Elisa QUEREJETA, Aranzadi Zientzia Elkartea
La fosa de Berriozar, Navarra, en el contexto del informe del grupo de trabajo de Naciones Unidas sobre desapariciones forzosas de septiembre de 2013
Fosa de Berriozar.
Imagen: Elisa Querejeta
Esta imagen muestra el paraje ya exhumado de Esparceta, en el término municipal de Berriozar, un pueblo a 6 kms de Pamplona donde el pasado 11 y 12 de abril de 2015 se llevaron a cabo por iniciativa del ayuntamiento, los trabajos de exhumación de cuatro evadidos del Fuerte de San Cristóbal el 22 de mayo de 1938 por parte de Francisco Etxeberria y el equipo de Aranzadi Zientzia Elkartea1.
Según cuentan los testimonios, los cuatro presos, tras ser detenidos y custodiados una noche en la escuela del pueblo, fueron fusilados a la mañana siguiente, y se les enterró clandestinamente en la pequeña fosa que se aprecia en el final del gran hoyo que hubo de abrir la excavadora para localizar los restos.
El día de la gran fuga de mayo 1938, estos cuatro hombres se escaparon del fuerte por la ladera sur del monte Ezkaba junto a 791 presos fugados más, del total de los 2497 presidiarios que tenía en ese momento la cárcel fortaleza. De ellos, 207 fueron asesinados a tiros y enterrados en los pueblos vecinos o en la misma montaña2.
Así relata Ernesto Carratalá lo sucedido el día de la fuga2:
El desconcierto era total. Había rumores, pero nunca pensamos que la fuga fuera a llevarse a cabo. Cada uno tiró por su lado; algunos, que incluso pensaron que se había terminado la guerra, fueron directos a la estación de tren de Pamplona y trataron inocentemente de comprar un billete con los vales de la prisión. Naturalmente, los detuvieron enseguida. Yo calculo que estuve unos 15 minutos corriendo desorientado por el monte hasta que oí claramente el toque de trompeta de las fuerzas que venían de refuerzo desde Pamplona. Estábamos muy débiles por el hambre. Muchos iban sin zapatos. Comprendí que no podría correr muy lejos, y además no sabía adónde, así que decidí regresar a la prisión. Para cuando llegaron los refuerzos militares de Pamplona, yo estaba en mi sitio de siempre.
El caso de estos cuatro sujetos puede seguirse a través de este testimonio, que se repite en todos los que salieron huyendo de la prisión ese día, cuando hambrientos y desorientados trataban de escaparse de las terribles condiciones en las que vivían en el penal, y se encontraron en un callejón sin salida, pues al llegar a los pueblos de la falda del monte, en este caso Artica, fueron apresados y conducidos, no de vuelta al fuerte sino a la cárcel del pueblo, para ser después asesinados en este humilde paraje comunal. De todo el conjunto sólo consiguieron llegar a Francia tres individuos3.
El trabajo en las exhumaciones de las personas desaparecidas forzosas de la guerra civil española (1936 – 1939) y el periodo franquista (1939 – 1975), continua llevándose a cabo gracias sobre todo al impulso de la sociedad civil, de los familiares y de las asociaciones, con el respaldo de algunas actuaciones por parte de las administraciones estatal y autonómicas, en Cataluña, País Vasco y Andalucía sobre todo, y del empuje de algunos profesionales de la antropología forense y social, la arqueología, la historia y la cultura.
Y aunque se han llevado a cabo algunas actuaciones legislativas favorables al respecto, la Ley de Memoria Histórica del año 2007, y Ley Foral de Memoria Histórica de 2013, el último informe del Grupo de Trabajo de Naciones Unidas que vino a España invitado por el gobierno español del 23 al 30 de septiembre de 20134 puso de manifiesto su preocupación por el desamparo de las víctimas del franquismo, instando al gobierno a cumplir su obligación de buscar a los desaparecidos durante el periodo de la guerra y la dictadura.
En el resumen del informe elaborado por dicho Comité, que no es vinculante y ha sido ratificado asimismo por Amnistía Internacional, se exige al estado español investigar los crímenes franquistas y se dice expresamente que no sirve ampararse en la Ley de Amnistía de 1977 e incumplir la legislación internacional de derechos humanos, pues las desapariciones involuntarias son delitos que no prescriben, y que el Estado debe establecer garantías legislativas y judiciales de que así se cumplirá.
Fosa de Berriozar. Cuerpos exhumados.
Foto: Hedy Herrero
77 años después, los testimonios cuentan que cuando las mujeres llevaban el almuerzo a los hombres de Berriozar los días que subían a trabajar sus parcelas durante el largo periodo franquista, evitaban pasar por la fosa del “Camino del agua” marcada con cuatro piedras, pues sabían en ese lugar había gente de la guerra enterrada, algo que les producía horror.
Lo que sabían ha sido transmitido de una generación a otra, y estas dos imágenes dan testimonio de ello y nos obligan a recordar a Walter Benjamin5 cuando decía que el presente no proviene de los grandes hitos de la historia de los vencedores, sino de las ruinas y fragmentos del pasado.
El pasado como fragmento, y “lo pasado” que insiste, y nos pide hacer algo con ello.
Parece de justicia entonces pedir que se cumpla la legislación vigente sobre derechos humanos, además de un gesto, unas palabras de parte de las instituciones públicas para honrar la memoria, y la verdad de todas estas personas que perdieron a sus padres y hoy están a punto de morir ellos también aún rodeados de silencio.
1 Etxeberria, F; Pla, K: La memoria del Fuerte de San Cristóbal. El cementerio de las botellas. Pamiela 2013.
2 Sierra, F: La Fuga de San Cristóbal, 1938. Pamiela. 1990.
3 Ezkieta, F: Losfugados del Fuerte de Ezkaba. Pamiela 2013.
4 http://www.ohchr.org/SP/NewsEvents/Pages
5 Benjamín, W: Tesis sobre la historia y otros fragmentos. 2005. México. D.F. Contrahistorias.
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