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Ajuste socio-emocional en la adolescencia y su relación con los estilos educativos parentales

Elena BERNARAS, Bilakaeraren eta Hezkuntzaren Psikologia Saila (UPV/EHU)
Joana JAUREGUIZAR, Bilakaeraren eta Hezkuntzaren Psikologia Saila (UPV/EHU)

La adolescencia es una etapa de múltiples cambios físicos, psicológicos y relacionales, y como todo proceso de cambio requiere de un proceso de adaptación. Si dicha adaptación no se da adecuadamente se pueden dar problemas de ajuste, que en la adolescencia pueden ir asociados a problemas emocionales y comportamentales tales como ansiedad, depresión o abuso de sustancias (Kessler et al., 2007). A este respecto, los estudios señalan que las adolescentes mujeres y varones muestran de diferente manera sus problemas de desajuste, hallándose mayores tasas de síntomas internalizantes (depresión, ansiedad, quejas somáticas, problemas de relación...) en adolescentes mujeres (Essau et al., 2000; Hyde, Mezulis y Abramason, 2008; Ranneyet al., 2013; Sanchís y Simón, 2012; Thaparet al., 2012) y síntomas externalizantes(agresividad verbal, conducta delictiva, trastornos de conducta...) en varones (Byrnes, Miller y Schaffer, 1999; Leadbeater et al., 1999; García et al., 2011; Sarracino et al., 2011).

Si bien se han identificado múltiples factores de riesgo y de protección del ajuste/desajuste de los adolescentes asociados a sus características personales y a su entorno familiar, escolar o social, en este artículo nos vamos a centrar en el contexto familiar y más concretamente en los estilos educativos parentales. La literatura científica ha mostrado especial interés en la importancia de los estilos educativos parentales, por las implicaciones que tienen en el desarrollo psicológico de los hijos.

Baumrind (1967, 1971) propuso el modelo tripartito de estilos parentales, que ha sido uno de los más ampliamente aceptados y utilizados en la literatura científica. Este modelo distingue tres tipos de estilos parentales: democrático, autoritario y permisivo. El estilo democrático se caracteriza por el control parental, el castigo moderado cuando se hace necesario, el razonamiento, el fomento de la autonomía y las demostraciones de apoyo y afecto. El estilo autoritario se basa en el control y la obediencia a la autoridad parental, el empleo de estrategias disciplinarias severas (p. ej., castigo físico y psicológico) y bajos niveles de apoyo y aprobación parental. El estilo permisivo, por su parte, se caracteriza por bajos niveles de control y exigencia parental, ausencia de estrategias punitivas y conductas de aceptación y aquiescencia hacia los comportamientos y deseos del menor. Posteriormente, Maccoby y Martin (1983) redefinieron los estilos parentales propuestos por Baumrind (1971), combinando dos dimensiones: 1) “exigencia-control/no exigencia” paterna y 2) “receptividad-afecto/no receptividad-afecto”. Con estas dimensiones, el estilo permisivo descrito por Baumrind (1971) se dividió en dos: estilo indulgente y negligente. De este modo, se distinguieron cuatro estilos parentales: padres democráticos —elevados niveles de control y afecto—; padres negligentes —niveles reducidos de control y afecto—; padres indulgentes —bajo control y elevado afecto—; y padres autoritarios —elevado control parental y escaso afecto—.

Partiendo de esta distinción entre los estilos educativos, varios estudios han analizado la relación entre dichos estilos parentales y el ajuste/desajuste de los hijos adolescentes. Así, los adolescentes educados con estilo negligente presentan más problemas de ajuste social (impulsividad, consumo de sustancias, delincuencia...) y personal (baja autoestima, ansiedad y depresión...) (Milevsky et al., 2007; Oliva, Parra y Arranz, 2008; Steinberg, 2001). Los adolescentes educados con estilo autoritario, por su parte, también presentan problemas de ajuste emocional (depresión, baja autoestima, baja confianza en sí mismos...) (Garber, Robinson y Valentiner, 1997). Los adolescentes educados en estilo permisivo, muestran problemas de ajuste psico-social (abuso de sustancias, conductas antisociales...) (Adalbjarnardottir y Hafsteinsson, 2001; Steinberg, Blatt-Eisengart y Cauffman, 2006), y los educados con estilo democrático son los que presentan mayores niveles de ajuste psico-social (mejor autoestima, ajuste escolar, rendimiento escolar, madurez psicológica, menos problemas de conducta...) (Aunola, Stattin y Nurmi, 2000; Baumrind, 1997; Im-Bolter, Zadeh, y Ling, 2013; Kritzas y Grobler, 2005; Pelegrina, García y Casanova, 2002).

Foto: CC BY - Pabak Sarkar

La adolescencia es una etapa de múltiples cambios físicos, psicológicos y relacionales, y como todo proceso de cambio requiere de un proceso de adaptación.
Foto: CC BY - Pabak Sarkar

Si bien de estos estudios se podría concluir que el estilo democrático es el que mayores tasas de ajuste personal lleva asociadas, varios estudios realizados en el contexto español defienden la equivalencia entre estilo permisivo y democrático, e incluso algunos estudios han demostrado mejor ajuste de adolescentes en familias permisivas (p.e., Esteve, 2005; García y Gracia, 2010). Por el contrario, otros autores siguen defendiendo las “bondades” del estilo democrático frente al resto, independientemente de la cultura en la que se realice el estudio (p.e., Sorkhabi, 2005; Steinberg et al., 2006).

Teniendo en cuenta las investigaciones previas, las autoras realizaron un estudio cuyo objetivo era analizar los niveles de ajuste socio-emocional (desajuste clínico, desajuste escolar y ajuste personal) de una muestra 1285 de escolares adolescentes (49.5% mujeres) de 12 a 16 años de edad y estudiar las diferencias existentes en dicho ajuste en función del sexo y edad de los participantes y de los estilos educativos parentales. La muestra se recogió de ocho centros escolares (5 públicos y 3 concertados) del País Vasco.

Se utilizaron dos instrumentos de evaluación ampliamente utilizados en el contexto clínico y escolar, y con adecuados niveles de validez y fiabilidad:

- El Sistema de evaluación de la conducta de niños y adolescentes (Behaviour Assessment System for Children, BASC; Reynoldsy Kamphaus, 1992), en su versión auto-informe para adolescentes S3, que aporta información sobre el ajuste personal (relaciones interpersonales, relaciones con los padres, confianza en sí mismo y autoestima), desajuste clínico (ansiedad, atipicidad, locus de control y somatización), desajuste escolar (actitud negativa hacia el colegio, actitud negativa hacia los profesores, búsqueda de sensaciones) y síntomas emocionales (ansiedad, relaciones interpersonales, autoestima, estrés social, depresión y sentido de incapacidad).

- El Cuestionario PARQ/C (Parental Acceptance-Rejection/Control Questionnaire, Rohner, 1990), que aporta información sobre los niveles de afecto y control de los padres y madres por separado, pudiendo así obtenerla clasificación de los cuatro estilos parentales explicados previamente.

Los resultados mostraron diferencias en el desajuste escolar en función del sexo, siendo los varones los que mayores niveles de desajuste escolar mostraron. Por el contrario, las mujeres mostraron mayores niveles de desajuste clínico que los varones y niveles más bajos de ajuste personal. En cuanto a las diferencias en función de la edad, se observó que tanto en varones como en mujeres el desajuste escolar iba en aumento a medida que éstos avanzaban en edad.

En el caso del desajuste clínico, se halló que los niveles de desajuste clínico iban en aumento en las mujeres a medida que éstas avanzaban en edad, mientras que en los varones los niveles de desajuste clínico disminuían con la edad.

Por último, en cuanto al ajuste personal, no se hallaron diferencias en función de la edad de los participantes.

Foto: CC BY - amanda tipton

Se debe prestar especial atención al estado emocional de las adolescentes a medida que avanzan en edad, preparando para ello programas de prevención en edades tempranas (fortalecimiento emocional, inteligencia emocional, etc.).
Foto: CC BY - amanda tipton

En cuanto a la relación entre el ajuste/desajuste de los adolescentes y los estilos educativos parentales, se hallaron diferencias estadísticamente significativas en el ajuste personal, desajuste clínico y desajuste escolar de los adolescentes en función de los estilos educativos parentales. Los resultados obtenidos fueron los siguientes:

- En cuanto al desajuste escolar, los resultados confirmaron que existían niveles significativamente mayores de desajuste escolar en adolescentes con padres de estilo autoritario y negligente (no existiendo diferencias entre estos dos) en comparación con los de estilo democrático y permisivo (no existiendo diferencias entre estos dos). En cuanto al estilo de las madres, los resultados siguen la misma línea que en el estilo de los padres.

- En lo que respecta al desajuste clínico, los resultados mostraron que aquellos adolescentes con padres de estilos educativos negligentes eran los que mayores niveles de desajuste clínico tenían, seguidos de los de padres autoritarios, siendo los de padres con estilo permisivo y democrático los que menores niveles de desajuste clínico mostraban (no hallándose diferencias estadísticamente significativas entre estos dos tipos de estilos). Los resultados siguen la misma línea si se tienen en cuenta los estilos educativos de las madres, con la excepción de que, en este caso, sí se hallaron diferencias en desajuste clínico en adolescentes con madres con estilo permisivo y democrático, mostrando los de madres democráticas menores niveles de desajuste clínico.

- Por último, se hallaron niveles superiores de ajuste personal en los adolescentes con padres y madres democráticos y permisivos (no hallándose diferencias entre estos dos estilos), siendo los hijos de padres y madres negligentes los que niveles más bajos de ajuste personal mostraron (en comparación con los otros tres estilos educativos).

A la vista de estos resultados, las conclusiones y recomendaciones que se plantean son las siguientes:

1. Se debe prestar especial atención al estado emocional de las adolescentes a medida que avanzan en edad, preparando para ello programas de prevención en edades tempranas (fortalecimiento emocional, inteligencia emocional, etc.). Del mismo modo, sería importante cuidar el ajuste escolar de los adolescentes varones, ya que el desajuste escolar puede ir asociado a conductas de riesgo (p.e., abuso de sustancias, conductas antisociales...).

2. Es necesario plantear programas de prevención/intervención que impliquen a las familias, ya que los niveles de afecto y control que muestran con sus hijos tienen importantes implicaciones en el ajuste/desajuste de los mismos. Así, incidir en la importancia del control (marcar límites, plantear normas que se deben cumplir en el hogar, mostrar interés por lo que hacen los hijos...) combinado con afecto, ya que ello va asociado a menores niveles de desajuste clínico y escolar y mayores niveles de ajuste personal.

3. La importancia del afecto parece ser fundamental, teniendo en cuenta que en nuestro contexto más cercano (muestra recogida en el País Vasco) apenas se han hallado diferencias entre el estilo democrático y permisivo, y ambas tienen en común las altas tasas de afecto en las interacciones con los hijos. Por lo tanto, que los niños y adolescentes se sientan queridos y así se exprese abiertamente en la familia, que se sientan apoyados, y en definitiva, seguros resulta fundamental en una sociedad que nos impone las prisas y las “relaciones online”.

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