determinada sociabilidad, como se evidencia del relato, los testimonios, las fotografías, iconografía diversa, y experiencia del universo bilbaíno.
Tengamos en cuenta, en primer lugar, que el hábito es —parafraseando a Bourdieu— “un principio generador y un sistema clasificador de niveles sociales”. Son las disposiciones que con el tiempo de vivir vamos adquiriendo en una sociedad; son nuestra manera de actuar. Funciona en la mayoría de las personas de manera inconsciente.
En la historia, los habitus son sistemas de disposiciones duraderas, estructuras estructuradas, predispuestas a funcionar como estructuras estructurantes, es decir, en tanto que principios que generan y estructuran prácticas y representaciones... Me refiero a la costumbre socializadora que es un optimizable en las comunidades cultas. Un rasgo particularmente valioso entre las costumbres socializadas, bien sean colectivas o minoritarias.
Vivir socializados es una constante de las sociedades modernas y posmodernas, y para esta comunidad cultural vasca resulta una manifestación definitoria del imaginario social.
“Mientras que la ideología del carisma prueba recordar a la legítima cultura como un talento de la naturaleza, observaciones científicas demuestran que las necesidades culturales son resultado de la educación: ciertos estudios prueban que todas las prácticas culturales (visitas a museos, ir a conciertos, lectura, etc.) y preferencias en literatura, pintura o música, están estrechamente ligadas al nivel educativo (proporcionado por las calificaciones o duración de la escolaridad) y secundariamente al origen social”. Bourdieu, P. 2000)
Es la pequeña burguesía la que juega un papel esencial en relación con la cultura dominante, ya que poseerla era el fin que pretendía conseguir y con ello, alcanzar mayores cotas de distinción social. Ocurre, sin embargo, que al contrario de la gran burguesía, no pudieron permitirse una relación distendida con la cultura, pues no existió una familiaridad tradicionalmente adquirida. Es por esta razón, por la que las expectativas se centraron en el sistema educativo como fuente de provisión de esta relación.
Los emblemáticos enclaves para el teatro, la pelota vasca, los paseos, la música, los cafés, etc. son ya muy conocidos por la historiografía bilbaína.
De la relación de datos que, a modo de cata histórica a través de la prensa local nos ilustra el progreso de espacios, ocio, y diversidad cultural, los datos que presento hablan por sí solos de variedad, progreso, tradición y sincretismo a todo nivel: deportivo, cultural, de diversión, etc. Los emblemáticos enclaves para el teatro, la pelota vasca, los paseos, la música, los cafés, etc. son ya muy conocidos por la historiografía bilbaína. Sin embargo el consumo de estas alternativas subraya mutaciones sociales y un modelo socio-cultural que fue en paralelo a las realidades económica de la sociedad que ha hecho Bilbao durante dos siglos.
A manera de breve ejemplo recojo sólo unos datos representativos extraídos de las gacetillas de la prensa local en dos años: 1900 y 1950.
EL NOTICIERO BILBAINO (Domingo, 12 agosto 1900)
“Cinematógrafo – El mejor de España. Hoy grandes funciones de 6 a 10 en el Salón Murillo, calle Berástegui”.
“Salón Murillo: Hoy reanudará las grandes funciones de cinematógrafo, varagraphe y fonógrafo este salón, después de una gran campaña en otras capitales. Se pondrá la Cenicienta y otras vistas”.
“Gran Café de la Bolsa – Gran concierto para hoy domingo a las 9 ½ de la noche por el aplaudido sexteto Ortega”.
“Café de Fornos – Hurtado de Amézaga 5: se venden helados de todas las clases”.
“Teatro-circo del Ensanche – Con una buena entrada debutó anoche la compañía que dirige doña Micaela Alegría”.
Diversiones públicas:
Miércoles, 15 agosto 1900
“Exposición de arte modernista: Escuelas de Berástegui, abierta todos los días de nueve de la mañana a seis de la tarde. Entrada: días laborables 1 pta y días festivos 0,50 ptas”.
“Viajes de recreo al Abra: El magnífico vapor Zarzeta hará dos excursiones diarias al Abra y puerto exterior los días 19 al 23 inclusive y 26 del actual. Salidas: por la mañana a las 10, regreso a la 1. También por la tarde, a las 3 ½ con regreso a las 7 ½. Pecio del billete 2 ptas”.
Invierno 1950
Al hilo de la definición de Cultura que la UNESCO a través de la Declaración de México dio en 1982 quiero reiterar que: “(...) la cultura da al hombre la capacidad de reflexionar sobre sí mismo. Es ella la que hace de nosotros seres específicamente humanos, racionales, críticos y éticamente comprometidos. A través de ella discernimos los valores y efectuamos opciones. A través de ella el hombre se expresa, toma conciencia de sí mismo, se reconoce como un proyecto inacabado, pone en cuestión sus propias realizaciones, busca incansablemente nuevas significaciones, y crea obras que lo trascienden”.
Y quizás por subrayar otro aspecto al que remite la visión de Pierre Bourdieu, valdría asimismo parafrasear su cita: “La definición de nobleza cultural es la apuesta en una lucha que se ha perdido, incesantemente, desde el siglo XVII, al día de hoy”.
Para considerar la postmodernidad finalmente, y tal como sostiene Gianni Vattimo en La sociedad transparente, ésta es un ejemplo claro de cómo la diversidad y las minorías pueden y deben tomar la palabra en esta sociedad postmoderna sustituyendo a unos valores quizá ya viejos y anticuados. Los mass-media como elemento fundamental en esta transformación y la novedad de este fenómeno en torno al que gira la reflexión acerca del paso de lo moderno a lo postmoderno, con todas las variaciones sociales, culturales y artísticas que implica es un reto también para el historiador.
Gianni Vattimo respondía en entrevista:
—¿Cómo entender la realidad hoy?
—Se puede entender desde muchos aspectos diferentes. Ante todo desde la multiplicación de las perspectivas culturales: no tenemos más una mirada unitaria, hegemónica de la realidad.
Esa multiplicación de las culturas es una conquista de las tecnologías de las ciencias, en la medida en que la tecnología de la comunicación permite el conocimiento de diferentes perspectivas. Como reflexión final, comparto la idea de que es impracticable establecer una comparación, la pretensión de hacer una historia completa. De hecho, al crecimiento enorme de los datos con que cuenta hoy el historiador, y en los que confiaba para potenciar su trabajo, le ha acompañado una multiplicación de centros de análisis y amateurismo que toma caótica la información y dificulta su manejo.
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