Escultura y arquitectura: Actitudes convergentes desde la segunda mitad del siglo XX hasta la contemporaneidad

Iratxe NEBREDA PALENCIA

Lagundu

Escultura y arquitectura: Actitudes convergentes desde la 2ª mitad del siglo XX hasta la contemporaneidad. Evolución hacia una espacialidad de tipo arquitectónico. Tesis Doctoral. Garraza Salanueva, Ángel (Dir.), Nebreda Palencia, Iratxe. Universidad de País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea. Facultad de Bellas Artes / Arte Ederren Fakultatea. Departamento de Escultura / Eskultura Saila. Leioa, 2012.

A lo largo de este trabajo de investigación se analiza el cambio de posición ideológica, también de evolución espacial y plástica, que la escultura ha experimentado a través del proceso de redefinición sufrido durante el siglo XX, incidiendo en su interacción con la arquitectura.

La de estas disciplinas es una relación dilatada en el tiempo, que alcanza su momento de mayor intensidad a lo largo del intervalo cronológico que corresponde a la segunda mitad del siglo XX y los primeros años del XXI, periodo en el que se pueden identificar operaciones en las que la escultura prácticamente llegará a diluirse en arquitectura.

Desde mediados del siglo XIX, imbuidos en un ámbito de pensamiento moderno, comenzaremos a identificar los conceptos que sentarán las bases para la interacción entre estas disciplinas. Estos conceptos surgirán como respuesta a la tensión que se produce entre el “mundo del puro disfrute estético” y el “funcional”, desarrollándose movimientos y corrientes que persiguen lograr una armonía entre estos ámbitos, redefiniendo los límites entre disciplinas, tomando como punto de partida la ruptura de la jerarquía que se imponía entre las artes “Bellas” y las “Aplicadas”, y aportando a la interacción entre estas disciplinas dos conceptos fundamentales: El de obra de arte total y el fomento de la vinculación entre arte “elevado” y vida cotidiana.

Estos planteamientos deben identificarse como el germen de algunos de los preceptos que constituirán parte de la base conceptual fundamental para entender la interacción entre escultura y arquitectura: Por una parte, la “obra de arte total” supondrá el punto de partida para el desarrollo de una línea de trabajo en la que se admita la implicación de varias disciplinas y la cooperación entre varios profesionales, anticipando los proyectos de carácter multidisciplinar que tanto proliferan hoy en día.

En el mismo sentido, la defensa de la vinculación entre arte “elevado” y vida cotidiana supondrá el punto de partida de desarrollos tan fundamentales para la interacción entre escultura y arquitectura como los que en la actualidad reivindican la democratización del arte, que persiguiendo abrirse a un público más amplio saldrá de las instituciones expositivas tradicionales (reclamando su participación en la configuración del espacio público), profundizará en procesos de tipo industrial (asumiendo medios y materiales del ámbito arquitectónico, construyendo), se apoyará en la funcionalidad como modo de vincularse con el espectador (que pasará a ser usuario) y en el lenguaje arquitectónico que, por normalizado, resultará un medio de transmisión-comunicación idóneo para llegar a un público más amplio.

A partir de la segunda mitad de la década de los cincuenta, respaldado por el planteamiento posmoderno, este proceso de mestizaje entre disciplinas se intensificará. Ambas áreas se verán envueltas en un clima de apertura en el que, en función a dar respuesta a la transitoriedad y particularidad de la vida real y de un público que será considerado como concreto y ubicado en un contexto particular, desarrollarán nuevos recursos que en muchos casos habrán sido importados de otros ámbitos de conocimiento.

Por otra parte, y pasando a la otra gran línea de vinculación entre escultura y arquitectura, la evolución del tratamiento espacial en el ámbito escultórico, será desde finales del siglo XIX cuando ésta comience su proceso de consolidación a partir de dos de las conquistas fundamentales de la escultura moderna: la deposición de la lógica monumental (que impulsará la evolución de la relación de la obra con su contexto y con el espectador hacía esquemas equiparables a la relación que se establece entre la obra arquitectónica, su contexto y su usuario) y la superación de la figuración (que estimulará un lenguaje escultórico abstracto, como el arquitectónico, y un ensimismamiento en lo espacial, activando nociones como la de “vacío”, que identificaremos como un estadio prematuro de lo que en un futuro será “espacio interior” que tras tornarse transitable, podrá ser equiparado con el arquitectónico).

Esta redefinición espacial escultórica repercutirá de forma considerable en la relación de la obra con el espectador: El observador se verá liberado de la interpretación mimética y podrá sensibilizarse frente al espacio en el que la pieza se ubica (contexto ampliado, contexto como parte de la obra) y frente a su propia corporeidad, estableciendo paralelismos con la percepción de una pieza arquitectónica e inaugurando lo que considero el comienzo de su mutación a usuario.

Espacialidad escult?rica, expansi?n hacia lo arquitect?nico (derivaciones)

Esta evolución de la espacialidad escultórica, fomentará una mayor vinculación con desarrollos considerados como más arquitectónicos. No pudiendo dejar de señalarse como otro elemento de empuje hacia la asunción, por parte de muchas de estas obras, de un carácter funcional que, entroncando directamente con la experiencia arquitectónica, parece exigido por el propio contacto con el público.

Partiendo de este planteamiento identificaremos dos vías de vinculación con la arquitectura, además de la ambiciosa apuesta de la escultura por la conquista del espacio público (y estrechamente vinculado con ésta), otro de los motores que señalo como clave para la hibridación entre disciplinas será el interés que demuestra, precisamente el segmento de artistas que desarrollan su labor en el espacio público, por democratizar el arte. Entendiendo este proceso como la preocupación creciente por acercar la “alta cultura” a un público más amplio y no especializado.

Para abordar este tipo de objetivos, la escultura se servirá de diferentes recursos, para cuyo análisis he utilizado la figura de dos artistas, que desarrollan su proyecto en el espacio público, Siah Armajani y Vito Acconci, y dos arquitectos, Frank O. Gehry y Gordon Matta-Clark. A través de estos autores he simplificado cuatro niveles de compromiso con la interacción entre disciplinas, que facilitan el examen de nuevas estrategias y modos que se desarrollan en este ámbito de hibridación, y de las transformaciones que los roles de estos profesionales sufren cuando producen obra con, al menos, un cierto grado de mestizaje.

A partir del análisis de la obra de estas cuatro figuras, podremos identificar numerosos recursos que, directamente trasplantados de la otra disciplina, se utilizarán como medio para fomentar la interacción con el espectador.

Dan Graham, Double Exposure, 1995-2003. Colecci?n Funda?ao de Serralves, Oporto

Dan Graham, Double Exposure, 1995-2003. Colección Fundaçao de Serralves, Oporto.

Por otra parte, y de forma no despreciable, identificaremos otra línea de uso de los medios arquitectónicos que encuentro, si cabe, más interesante. Respaldado por la solidez conceptual que el producto arquitectónico despliega en el imaginario colectivo, el extrañamiento de éste se consolidará como una operación extremadamente eficaz para estimular al espectador-usuario. De ahí que haya planteado catalogar estos “recursos para la hibridación”, precisamente, en base a estos dos modos de abordarlos: Recursos que se extraerán de la arquitectura (la adopción del lenguaje arquitectónico, la adopción de medios de proyecto y ejecución arquitectónicos (un proyecto público desde una perspectiva pública) y la funcionalidad como factor de vinculación con el público) y los que se extrañarán de la misma (Actuación en los límites (contexto marginal, funcionalidad abierta y eliminación de límites físicos) y distorsión de conceptos arquetípicos).

En definitiva, a lo largo de este trabajo de investigación he señalado antecedentes, factores de potenciación, recursos utilizados más frecuentemente e identificado diferentes grados de intensidad que alcanza el fenómeno de mestizaje entre escultura y arquitectura, en función al compromiso que (partiendo de su cualidad común como disciplinas que se desarrollan en el espacio tridimensional) alcanza la primera a partir del desarrollo de una espacialidad y conceptualización de tipo arquitectónico.

Contradiciendo la idea de una disolución de la escultura en favor de un escenario categóricamente arquitectónico, observo el uso de recursos arquitectónicos como la evolución natural de una disciplina que desarrollándose en el espacio tridimensional, y habiendo agotado en éste los recursos de investigación y crecimiento más introspectivos, va adoptando nuevas herramientas capaces de enfrentar los compromisos vinculados a algunos de los hitos fundamentales que definen el devenir plástico del siglo XX: la abolición del sistema monumental (público), la pretendida conquista del espacio público y el interés por democratizar el arte y estrechar la relación con espectador.

En ningún momento se debe perder de vista cómo la arquitectura es utilizada como un medio, como una poderosa herramienta, pero nunca como un fin en sí misma. Se pretende por visible, por comprensible, también por qué no, por garantizar en el ámbito público un valorado estatus como bien de consumo, pero no se busca “ser arquitecto”, como respalda el hecho de no haber encontrado en este círculo de hibridación un solo artista que pretenda asumir ese rol.

Esta paradoja, que podría resultar desconcertante, responde sin embargo a una coherente y comprometida postura por parte de los artistas que trabajan en este ámbito de mestizaje: mantenerse suspendido entre las dos disciplinas supone la más fundamental garantía de independencia y de compromiso con un espectador (-usuario) que necesita que el arte continúe satisfaciendo unas necesidades diferentes de las que aborda la arquitectura, apoyándose en la construcción espacial, sí, pero para construir experiencia.

Si se cruzara esa desdibujada frontera, si se pasara al lado de la arquitectura, se perdería demasiado.

Lagundu

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